Partida Rol por web

Jenny decidio quedarse cuando pablo entro para salvar a ese niño Pero donde va ese loco, va a hacer que le maten y lo peor a mi tambien. Pablo vuelve, vuelve Y entonces el caos estallo alrededor de floren, Jennife se alejo un par de pasos para huir cuanto antes pero viendo todavia la escena y cogi el telefono para llamar a noemi. Coño su mensaje, aun esta aqui

Cuidado pablo cuidao ten cuidado con esa bruja le grito tras escuchar el mensaje esperano poder salir corriendo de alli en cuanto sus amigos decidiesen huir tambien.

Aprovechando que el ropero ese estaba distraído mirando el arma de Florencio, lo empujé para abrirme paso. Nunca había jugado al rugby, pero así debía sentirse alejar con la mano a uno de esos grandotes que intentaban taclearte.

Por aquí Jenny, vámonos de aquí. No iba a dejar pasar la oportunidad de parecer un héroe. Y luego que ella pasó seguí corriendo escaleras abajo. 

Parecía que todos estaban en la misma onda. Era lógico que quisieran salir de allí lo antes posible. La reunión de excompañeros se había convertido en una reunión de samaritanos que querían ayudar a una pequeña zombi, con todo lo que implicaba. A Pepe no le había importado en lo más mínimos esas implicaciones. Aunque le tenía un poco de respeto al contagio, no dudó en meterse en los bajos fondos para entender lo que estaba pasando.

Pero su vida no era una película de final feliz y el guardia del local apareció dispuesto a patearles el culo.

—¡¡Ostas!!¿cómo hiciste eso? —. Pepe alucinaba con Pablete y lo único que pudo hacer para que el individuo no bloqueara de nuevo la salida fue, sacar a su amiga “la taser” y disparar.

En el escenario principal estaba comenzando su show la primera delas bandas presentadas para esa noche.

cuando en la escalera que iba del segundo al tercer piso comenzó un show que atrajo más la atención del público. Un zombi con una espalda más ancha arrojaba un puñetazo a un treintañero delgado que con un ágil quiebre de cintura lo esquiva.

Un grueso grupo de personas y zombis bajaba corriendo, perseguidos por una mujer disfrazada de bruja vudú gritando que los detengan. Entre el griterío y los vítores de un público que no se esperaba que el recital comenzara con un acto performativo de tal envergadura, nadie se percató que una de las mujeres que corría iba con un móvil a la oreja.

Entonces todo explotó: Un arma de fuego que hizo las delicias de la afición y atrajo todas la atención del portero zombi, otro flacucho que con su mano izquierda desplaza al matón con una agilidad más propia de un ala de rugby mientras con la derecha ayudaba a avanzar a la chica, dos zombis femeninos colándose atropelladamente y la bruja agitando amenazadoramente un báculo.

Pero la frutilla del postre la puso el que sacó su pistola eléctrica. Cuatro cables se clavaron en el pecho del zombi, que quedó rígido como una tabla, apoyó la cintura en e barandal de la escalera, y cayó girando dos pisos hasta caer sobre un público que lo recibió emocionado en la pista. Algún herido habrá habido por atajar a un cuerpo de 150 kilos cayendo desde seis metros de altura, pero valía la pena por el espectáculo más grande que nadie recordara en la cueva del vampiro. Lo fueron pasando de mano en mano sobre las cabezas hasta depositarlo en el escenario. Pero no terminaba allí.

Desde un balcón del tercer piso salió un murciélago que fue revoloteando entre las cabezas de los que corrían escaleras abajo. La afición aullaba "in your head - in your head..." hasta que los actores salieron por la puerta principal y el murciélago en un efecto mágico sorprendente se convirtió en un hombre joven bien pálido. Durante meses se seguiría hablando de aquel inicio de la noche.

