- La luz ilumina solo la vida Andrea. No se refleja en el vacío. Si lo trajera, no verías a quien tú conoces. Solo, muerte. Ninguno de los dos lo merecéis. Robert ahora es libre… pero, claro, llora su cuerpo. Llora a tu marido... Hizo una pausa buscando las palabras correctas, según tus ritos. El joven bajo los ojos en un gesto de comprensión, de aceptación. Hizo un movimiento levantando el antebrazo izquierdo como si estuviera subiera un peso con la palma de la mano, al llegar a la altura del pecho giró al frente, y con un movimiento de muñeca empujo el peso imaginario hacia delate como si fuera tan ligero como una pluma - Junto al mirador de Al Qanayat, frente al templo de Bastet. Lo encontrarás en la garganta.
Dio unos pasos al frente hasta llegar al extremo del circulo de jeroglíficos donde la llama blanca ardía hasta la altura de su pecho. - La luz está aquí… al decir esto, pasó la mano por la llama - pero está en todos lados y con un movimiento de la muñeca la lanzó hacia arriba, y por un momento pareció hacerse de día en toda la sala. Luz, claridad. - Deus ad lucem hominem. No fuego, ni calor. Sonrió, mirando cálidamente a la silueta de Andrea en el túnel de salida. El canal pervivirá a través de océanos de tiempo. Es inútil buscar este lugar. Levantando la voz, y con un cabeceo que decía, no te preocupes, le dijo - Yo me aseguraré de proteger el equilibrio hasta que otro tome mi lugar. Tú olvida el dolor Andrea en ese momento tendió la mano hacia el fuego. - y recuerda solo la luz de los hombres… la llama se envolvió en su brazo, recorriéndolo mientras se retiraba del suelo. A la vez que el fuego se concentraba en un pequeño punto de luz, se reducía la claridad en la sala. En pocos segundos toda la luz emanaba de una pequeña llama concentrada en su mano derecha. La sala había quedado sumida en la oscuridad, pero un baño de luz blanca cubría la cara del joven, haciendo a las sombras bailar entre sus rasgos y por entre su tocado reflejándose en sus ropas hasta perderse en la oscuridad. El protector de la luz volvió a mirar a Andrea, a los ojos… recuerda la fortaleza que has encontrado aquí. Has pagado un alto precio por ella. En lo alto, ella permanecía de pie, a contraluz, en medio de la claridad proveniente del túnel hacia el exterior. Un canal de luz cruzaba en diagonal la sala desde la esquina superior. Como un cañón de cine, se proyectaba la luz escaleras arriba desde el cielo azul de Zagazig hasta el trono de Atón.- Mantén el secreto, y tus recuerdos morirán contigo. Si intentas revelarlo, se disolverán perdidos en la arena. Hizo una pequeña pausa, bajando la mirada hacia la llama entre sus manos. El joven sonrió con tristeza. El conocimiento es una prisión de la que es difícil escapar.
-Ahora... vive, le dijo mirándola de nuevo, hacia arriba, sonriendo. De repente más contento, satisfecho, reía con esas arrugas nuevamente alrededor de los ojos. Inspiro, y de forma rápida dijo, en tono más bajo - vive por los dos, guiñándole un ojo...
- fup
La oscuridad.
A pesar de la esperanza repentina que había crecido en sus pensamientos al comprobar las habilidades incomprensibles de aquel hombre, su verdadero y más sincero interior sabía la respuesta que obtendría ante la pregunta que había realizado Andrea.
La luz ilumina solo la vida Andrea. No se refleja en el vacío. Si lo trajera, no verías a quien tú conoces. Solo, muerte. Ninguno de los dos lo merecéis. Robert ahora es libre… pero, claro, llora su cuerpo. Llora a tu marido... según tus ritos
Al igual que él, ella bajó también la mirada. La salida estaba junto a ella, y mientras más pensaba en eso, más se acercaba el momento de aceptar la realidad. La pérdida de Robert.
Junto al mirador de Al Qanayat, frente al templo de Bastet. Lo encontrarás en la garganta.
Observó los gestos de aquel hombre con total atención y escuchó sus palabras como dogmas eternos en su mente. No olvidaría esos nombres en ningún momento. Se grabaron a fuego en su frente, al tiempo que dos nuevas lágrimas volvieron a descender por sus mejillas. Mezcla de agradecimiento y de tristeza.
