El corazón me da un vuelco, metafóricamente claro, cuando veo la llamada perdida de Alejandro.
"Nos han descubierto"
Por suerte, la señal de alerta me pilla en un momento en que puedo zanjar de golpe la negociación sin que resulte sospechoso.
Y aunque quizás ya sea demasiado tarde, intento escabullirme rápidamente:
- Ya sabes lo qué hay,
digo levantándome de la silla de un salto y guardando el teléfono con presteza mientras me dirijo a la puerta.
- cuando estés dispuesto a ofrecer algo a cambio, avísame.
Mi idea era salir de la habitación sin mirar atrás y echar a correr hacia las escaleras en cuanto estuviera fuera del cuarto.