Una gran habitación de suelos y paredes polvorientas, con androjos de alfombra que ganan en calidad conforme se acercan al trono de cojines en el que reposa un viejísimo orco, a su lado, en pie, un humano estirado y también de edad relativamente avanzada aguarda frotándose las manos. El orco hace un ademán para que tomeis asiento entre alfombras y cojines, tras vosotros, Odros planta el gigantesco pavés en el suelo mientras Milaszor toma la soberana palabra.
He oido sois mercenarios de Zalas, soy Milaszor, Sr del Castillo de Raivah, Rey Hechicero de este lado del desierto
Tal vez esto no sea más que una casualidad, pero hoy a mis oidos ha llegado una información que mucho tiempo llevaba persiguiendo, esta noche muy cerca de aquí se encuentra de paso un tesoro que llevo dos años buscando, y necesito un grupo de guerreros para asaltar la cueva en la que se encuentra y traérmelo
Se trata de un guantelete, lo encontrareis extraño, aparatoso y tal vez pueda parecer roto, pero éste es así y tiene gran importancia para mí. Se encuentra a cinco leguas de aquí entre las montañas, lo transportan unas escandalosas criaturas reptilianas que por ahora parecen haberse asentado en una cueva.
Imagino necesitareis descansar y comer, Odros os llevaría allí entre las sombras de las cordilleras durante el mediodía con tal de llegar aún bajo la luz de sol
Milaszor observa especialmente interesado a Sutu el Desolado y a Matrirna, Crik se asoma en el hombro de Habib curioso por cuanto acontece a su alrededor, y el señor del castillo deja a un lado la bolsa que llevaba Eremy para gesticular mejor sus palabras
Para mí no es tan importante el oro como lo pueda ser para la materialista Reina de Zalas, por lo que os ofreceré dos mil piezas de oro, si conseguís traerme el preciado guante, ¿Qué me decís?
Rhaz entra al interior con los ojos y sentidos puestos en todo, tras hacerles el gesto el tal Milaszor de que tomen asiento se acomoda en un cogin, y escucha las palabras que este tiene que decirles. Tras terminar este con su palabra, el pícaro mira a sus compañeros y asiente con la cabeza como señal de que el esta dispuesto a aceptar la misión y seguidamente espera a que alguno de ellos consteste al soberano.
Entro en la sala con respeto y curiosidad. Crik se esconde un momento, pero luego sale de mi mochila con ganas de verlo todo. Me siento como un niño que cumple una fantasía.
Estoy dentro de la sala del señor del castillo! Es increíble.
El señor es un viejísimo orco, el cual nos trata con respeto y amabilidad.
Vaya, eso no me lo esperaba en absoluto.
Nos propone "recuperar" un guantelete mágico por mucho oro.
Eso nos deja 400 monedas para cada uno. Una pequeña fortuna.
Rápidamente, tras un instante de sorpresa general, Rahz hace un gesto de estar de acuerdo. Yo también lo estoy, así que hablo.
Gran Señor Milaszor, es un honor ser recibidos aquí y estar en su presencia. Los rumores que circulan más allá del desierto no os hacen justicia. Nos tratáis con amabilidad y hospitalidad. Con gusto haré lo posible por traerle el objeto que necesita. La recompensa que nos ofrece es generosa. Sólo espero poder corresponder con un buen trabajo por mi parte.
Sutu esperaba otra cosa cuando Eremy volvió, no sabía qué, pero desde luego nada que ver con la posibilidad de plantarse frente al señor del castillo y tener al alcance de la mano a quién tenía que arrebatar una pertenecia para lograr lo que quería recuperar.
Su cuerpo se tensó aún más de lo que ya estaba y se preparó para la acción en caso de que esta tuviera lugar, tras quello, camino junto a los demás hacia el interior, para presentarse ante el orco que los había hecho llamar.
Y es que el bárbaro no dejaba de salir d euna sorpresa para entrar en otra, y sus ojos de abrieron como platos al ver a aquel anciano orco frente a ellos, con aire majestuoso y cargado de una aparente vileza en su ser.
No se llega a viejo en este mundo si no es con astucia o magia... Pensó el bárbaro mientras sentía la mirada fija de Milaszor sobre él, a medida que este hablaba.
Cuando aquel orco expuso su interés en ellos, cabiló sobre lo que acababa de oir mientras dos de sus compañeros les hacían saber, cada uno a su manera, sus decisiones.
El dinero no me importa, salvo que me sirva para recuperar a mi familia. Y de momento sólo las palabras de la bruja de la ciudad me han puesto en camino de algo. ¿Puede una criatura como esta despreciar tanto como desprecia el dinero una pertenencia suya? Se preguntó Sutu, sopesando las posibilidades que habían de que su franqueza ofendiera al anciano. Pese a la posibilidad, habló con la pragmática claridad que lo caracterizaba.
-Cualquier tarea que me haga recuperar a mi familia, será bienvenida, y la haré sin dudarlo, pero salvo que el dinero me la pueda devolver, la paga monetaria por tal trabajo me es innecesaria. Hay algo que necesito y no se trata de oro. Dijo con firmeza.