A medida que seguía escuchando las palabras de aquella persona, su alma se iba tranquilizando, entrando en un nirvana sensorial que jamás había experimentado. El temor desaparecía, cualquier signo de ansiedad o de nerviosismo se desvanecían como lo hicieron los escombros.
La calma. La paz inundaba su mente, su cuerpo y su kinesfera.
recuerda la fortaleza que has encontrado aquí. Has pagado un alto precio por ella
Era tal el sosiego y la comodidad que comenzaba a sentir, que incluso empezó a interactuar a las palabras de aquel ser.
Sí. Asintió ante su último comentario. Llenándose de orgullo al recibir tal halago y rememorar todo lo acontecido en esa vivencia subterránea.
Mantén el secreto, y tus recuerdos morirán contigo. Si intentas revelarlo, se disolverán perdidos en la arena
Observó con curiosidad y adoración los movimientos y bailes que aquel hombre realizaba con el fuego. Las palabras entraban en su mente plantando una semilla en sus pensamientos que más pronto que tarde formarían ideas problemáticas para su futuro. Sin embargo, sus ojos parecían querer ignorarlas por el momento y disfrutar de aquel instante.
vive por los dos
Los ojos de Andrea se volvieron a abrir rápidamente intentando buscar una última mirada de aquel hombre.
Ese último guiño. Una oscuridad repentina. Y una última imagen. Un hombre con gafas, barba roja. Una bandolera. Una camisa arrugada. Y la oscuridad de nuevo.
El silencio.
Andrea se quedó quieta. No había temor. No había pánico. Un sosiego le dominaba el alma.
Tras una breve pausa, un pequeño calor empezó a renacer en su interior. Como el de una llama. Le impulsaba a salir. Sin prisa, pero con decisión.
Se giró hacia la salida. Anduvo los pocos metros de rampa que aún le quedaban antes de salir de aquella sala.
Finalmente, se giró nuevamente hacia atrás. Y mirando a la oscuridad infinita, quizás nuevamente fruto de su imaginación. Un punto rojo en el medio se formaba en su pupila distorsionada por aquellos cambios bruscos de luz, donde debía estar Cameron. Gracias. Aunque no gritó, resonó en aquella sala. Aquello le fortaleció. Cuidate, Doctor. No sabía bien qué decía, ni a quién. Quizás nunca lo entendería, sin embargo, necesitaba hacerlo. Si tienes alguna petición, la cumpliré.
Y tras decir esto último, avanzó lentamente. Con tranquilidad hacia el exterior. Hacia su antigua nueva vida.
Ahora deberás hacer un último post, será el epílogo de tu historia.
¿Qué hay de especial?
- Habrás logrado salir de la pirámide gracias a la salida que Cameron (si es que aún se le puede llamar así) ha abierto para ti.
- Como vuestra excursión fue extra-oficial, nadie creerá ni tu historia ni nadie se hará responsable.
- El anillo... bueno, creías que solo era una baratija hasta que comprobaste que el paso de los años no te envejecía. Acababas de obtener la juventud eterna (solo podías morir a raíz de un accidente, no de una enfermedad)
- Deberás reflejar en tu epílogo que esta "inmortalidad" te traerá a la locura, puesto que ninguna mente humana está preparada para ver el paso de las generaciones.
¡Aprovecha y sácale jugo al punto y final de la historia de Andrea!
De repente se escuchó un ruido seguido de un chasquido de lengua.
- Matt, te dije que tuvieses más cuidado - dijo casi susurrante una mujer.
- Deja de quejarte Koraline, hemos llegado muy lejos como para que reproches eso - contestó con tono seguro un hombre.
Las siluetas se deslizaban entre las sombras de aquella fría cueva mientras voces de asombro revelaban que algo acababa de ser descubierto.
- ¿Seguro que es ésta cámara? - comento de nuevo la mujer.
- No hay duda, debe ser aquí... pero entre tanta nieve es imposible verlo - aclaró una tercera persona que también estaba allí.
Uno de ellos empezó a retirar nieve en grandes cantidades.
- No hay duda es aquí... y pensar que hace 60 años este lugar estaba debajo de un desierto - comentó uno de los más curiosos.
