El día después

El ambiente en las inmediaciones del instituto es extraño cuando os dirigís al ensayo. Ya es sábado por la mañana, y por la calle la gente os mira como si estuvieran viendo fantasmas o gente famosa. Algunos se acercan para preguntaros si estáis bien, o para ofreceros algún tipo de ayuda si la necesitáis.

Sin embargo, todo eso queda atrás cuando llegáis a la sala de música. Es verdad que está algo desordenada y que luego tendréis que encargaros de eso junto a la profesora, pero no es para tanto. Y de todas formas eso será después, cuando termine el ensayo. Mientras tanto la profesora os ha dejado a solas con Dormilón y con vuestra música. Es la primera vez que estáis a solas desde lo sucedido... pero en cuanto suenan los primeros compases termináis de ser conscientes de que es un nuevo día. Un día donde el sol se ha levantado, y esa es la primera victoria de la Luz sobre la Oscuridad.

Estoy sentada encima de un pupitre, con la guitarra entre las manos y voy haciendo algunos punteos aleatorios con la púa mientras miro a mis amigas. Vaya dos días hemos pasado, llenos de emociones. Siento que no somos las mismas, yo no me siento como siempre, desde luego. Llevo desde ayer cabreada y cansadísima, ni siquiera tengo ganas de pelear y cada vez que me acuerdo del látigo apretando mi cuello es como que me falta el aire otra vez y todo gira a mi alrededor. 

Pero estamos juntas, las cinco. Y Dormilón. Ha sido difícil, pero hemos vencido una vez más. Suspiro y empiezo el inicio de una melodía nueva, una sucesión de acordes ascendentes que hablan sobre la esperanza y el sol del nuevo día. Miro de reojo a Arashi y le sonrío al recordar la canción que empezamos a inventar ayer, antes de que todo se enrevesara. 

—Eh, chicas. ¿Os apetece que improvisemos un poco? —propongo, pues más que ensayar canciones que ya nos sabemos, lo que siento que necesitamos es unirnos en la libertad de las notas—. Lo que nos salga, sin partituras ni estructuras. ¿Va?

Creando música con ellas siempre me siento mejor.

Volver al instituto ha sido lo más difícil que he realizado por lo menos en el último mes. No tenía ganas de venir, y no había clase, pero los ensayos del grupo también se hacen los sábados por la mañana, y mi padre me insistió en que tenía que venir. Hasta Rai cambió su día libre para ser él quien me trajera y me llevara luego de vuelta a casa.

Cuando la profe se marcha estamos todavía un poco como desperdigadas. Tengo la cabeza apoyada en uno de los pupitres, como si me pesara todo. Como si el peso del mundo siguiera todavía recayendo sobre nosotras. Solo al escuchar la propuesta de Mimi levanto la cabeza.

- Eso estaría genial. - Admito. Aun me tiembla un poco la voz y me siento hecha mierda. Será porque lo estoy. Me incorporo y dirijo mis pasos hacia la butaca del teclado. Me siento y reviso que el pedal esté bien, y coloco las manos en posición. Toco unas primeras notas de algo. Con los ojos cerrados lo primero que me viene a la mente es una melodía un tanto triste... Obviamente, como no era para menos, en una escala de Re menor. Paro enseguida al darme cuenta.

- Mejor que empiece otra. Yo os sigo. - Digo con una sonrisa. Si empiezo yo la canción entera será triste. Y prefiero que sea algo alegre. Ninguna ha mencionado nada de lo ocurrido. Y aunque tengo mil dudas y preguntas, no me atrevo a ser yo la primera que abra la caja de Pandora.

Sábado mañana. Ducha. Desayuno. Ropa informal. Mi violín. Una sonrisa de oreja a oreja. 

Que nunca te venza el desaliento.

Salgo para el instituto. No veo a las chicas desde ayer, aunque hablamos por la noche. Algunas están depresivas y tristes, pero debemos entender que henos vencido. Por encima de todo perdura nuestra amistad, sobrevive nuestra unión. Somos hermanas.

