Aigualluts y alrededores
El sumidero de Aigualluts se encuentra en un sistema karstico en la cabecera del río Ésera, en la vertiente aragonesa de los Pirineos. El conjunto forma parte del valle de Benasque (El valle escondido) que da nombre a la población más cercana, Benasque.
Los inviernos son duros y el valle queda casi incomunicado por la nieve, aunque en verano el valle es muy fértil. La principal actividad de sus habitantes es ganadera y comercial. La caza es abundante (sarrios, jabalíes, y otras piezas menores como conejos y marmotas) y en los bosques es fácil recoger una buena reserva de frutos secos en otoño. Hay, además, osos, lobos y rapaces (tanto diurnas como nocturnas) además de una especie de serpiente venenosa, desconocida en el resto de la península.
En las fechas en las que se desarrolla la partida, Benasque cuenta con un monasterio dedicado a San Martín y se está construyendo una iglesia dedicada a Santa María.
A nivel administrativo, Benasque está gobernada por una familia adinerada que goza de la simpatía y privilegios otorgados por el señor feudal, aunque carecen de título nobiliario. No obstante, el gobierno efectivo de la región está en manos del prior de los monjes, el hermano Jaume.
Establos: Se trata de las estancias más altas de las cuevas, con salida directa a una de las cimas de los montes malditos que, si no está cubierta de nieve, se abre en una pradera verde (pastos altos) e inaccesible por cualquier otro punto que no sea la entrada de la cueva. Se encuentran a veces sarrios y cabras montesas. Están abandonados, pero podrían con facilidad albergar un rebaño grande de cabras, unos diez caballos/asnos y gallinas.
Cocinas: Contiguas a los establos, es la única estancia en la que se puede encender fuego sin temor a que el humo delate la posición de las cuevas. Constan de horno, cocina y almacén para la leña, además de espacio para colocar una mesa grande y sillas. No hay recipientes ni herramientas de cocina; es una de las estancias más afectadas por el fuego.
Despensa: Por fortuna, intacta. Se accede a ella a través de una trampilla ennegrecida por el humo. Hay vasijas de aceite, queso, salazones, ahumados, frutos secos, miel y dátiles (¿Quien esperaría encontrar dátiles en el Pirineo?); suficientes víveres para mantener a unas doce personas durante un invierno largo. Hay, además, un número indeterminado de hierbas secas bien ordenadas en saquitos.
Sala de Certamen
Es imposible calcular dónde se encuentra La Gran Sala, (como los magos han decidido llamarla) pero se puede aventurar que está muy abajo.
Se trata de una enorme sala circular, con tres alturas y techo abovedado, en el que los puntos de luz brillan más intensamente que en las otras estancias, con un color amarillo que otorga a la piedra una apariencia cremosa. Hay un pequeño reborde adosado a la pared, como un banco, y varias columnas llenas de símbolos a modo de decoración. El conjunto transmite sensación de calor.
En el suelo debió haber una alfombra tiempo atrás; ahora solo queda un suelo perfectamente liso tallado en la roca. No hay absolutamente ninguna otra pieza; la gran sala parece un lugar tranquilo en el que practicar hechizos potencialmente grandes... o batirse en un certamen.
La Sala de las aves.
Una gran sala llena de plumas y egagrópilas amontonadas durante mucho tiempo. Con un árbol que se alza en el centro y abre sus ramas llenando la sala. El árbol tiene numerosos huecos donde habitan las aves. En el techo, hay un agujero que da al exterior donde puedan salir y entrar las aves a su antojo.
(Mas o menos esto)
Manantial de Lágrimas
Parte de la sala esta ocupada por un lago de agua cristalina, que a su vez es iluminado por una apertura en el techo, haciendo que los rayos del sol reflejados en el agua den al lugar un aspecto bellísimo.
Una sala rica en Vis, llena de belleza e ideal para practicar hechizos Aquam.
La Cristalería de Dios
Las aguas del Manantial de las Lágrimas formaban un pequeño remanso y luego se escurrían por ignotas grietas hacia las entrañas de la gruta. El inaudible canto de los secretos arroyos dotaba a algunos pasillos de un aspecto sereno y sabio. Aline descendió por aquellos túneles, en los que el resplandor de las pareces escaseaba y era más blanquecina que azul. La luz palpitante que la Maga portaba pareció revelar dos salas silenciosas, posadas una sobre otra. El aire estaba más frío y más quieto, como dormido o pensativo. Lejos del sol, el agua y la tierra habían cesado de corretear, habían jugado reposadamente una con otra y ahora parecían descansar. Las paredes, el techo, el fondo del diáfano estanque, estaban totalmente cubiertos por decenas de miles de cristales blancos y transparentes como la nieve. La sensación era de antigüedad, de sabiduría, de reposo, de contemplación. ¿Qué era aquel lugar? No parecía haber sido construido por los Magos, sino sólo levemente modificado para darle alguna comodidad. ¿Cuál era su fin? Aline se sentó a meditar, rodeada por aquella milagrosa belleza.
Detalle de los cristales
No iba a ser yo menos en crear una sala xD
Para quien no la conozca y quiera visitarla, estas cuevas están en España.
Para la directora: si el estanque favorece la curación, la relajación, la adivinación, si duplica los hechizos de Imaginem o si no tiene efecto alguno, te lo dejo a ti.
Habitación de "Kerah"
El lugar es pequeño pero acogedor. Aquí y haya pueden verse juguetes de madera desperdigados por el suelo que esta cubierto cuidadosamente por el mismo material.
Una tenue luz violácea ilumina la estancia lo suficiente para ver el resto de objetos de la sala; Hay una mecedora, un arcón donde guardar cosas y una especie de cuna. En ella hubo una vez piel de oveja y un saco lleno de plumas, aunque la carcoma ha dañado tanto los tejidos como la madera. En su cabecera, grabado en la madera puede leerse el nombre de “Kerah”.
La casa de las viudas
Benasque es una aldea muy pequeña, demasiado, para tener posada. Los pocos visitantes que pueden visitarlo se hospedan, bien en la abadía, bien en alguna de las casas de los aldeanos, a cambio de algún favor o pocas monedas.
No obstante, un par de viudas se turnan para tener siempre algo caliente en un caldero. Más que de una casa se trata de un patio con techumbre donde unos tocones hacen las veces de bancos; ellas viven en una diminuta cabaña en una de las esquinas.
Ambas mujeres son de mediana edad y, aunque siguen soñando con poder montar una posada de verdad, carecen de medios para eso. Cocinan, eso sí, bastante bien, y cualquiera con un par de monedas puede conseguir un cuenco (normalmente pan duro vaciado) relleno de guiso espeso y sabroso.
Son bastante discretas en cuanto a visitas se refiere; la casa de las viudas no es el mejor sitio donde recopilar rumores pero por el mismo motivo es el sitio más seguro en el que reunirse.