- Deja de aburrirnos con clases de historia listillo, todos sabemos que tras la 3ª Guerra Mundial el invierno nuclear asoló todo... pero aquí hemos venido a por una sola cosa, a por el Sol de Ra - dijo el tipo que parecía más nervioso y ansioso por avanzar.
Aquel que parecía liderar la expedición empezó a examinar todo con máximo detalle.
- Fijaos... debajo de la nieve aún se puede comprobar la piedra... los grabados... Incluso antes sin que lo supiéramos hemos atravesado un foso que ha quedado sepultado por el hielo - analizó.
- ¿Y murió gente aquí? - dijo la chica con tono triste.
- Eso me temo... de hecho lo que buscamos debe de estar aún en el cuerpo de uno de ellos - sentenció el líder de la exploración.
Tan solo necesitaron varios minutos hasta poder dar justo con lo que estaban buscando.
- Fijaos... este esqueleto está justo al lado de la gran puerta... pobre alma... a saber por qué habrá tenido que pasar.... -
- ¿Tendrá algo que ver con el otro cuerpo que vimos en el foso vacío de la otra sala? - comentó ella de nuevo.
- Es probable... o quizás de una expedición diferente... la putada es que este cadáver tampoco lo tiene... tendremos que seguir explorando las ruinas... -
- Maldita sea... nunca encontraremos ese colgante... para colmo este lugar antiguamente estaba plagado de trampas y no sabemos si aún hemos dejado alguna sin activar - con sumo cuidado el grupo abandonó la cámara para seguir con sus fines... ¿cuáles serían? Quizás eso forme parte de otra historia... una historia donde Modei Akhet-Ha era el espectador.
Es un pequeño epílogo sobre un grupo que en el futuro se adentrará en tu pirámide, sin embargo como podrás intuir no son dignos, puesto que no poseen el Sol de Ra.
Eres libre de si quieres poner un post final o no, por mi parte poco puedo decir salvo que muchísimas gracias por tu gran implicación en la partida.
Andrea continuó ascendiendo con una sensación de tranquilidad inmensa, como aquellas noches en que una persona se desvela levemente de un sueño placentero y es capaz de volver a introducirse en él con la fortuna de ser consciente de todo lo que ocurre.
Finalmente salió a la luz
Luz.
Tuvo que protegerse del sol y esperar un poco a que sus ojos se acostumbrasen a la nueva claridad.
No podía calcular qué hora era. Pero seguramente sería tarde, quedaría poco tiempo para el anochecer.
Observó su entorno con calma. Deambulando con la velocidad de alguien que vuelve a caminar tras mucho tiempo postrado.
Sus emociones seguían amilanadas en su interior, bajo un mantra denso de sosiego.
Salió de aquel lugar con un único rumbo en su mente. Sigamos, aún no hemos terminado.
Reparó en su móvil. Lo encendió. Y al mismo tiempo que las múltiples notificaciónes de sus diferentes redes sociales golpeaban la pantalla, un punto de ansiedad empezaba a crecer fagocitando la tranquilidad de su alma. Así que decidió apagarlo.
Tras un rato avanzando, una nueva visión hizo tambalear un poco aquel aura tántrica que le dominaba
Esa imagen le hizo volver a replantearse cosas en su interior. Mientras se acercaba al vehículo, su alma le seguía insistiendo. Sigamos, aún no hemos terminado. Sin embargo, cuando estuvo frente a la furgoneta, contempló su rostro a través del reflejo de aquellos cristales. Su oreja mutilada, la sangre en su rostro, el polvo y los rasguños por el cuerpo entero.
Su mente y su alma empezaron a trabajar conjuntamente. Sigamos, aún no hemos terminado. Seguía pensando, mientras con el agua que le quedaba en la cantimplora, se quitó la sangre seca y arregló un poco su rostro y su pelo para ponerse un peinado donde no se notara la pérdida de su aurícula. Y a continuación, dejó su móvil junto a las ruedas de aquel coche y continuó.
Sin poder usar su móvil, desconocía como llegaría a su objetivo. Sin embargo siguió avanzando sin rumbo. Pero para su suerte, en poco tiempo empezó a cruzarse con personas. Diferentes grupos formados por turistas, guías y arqueólogos, que le hicieron contener el aire. También agentes de seguridad, policías e incluso algún vendedor ambulante. Aunque empezaba a atardecer, aún seguía habiendo vida en la zona.
