Partida Rol por web

Elena hasta se alegró de ver a la nave descender, ya era hora de abandonar este sitio. Al menos le tratarían mejor las heridas que ese kit básico.

- Ya es hora de largarnos, aunque casi temo a que otra mierda de planeta nos van a enviar.

Cuando os situáis dentro del haz de luz, sois teletransportados a la nave. Aparecéis en la bodega de carga junto a la máquina que ha garantizado que todos vuestros átomos se ha reorganizado de manera correcta. Un hombre con el uniforme sucio, cuyos galones indican claramente que es un rango muy superior al vuestro, os espera.

- Bienvenidos, soy el Capitán Elmore. Esta nave de descenso nos conducirá a la nave interplanetaria que nos espera dentro de la orbita de este mundo.

Se sacude una manga para eliminar los restos polvorientos, sin mucho éxito.

- Hemos tenido una avería con el sistema de desechos debido a un fallo en el motor principal. Estoy convencido que es debido a un problema con los materiales con los que se construyen las naves. Los que dirigen las corporaciones están tan interesados en abaratar costes, que no les importan la perdida de vidas humanas durante el transcurso de las misiones.
>> Es mejor que se pongan cómodos durante su breve traslado, antes de abandonar este lugar.

Busqué un lugar para ponerme cómodo, puesto que no sabía cuanto duraría el viaje. Fui tomando notas de todo el lugar en mi cabeza, atento a cualquier cosa extraña que estuviera sucediendo en aquél lugar.

- No pasa nada, venimos de un sitio mucho peor, y no solo por los muertos y los bichos raros que te intentan comer la cabeza, pero bueno con que lleguemos a la otra nave me basta.

- Descansen, tendremos tiempo de realizar un informen detallado cuando lleguemos.

Tras despedirse con un apretón de manos, el capitán se retira a la cabina de mando.

Tomas asiento en la nave y te abrochas el cinturón. Todo está tranquilo mientras iniciáis el regreso a la nave orbital. Cierras los ojos y notas una punzada de dolor en tu cráneo. Por un segundo sientes la presencia de la entidad alienígena que habéis matado. De pronto todo termina, el posible control que trató de ejercer sobre ti desaparece, como un mal sueño que se quiebra al amanecer. Eres libre de su influencia y respiras tranquilo.

Tomas asiento en la nave y te abrochas el cinturón. Todo está tranquilo mientras iniciáis el regreso a la nave orbital. Cierras los ojos y notas una punzada de dolor en tu cráneo. Por un segundo sientes la presencia de la entidad alienígena que habéis matado. Aunque deseas que esa sensación termine, no lo hará.

Eres conscientes de por qué os dejó con vida, aún a riesgo de su propia existencia. Manipuló tu mente y aunque hayas terminado con su existencia, no puedes negarte a obedecer. Sus órdenes se han de cumplir y eso implica derramar más sangre. Tan sólo los que estáis aquí y los tripulantes de la nave orbital conocéis este lugar, este punto de encuentro que puede dejar un rastro hasta el mundo de origen de la criatura.

Todos debéis morir. El secreto debe permanecer oculto. La sugestión anula tu lealtad a aquellos que te pagan y tan sólo prevalece la voluntad del alienígena.

El vehículo que os lleva hasta las entrañas de la nave orbital desciende en su interior, sin ningún tipo de contratiempo.

Es el primer paso para el regreso a vuestro hogar.