Partida Rol por web

No hace falta mentir, vinimos aquí por curiosidad. Por cierto, ¿como es que no llevabas luz? ¿Tan bien conoces la zona?

Roldán empezaba a sospechar que aquel hombre no vivía aquí realmente, o que no era al que vieron ayer. En un intento tal vez inutil para engañarle y que confesara, se propuso hacer que se contradijera.

La carretilla está ahí detrás... -respondió el tal Calixto a Gonzalo-. Y efectivamente, tras la cabaña tenía más leña esparcida por el suelo, y una carretilla donde la colocaba y la debía transportar. Luego miró a Zequiel*.

Busco, un tesoro -dijo-. Y luego miró a Roldán. Sí, si que llevaba luz, una antorcha. Fue anoche. Estaba en un cenobio no muy lejos de aquí -señaló el lugar por donde habíais venido-. Se me apagó la antorcha por la tremenda ventisca: menos mal que conseguí llegar a casa antes de quedarme helado en pleno monte. El caso es que...

Entonces os contó una historia.

... mi padre, de nombre Lope nació en Burgos, en el seno de una buena familia. Sin embargo, no valiendo para las armas o los negocios, decidió buscar un oficio que le llenase interiormente. Viajando por el Mena, encontró el cenobio y tras conocer un poco mejor a sus monjes, decidió enclaustrarse de manera continua. Tras unos años viviendo allí, ocurrió una desgracia, un incendio: un rayo provocó un fuego y acabó con la vida de los monjes. Mi padre logró salvarse, y, tras abandonar la meditación, construyó esta cabaña. Cuando tuve suficiente edad me hizo este colgante y me contó esta historia, y yo le pregunté porqué se quedó tan cerca de las ruinas o porqué no regresó a Burgos: dijo que era el único que podía ahora proteger el tesoro,un tesoro que aún se encuentra bajo cenobio.

El tipo soltó definitivamente el hacha y se tocó su colgante.

No me contó nada más. Anoche estuve buscando una posible entrada bajo tierra, ya que hace poco hice algunas reformas en en la cabaña. Encontré bajo el suelo unas indicaciones de mi padre que señalaban un posible acceso que aún no he encontrado... Yo creo que tiene que ver con los caballeros que les dicen "templarios"... -el tipo resopló-. Y anoche no encontré nada -resignado-: Vosotros... ¿podríais ayudarme a encontrarlo?

El muchacho, solitario y tímido, parecía estar un poco vencido.

Zequiel escucha todo aquello y mira a mis compañeros.

-Todo eso esta muy bien, pero tendremos que discutir unas cuantas cosas, como la manera de repartir el tesoro una vez lo encontremos, si es que aceptamos. Pero aqui de pie como idiotas no me parece muy sensato, ¿No crees?

Zequirl espera pacientr a que sus palabras cobren sentido en la cabeza de ese muchacho. Si les cuenta esa historia es por que esta desesperado como para confiar en extraños o es muy candido, en ambos casos, seguir con la desconfianza de tenerlos ahi de pie, es tonteria. Esta claro que Zequirl no tiene mucho que hacer, ni prisas por llegar a ningun sitio.

En cuanto a ese tesoro, es para quien lo encuentre, el dueño, sea quien fuere, esra muerto ya, y ahi enterrado no hace bien a nadie.

Ese chico no acaba de convencer a Gonzalo, ¿quien encuentra a unos completos desconocidos y les pide ayuda para encontrar un tesoro?
Pero Gonzalo no tenía donde ir y lo mismo decía la verdad el chaval-¿Sería posible ver esas indicaciones? Lo mismo averiguamos entre todos algo y podemos ayudarle. Eso si deberiamos hablar mejor en otro sitio..mas cálido quizá..-dice Gonzalo insinuando descaradamente

Andrés se cubre el rostro con una mano. No se le ocurre otra forma de que los demás, y especialmente el joven Calixto, no se percaten de su estupor y avariciosa alegría al encontrar, así como surgida de la nada, la deliciosa noticia de la presencia de un tesoro, o supuesto tesoro, al alcance de su mano.

El gesto le viene que ni pintado para disimular también el torcimiento de labios y la mirada fulminante que hubiera querido dirigirle al idiota de Zequiel por soltar, de buenas a primeras, que nada más oír hablar de ese tesoro lo que probablemente todos los del grupo han pensado ha sido en quedárselo para ellos.