Andrea se acercó decidida al taxi más oxidado del lugar. Sigamos, aún no hemos terminado. Entró con determinación. Mientras en su mente resonaron las palabras de aquel hombre místico.
Junto al mirador de Al Qanayat, frente al templo de Bastet.
Al mirador de Al Qanayat que está cerca del templo de Bastet. Dijo como presentación mientras se sentaba detrás intentando ocultar con disimulo su rostro. No estaba segura de haber pronunciado bien aquellas palabras, pero debió hacerlo ya que el taxista no preguntó nada y arrancó rápidamente casi cohibido por la presencia de la chica.
Al llegar sin haber intercambiado ninguna palabra, Andrea sacó de su cartera, completamente llena de polvo, el dinero para pagar, de hecho bastante más del que debiera.
¿Quiere que me quede aquí a esperar? Preguntó el taxista, en un fluido inglés, al ver aquel billete.
No. Respondió secamente Andrea mientras abría la puerta trasera
Pronto anochecerá y por aquí dejarán de pasar taxis. Si quiere le dejo mi tarjeta. Añadió el hombre buscando en el bolsillo de su camisa un trozo de cartón, sin embargo antes de que lo encontrase, escuchó un golpe.
Gracias. Respondió nuevamente Andrea con sequedad mientras cerraba la puerta y se alejaba, dejando a aquel hombre con la palabra en la boca
Andrea levantó la vista, y observó el lugar donde se encontraba. Sigamos, aún no hemos terminado.
Avanzó esta vez con más prisa que anteriormente. A pesar del sonido del taxi alejándose, escuchaba perfectamente algo en su interior, una llamada que le guiaba hacia un lugar en concreto.
Finalmente lo encontró. Un montículo en la arena, perfectamente hecho. Se acercó con el mismo miedo que un niño al abrir la puerta de un trastero.
Cuando estuvo ante él, se sentó y se abrió por fin la puerta oculta de sus emociones. Posó su mano sobre aquel montículo y tras barrer ligeramente aquella capa liviana de arena, pudo observar los nudillos de una mano. Continuó y finalmente encontró su anillo de bodas. Se detuvo. Ya hemos llegado. El mantra de tranquilidad que le había estado protegiendo hasta ahora se desvaneció.
Un golpe de realidad embistió su alma con fiereza, dejándola allí tumbada sobre aquel montículo. Robert. La tristeza más profunda le invadió, sin embargo, no pudo soltar ni una sola lágrima.
Allí se quedó mientras el sol se fue ocultando y la temperatura bajando. Sin embargo, Andrea parecía no notar nada.
La oscuridad acabó por dominarlo todo. Incluso su alma.
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Su mente no había descansado en absoluto, pensando en todo lo que había ocurrido y, sobre todo, en lo que ocurriría a continuación.
Se consiguió levantar con más voluntad que fuerza. Se alejó lo suficiente de aquel montículo, sacó su móvil y lo enterró tan profundo como sus energías y sus magulladas manos le permitieron.
Y volvió a avanzar en sentido opuesto, sin ningún rumbo en su mente, salvo el de la ayuda divina.
El sol comenzó a golpearle con fiereza en su deshidratada cabeza, formándole en su mente una mezcla de realidad y ensoñación que le impedían saber con certeza dónde se encontraba.
A pesar de tener la sensación de estar flotando, sus pies se tropezaban constantemente.
Finalmente escuchó a lo lejos un susurro en una lengua incomprensible, un nuevo susurro en otra lengua y más tarde y más próximo pareció entender chica ¿estás bien? ¿necesitas ayuda? Fueron las palabras mágicas que necesitaba escuchar. Apagó su mente y su alma. Se desplomó.
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Sin saber cuándo ni dónde se despertó, bastante mareada. A su mente venían muchas imágenes confusas e incomprensibles que iban encajando en su mente a una velocidad vertiginosa formando un cuadro terrorífico.
Abrió los ojos y estaba en un hospital, sin lugar a dudas. Los volvió a cerrar. Necesitaba tiempo para comprender el pasado y escribir el futuro.
Ahora continuo la segunda parte del epílogo. Si quieres que estén en un solo post, copiamos y pegamos y listo.
Andrea explicó a los médicos, posteriormente a los agentes y más adelante a la prensa que no recordaba nada de lo que había ocurrido. Solo personas encapuchadas, oscuridad, golpes, ataduras, amenazas y sangre.
