Me acerco tan alegremente que se me pasa un poco por alto que he llamado tal vez demasiado la atención. Me rio un poquito mientras me apoyo en la mesa sacando la lengua en un gesto gracioso.
- Siiii, se nos hizo un poquitín tarde en el ensayo, pero es verdad lo que dice Arashi en cuanto cenemos nos vamos sin alboroto.
Bueno, en realidad eso está por ver porque escucho el sonido de una foto y me doy cuenta al fin de que algunas personas están escribiendo en sus móviles mientras me miran de reojo, una mujer joven está más roja que el resto y no despega la vista de la pantalla, para mi que ha sido esa la de la foto. Claro que no es la única, el tipo raro con pintas de hikikomori aventurero intenta disimular, pero se ve claramente que está grabando. Qué mal rollo me da, a ver si va a resultar uno de esos pervertidos que persiguen a las famosas, menos mal que voy con Arashi en moto. Ay Arashi, al menos me puedo esconder un poquito en ella cuando me estruja. Al final he llamado mucho la atención verás la bronca que me echa Sayaka, pero al menos Daiki me mira también, no todo puede ser malo.
- ¿Eh? ¿Cómo que autógrafos? -Anda si puede ser un buen reclamo.- ¡Aaaah sí, es verdad los autógrafos! Sí, sí... Voy a firmar autógrafos en el concierto. -Digo así un poquito más alto de lo normal a ver si se corre la voz y al próximo viene más gente.- Claroooo están los dos invitadísimos.
Digo, mirando con una sonrisa estupenda a la profesora Sakura e intento mirarle las manos a ver si lleva el anillo. «Mierda, las ha escondido... Pero qué tía más borde.» Echo un vistacito hacia atrás y veo la amenaza inminente de Sayaka, así que al final me entran las ganas de volver a la mesa con urgencia o mis tripas pagarán las consecuencias.
- ¡Ay sí, buen provechooooo y buenas noches, nos vemos mañana!
Y me voy dejándome arrastrar por mi amiga mientras la miro de reojo intentando contener una risita en cuanto les damos la espalda.
Le guiño un ojo a Katsumi y levanto el pulgar en señal afirmativa cuando hace la foto de Dormilón. El pequeñajo luego refunfuña cuando se entera de que le hemos hecho una foto. Viene a verla, revolotea alrededor haciendo unos ruiditos adorables aunque parece un gato bufando pero luego se calma. En el fondo creo que le gusta aparecer en fotos con nosotras, más que en fotos él solo. Y menos mal, porque aun recuerdo cuando la abuela de Katsumi vio un día una foto en la que estábamos todas las chicas, y Dormilón en el hombro de Arashi. Al menos Mimi tuvo la audacia de decir que un amigo había retocado la foto con el ordenador y que la íbamos a usar para promocionar el grupo de música. No quiero ni imaginarme si la gente empezara a ver fotos nuestras con Dormilón paseándose por ahí. La verdad es que la realidad es tan surrealista, que seguramente se pensarían que las fotos están trucadas. Si fuera un video seguramente tendríamos un gran problema.
Luego me dejo arrastrar por el instinto de grupo y me acerco con todas menos Sayaka a saludar a los profes. Asiento cuando dicen que no tardemos en regresar a casa y dormir, porque habrá que madrugar al día siguiente, y sonrío ante la ironía de que ellos también están ahí. Hasta donde yo sé los adultos necesitan dormir tanto como nosotras...
- ¡Que aproveche! - Digo agachando la cabeza cuando Arashi y Katsumi le dicen lo mismo a la pareja de profes. Por un momento me distraigo cuando mencionan lo de los autógrafos. ¿Autógrafos? Si nunca los firmamos... Bueno, Katsumi sí... A ella la adoran. Y lo compruebo cuando miro de reojo alrededor y veo casi todas las miradas puestas en nosotros... en ella.
Cuando la señora Kimura nos dice que Sayaka nos echa mucho de menos miro en dirección a nuestra mesa.
