Pasaste la tarde escuchando música en tu habitación y jugando al Monopoly, con la absurda esperanza de que la tormenta amainara, aunque siempre te dabas de bruces con la realidad: - Es un huracán, idiota. ¿Cómo va a amainar de repente y salir el sol? - Antes de cenar, en un irracional impulso, decides telefonear a Filo. Al marcar su número, descubres que la línea telefónica está innoperativa. En lo más profundo de tu corazón sientes una llama de alivio cuando te es imposible hablar con él. Este sentimiento te plantea dudas. Frustrada, caminas por la casa, haciendo visible tu hastío, pero nadie te hace mucho caso. Te molesta que ya no te digan que cambies la cara, que participes o que cambies de amigos. "¿Me están dejando como causa perdida?", te preguntas.
Al parecer, el día no resulta tan malo como esperabas. Te avergüenza un poco haber tenido esas expectativas de pasar un día con tu familia. El único incidente, por llamarlo de alguna manera, y que te trae de vuelta al motivo de pasar el día en casa, es que Stacy te dice que la puerta está bloqueada y no puede abrirla. Quizá una filtración de agua ha hecho que la madera se ensanche, pero decides llamar a un cerrajero. Dudas que haya alguno disponible para acudir con esta tormenta, pero la línea telefónica, como dijeron esta mañana en los informativos, está caída.
El libro es una fábula curiosa. Trata de Quinto. Quinto es un conejo con una especie de habilidad sensitiva. Ve unas visiones acerca de una amenaza sobre la madriguera donde reside, así que mientras la mayoría de conejos lo toman por loco, consigue reunir un grupo de amigos con los que huirán. En su periplo viven muchas aventuras, donde lidiarán con las miserias y las grandezas que conforman las sociedades. - Dios mío... - Dices cerrando el libro marcando la página con el dedo y volviendo a ver los amigables conejos de la portada. - Pensé que era un libro infantil.
Por la tarde, la cosa se complica un poco, pues, seguramente debido a algún problema de filtración de agua o algo así, la puerta está bloqueada y no podéis salir, y la línea telefónica se ha cortado, te dice Ted. Tendrás que dejar el bajar al sótano a hacer la colada para mañana, pero no es problema.
Extrañamente, te tumbas en la cama pero no consigues dormir. El sueño desaparece. No haces más que recordar a Catherine y preguntarte si hiciste lo correcto. Además, como una jugarreta del destino, en el walkman suena "The perfect girl", de The Cure. Pasas todo el día entre taciturno y melancólico. "¿Debería telefonearla?" Te sientes al borde del abismo. En el fin del mundo, donde rendir cuentas. Donde se supone que están todas las respuestas, pero no hay nada. Sólo dudas.
Por la tarde, antes de la partida al Monopoly, parece que la línea telefónica se ha cortado. "Ya no podré llamarla", te dices, aunque en el fondo sabías que no lo ibas a hacer. Fuera, llueve incluso más que antes. Eloise no os deja tregua, y según te explica papá, algo como una filtración de agua o algo así debe haber ensanchado la madera de la puerta y es imposible abrirla sin romperla. - Afortunadamente, tenemos pizzas en el congelador. - Dice, provocándote una sonrisa.
Gran selección de películas. Alguien voló sobre el nido del cuco genial!!!
Sin más, mi personaje no hace anda más que leer. :)
Esto es a lo largo del día-intro, o al día siguiente por la mañana?
Ted no se da por vencido fácilmente, y con mucha mano izquierda (no en vano es el abogado con más proyección de Clark, Duncan & Pinewood) consigue sus propósitos para el día en familia: películas, juego y pizzas. Y otros, no aptos para oídos de sus hijos.
-Una lástima que la puerta esté bloqueada y no hayas podido salir, Stacy.* He intentado llamar a un cerrajero, pero el teléfono no funciona -Ted se encoge de hombros y mira por la ventana, a la sólida cortina de lluvia y viento que parece engullir al resto del mundo. -Seguramente cuando remita la lluvia la madera se deshinche y podamos salir sin problema, pero no será hoy. -Qué cosas, ¿eh? El día en familia podría no acabar nunca...
La broma no le ha hecho gracia ni al propio Ted ni siquiera.
*Indicación del dire, no ocurrencia propia...
Los sentimientos que me embargaban eran demasiado contradictorios… ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado?
Pasar el día con mi familia no tenía porqué ser tan difícil, al fin y al cabo me recordaba a los viejos tiempos en que todo parecía tener otro color y mi relación con los otros, sobre todo con mi padre y Stacy, era buena pero, algo en mi interior me impulsaba a comportarme de la forma en que lo estaba haciendo de un tiempo a esta parte. Todo me parecía mal, todos estaban en mi contra, buscaba una identidad que no encontraba, quería ser mayor e intentaba comportarme como si lo fuera, sin embargo… Sin embargo sabía que en el fondo sólo era una pobre niña asustada que seguía necesitando la atención de los suyos, aunque nunca lo iba a reconocer. No, desde luego que no iba a mostrar una debilidad semejante.