No tuvo que mentir mucho, ni tampoco inventar. Aquellos que escuchaban fueron rellenando los vacíos en su historia.
Un secuestro seguramente. Decían algunos
Seguramente sabían que eran de buena familia y que podrían sacar mucho dinero. Añadían otros.
El guía y el arqueólogo estarán descuartizados en cualquier lugar, eran testigos inservibles. La historia se seguía completando.
Probablemente matasen por accidente al marido y se asustasen, por eso la dejaron libre. Las últimas conjeturas.
El estado tan lamentable con el que encontraron a Andrea, sirvió para descartarla completamente de cualquier posible acusación. Varios dedos cortados y una oreja mutilada era más que suficiente.
Sin embargo, la policía jamás entendió porqué no se habían puesto nunca en contacto con nadie de la familia antes de empezar a torturar de esa manera. Un modus operandi bastante cruel para lo que estaban acostumbrados.
El móvil fue localizado posteriormente y a pesar de las extrañas notas añadidas en el aparato, durante el supuesto tiempo del secuestro, las investigaciones no pudieron sacar nada en claro.
La embajada norteamericana presionó mucho al gobierno egipcio para que dejaran tranquila a Andrea y que pudiera volver con los suyos.
Andrea finalmente volvió a EEUU.
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Tras unos meses sorteando a la prensa, siendo trending topic en su entorno y con bastantes peleas administrativas, Andrea se mudó con su madre ocultandose de la sociedad tanto real como virtual.
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Otros meses más escondida en un mundo de depresión y oscurantismo, con una vida sencilla y huraña, Andrea recibió una llamada, de Utah. La familia Whitaker se puso en contacto con ella. Hablaron muy brevemente. No había maldad, rencor, ni desconfianza en esa llamada, solo empatía y un intento de apoyarse mutuamente.
Las llamadas se repitieron más asiduamente. Incluso Andrea decidió viajar allí y conocer a su familia un fin de semana.
Se quedó embriagada ante el mundo de la arqueología de Cameron que le mostraron orgullosos.
Volvió a casa de su madre con un ánimo renacido. Empezó a leer cosas sobre arqueología, visitar algunos museos. Su madre y sus hermanas la apoyaban en todo. Hasta que poco tiempo después se matriculó en la universidad para comenzar estudios serios sobre la materia.
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Un oficial llamó a su puerta. Le entregó un paquete. Ha llegado de Egipto, dan por concluida la investigación. Aquí tiene su móvil.
Andrea lo dejó en un cajón, sin encenderlo si quiera.
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Un día charlando con nuevos amigos, un compañero comentaba como había recuperado un objeto perdido gracias a su móvil, el cual reveló la ubicación donde había estado la noche anterior.
Un flash de ideas golpeó su cabeza
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Ese mismo otoño viajó a Egipto, a la misma ubicación que un amigo informático le había dado revisando su móvil antiguo.
No encontró nada. Buscó y buscó. Pero no fue capaz de encontrar aquella pirámide.
Sin embargo, se dirigió al mirador de Al Quanayat. Esta vez con un mejor aspecto, una salud más fuerte y ropajes más preparados, pasó una noche mucho más placentera.
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Varios años repitió este proceso viajando a Egipto.
Su madre murió de mayor. Las llamadas de la familia Whitaker también cesaron un día. Sus hermanas murieron posteriormente, mientras Andrea se sentía tan sana como siempre.
Sus compañeros de clase también fueron muriendo. Y sus sobrinas envejecieron por delante de ella misma. Y las vio morir también. Al igual que a las hijas de sus sobrinas. Y a todas y cada una de las personas que fue conociendo.
Perdió la noción del tiempo en sus múltiples viajes a Egipto.
Dejó de juntarse con personas para relacionarse solo con libros.
La gente dejó de saber quien era.
Pero la burocracia y el sistema empezó a hacerse preguntas, para las que ella misma no tenía respuestas.
Con una sensación eterna de miedo interno ante lo que sucedía, los pensamientos de Andrea se difuminaban como un puñado de arena en un foso de agua.