- Oh, no se preocupe. Ella es feliz allí sin nosotras. Mientras tenga mochis... - En ese momento caigo, y me fijo en la sonrisa de Sayaki. - ¡Los mochis! - Exclamo un poco más alto de lo que desearía. Y me apresuro a regresar todo lo rápido que puedo... sin echar a correr claro. - ¡Hasta mañana, profes! - Saqué tres mochis fuera para Rai y su familia pero se me fue el santo al cielo y todavía no he probado ninguno. Espero que queden unos pocos...
La profe mueve la mano rápido, pero mis ojos lo son más y alcanzo a ver que sí que lleva el anillo. Así que debe seguir casada, eso parece al menos. Sin embargo, lo que hay encima de la mesa me hace alzar las cejas porque tienen un batido de chocolate y nata... ¡con dos pajitas! Eso es superromántico. Un batido no se comparte con cualquiera, no, no, no. Bueno, yo a veces comparto batidos con las chicas, pero solo porque a veces vamos peladas de pasta y no tenemos para dos batidos. Los profes son adultos, es otra cosa.
—Eh... ¿qué? —Estaba despistada en mi labor detectivesca, analizando todos los detalles, y me he despistado un poco de la conversación, pero al oír que se van a acabar los mochis, se me activa la antena—. ¡Ah, los mochis! Sí, sí. Nos vamos antes de que se acaben. Pasadlo bien, profes. —Vale, he intentado evitarlo, pero no he podido. Ese «bien» ha ido con doble sentido.
Me despido con un keirei rápido y salgo volando detrás de mis amigas.
—¡Sayaka! ¡Déjame uno de pistacho!
El profesor dedica una mirada divertida a su acompañante cuando esta intenta zanjar de manera tan evidente la conversación. Parece contento. Sus ojos se quedan un momento en ella mientras su sonrisa se amplía, aparentemente inmune a cualquier cosa que no sea positiva. Y cuando empezáis a contestar su sonrisa se amplía más mientras su atención vuelve a vosotras.
—¡Sí! —exclama—. Los mochis de aquí están buenísimos. Vamos a llevarnos una bandeja entera.
Su mirada se detiene en Katsumi entonces.
—¿Con autógrafos y todo? —pregunta, aparentemente impresionado—. A lo mejor podríamos ir. —Mira otra vez a Sakura—. Teníamos otros planes, peeeeroooo a lo mejor se pueden cambiar.
La expresión de la profesora se vuelve aún más molesta en ese momento. Es evidente que aquel comentario no le ha gustado nada. Aiko, por su parte, sigue entusiasmado.
—¿Y tocaréis algún tema nuevo, o...? —empieza a preguntar, pero desvía sus ojos hacia Sayaka al ver cómo levanta la bandeja. Luego asiente a vuestras despedidas—. Venga, no tardéis. Me parece que va a quedarse sin mochis en un momento.
Tras esas palabras hace un gesto de despedida y se gira hacia Sakura. La expresión molesta de la mujer apenas dura unos segundos, porque en cuanto sus miradas se cruzan adquiere un tono más dulce del que hayáis visto nunca en ella.
Apenas un par de minutos más tarde la situación en aquella mesa parece haber vuelto a la normalidad... si por normalidad se entiende a Aiko pendiente de Sakura, y a Sakura pendiente de vosotras. Parece que intenta aprovechar cuando no miráis para dar un sorbo de aquel batido compartido... sin mucho éxito. Desde luego, no da la impresión de que la profesora esté contenta con que les hayáis visto, ni con la forma de actuar de Aiko respecto a ellos dos con vosotras.
En cualquier caso, la cena dura apenas un rato más. El ramen, las gambas y los mochis se acaban y es cierto que cada vez es más tarde. Para ese momento los profesores se han marchado ya y otros clientes los han reemplazado en su mesa.
Cuando salís del restaurante Rai sigue esperándoos. Está fuera del coche, en una actitud mucho más distendida que cuando trabajaba para el padre de Momoka. Parece que ha terminado de hablar por teléfono y que se ha tomado un rato para relajarse jugando a un juego de móvil. Como otras veces se ofrece a llevaros a casa, y a aquellas que no se suban al coche les desea una buena noche. Antes de partir, sin embargo, avisa a Momoka de que su padre ha vuelto a llamar... para preguntar por ella. Al parecer ha estado llamándola al teléfono y esta no ha cogido.