Por ese motivo, a pesar de la reticencia a ver la película con mi padre y mi gemela, me pasé casi todo el tiempo bufando mientras las imágenes y las canciones se sucedían en la pantalla aunque, de vez en cuando, se me olvidaba mi mal humor habitual y prestaba atención a lo que sucedía en la película que, otra cosa que tampoco reconocería nunca, me estaba resultando incluso algo entretenida, algo que no demostraba con mi posición indolente en el sofá. En ningún momento se me ocurrió participar de las esporádicas conversaciones que se mantenían entre mi padre y Stacy, a no ser para soltar cualquier resoplido o mascullar cualquier burrada por lo bajo.
Pero estaba claro que no me iban a dejar tranquila en todo el día. Mi padre había decidido que aquel iba a ser un día familiar, aunque a esas alturas y después de tanto tiempo pasando de nosotros me parecía una estupidez, y lo intentaba a toda costa, aunque fuera con aburridas sesiones de juegos, películas u obligándonos a comer todos juntos.
Y para colmo tenía que ser yo la ganadora del puto Monopoly. ¿Por qué la gente era tan absurda? Alegrarse por una tontería como ganar a un estúpido juego que no aportaba nada de interés a su monótona vida.
El tiempo que duró aquella tentativa de recobrar una vida familiar feliz, y mientras no me mantenían ocupada con tontería como películas infantiles o juegos aburridos, lo pasé igual que si fuera un animal enjaulado. No dejaba de mirar por la ventana esperando que aquella tormenta, o más bien huracán, pasara en cuestión de segundos, algo imposible a no ser que existieran los milagros. Paseaba como un alma en pena por la sala, con los sentimientos contradictorios golpeándome una vez más, sin entender el porqué ya nadie me prestaba atención y esperando que no se dieran por vencidos conmigo. Apenas crucé alguna palabra con los miembros de mi familia y, cuando alguien se dirigía a mí, la mayor parte del tiempo contestaba con monosílabos o con bufidos. Desde luego mi comportamiento no conseguía que mi vocabulario aumentara.
Entraba y salía de mi cuarto aburrida, sin saber muy bien en qué ocupar el tiempo. En un momento determinado me dio por llamar a Filo, dándome cuenta al comprobar que no había línea telefónica que en el fondo lo había hecho más por compromiso que porque de verdad me apeteciera hablar con él. Esa relación me iba a traer demasiados problemas, era consciente de ello, pero tenía miedo dejarle porque sabía de lo que era capaz.
La cena no mejoró mi estado de ánimo, a lo que tampoco ayudó el sonido de los truenos, del viento y de la lluvia que seguía golpeando con fuerza los cristales. Si tenía que pasar un día más como ese domingo acabaría pegándome un tiro. Desilusionada, frustrada, aburrida, agobiada y, sobre todo, enfadada con todo y con todos, me encerré de nuevo en mi cuarto para escuchar música que me permitiera conciliar el sueño. Sólo esperaba que al día siguiente el huracán hubiera pasado y con él ese estúpido intento de volver a la felicidad de antaño.
Me había sentido mal todo el día. No me alegraba para nada las actividades familiares y si bien me quedé a ver las películas y jugar al Monopoly mi cabeza estaba en otro lado, o mejor dicho en otra persona.
¿Que estará haciendo Catherine ahora?... Seguro la está pasando mejor que yo.
El corte telefónico fue relativamente oportuno. Yo sabía que no iba a llamarla pero necesitaba un poco más de motivación para asumir que sin importar lo que pasara no iba a llamarla.
Más adelante lo que terminó de frustrarme fue la puerta. Supongo que era extraño para alguien que no había salido de casa en los últimos días, pero quedarse encerrado allí no me hacía mucha gracia. A pesar de todo logré pasar una tarde relativamente interesante y a eso de las 11 de la noche ya estaba totalmente dormido.
Pasamos a la proxima escena entonces :D
Descubrir aquel libro entre tantos fue todo un hallazgo y a la vez un tanto aterrador, no recordaba a ver comprando semejante ejemplar y no sabia quien pudiera haberlo hecho. -¿Stacy? Impensable, no es el tipo de libros que lee ella, Ted ni siquiera tiene tiempo para el ocio. Alex... bueno es difícil saberlo. Tal vez fuera de Dorothy ahora que estaba en la etapa donde todo le parece un fastidio y prefiere deprimirse a compartir sus problemas, pero que problemas puede tener una preadolescente. Suspire por instante buscando su cara y anhelando días mas felices. -Al menos es un libro de superación, espero.
Disfrute brevemente la sonrisa de mi hija al ganar aquel juego y la compañía de todos ellos en ese extraño domingo. El día transcurrió sin muchos mas sobresaltos que el crujir de la madera, el silencio del teléfono y los truenos de fuera. Deje que fuera Ted quien llevara el mando y hablara por ambos, para que los niños no olvidaran que él también es alguien muy importante para todos y me ocupe de que recordara por que nos casamos.
Había sido un día extraño, un domingo de los que hacia mucho no veíamos y lo había disfrutado, era refrescante ser una familia unida una vez mas. Al menos hasta que el trabajo de Ted y las hormonas de Dorothy volvieran a recordarme que no duraría para siempre.
Hay algo de lo que toda la familia Kramer se dio cuenta en silencio ese familiar día de domingo durante un par de segundos, y es que todos se durmieron exactamente a las 11:00 de la noche de manera repentina. Una súbita somnolencia les nubló la consciencia y todo se volvió negro...
SEGUIMOS EN EL NIVEL 2.