Producto de esa sin razón, Andrea viajó nuevamente a Egipto. Luchando contra todo el cuestionario burocrático "este pasaporte no debe estar en regla" "pone una fecha de nacimiento errónea" "personas de tal edad no deben volar"
Finalmente lo consiguó. De memoria encontró aquel mirador. Allí enterró su anillo colocándolo sobre una falange huesuda que asomaba de aquel monton de arena. Allí se durmió.
¡Master!
Lo primero, nada de nada, de veras. Uno se implica porque la partida mola, si no de que. ¡muchas gracias a ti por invitarme! y por como la has dirigido, el ritmo, la adaptación y todo. Ha estado super guapa. De 10 : D.
Para lo del epilogo, claro que tendrá que caer uno : D. Tengo una propuesta a ver que te parece… he escrito uno para Whitaker en dos partes, una que responde a los últimos posts de Andrea y liga con el ultimo que pusiste del grupo de incautos en 2080 :D... y otro respondiendo a que les pasa a esos.¿Cómo te cuadraría si los recolocamos? Puedo poner el epilogo de Whitaker, luego posteas ese mismo del grupo de incautos, y luego posteo la respuesta ¿funcionaria?
(estos epílogos, los hacemos visibles pa todos, no?)
Me parece una idea fantástica.
De hecho, tras leer el magnífico epílogo de Andrea, creo que modificaré la fecha del grupo que visita tu pirámide para 2100 en vez de 2080. Cuando postees tu la primera parte, yo posteo la del grupo, y después irías tú con la parte final y nos va a quedar un final... ¡de película!
¡ Perfe ! Ya te digo :D. Es que el epilogo de Andrea esta muy guapo. Le doy un repaso a lo que tengo yo para asegurarme de que no lo estropeo : )... y te posteo el primero luego si me da tiempo.
Sin prisa, y menos ahora que estamos ya en el final.
Desde la oscuridad, el nuevo señor de la pirámide de Atón veía como la silueta de Andrea avanzaba por el túnel, hasta detenerse un instante…
- Gracias… Cuidate, Doctor… si tienes alguna petición, la cumpliré…
En ese momento, algo se removió. Algo sencillo, algo… ridículamente humano surgió en su mente. Mamá. Una avalancha de imágenes de la familia de Cameron J Whitaker, de sus tíos, de sus veranos en Scofield jugando con sus primos. El olor a humo en la ropa de su padre, Nicolas. Su madre esperándolo en el rancho.... banalidades... simplezas... distracciones en la mente de un ser que transcendía la muerte y el tiempo. Y, sin embargo, por un momento, el todopoderoso Protector de la Luz, el guardián de las hijas del Sol temió no poder controlar el impulso, la ¿emoción?. Los recuerdos de Whitaker se revelaban, su cariño, un torrente de experiencias insignificantes para el mundo pero valiosas para él, lo que le definía, el amor, cada sentimiento coleccionado con cuidado en su interior luchaba por sobrevivir. Como David frente a Goliat, se batían por reclamar su espacio en la mente de ese ser, y no ser olvidados bajo el peso de Dios, la Humanidad y el Tiempo. Desconcertado, casi forzado, Modei Akhet-Ha levantó tímidamente la mano con la palma extendida. Un gesto de despedida. Un gesto secreto, invisible que decía adiós en la oscuridad, esforzándose por no gritar que cuidara de su madre. Al verla marchar, el joven giró la muñeca con suavidad a la vez que la salida del túnel se cegaba de arena, y caminó hasta el trono con lágrimas en los ojos.