Arashi, responde: ¿Se van a la vez los profesores? ¿Se montan en el mismo coche, caminan, se separan...? ¿Se despiden de vosotras al irse?
Katsumi, responde: ¿Hace Daiki algo que llame la atención ese rato? ¿Vuelve a estar pendiente de vosotras? ¿Está su madre a la vista?
Mimi, responde: ¿Qué planes tenían los profesores? ¿Planean ir al concierto? ¿Qué hace Dormilón durante vuestros conciertos?
Momoka, responde: En Japón no existe el matrimonio igualitario. ¿Por qué habla Rai de su marido? ¿No es algo oficial, se casaron en el extranjero... cómo fue exactamente? ¿Cómo le ha ido la conversación?
Sayaka, responde: ¿Quedan mochis cuando las otras vuelven a la mesa? ¿Vuelves a sacar el tema de las letras? ¿Qué le parecerá a tus padres que hayas cenado fuera, si es el único rato que pasáis en familia?
Todas, responded: ¿Cómo será vuestra llegada a casa? ¿Quién está allí? ¿Cómo esperáis que se tomen que lleguéis tarde? ¿Hablaréis de nuevo antes de iros a dormir? ¿Cómo os prepararéis para el nuevo día?
Ha refrescado, me abrocho por completo la chaqueta y miro, por puro instinto, hacia las azoteas de los edificios, los portales. Los espacios sin luz. Desde nuestro "don" es como si una alarma interna estuviese siempre conectada.
¡Qué risa las caras de mis amigas cuando descubrieron que los mochis se refugiaban en mi boca y estómago! Las amenazas hay que cumplirlas. Bueno, más risas luego, Daiki llegó con otra bandeja hasta arriba, que le había pedido antes.
"Pásalo bien, cariño". Mensaje duplicado de mamá y papá. No son absorbentes y comprenden que necesito cierta libertad. Seguramente papá habrá aprovechado para cenar fuera con sus amigos. Y mamá me esperará con el vaso de leche caliente, con ganas de charla, igual que todas las noches, escondiendo su infelicidad en su eterna sonrisa de ternura.
-Gracias, Rai. Regresaré a casa caminando, ¡estoy llenísima! -me giro hacia mis amigas- Ha sido genial, chicas. Nos vemos mañana, pasad una buena noche - besos y abrazos. Confío en que mañana tengan más ganas de hablar sobre los temas de las canciones, hay ensayo, de manera que sí o sí.
- Arashi, dale un beso a Dormilón de mi parte. Y cuidadín en la moto, a las tres. -que seguro repiten, menudas son.
El abrazo más intenso es para Momoka. Con él transmito cariño y coraje. Ya no podremos hablar más esta noche, las últimas tonterías y seriedades que solemos compartir las cinco antes de acostarnos.
En el paseo iré pensando en la ropa para mañana, los libros, las asignaturas. Me gusta tenerlo todo preparado y organizado cuando me levanto.
Lista para la aventura de un nuevo y fascinante día.
El corazón me vuelve a dar un vuelco cuando Rai menciona que mi padre me ha estado llamando al teléfono y no se lo he cogido. ¡Ay Dios, ay Dios, ay Dios! ¡Se va a enterar! ¡No puedo ocultárselo!
Cierro los ojos y, tras despedirme de las chicas, me meto en el coche para darle vueltas durante todo el trayecto a las opciones... las posibles excusas... y, sobre todo, para mentalizarme para el castigo. Porque lo habrá. Por un momento miro a Rai en el asiento contiguo. Me deja subirme en el de copiloto cuando llevamos a mis amigas a sus casas porque ellas van en la parte de atrás, y a veces cuando no viene nadie también siempre y cuando mi padre no se entere. A veces envidio a Rai. Quitando lo del trabajo para alguien como mi padre, o ser despedido, claro. Pero él es feliz en su vida. Años atrás se había mudado una temporada a Estados Unidos por trabajo y allí es donde conoció a su marido. Cuando a Rai se le acabó el trabajo, y el permiso de residencia allí, ambos regresaron a Japón. Rai me contó una vez que a su familia aquí le costó mucho aceptarlo pero poco a poco y con tiempo acabaron aceptándolo. Pese a que todavía hay mucha gente en el vecindario que les mira mal y habla.
