Zequiel pisó los montones de huesos. Escombros ahora, polvorera y muerte en estado puro. Aquellos seres quedaron despedazados, como si aquello que seguía manteniendo sus articulaciones y los últimos trozos putrefactos de su carne ya no estuviera presente. Nada ocurrió, estaban muertos, realmente. Acto seguido, Andrés y Gonzalo se precipitaron, no sin sumísima cautela, de nuevo hacia el cofre*. Calixto, hizo una señal con la mano, para que esperaran. Les dio su hacha, como indicándoles que tocaran el artefacto sobre el altar con el filo de la misma, como protección. Et que así hicieron ambos y no ocurrió nada: ningún fogonazo de luz o de chispa volvió a suceder. Ahora os preguntábais algo más, algo más profundo, quizá: ¿Aquello era el tesoro del que hablaba el padre del leñador? ¿Donde diantre estaban los maravedíes de oro y las joyas por doquier?
Con cautela tomásteis el pequeño cofre, con el que nada ocurrió ahora. La caja como de hierro estaba completamente helada y pesaba bastante. Todos rodeásteis el objeto y abrísteis la tapa hacia arriba. Lo que allí dentro vísteis os dejó un poco indiferentes, et que un servidor no atreveríase a relatar lo que vuestras mentes pensaron, excepto la del joven Calixto: frució su ceño en señal de decepción:
Unas pequeñas muescas de metal, como un dedo de largas y realmente puntiagudas asomaban en el interior. Asemejaban como a clavos. Estaban completamente oxidados. Las tres pequeñas piezas estaban resecas y negruzcas pero perfectamente colocadas en su interior.
Padre -susurró un poco- ¿¡qué... diantres es ésto!?
Calixto andaba un poco perdido.
Haced un último post de partida.
Zequiel observa el cofre abierto sin expresar nada, ahora mismo, es dificil saber que piensa, varias cosas, siria si alguien le preguntase, pero no diria nada mas, aun.
Aparte del cofre, Zequiel mira alrededor, buscando una puerta o una losa suelta, ¿no deberia haber por aqui un caliz y esas cosas de curas? Alomejor hasta son de oro...
Motivo: conocimiento religion
Tirada: 1d100
Resultado: 81
Motivo: buscar
Tirada: 1d100
Resultado: 5
Yo tengo claro que es. Pero mi personaje, ¿hago una tirada de religion?. Por que realmente, Zequiel dudo mucho que tenga idea de que es, seria mal roleado por mi parte, pienso.
Hago dos tiradas, una de religion y otra de "buscar", por si sirven, asi ahorro tiempo, sino pues se descarta y aqui no ha pasado nada.
En fin.... Por lo menos serán un buen recuerdo, uno no lucha contra demonios y vence cada día.
Después de ver aquellos trozos de hierro se puso un unguento en la herida más grande que tenía y rapidamente se la vendó con mucha soltura.
Són tres para cinco, alguien lo quiere como recuerdo o ¿solo yo?
Roldán estaba en un aparente buen humor, pese a las heridas y la pequeña recompensa por sus problemas.
-Trae esa mierda -dijo Gonzalo, parecía enfadado realmente. Hemos estado apunto de morir por estos hierros oxidados. Agarró la caja para verlo de cerca, no se lo podía creer.
Andrés dio media vuelta y se llevó una mano a los ojos. Esto era ridículo, pensaba. ¿Tanto trabajo para esto? ¿Tener que afrontar un combate de pesadilla, perder algo de cordura y de ganas de vivir, para esto?
Se sentó en el suelo. Estaba cansado, y pensó, no por primera vez, en su pueblo natal. Cierto, había vivido una infancia que consideraba asquerosa y miserable. No había sido para nada afortunada ni feliz. Pero en algunas ocasiones, como ésta, incluso una vida como aquella se echaba de menos.
Miró uno de los montones de huesos desparramados por ahí, y sufrió un escalofrío. Ni siquiera se animaba a recoger los huesos y molerlos para venderlos como hueso mágico o algo así, o los objetos que los cadáveres llevaban como armas y armaduras normales y corrientes. Le daban demasiado miedo.
-Vámonos ya, por favor... -les dijo al resto del grupo.
Zquiel ve como sus compañeros pierden rapidamente la moral, sin duda, eso monstruos "deprimen" a cualquiera, cuando se ve la muerte de cerca es cuando el hombre muestra su verdadera cara...
