Partida Rol por web

Resultaba complicado destruir el libro con una lanza de bambú, pero Leroy aceleró varios metros y se deslizó hasta el tomo Firenze, que comenzó a destruir arrancando sus hojas con rabia. Detrás, a escasos metros, Abholos se convulsionaba y emitía un gemido de lo más profundo y oscuro del dolor. Un gemido que aumentaba conforme las páginas del tomo caían al suelo por toda la caverna. Abholos volvió a la oscuridad de la que había salido... O se desvaneció... Quizá, simplemente implosionó. Era difícil asegurarlo, pero unos segundos más tarde, la torre comenzó a temblar. Algunos cascotes empezaron a caer. Aquella estructura de roca negra tenía intenciones de derrumbarse.

-¡¡SALGAMOS DE AQUÏ!! -grité a mis amigos. Nuestro alrededor parecía querer aplastarnos en su caída, y no era el mejor momento para morir, ahora que parecía que podríamos acabar con esa bestia y quien la había creado.

Comprobé que podían seguirme, y retrocedí lentamente sin perder de vista al engendro.

-¡VÁMONOS YA! -cuendo estuviésemos lejos comprobaríamos si realmente el derrumbe acaba con todo, pero mejor que nos pille fuera.

- ¡Señorita Krilov! - Grita Leroy a Irina, tendiéndole la mano para que le siga a él y el Profesor Ezekiel camino de la salida.

El sonido comienza a ser atronador, y desde dentro, se ve cada vez más rocas caer sobre el fondo luminoso de la boca de la caverna.

El entusiasmo que me invade tras vencer a la criatura no dura mucho, pues parece que aquella torre se va a desplomar sobre nuestras cabezas.

El grito de Ezequiel me hace reaccionar y cojo la mano que me tiende Leroy para salir corriendo de allí.

Irina junta su mano con la de Leroy y ambos salen corriendo, por detrás del Ezekiel Brush, de la caverna. Cuando la luz del sol es da en la cara, echáis la vista atrás y veis la torre de piedra oscura desmoronarse y hundirse en el suelo de aquella maldita isla. Poco a poco, su altura kilométrica va disminuyendo para yacer en las profundidades. Seguís corriendo a toda velocidad, pues el suelo de la isla también tiembla y cada vez os parece menos inestable. Ya no hay aves, ni insectos, ni otros animales... La vegetación se vuelve repetitiva... Como un diseño repetitivo. Como una pesadilla iterativa...

No dejáis de correr hasta llegar a la costa de la isla donde, para sorpresa vuestra, divisáis un carguero enorme. Entre la humareda negra que desprende, apreciáis la bandera china ondeando en lo alto. Os han visto, y no tardan en mandar unos botes de rescate, al mismo tiempo que la isla, una creación de las energías arcanas de Abholos, se va hundiendo paulatinamente en las aguas del Pacífico. Esta vez, con el tomo Firenze destruido, para siempre.

En los botes, de camino al carguero, Leroy Currie es quien ejerce de traductor. Os explican que iban camino de Shanghái cuando se toparon con la extraña isla, que no aparecía en los mapas. Cuando se aproximaron para inspeccionar su posición con detalle, os vieron correr por la playa y os rescataron.

Ya a bordo, según os alejáis hacia la exótica ciudad de Shanghái, creéis distinguir una figura familiar moviéndose por la arena de la playa. Parece Felix Strode, aunque camina de manera extraña, y sus extremidades, así como el resto de su cuerpo, acusa de unas proporciones imposibles... Finalmente, la isla implosiona y se desvanece en el Pacífico.

En el barco os dan ropa limpia y seca, así como agua y comida. Leroy ha intentado explicar algunos de los extraños sucesos vividos en la isla, pero la tripulación china os mira incrédulos. Han sido testigos del hundimiento de la isla, pero lo achacan a causas naturales. No le dan demasiada importancia, pues piensan que todo es debido al estado de aislamiento que habéis vivido, donde vuestra imaginación ha echado a volar.

El encargado de comunicaciones ha informado de vuestro rescate a Shangái, y por lo visto, han recibido órdenes de cuidaros atentamente, pues allí, seréis asesorados por agentes del gobierno.

Lo único que tenéis que hacer es disfrutar de unos días a bordo hasta que lleguéis a China...