Lo último que escuchaon al salir a la calle, protegidos por los últimos rayos de sol de la tarde, fue a la gente coreando al ritmo de la música "El vampiiiiiro, el vampiiiiiro"

Había estado muy cerca de que le partiesen la cara bien partida, pero tras esquivar, por muy poco el tremendo golpe, saco su arma y encañonó a aquel gorila. Las cosas se estaban caldeando y mucho en aquellas escaleras, la puta bruja estaba pidiendo a los empleados de seguridad, o esclavos zombi, que les detuviesen y los cabrones lo estaban intentando. Entre empujones, gritos, saltos y traspiés, justo lograron salir al exterior cuando un sospechoso murciélago volaba junto a sus cabezas. El maldito vampiro se había unido a la persecución, tan solo la luz solar, les salvo de esa amenaza.

Por fin, una vez en la calle, pudo respirar más tranquilo. No habían solucionado nada, pero habían descubierto un complejo entramado en el que un vampiro y una bruja, estaban tras los casos de zombis de la ciudad. No sabía si obra de ellos, o si estos tan solo se limitaban a usarlos en su beneficio. No era mucho, pero era un buen punto para poder comenzar una investigación que pudiese echar algo de luz sobre aquello tan oscuro que estaba pasando en Madrid. Habría que avisar a las autoridades, eso siempre que no estuviesen implicadas, lo que también podía ser.

Aprovechando las últimas horas de la tarde, fue con el resto a tomar unas tapas. Ya se ocuparía más adelante de que hacer y como hacerlo, ahora a disfrutar un rato, que a punto habían estado de mandarle al hospital. 

Los pelos de punta ocupaban todo su cuerpo, la multitud los aclamaba sin tener la menor idea de que se cocía en las zonas vip del local. Sentía la energía que emanaba del grupo de humanos que inconscientes de el destino que le esperaba, aclamaban al vampiro. No lo pudo evitar y se unió al coro de voces. —El vampi, el vampiro, uhh, uhh, uhh.

La adrenalina corría por sus venas, y no pudo dejar de gritar al unisono con la multitud. La realidad llegó cuando salió del local junto a sus compañeros. El sonido se silenció y el aire limpio del exterior lo llevó de nuevo a la normalidad de las calles de Madrid.

No pudo evitar dar un último grito. —¡¡Esto ha estado mejor que el partido de futbol!!¿ Verdad Pablete? ...Flooooren!! tio no te deshagas del pase vip, eso va a valer pasta. Jajaja, estamos todos bien, y los más jodido es que no hemos convertido en unos prozombis sin darnos cuenta.

Era tarde, no recordaba haber tomado nada desde que estuvieran en el bareto después de la redada de zombis y su estomago rugía, —¿no tienen hambre?

Estábamos tan ricamente sentadas tomando nuestro vermut, Anita y yo. Miraba el iphone, sin respuesta de los compis.

-Tú come, que esto es más bueno que las cabezas de pollo. Te veo delgadita, a ver si te engordas un poco.

Vale, era un poco cachondeo.

Observé posibles objetivos, pero aquí en la estación, había muchas cámaras. Fue entonces cuando apareció Daniela, y detrás toda la tropa de coleguitas. Les saludé con la mano.

-¡Aquí! ¿Todo bien?  A ver si ya podemos seguir con la reunión y la fiesta. -se les veía apurados.

Estaba resultando un encuentro atípico y curioso. Sonreí conforme llegaban. No había estado mal la mañana. Y productiva. Y me hice amiga de una pequeña zombi.

La madre y hermano de Anita se quedaron parados junto a la mesa. El niño miraba los platos y luego a la madre, como pidiendo permiso. Cogió entonces un puñado de patatas y se llenó la boca con ellas.

—Ustedes salvaron a mis hijos.—comenzó Violeta su discurso.—Eternamenten les estaré agradecida. Aún cuando ustedes mueran yo seguiré sintiendo gratitud. Ahora debemos irnos, tenemos una larga caminata hasta casa. Adiós. Y si alguna vez necesitan algo con algún zombi, sepan que tendrán una amiga.

Y allí se marchan sus primeros tres amigos zombis. Mientras con unas cañas festejaban un día de aventuras para recordar.