Para siempre jamás.

Uy. Mensaje de mi madre, que no me retrase esta tarde para trabajar. Lo se. Lo se. Tengo ganas de independizarme. Algún día, supongo. Mientras, Oscuridad, estudios, trabajo. Y Mochis.

Y música.

-¡Hola, chicas! -Ya se han adelantado mis amigas. Mimi puntea con en su guitarra. Saludo a todas, riéndome, que esto parece un velatorio. Con besos y abrazos muy sentidos. El apretón de brazos más grande es para Momo, que parece muy depre.- Anímate. Recuerda que impediste que un ejército de Marionetas cruzase a este plano. Eres mi heroína. -le suelto otro besazo en la mejilla, entretanto Dormilón se abre paso desde mi mochila y va saltando y revoloteando de una cabecita a otra. Es muy gracioso. Parece una mariposa, pero si le digo eso, seguro que se enfada un montón. Que tiene su genio.

-Somos elegidas, hemos nacido para ser las portadoras de la Luz. Dormilón nos señaló con sus patitas, nos tocó con su hocico y nos insufló en nuestro espíritu la dorada Luz del Bien. ¡Quiero sonrisas luminosas! -exclamo a pleno pulmón cuando abro el estuche y me preparo para tocar a lo que salga, como propone Mimi.

-Sí, mejor, Momoka. Prepárate.

Tengo que estar alegre, por todas ellas. Las quiero muchísimo. Y ya verás cuando terminemos la sorpresa que les espera en el interior de la mochila. Cruzo una mirada de complicidad con Dormilón, entrecierro los ojos y me río, traviesa. Más o menos.

-¡Allá vamos! 

Día de ensayo al fin y llego con toda la energía que podría tener, desde que me separé ayer de Katsumi después de clase para ir a ayudar al templo tengo ganas de verla y saber qué tal está con mis propios ojos. Ropa de calle mucho más guay para nuestro grupo, de esa que nunca llegan a aprobar al cien por cien tus padres, pero que aun así te la compran.

Estoy ya en posición, con las baquetas en la mano, cuando Mimi inicia esa melodía llena de esperanza y al ver que me mira un poco, le devuelvo esa sonrisa. Creo que quiere que empiece ya, me está dando pie. Y eso hago; toques suaves que van a acompañando de fondo sus acordes, esperando a que se decidan a darle caña de verdad, pero ya voy marcando el ritmo.

―¡Vale! Lo que salga. ―Esa debe de ser una de las señales―. Katsumi, a ver qué inventas ―añado, divertida por las ocurrencias que pueda tener.

Así que voy tocando los toms, algún platillo y lo que va surgiendo. Puedo hacer todo lo que me apetezca y eso siempre me encanta. Ahora, creo que es lo que verdaderamente necesito, dejarme llevar por todo y que surja algo tan brillante como nosotras cinco.

Aunque sigue haciendo un poco de frío el día es fantástico, así que me pongo una de esas camisetas de manga larga que me deja todo el estómago al aire, de esas que le gustan tan poco a la abuela porque dice que me deja los riñones al aire y voy a pillar una pulmonía. Pero como voy también con unos pantalones largos de chándal monísimos y el chaquetón correspondiente no se ha quejado mucho. Eso sí, no me ha dejado ir al instituto en moto por si acaso, porque me ha visto desde ayer tan torpe y despistada que cree que tengo una conmoción cerebral, tuvimos que ir muy tarde anoche a urgencias para que se quedase tranquila la pobre. Obviamente le dijeron que no me pasaba nada, aunque yo sé la verdad y todavía no se me ha quitado esa desazón profunda en el pecho que hoy sí creo que tardará en sanar.

Mis padres todavía no me han llamado, aunque sí me mandaron un par de mensajes para saber qué tal estaba al verme en las noticias locales. Papá me prometió llevarme a comer ramen el domingo, no sé muy bien por qué le ha dado por ahí, la verdad, pero es de agradecer que no me haya solo preguntado si puedo trabajar. 