- Por los clavos de Cristo!. Eh...eso...que ... ¿no seran los clavos de Ceisto o una maldita reliquia de esas?... Ojala se alfo parecido...yo creo que esas cosas valen muuuucho dinero. O la hogera si nos pillan, por herejes y eso. Don Justino le compro una astilla a un supussto Cruzado una vez, o lo intento, la verdad es que nunca noa enteramos de que paso, pero ambos desaparecioeron un dia, de repente
Zequiel sonrie con cierta inseguridad y buen humor.
Pues ahi va el "momento de lucidez" de Zequiel. Espero haberlo hecho bien.
Saludos.
¿Los clavos de Cristo? ¿¡Pero qué sandeces!? -el joven leñador parecía no tenerlo todo claro-. Mi padre... Mi... quería que encontrase... ¿¡ésto!? -se acordó de sus dibujos encontrados en su casa-. Unos clavos oxidados no se venden ni a una moneda, Zequiel -afirmó Calixto-.
Fue entonces cuando se puso el hacha a la espalda, tomó la antorcha y comenzó a rebuscar en toda la sala... Y nada. Nada encontró, oscuridad y roca y nada más. Ni siquiera el altar tenía hueco alguno, y finalmente el joven terminó por desesperarse. Había estado a punto de morir por un pequeño cofre con óxido en su interior...
Uno de vosotros finalmente, tomó el artefacto con sus objetos dentro. Lo guardó bien y se decidió a sacarlo de allí con cuidado. Calixto os hizo saber que sin un ápice de monedas o alguna joya, aún tendría que ganarse el pan cortando leña. Se llevó la mano a la frente, hastiado por todo el encuentro. Finalmente, salísteis de allí, atravesando vuestros pasos en dirección contraria.
Una vez fuera el sol brillaba como cuando entrásteis, ahora mucho mas alto: pronto sería medio día. Calixto os agradeció finalmente vuestra compañía, y por supuesto dejó que aquello os lo quedáseis, par que lo tirárais o al menos sacárais por el baul un par de vellones, si fuera el caso, por las molestias. Antes de dejar al leñador en su hogar, éste os indicó el camino hacia Arceo, donde os dirigíais. No quedaba mucho, y habría que aprovechar que la nevada caída en el Valle se alimentara ahora, por momentos, de sol y buen tiempo.
Et que pusísteis pies en polvorosa, con paso firme y decidido.
:: FIN ::
EPILOGO. LA VERDAD
Lope, padre de Calixto, se marchó de Burgos por su deseo de aprender más acerca de la magia roja (magia alquímica). Buscó un centro donde experimentar ciertas artes mágicas que había adquirido, y qué mejor que un lugar donde nadie apenas lo molestara: un cenobio perdido en una montaña. Lope descubrió en su retiro que los monjes más viejos entraban en una catacumba bajo el claustro. Un día él se aventuró en solitario y exploró toda la cueva. Tras indagar un poco, logró averiguar la historia del cenobio: Tres caballeros del Temple que habían luchado en la Cuarta Cruzada (año de 1201) regresaron a la Península con una reliquia procedente de Rodas: los clavos de la Cruz de Cristo. Construyeron una catacumba sobre una ermita, y la guardaron allí.
Incluso esos tres caballeros mandaron a primeros monjes adscritos que los enterraran a la muerte en tal catacumba, junto a la reliquia. Los monjes fueron guardando el secreto durante casi dos centurias. Claro que, Lope sabiendo que no podría robar los clavos sin ser visto, utilizó un anillo mágico que poseía y lo utilizó para levantar a los cadáveres de los tres templarios. Ésto no debió gustarle mucho a Dios, que por su actuación o fruto de la casualidad, hizo que un rayo prendiese todo el cenobio como castigo. Fruto de la suerte, Lope escapó y decidió olvidarse del asunto. Eso sí, construyó una cabaña y dibujó unas localizaciones en unos pergaminos, los cuáles guardó con celosía en su hogar. Años después, su hijo las encontraría, y cuatro viajeros le ayudaron a sacar de allí la reliquia.
Esos cuatro hombres, pese a vencer a los cadáveres de los Templarios, obtuvieron la mayor sorpresa tres días después, al volver a abrir el cofre. Relativamente satisfechos de su hazaña, se percataron de que en su interior algo había cambido. Los clavos se habían convertido en carbón, negruzco e indeseable. Aquel prodigio, de relatarse en cualesquier hoguera o festín, no sería digno de ser creído.
Tirada oculta
Motivo: Transformación
Tirada: 1d4
Resultado: 3