Durante el trayecto lo único de conversación que doy es preguntarle por su sobrina, y Rai parece contento porque antes estaba hablando con ella y su marido. Le esperan en casa y le han apoyado mucho tras el despido. Por eso se ve a Rai como iluminado por la luz, feliz. No quiero imaginarme si hubiera sido yo y tuviera que regresar a casa para contemplar la mirada reprobatoria de mis padres.
Tras unos minutos que se me antojan interminables por fin llegamos a casa. Me despido de Rai y entro por la puerta principal. En el coche rezaba en silencio porque mis padres se hubieran dormido ya pero no tengo esa fortuna. Mi padre espera de brazos cruzados junto a la puerta. No veo a mi madre por ningún lado y eso a veces es peor. Él, por su parte, me indica con la mirada que vaya al salón a sentarme. Es la hora de la bronca.
Y tras muchos minutos de levantar la voz él, y disculpas mías, acabo yendo a mi cuarto con un castigo y la obligación de preguntar mañana a primera hora en el instituto en objetos perdidos a ver si alguien ha recuperado mi teléfono móvil. No voy a poder hacer nada fuera de casa que no sea instituto y ensayos con el grupo durante las próximas dos semanas. Ni cenas, ni nada más de ocio... Mañana cuando se lo cuente a las chicas... Pufff, a ver si Mimi no explota. Lo malo de esta noche es que ni siquiera voy a poder hablar con ellas.
Al llegar a mi cuarto dejo caer la mochila al suelo y me tiro en la cama. Qué día más largo. Mañana me daré una ducha, desayunaré y trataré de llegar al insti un poquito antes de primera hora. Ya tengo los apuntes en la mochila y no necesito cambiar nada de ahí, así que a ver si hay suerte y está mi teléfono en alguna parte.
Estoy completamente llena y eso que hubiera comido más mochis, al menos hasta que se me hubiera puesto cara de mochi de tantos que comería. Sayaka es una malvada, pero me da igual. La verdad es que esto era lo que necesitaba y me ha sentado genial, estoy muy feliz. Lejos queda lo ocurrido en el instituto, aunque sepa que volverá, este momento es para nosotras y solamente nosotras. Mientras estamos alargando el inevitable final de la cena, podemos ver como los dos profesores se marchan, Sakura dos pasos por delante de Aiko. A la profesora se le nota que pone todos sus esfuerzos en no mirarnos, pero es que está pensando en nosotras, casi puedo oírlo. En el próximo examen me huelo una venganza. En cambio el profesor Aiko aprovecha un pequeño instante para girarse hacia a nosotras y guiñarnos un ojo.
Vemos a los profesores poco después, cuando salimos, se han ido caminando hasta el final de la calle y parece que todo ha vuelto a la normalidad porque vuelven a estar cogidos de la mano y se van juntos. Creo que nos hemos perdido una conversación muy interesante, demasiado. Es una verdadera lástima.
Ya es tarde, así que me despido cariñosamente de mis amigas que se van en primer lugar. Estoy lista para otro apasionante viaje en moto, si es que ir con Katsumi siempre es lo más. En un momento del trayecto hasta suelto las manos y pego un grito, uno que podría despertar a los que más pronto se acuestan. No he pensado en ello, sino no lo hubiera hecho. Doy un abrazo conjunto a Mimi y a Katsumi cuando me dejan en casa. Las voy a echar de menos hasta que vuelva a verlas mañana, a todas ellas.
Al volverme hacia la puerta de mi casa recuerdo todo lo que tengo que hacer, no me apetece nada en absoluto, pero lo he prometido. Casi no he cruzado la puerta cuando veo a mis padres, me miran con cierta desaprobación, y me dicen un claro: «Ya sabes lo que tienes que hacer». Mientras, mi abuela esta detrás de ellos, riéndose por lo bajo y comenta algo cuando me he dado la espalda para dirigirme hacia el templo. «Tú eras igual», lo puedo oír con claridad, pero me cuesta creerlo.