Al sentarse, sus pensamientos parecieron perderse en el aire, y el peso de la Verdad comenzó lentamente a acallar el remordimiento de un humano dando paso a la seguridad, a la calma de los fanáticos y con el transcurrir del tiempo, a la determinación de un Dios. Tras un tiempo, una luz volvió a crepitar desde el centro del doble circulo de jeroglíficos. De repente, la pirámide despertaba. Raíces de arena se alzaban desde el techo de la sala Norte enmendado la heridas en la tierra y cerrando toda conexión con el mundo. El sonido de la tierra removiéndose se entremezclaba con el bufido de animales rabiosos. En la oscuridad, túneles vacíos y cámaras húmedas y frías. El sonido de grava cayendo de paredes que se pulían lentamente, y el chirriar de bloques de piedra y dagas que se arrastraban por la roca, recolocándose. La sangre y los cadáveres desaparecían hechos humo, pero los jeroglíficos permanecían. En una sala en particular, llena de humedad, se oía correr el rumor del agua al fondo cuando un portapapeles de cuero con las iniciales CJW grabadas en la portada se convertía en polvo. Mientras Modei Akhet-Ha contemplaba la luz, inmóvil, perdiendo poco a poco su humanidad., en la cámara de entrada se iba delineando finamente una hendidura en la pared. Nacida de su pura determinación, la marca de la obsesión. Una nueva inscripción avisaba a los hombres “Genua in Lumine Dei”
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Como una estatua de carne y hueso, Modei Akhet-Ha perduró en las entrañas de la tierra, consumiéndose día a día en la contemplación de la luz. El tiempo transcurría en suspenso, en un bucle ritual. Un joven inmóvil. Una sala adornada con un trono de oro. Dos líneas de jeroglíficos que delimitaban un altar en el suelo de roca. El mismo ritual tenia lugar cada solsticio de verano, a cada rotación de la Tierra sobre el Sol. El joven se acercaba al centro de la sala donde una minúscula llama crepitaba en el altar. Introduciéndose en el circulo, el fuego se arremolinaba a su alrededor, alimentándose, y crecía hasta formar una gran llamarada. El joven se retiraba sin hacer ningún gesto. Sin dejar escapar una palabra, retomaba su lugar en el trono y clavaba de nuevo la mirada en el fuego con avidez. Protegiéndolo de todo mal. Lo veía crepitar perdiéndose en un mundo más allá de los vivos, obsesionado. Veía la llama disminuir de fuerza día a día, mes a mes, debilitándose. La claridad daba paso al atardecer hasta convertirse en la penumbra del invierno y la casi total oscuridad. 80 veces se había repetido el ritual en les profundidades de la tierra, hasta que un día...
De repente se escuchó un ruido seguido de un chasquido de lengua.
- Matt, te dije que tuvieses más cuidado - dijo casi susurrante una mujer.
- Deja de quejarte Koraline, hemos llegado muy lejos como para que reproches eso - contestó con tono seguro un hombre.
Las siluetas se deslizaban entre las sombras de aquella fría cueva mientras voces de asombro revelaban que algo acababa de ser descubierto.
- ¿Seguro que es ésta cámara? - comento de nuevo la mujer.
- No hay duda, debe ser aquí... pero entre tanta nieve es imposible verlo - aclaró una tercera persona que también estaba allí.
Uno de ellos empezó a retirar nieve en grandes cantidades.
- No hay duda es aquí... y pensar que hace 80 años este lugar estaba debajo de un desierto - comentó uno de los más curiosos.
- Deja de aburrirnos con clases de historia listillo, todos sabemos que tras la 3ª Guerra Mundial el invierno nuclear asoló todo... pero aquí hemos venido a por una sola cosa, a por el Sol de Ra - dijo el tipo que parecía más nervioso y ansioso por avanzar.
Aquel que parecía liderar la expedición empezó a examinar todo con máximo detalle.
- Fijaos... debajo de la nieve aún se puede comprobar la piedra... los grabados... Incluso antes sin que lo supiéramos hemos atravesado un foso que ha quedado sepultado por el hielo - analizó.
- ¿Y murió gente aquí? - dijo la chica con tono triste.
- Eso me temo... de hecho lo que buscamos debe de estar aún en el cuerpo de uno de ellos - sentenció el líder de la exploración.
Tan solo necesitaron varios minutos hasta poder dar justo con lo que estaban buscando.
- Fijaos... este esqueleto está justo al lado de la gran puerta... pobre alma... a saber por qué habrá tenido que pasar.... -
- ¿Tendrá algo que ver con el otro cuerpo que vimos en el foso vacío de la otra sala? - comentó ella de nuevo.
- Es probable... o quizás de una expedición diferente... la putada es que este cadáver tampoco lo tiene... tendremos que seguir explorando las ruinas... -
- Maldita sea... nunca encontraremos ese colgante... para colmo este lugar antiguamente estaba plagado de trampas y no sabemos si aún hemos dejado alguna sin activar - con sumo cuidado el grupo abandonó la cámara para seguir con sus fines... ¿cuáles serían? Quizás eso forme parte de otra historia... una historia donde Modei Akhet-Ha era el espectador.
