El dolor y el horror que experimentó Greta durante sus últimos instantes de vida compensaron con creces los que la rubia había infligido a otros más débiles durante los años que había durado la suya. Tal vez porque podían ver en su alma, tal vez porque la sangre la ataba al que había sido dueño de ese lugar de horror, la saña con que la mordieron, desgarraron y terminaron con su vida fue brutal. La porrista popular pasaba a mejor vida probando su propia medicina en dosis extra grandes.
Una vez que su último aliento expiró, todo fue calma. El dolor ya no existía, el miedo y la ansiedad tampoco. Con indiferencia, asumió su nueva existencia.
-Yo te escucho -respondió a su hermanastro. Ya no sentía celos o ira por su presencia. Miró un poco más a su alrededor y vio que allí estaban todos: Aaron y Evelyn pensativos, Remy que parecía tan en paz como ella, Liam, quebrado por los horrores vividos y Lenny, tan cabeza fresca como siempre. Tal vez pasar la eternidad con su hermanastro terminara volviéndola una bruja nuevamente. Pero aquellos primeros instantes de su nueva no-vida no le parecían tan malos. Eso sí, tendrían que buscar otro lugar donde habitar pues los fetos continuaban viéndolos y su actitud era igual de hostil que antes.
-¿Qué tal si subimos? Podríamos visitar a las monjas e incordiarlas por lo que nos hicieron pasar... o asustar a los pueblerinos ignorantes... Esto de ser fantasma, tiene potencial.
Para Aaron el cambio fue menos... traumático.
No recordó los últimos instantes de su exsitencia terrenal. Simplemente tuvo consciencia de si mismo. Y se vio rodeado de los espectros azulados de sus compañeros.
Tal vez fue la falta de un cuerpo fisico que bombease adrenalina. O tal vez era más pragmático de lo que esperaba. Pero se dio cuenta de que estaba muerto, y no se sobresalto. Sintío un amago, como un dolor fantasma que le recorria sus extremidades, un recordatorio de que debía de sentir miedo, pero como una chispa que no llega a prender el gas de una llama, se extinguió tras un destello.
- Me.. me parece... que ya no llegamos a septiembre. - musitó.
Y de repente, su mente se volvió más lúcida. Lo entendio. Habían sido derrotados por esas criaturas. Pero, a diferencia de en los juegos de balón en los que él competía, la derrota en este caso no había sido un castigo. La derrota era un medio. Ahora lo entendía. A su manera. El haber muerto era una derrota, si, pero también una lección...una bofetada en la cara. Un toque de atencion. - Así, no. - Dentro de la muerte, seguian con vida. ¿Porqué? ¿Por cuanto tiempo? Lo desconocía. Si, se enfrentaba a lo desconocido, pero eso era algo exactamente igual que lo que le pasaba cuando estaba vivo. El sabía que estaba ahí, y sus compañeros también, y ahora tenían una oportunidad de seguir adelante, fuese cual fuese el motivo.
Miró a sus compañeros, con una mirada viva, lejos de sus bucólicos ojos terrenales.
- Bueno.. Si, la hemos liado un poco y tal vez estemos un poco muertos. Pero.. A mi no me apetece tirarme la eternidad en compañia de estos feos. ¿Nos vamos?
Se dirigió, dispuesto para salir de ahí, a la puerta, tanteando para ver si realmente necesitaría abrirla para pasar a la otra habitación.
El espectro alzó la vista y miró a sus compañeros con algo de asombro.- Si...Te oigo, Lenny...Y os veo...¿Salir? ¿Ver a las monjas?... Por favor... Lo importante es donde está el cielo y que hay que hacer ahora...- Contestó todavía indeciso y confuso.
- ¿Alguien mas se pregunta donde está la jodida luz?- Recalcó con ese peculiar acento suyo.
Efectivamente, los fetos trataban de seguir atacando...y algo les decía que podrían conseguirlo. Sobre todo cuando uno clavó sus garras en la fantasmal Greta. Decidieron por tanto salir de allí, antes de que consiguiesen matarlos "más aún". Para su sorpresa, la puerta estaba cerrada, pero esto no era un problema. En su actual estado atravesaron la pared sin más problema que una desagradable sensación.
Al llegar al otro lado del cuarto no pudieron evitar pegar un respingo: el nada fantasmal perro de Hernando, corría hacia las escaleras llevando en la boca el muñeco que Liam había estado a punto de coger. Parecía que el mastín disfrutaba desgarrando la carne de tela. Visto con ojos de fantasma, el monasterio era un lugar muy diferente: no sentían el frío, ni sentían la humedad, solo angustia e incertidumbre... excepto Greta que parecía encantada con su nuevo estado. Al fin y al cabo iba a permanecer joven, bella y poderosa para siempre. Por un instante, la rubia se pregunto si Adrianna iría a investigar su desaparición. El pensamiento le hizo soltar una carcajada fantasmagórica que retumbó por todo el monasterio. La no-vida iba a ser espeluznante....
O no. Mientras se desplazaban por el monasterio creyeron ver otro espíritu...Uno treméndamente poderoso a juzgar por su apariencia casi física: era Hernando. O al menos era la viva imagen del cuadro. No sabían por qué, aunque intuían que era debido a su nueva condición, comprendieron que era alguien con quien era mejor no interactuar: tenía el suficiente poder para acabar con unos fantasmas neo-natos sin ningún problema. Eso seguro e intuían que también tenía la maldad suficiente para hacerlos desaparecer sin más motivo que su propia voluntad. Sin embargo, sabían de alguna manera que eso no pasaría si no se acercaban a él.
El mastín aulló en la noche mientras los chicos, cuyos despojos reposaban en el sótano,se preguntaban cuanto tiempo tardarían sus cuerpos en pudrirse y sus almas en diseminarse en la nada. Eso, solo el tiempo lo diría.
-FIN-