Necesito de varias horas para preparar todas las flores, ya no me quedan fuerzas para estudiar, pero mi primo ―que es un sol― me ayuda con los deberes de geografía e historia. Si no es por él no lo habría conseguido. Cuando termino con todo mi padre aún está despierto y me dice que debo ser más responsable, que ahora no voy a dormir y mañana estaré agotada. No me castiga, pero es evidente que no les ha gustado que vuelva tan tarde. Lo entiendo, no saben lo que ha pasado.
Antes de dormir, escribo a mis amigas para ver si alguna está despierta y pongo a Dormilón en su cojín. Espero un poco y aprovecho para meditar y reflexionar en todo lo ocurrido. La Luz y la Oscuridad. No sé ni cuándo me quedo dormida, pero caigo casi enseguida agotada por todo lo ocurrido.
Mientras corro hacia la mesa, observo como Daiki se planta con su permanente seriedad delante del tipo raro para empezar a limpiar la mesa sin que haya terminado de comer y le pregunta si va a querer algo más. Y el señor pide algo más pero al menos tiene la decencia de esconder el móvil así que me quedo más tranquila de que nos haya dejado de grabar a las chicas y a mi. Una tranquilidad que se me va pronto, pues casi me echo a llorar cuando veo que mi mochi de té verde ha desaparecido en las monstruosas fauces de la adorable Sayaka.
- Mi mochi...
Me siento a devorar mi ramen cuando la propia Chiyoko se asoma a la barra desde la cocina y nos sonríe para dejar preparada otra bandejita de mochis que no tarda Daiki en traer. La cocina del Maruki es así abierta, así que la dueña nos tiene el ojo puesto a todos siempre. Ya estoy más contenta y abrazo a Sayaka por no ser tan mala, aprovecho además para pedirle a Daiki que me preparen un par de mochis de té verde más para llevar a la abuela. Seguro que la pobre está agotada de aguantar a mi padre toda la tarde y me la encuentro cuando llegue a casa con una infusión en las manos. Cuando cenamos y ya nos vamos, preparo la moto y los cascos para volver a casa con Arashi y Mimi. Esta vez conduzco con más cuidado porque el trayecto es más largo y evito pasar por delante de la comisaría del barrio. Aunque sus bicis no tienen nada que hacer contra mi moto... ¡JÁ! Veo tan emocionada a mi amiga que tengo millones de ganas de estrujarla y claro que es lo que hago cuando me despido de ella. Y también cuando dejo a Mimi, la abrazo muchísimo y ya me voy más feliz que un regaliz a mi casa.
Y cuando llego a casa y veo el par de zapatos de hombre en la entrada todo se va al garete porque ya me temo lo peor, entro al saloncillo ya con el ceño fruncido y me veo a mi padre que me saluda efusiva y alegremente como si nada, encima le da por abrazarme y noto que apesta a cerveza incluso antes de que lo haga, mi pobre abuela no puede sino que poner cara de circunstancias. Al parecer su novia lo ha echado de casa, otra vez, me pregunto por qué... Seguro que mañana lo arreglan, es así siempre. Total que mi abuela le ha preparado un futón en mi habitación y dejo los mochis en la nevera, me toca ayudarlo a llegar porque no se sostiene a penas en pie, encima tiene el morro de pedirme dinero para pagarse el taxi que lo deje en la estación mañana. ¡Tendrá cara! Claro que me niego, que ya se queda bastante de mi dinero todos los meses. Acuerdo acercarlo en mi moto por la mañana y cuando se acuesta, me voy a dormir con la abuela, no sin antes leer el mensaje de Arashi y contestarle contándole la movida, me disculpo infinito y le digo que mañana nos veremos directamente en el instituto. Mientras me abrazo a la abuela para dormir le doy vueltas a lo de hoy y decido pasarme por casa de Momoka cuando deje al indeseable número uno en la estación, para llevarla al instituto ahora que no tiene chofer y de paso a ver si se puede hacer algo por el pobre Rai.
Por un momento la travesura de Sayaka me paraliza y no me puedo creer que se haya comido mi mochi de pistacho… pero dura poco el susto, porque enseguida aparecen muchos más y nos ponemos de mochis hasta las orejas. Aún me llevo uno más cuando nos vamos, para el camino.