¡Estúpido! ¡Era tan fácil como fingir un poco de piedad y buenas maneras para con este iluso! -piensa, aunque se abstiene de decirlo en voz alta o de darlo a entender con ningún gesto. En vez de eso, se limita a descubrir el rostro y a observar en silencio la reacción del joven Calixto a las palabras de sus compañeros.

Roldán asiente. Discutamos junto al fuego entonces, según las pistas puede que nos encontremos ante una falsa leyenda, hay muchas por ahí.

Claro... entremos en la casa -dijo Calixto-. Et que una vez dentro, el muchacho se fue a una sala contigua a la pequeña sala de estar. Regresó con un par de legajos en la mano, amarillentos. He aquí lo que vos digo -entonces os vísteis que en tales papeles como rollos de pergamino había dibujado (ni una sola palabra escrita) el plano de una vivienda... o una iglesia-. Éste es el cenobio donde vivió mi padre, el de las ruinas. ¿Veis este punto? -señaló con el dedo a un cuadrado dibujado-, creo que es la entrada señalada por mi padre, deber ser eso -el caso es que aquel punto parecía, según el dibujo, clave-. De momento no sé qué más hacer: aunque llevo poco buscando el tesoro nada he encontrado. Si hay algo de valor, podéis quedaros con la mitad de lo que encontremos: yo sólo quiero largarme de aquí.

Espero que este muchacho no nos este metiendo en un lio ninnos engañe, sino no le durara su cabeza pegada al cuello...

En cuanto da paso, Zequiel entra dentro, al calor de la cabaña, sera una grata novedad estar caliente y a cubierto.

-A cubierto y caliente se habla mejor

Gonzalo prestó atención al muchacho que le esplicaba lo que hace unos instantes les había contado con papeles. Parecía que no todo se lo había inventado.
-Bien, deberiamos ir con la primera luz de la mañana para que nos de tiempo a buscar bien, necesitaremos herramientas y llevarnos ese mapa. -dijo Gonzalo a sus compañeros.-Entre todos lo encontraremos o almenos por mi parte, almenos lo intentaré.

Andrés sopesó durante unos instantes la conveniencia de quedarse en este refugio un día más para a continuación pasar todo el día siguiente rebuscando por las ruinas del cenobio de más arriba. Quizá era todo una pérdida de tiempo y aquí no había nada de nada. Quizá sólo estaban malgastando provisiones y dinero en una empresa que no les iba a acarrear nada más que dolor de espalda.

Pero la tentación de un tesoro, por remotas que fuesen las probabilidades, pesaba demasiado en la fértil imaginación y talante optimista del embaucador, así que acabó por menostener la pérdida que supondría un par de días de retraso en su viaje y acabó asintiendo al plan propuesto por Gonzalo:

-Veo bien lo dicho por mi compañero; preparemos los bártulos y cobijémonos esta noche aquí, y mañana a primera hora partamos hacia el cenobio y registremos la zona a conciencia. Con suerte, encontraremos lo que andamos buscando, si es que ahí está.

Bien dicho compañeros. Tal vez puedas añadir algo de tu despensa al trato Calixto. Llevamos días comiendo solo carne ahumada, migas y pescado salado.

A Roldán en realidad no le parecía que hubiera nada de valor en aquellas ruinas, pero llenar el estomago y refugiarse del frío bien le parecían un buen trato ahora mismo.

Lo único que tengo son varias hachas de cortar madera, una pala y una carretilla -respondió Calixto a Gonzalo-. Bueno, no os preocupéis... -ahora a Roldán-. Tampoco tengo mucho que ofrece, y menos caliente...

Entonces el muchacho sacó un poco de queso, viandas y pan, todo ello acompañado de vino. Al fin y al cabo, cuando obtuvieran el tesoro bien podrían salir de aquel valle y darse placeres a mansalva.

Entonces, de acuerdo -matizó-: iremos mañana mismo a buscar lo que mi padre no quiso que cayera en el olvido. Espero que nos acompañe un día propicio y sin nieve.

Aguardásteis en la suya cabaña aquel día, resguardados del frío del valle del Mena. Vuestro recorrido se demoraba un día más, empero que mereciera la pena si por un tesoro, cuanto menos, fuera.