Todo tuyo Doc ;D
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2100
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… algo perturbó al guardián de las hijas del Sol.
hemos venido a por una sola cosa, a por el Sol de Ra
… por primera vez en 8 décadas, Modei Akhet-Ha giró la cabeza a su izquierda. Intentaba readaptarse al mundo de los vivos, al lenguaje del espacio y el sonido. Permaneció un minuto observando el pasillo que conectaba con la puerta de entrada. Escuchaba el alborozo de los hombres, mirando el pasillo con las pupilas dilatadas y los ojos fijos de un ave rapaz…
... la putada es que este cadáver tampoco lo tiene...
El Protector se levantó caminando lentamente hacia la puerta. Quedó de pie, mirando la madera por la que entraban las voces de unos jóvenes. Voces de ladrones. Voces ignorantes. Infieles. A contraluz, proyectaba la sombra de un joven apuesto, pero su mirada era profunda, sabia y dura. Sin maldad, pero inflexible. Inclemente. Sin un lejano atisbo de sonrisa, o de empatía. El ruido que tanto le había perturbado tiempo atrás, el apego a su pasado humano, a sus recuerdos, a su fragilidad no era ya sino un rumor enterrado en la parte más profunda de su mente. No parecía un hombre. No era humano.
... nunca encontraremos ese colgante... aún hemos dejado alguna sin activar…
Ahora, despierto. Modei Akhet-Ha podía sentir como un clavo en su cuerpo los techos derrumbados de la parte Oeste de la pirámide. El túnel que habían escavado hasta el pasillo Sur. El latido acelerado de sus corazones
taptap… taptap... taptap… taptap...
No era ajeno a la devastación que había provocado la guerra en el mundo, al afán de autodestrucción de los hombres. Eso solo redoblaba su determinación. Su inflexibilidad. Mirando a la puerta, alzó sus dos brazos lentamente formando un circulo y todo el complejo empezó a temblar levemente primero hasta que - BRRRRRRRRRR. Lejos del Santuario, el túnel de entrada se derrumbaba estrepitosamente cerrando la única salida. Tras unos segundos de calma rotos solos por algunos gritos ahogados, el Protector de repente bajó los brazos, cerrando con fuerza sus puños y haciendo un movimiento de cadera lanzándose hacia el suelo, como si tirara de un gran peso hacia abajo. La planta entera de la pirámide del Sol empezó a hundirse en la tierra - ffffffffffffffffff. En realidad, solo se oía el chirrido de la fricción y estruendos lejanos. Nada cambiaba cerca del santuario, pero la sensación de estar cayendo era inconfundible en la boca del estomago. Más lejos, las partes del complejo que fueron derruidas por el azote del tiempo y de la guerra se remendaban. El suelo y las paredes se hundían a la misma velocidad, mientras que los tramos derrumbados lo hacían más lentamente, recomponiendo el espacio. En medio de una lluvia de escombros, toneladas de piedra se recolocaban esculpiendo casa sala, cada cámara y cada inscripción. Entre chillidos de terror provenientes del otro lado de la puerta, el movimiento se fue desacelerando hasta que Modei Akhet-Ha relajó sus brazos. En la calma que siguió, pudo escuchar gritos y sollozos al otro lado de la puerta. Debilidad. Recuperó su posición en el trono. Impasible, esperaba a que esos hombres aceptaran su destino. Los lloros, finalmente, dieron paso al silencio.
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- aaaaaaaaaaaaarggggghhhhh
- ¡¡noooooooooooo!! ¡ maaaatttttt ¡ ¡¡¡maaaaaaaaaaaaaaatt!!! ¡¡nooooooooooooooooooo !!
Aullidos sordos, lejanos, se filtraban por la roca hasta llegar al Santuario. Modei Akhet-Ha giró la cabeza en dirección a los gritos. La prueba había comenzado. Que se revele su naturaleza.
- Genua in lumine Dei.
La figura se levantó y se acercó al fuego. Era una voz plana. Dura. Fría. La luz bañaba las facciones de un apuesto sacerdote, vestido elegantemente, con ojos negros perdidos en las llamas. A su espalda, la sombra deformada de una bestia, la silueta del chacal de Anubis, se proyectaba a lo largo del trono de Atón.
Ambos, la luz y la sombra esperaban al hombre. Ahora, debían luchar.
y ahora si... cooooooor-TEN ; )