He llegado a captar algo de lo que hablaban los profes después de que dejásemos su mesa. Sakura protestaba porque el concierto era un sitio muy público y para niños, ella prefería ir al cine como tenían planeado. Luego me perdí varias frases y no sé qué pasó, pero la escuché ceder y decirle a Aiko que irían al concierto si tantas ganas tenía. ¡Así que ya tenemos dos espectadores garantizados!
Tengo ganas de que llegue el concierto, es genial tocar en el escenario con mis amigas y todo el público coreando nuestras canciones, que las tocamos tanto que ya se las saben. Además, Dormilón se hace invisible y se mueve por la música, yendo de un instrumento a otro mientras tocamos o haciendo un reflejo como si fuera una pegatina. Estoy convencida de que toco mucho mejor cuando está en mi guitarra, su poder resuena con mi Luz y todo sale mejor.
Me despido de Sayaka y Momoka y me meto el mochi en la boca antes de subirme en la moto con las chicas. Es superemocionante ir las tres y Katsumi controla mogollón, me fío de ella al doscientos por ciento. Cuando Arashi grita, yo también lo hago, excitada con la velocidad y el aire en la cara. Le doy las gracias a Katsumi por traerme y entro en casa dando saltitos para disimular que estoy un poco coja.
Mis padres me estaban esperando con cientos de preguntas sobre el retraso. No estaban enfadados, pero querían saber con quién estaba, dónde, todo eso. En cuanto les dije que estaba Sayaka todo ya les pareció bien. Prometí que la próxima vez avisaría si no iba a venir a cenar —promesa que no era la primera vez que hacía, luego cuando estaba con mis amigas siempre me olvidaba—. Me subí a mi cuarto a hacer los deberes con música en los cascos y luego cogí el móvil para hablar con las chicas. Con todas menos con Momoka, que había perdido el suyo. Me quedé charlando con las que estuvieran despiertas hasta que me quedé dormida sin preparar nada. A la mañana siguiente me tocaría correr.
Arashi, tus disculpas y tus actos desencadenan el movimiento Palabras desde el Corazón.
Tira+Emocional
10+ El personaje accede a aquello que le pides.
7-9 Escoge una opción a cambio de lo que pides:
✽ El personaje se enfada contigo o te malinterpreta.
✽ Debes concederle algún favor al personaje.
Motivo: Palabras desde el Corazón (Emocional)
Tirada: 2d6
Resultado: 7(+1)=8 [6, 1]
Le concedo un favor.
La noche termina de cerrarse mientras cada una de vosotras llega a su casa. Sobre vuestras cabezas, sin que lleguéis a fijaros mucho en él, el cielo se cubre de nubarrones. Probablemente la lluvia llegue pronto. En algún lugar aquella criatura de ojos rojos se mueve, inquieta, algo más recuperada y dispuesta a volver. La Oscuridad nunca descansa, después de todo.
Ya están cayendo las primeras gotas cuando Sayaka se mete en la cama, lista para un nuevo día. Por suerte sus padres son más comprensivos que los de sus amigas. Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, el padre de Momoka aún está levantándole la voz, azotando con cada golpe de sus gritos el corazón de su hija. En el caso de Arashi todo parece zanjarse con la promesa de que al día siguiente volverá antes para ayudarle en algunas cosas del templo. Aún así es inevitable sentir algo de culpa tras haber retrasado sus obligaciones de esa manera. Por su parte, Katsumi está ayudando a su padre a ir a la cama. Para muchos sería increíble pensar cómo es la vida de la Idol una vez que entra en casa... pero ese es uno de sus mayores secretos. Mimi, en el salón con sus padres, está dándoles explicaciones sobre qué ha estado haciendo... pero hablar de la Oscuridad no parece una opción.
Justo antes de que la última de ellas concilie el sueño un rayo parte el cielo en dos, iluminando la ciudad a su paso. Aquel relámpago hace que Ongakurui, el Enviado de la luz, abra levemente los ojos en su cojín... sólo para cerrarlos un momento más tarde. No en vano le llaman Dormilón.
Arashi, recibes un punto de Angustia y el favor que te pide tu padre.
Momoka, recibes tres puntos de Angustia.
Fin de la escena.