Fraud está intentando comerle el coco al policía
"Por supuesto, señor ¡Usted está en completa necesidad de mi ayuda! ¡La ayuda de un psicólogo! ¡Todos los humanos estan limitados en cuanto a su potencial, por el stress, por los limites a la comunicación y por sus miedos interiores! ¡Sólo necesita donarnos su tiempo y su dinero, y se curará!"
"Alcanzará su pleno potencial! ¡No como esa plebe de ahi abajo! ¡Usted no es como ellos!"
Todo esto moviendo muchisimo las manos, sin parar de hablar, sin dejar de usar la psicología.
Ni siquiera se da cuenta de que sus amigos vuelven, llenos de restos de psicólogos malvados.
Tampoco ve que al policía se le empiezan a teñir los ojos de rojo, y su brazo empieza a mutar en algo frio y metálico
"Unidad T-1000 dedicada al exterminio de psicólogos" suena por la radio "ACTIVESE!"
Parece que al final, SI que hay alguien velando por la humanidad.
Y ese alguien es un robot.
Fuera la policia estaba preparada para cargar. Lo único que parecía impedírselo eran las llamas que surgían de ese camión en medio de ambos grupos. Además de la presencia de su amigo Fraud tratando de mediar.
La experiencia de Bruno en ese tiempo de situaciones le decía que no tenían mucho tiempo antes de que el caos se convirtiera en una batalla.
El grandullón miró a Gregorio, lo habían pasado bien. Tal y como se imaginaba el día le había servido para ser un Bruno diferente. Aunque al final se había visto obligado a sacar ese Bruno que tanto asustaba a Sara. Bueno, nadie le había obligado era algo que no podía controlar y ese era precisamente su problema.
La niña zombi se acercó a darle las gracias. —Ahora que encontraste a tu hermano, deberías irte. La cosa se va a poner fea.—La miró una última vez y le acarició el pelo sucio y enmarañado.
Después se alejó de ella esperando que le hiciera caso, se acercó a Gregorio y Pablo. —Gracias por este día. Lo necesitaba. Aunque el final no fuera el esperado...
—Tenemos que repetirlo.—Miró a Gregorio y sonrió sabiendo que aquello era imposible, no al menos en los próximos quince años. Se despidió de ellos y los vio alejarse perdiéndose entre la gente.
Fraud parecía haber dado con un enemigo que no podía manipular, un robot. La sangre iba a correr.
Bruno miró sus manos, las manos de un asesino. También las de un padre y esposo, pero seguía sin estar a la altura de esa tarea. Sara y Estrella no se merecían tener a alguien como el en sus vidas.
En su cabeza solo encontró una respuesta, un lugar donde ellas no le encontrarían y el tampoco las molestaría, al menos en un tiempo.
Caminó hacia la policía y levantó las manos.¡Putos pitufos! Aquí me tenéis,yo soy el responsable de esto. También de lo que encontraréis allí dentro.—
Había sido un decisión de última hora, pero ya que pensaba estar un tiempo a la sombra por alterar el orden público, un par de asesinatos le ayudarían a no volver a salir en libertad. Además sus compañeros no tendrían que preocuparse por nada, la policía ya tenía a su culpable.
Mientras se avanlanzaba sobre él y lo esposaban sin que pusiera resistencia pareció decirle con la mirada aFraud que se alejara, a la vez las cámaras enfocaron la detención. —¡Sara, Estrella os quiero! ¡Olvidaros de mi y vivir!