Oob V
Intentar no distraerse era complicado. Los conjuros se coreaban fuera de la torre, pero los cánticos y el calor de las bolas de fuego, el parpadeo de la luz y el sonido del trueno que acompañaban a los rayos que se invocaban, todo entraba por las ventanas de tu despacho en lo alto de la torre. Poco más podías hacer que cerrar los ojos y visualizar las bajas, registrar los sucesos como habías hecho con toda la historia hasta el momento.
Los sonidos fueron apagándose, como lo hacían las vidas de tu segunda raza. Los sonidos de la pesada armadura de metal resonaban en la torre, mientras Adur ascendía. Jun te había puesto sobre aviso. Apareció en el marco de la puerta. Alto, cuadrado de espaldas, con su hacha en las manos. Era imponente y aterrador.
- Eres el último, Oob. Te toca morir.
- Supongo que sí, no obstante, no tengo Niebla, ni soy un combatiente como tú. Tu raza de engendros tiene ganada la batalla y estás en plena forma. Espero que respetes los deseos de un viejo y me permitas terminar de escribir la crónica de lo ocurrido.
-¿Para qué?- Se rió Adur.- Todo va a desaparecer, y lo engulliré en la Oscuridad.
- Caprichos de viejo, ¿Té?- Escribiendo con un gesto la palabra "taza" un par de veces frente a ti, materializas dos de ellas. No tardas en llenarlas de té con el mismo truco.- No tengo Niebla, pero mi dominio es divertido.
Adur se quitó el casco, revelando un rostro joven, de piel morena, ojos oscuros y pelo negro. Era muy parecido a Jilli, sólo que moreno y musculoso.
- ¡Qué aspecto tan curioso!
- No es casualidad, Maestre. Otra cosa es que lo hayas olvidado.
- ¿a que te refieres?
- Nada importante, no actualmente.- se sentó en una de las sillas frente a ti y se llevó la taza a los labios. Después de beber, continuó.- Dime, viejo, he intentado entender los fallos que habéis cometido cada uno de vosotros. De todos, el tuyo me parece el más garrafal.
- ¿A sí? ¿Por qué?
- En tu obsesión por dejarles estudiar libremente, les has dado magia. Versátil, sí, pero complicada de usar, de desarrollar. Además, muy tarde. Ya sabías que venía ¿Porqué no seguir con la tecnología? Unos mecánicos tuyos me han disparado con un cañón y ya no puedo usar el brazo torpe. Tuve que pararlo al vuelo o me habría reventado la cabeza.
- Bueno, creo que la libertad individual es importante. Ya cometí el error de tomar demasiadas decisiones por parte de mis creyentes y su final no fue muy bueno. Además, si no estuvieras tan ocupado hinchando tu ego te abrías dado cuenta.
Adur enarcó una ceja.
- ¿De qué?
- De que he estado deshaciendo mi propio cuerpo para tener Niebla disponible y que éste es el final de nuestra crónica.
Apoyando la pluma en el papel, la tinta mancha el punto final de una crónica de años. Las palabras brillan, no sólo las del cuarto, si no las de todos los tomos repartidos en todos los edificios del mundo.
-Has perdido, Adur.- Sonríes satisfecho mientras tu cuerpo se deshace, y con el los edificios, los cielos, todos los seres vivos, el mismo aire.
- No tan rápido, Oob. Eso será un punto, pero no es el final. Sólo es un punto y a parte. Vendrán nuevos dioses.
- Pero tu no estarás allí.
-Estaré en tus recuerdos, estaré en la memoria del resto de dioses. Ellos mismos volverán a decir mi nombre, volverán a temer mi existencia y entonces, renaceré.