Al llegar reparto abrazos y besos, a Mimi se los doy por toda la cara para fastidiarla un poquito entre risas y hasta le planto un besito en el hocico a Dormilón con una pequeña carcajada. Obviamente a Arashi le alargo el abrazo todo lo que puedo y más, tenía muchas ganas de volver a verla. ¡La propuesta de Mimi es genial! Así que salto un poco y me acerco a Momoka y Sayaka. 

- ¡Sí, a levantar el ánimo primero, al público después! -Y me vuelvo a pasear por la sala con el micro canturreando al ritmo algunas notas haciendo un poco el tonto primero mientras canto.- Momochan, Momochan, muéstranos una sonrisa, o Sayaka tus mochis comerá. ¡Ñam! Momochan, Momochan, no tenemos casi prisa, aunque Mimi nos adelantará. ¡Fium! -Señalo a la guitarrista dejando de cantar un momento para decir.- ¡Punteo de guitarra! -Y me da la risa pero sigo improvisando.- ¡Momochan, Momochan, alegra tu corazón! Arashi y yo te damos todo nuestro amor. ¡Muak!

Voy bailoteando por toda la habitación más contenta que nunca, tener a mis amigas a mi lado es lo mejor que podría pasarme nunca, lo siento en lo más profundo.

Entre unas y otras la música empieza a brotar y eso es lo que me encanta y me da calorcito en el corazón. Además, la melodía de Sayaka es superanimada y la canción de Katsumi es demasiado divertida. Las miro mientras hago el punteo cuando nuestra cantante me señala y lo doy todo, dejando que la música salga sola en una armonía llena de luz, que habla de nosotras, de cómo vencemos a los malos, pero también de lo bien que lo pasamos juntas.

Cuando acabo el punteo, señalo a Momoka, dándole su pie. 

—¡Momoka, te toca! —Y me echo a reír al ver que he hecho una rima sin querer. 

Sigo rasgando las cuerdas, esto no se detiene, y me bajo del pupitre de un salto para ir moviéndome alrededor de ellas, todo lo que me da el cable del ampli de margen. Las quiero muchísimo a todas, no podría tener unas amigas mejores.

Entre unas y otras han acabado sacándome una sonrisa. No sé cómo lo hacen, pero consiguen que vea luz en los días más oscuros. Mis dedos empiezan a moverse por el teclado y las notas continúan la melodía. Viva, alegre y cálida. Para ser una improvisación no está quedando nada mal.

Voy moviendo la cabeza al ritmo de la batería de Arashi. Ha continuado con la melodía de violín de Sayaka pero ha variado... Katsumi le ha dado vida con la letra y las rimas, y Mimi se anima pronto a darles más vida con la guitarra. Me dejo llevar.

- ¡¡¡Vaaaamooooos!!! - Exclamo a medida que me animo.

Por un momento me olvido de todo lo malo que hemos pasado. Por un momento me quedo solo con lo bueno. Que hemos salvado al instituto, y al señor Kimi. Que estamos todas bien, y que estamos vivas.

Estando juntas podemos lograr cualquier cosa. Lo sé.

Aquel atardecer voy al lago cercano. Pillo el bus. Es un trayecto cuajado de nostalgia a pesar de mis pocos años. Nostalgia de la infancia.

Nostalgia de un futuro que puede no ser el mío si fallo en lo que pretendo hacer. Pero he de hacerlo así. Ellas lo merecen. Yo estoy aquí para ayudarlas. Para ser su soporte. -¿Verdad que sí, Dormilón? -el dragoncito gruñe en mi mochila. No está de acuerdo, si me sucede algo, ¿qué será del grupo? Bah. Nadie es imprescindible.

Me sumerjo los pies en el lago. Entro en él y camino mientras toco la música que me dicta la Luz de mi corazón. 

-Soy Melodía Astral.

7-9 La Oscuridad mancha la Luz del interior de la magical girl. Se reducen a la mitad, redondeando hacia arriba, tus puntos de Oscuridad.

Me queda uno entonces ;)