El viejo orco asiente a Habib con los ojos cerrados, un gesto de suma confianza ya que cerrar los ojos ante alguien es confiar en que no te dará un hachazo, y a las palabras de Sutu, pasea una uña amarillenta y larga por el interior del pabellón de su oreja, estudiando los gestos y miradas de los mercenarios y escuchando atentamente y estudiando sus palabras.
Un atrevimiento por tu parte exigir algo sin siquiera dar tu nombre ante un Rey Brujo, no suelo avisar dos veces
Mi oferta ha sido servida, más, si quieres negociar alguna otra recompensa, primero, ten entre manos algo que ofrecerme
Milaszor entrecierra los ojos estudiando la respuesta no-verbal del bárbaro, entre sus súbditos, hay algo en común, a excepción del estirado lacayo humano que se mantiene silencioso a su lado, al resto de guardianes del castillo les sobran músculos, y Sutu encajaba perfectamente en el perfil, pero por ahora, tan solo le estudiaba como se estudia a un perro en una perrera, sin temor, sin interés, pero con curiosidad.
Esto, llevaría a pensar al más avispado, que los musculosos guerreros que aquí custodian el castillo, no son solo moles de músculo
Dos mil de oro!!! Mis ojos se abres cuando dice eso, lo que haria con ese dinero, no tendria limite, podria comprarme una casa, y posible un transporte comodo, hasta podria hacer mi propio negocio.
Durante mi estancia en el castillo, miro todo asombrada, que curioso, primero Eremi, y ahora esto, parece que el primero no le importa mucho nuestras vidas, siempre me pregunto que tratos venia hacer, pero es riesgoso... puede quedarse sin protectores, y ahora estamos ante esre ser que nos propone un trato, y no cualquiera, y no me fio, es claro que teniendo tantos hombres armados, ¿porque nos elige a nosotros?
Analiso las palabras del hombre, sin entender...¿para que necesita eso?
Reviso todo y miro al hombre haciendo una reverencia.
Mi nombre es Matrirna, a sus ordenes, gustosa de aceptar la misión, aunque me pregunta mi señor, ¿porque es tan peligroso esta diligencia?, acaso tenemos que tener algun tipo de cautela especial, de la que tengamos que tener conocimiento antes de partir?
Hago reverencia de respeto, tratando de no ser mal interpretada.
Miro a Sutu, intrigada por su petición.
Mil disculpas, he tenido una semana dificil.
Las palabras de Milaszor no provocaron ningún tipo de relajamiento en la tensión que acumulaba el bárbaro Sutu desde que cruzaron las puertas del castillo, pero el hombre contuvo sus impulsos al responder.
-Mi nombre es Sutu, al que conocen en las calles de Zalas como El Desolado, y creo que al hablar no he exigido nada, sino exponer mis necesidades, por las cuales un hombre acepta o no un trabajo. Respondió al Rey Brujo con su bárbara sinceridad. Fuerza y arrojo es lo que te ofrezco en correspondencia a la tarea que nos ofreces, pues parece que será necesario en dicha empresa. No tengo más, ni más he necesitado para vivir en esta tierra que nos han legado y en la que ahora agonizo no por la sed de mi boca, sino por la sed de mi corazón.
Sutu halaba sin amedrentarse ante la figura que tenía delante, tal vez por valentía, tal vez por locura, o quizás por que poco valoraba ya su vida ante la ausencia de su familia. Eso es algo que ni él tenía claro, ya que pocas veces se paraba a pensar en cosas de filosofos.
Dioxx, espero que el PJ salga del castillo por su propio pie XD
Sea pues - Dice Odros alertandoos y haciendoos girar a la espera de ver el filo de su espada cayendo sobre vosotros, pero en vez de ello os abre una puerta y os lleva a un salón en el que hay un par de mesas redondas y grandes rodeadas de una treintena de sillas viejas, cojas y rotas, os hace tomar asiento y a no mucho tardar trae un saco con pan duro y seco, un par de jarras de leche y una carne que suponeis de algun monstruo del desierto
Alimentaos bien, partiremos de inmediato
A menos que nadie se oponga, partireis en busca del susodicho tesoro, hoy/mañana abro la nueva escena
Yo estoy de acuerdo ;D
Umm, sopas de pan duro en la leche y carne desconocida, nos tratan como reyes. Jejeje. Bueno, habrá que beber y comer. Además de repoener fuerzas del viaje.
Te lo agradezco. Nos puedes decir algo sobre lo que nos encontraremos? Es bueno organizarse, ya sabes.
Cita:
Mmm esto es lo mejor que he comido en años.... definitivamente aqui viven como reyes... pero ahora ¿qué nos espera?. Sigo a los demás con muchas preguntas, preguntandome sí esta sera la ultima cena.
Rhaz coge la leche y el pan y come todo lo que se le ofrece. - Esto si es algo que no se puede negar, no es que vayamos sobrados de provisiones - piensa este mierntras con grandes bocados en poco tiempo devora toda su parte.