Ahogo un grito al observar el rostro de mi pequeña. Parece como si hubiera sido una ilusión, ya que al pestañear vuelve a tener su pequeña cara angelical. La abrazo con fuerza cuando se desvanece... Cariño, no permitiré que te pase nada. Una promesa que me hago el firme propósito de cumplir. De repente escucho un golpe en la ventana...
Asustada me giro y veo a un hombre golpeando el cristal... Pero... ¿Qué está ocurriendo en este pueblo? Me quedo por un momento clavada en el sitio, sin poder reaccionar, observando al hombre y apretando fuertemente a mi hija.
Paco se asusta al ver la sombra de la ventana, no consigue adapatarse a estas situaciones constantes en las que debe estar alerta continuamente. Ve claramente en la situacion que es él, el que debe de abrir las ventanas para ver que es aquello que esta en la ventana. Mira al joven y le dice.
-Estese atento por si ocurre algo inesperado. Coja algo con lo q poder defenderse.
Despues mira a la señora herida, para asegurarse de que este lo suficientemente estable como para que pueda reaccionar en caso de nuevo peligro.
Y finalmente se dirige su mirada a Silvia, esta donde debe, protegiendo a su hija....desde luego es una madre ejemplar....
Seguro ya de que todo esta en orden, se hace en poder de un candelabro para defenderse, y a continuacion se acerca a la ventana. Echa una ultima mirada a la gente de la habitacion y corro la cortina de la ventana...
Primero la niña y ahora la ventana... la situación cada vez se hacía más insostenible. El hombre que nos acompaña se acerca a la ventana. Al notar como su mirada se posa en mí, hago un leve gesto con la cabeza dando a entender que continúe, dando a entender que no debe preocuparse por mi estado. Cuando abre la cortina mi corazón se encoje temiendo lo que pueda aparecer ahora...
La mano del extraño se congela en el aire, en el acto de golpear de nuevo sobre el cristal, en cuanto percibe que alguien responde a su llamada. Su cabeza se inclina hacia la derecha a imitación de un cachorrillo, como sorprendido por el inmediato espanto que su aparición despierta en quienes adivina en el interior de la estancia.
Es un hombre joven. O lo ha sido alguna vez, porque ahora más bien recuerda a un muerto andante. Su boca se mantiene abierta como una llaga de la que penden hilillos coagulados de sangre, y una película de pus sepulta el iris de sus ojos.
Traga saliva o sangre por un instante, se cimbrea como si no tuviese alma. ¿Cómo continúa en pie si su cara es una máscara desgarrada, y a través de los jirones de su ropa se distinguen heridas tan profundas que ni siquiera derraman sangre?
Se yergue de repente en toda su estatura como alcanzado por un rayo y dice algo, su voz suena rasposa y opacada por el cristal y la lluvia.
-(...) eco (…) –esto y nada más entienden.
Y a continuación, con los movimientos intermitentes de un juguete a cuerda, se desplaza a lo largo de la fachada, fuera de su vista, en dirección hacia la puerta de entrada, la cual continúa abierta.
¡¿Podía tratarse de su primo José, el hermano de Carmela?!