Partida Rol por web

Ted recorrió livianamente el abrumador camino que los llevó a lo alto de la torre. Había tantas cosas nuevas, desde los impresionantes volúmenes a la miríada de extraños seres desperdigados por allí, que era difícil, simplemente, mantener un hilo consistente con la realidad. Es decir, con su realidad cotidiana de trabajo en el bufete, recorridos en metro, cerveza en casa y partido de los Yankees el domingo. De hecho, aquello le parecía tan irreal ahora...

Por eso, si bien la presencia del pequeño ser que recordaba a una niña apenas lo sorprendió. Ni su voz y ademanes, algo ajenos a aquel cuerpo, o así se lo pareció.

-¿Eres tú quien ha construido todo esto? ¿Quien ha traído aquí a todos esos... seres... y a nosotros?

No podía moverse prácticamente nada, pero daba a entender que se refería a la torre, a la nave en la que habían llegado, y a los cuerpos desparramados por la inmensa superficie.

Ted no tenía miedo, y la criatura tampoco parecía tenerlo, ni parecía amenazadora. Tal vez ya era tarde para sentir miedo o tomar precauciones. Solo quería... Saber, saber dónde estaban. Y que la remotísima posibilidad de que todo aquello fuera un mal sueño se cumpliese, y poder acompañar a sus hijas al colegio al día siguiente, e ir a ver el próximo torneo de lucha de su hijo, y hacerle el amor a su mujer...

No entendía demasiado bien lo que el humanoide acababa de explicar, así que aguardó callado, esperando más detalles. Ya ni siquiera sabía si podrían volver a... si habría algún sitio al que volver.

- Todo, absolutamente todo, está vinculado a mí de una extraña manera que ni yo mismo soy capaz de entender. Mi consciencia es como un tapiz en blanco que absorbe y se alimenta de todo pensamiento y estímulo con el que se encuentra. - El Alto Arquitecto se queda unos segundos con la vista perdida, como si reflexionara sobre este tapiz en blanco. - Pero en ocasiones, - continúa, volviendo su atención a vosotros y abiendo su mano. - surge una pequeña idea, algo infinitesimal..., un pequeño punto negro en ese tapiz inmaculado. - En la mano extendida aparece un pequeño punto negro de energía negra (a la que denominaremos antimateria). Es como un diminuto agujero negro que parece absorber el espacio a su alrededor y crece poco a poco. - Da igual el tamaño del tapiz blanco. Todos tus sentidos, toda tu atención se concentra en ese pequeño punto que va creciendo y devoranto todo tu ser... hasta que ya no queda más que una sobrecogedora oscuridad. - En este punto, el agujero de antimateria ha crecido hasta formar una elipse del tamaño de un humano. - Hace un tiempo surgió una idea así en mi cabeza... Habéis descubierto que lo que creíais ser no era más que una ficción. Pero desde entonces habéis luchado con criatura más allá de vuestra imaginación y habéis surcado el espacio hasta llegar a mí. ¿Queréis hacerme creer que no os habéis dado cuenta de la falla en la ecuación? El punto negro en mi consciencia fue la idea de que nada de esto es real. ¿Y si no soy el ente autónomo que creo ser? Y en el caso de que vosotros en alguna forma o nivel fueseis reales... ¿quién nos dice que somos seres autónomos y no simples marionetas en las manos de titiriteros caprichosos?

- Esta torre siempre ha estado aquí - Continúa el Alto Arquitecto. -, no la he creado yo ni sé quién lo hizo, aunque sé que ha sido así. Desde este lugar sé lo que está pasando en todos los rincones del espacio y el tiempo, e incluso puedo manejarlos a mi antojo. Digamos que soy un trasunto de lo que llamáis "Dios", pero vosotros habéis llefado a mí, al igual que todos estos seres que hay a mi alrededor y han venido aquí buscando respuestas durante infinitas eternidades, yo les ayudé a alcanzar un nuevo plano. Lo que encontraron más allá, sólo ellos lo saben. Ahora, sois vosotros los que aparecéis aquí, como heraldos portadores de un mensaje dirigido a mí, justo cuando mi idea... - Refiriéndose al punto negro. - ha alcanzado su punto álgido.

Estaba confusa, muy confusa. Todo aquello que decía aquella niña, sonaba tan inverosímil como plausible, si tenemos en cuenta por lo que habíamos pasado hasta entonces.

-Pero no lo entiendo. -Realmente no sabia siquiera que preguntarle o como hacer la pregunta adecuada. -¿Dices que nos has creado y a todos los muertos de aquí también? ¿Que han transcendido? ¿Como buda? ¿Y que nuestra... cultura desapareció hace mucho? ¿Entonces tu creaste la tierra también? -Mire a mi familia totalmente incrédula.

-Y que pasa con esa nave o con el Zoo. Que paso. Para que vivíamos en una realidad impuesta por ti, nos liberaste y nos hiciste sufrir tanto hasta llegar aquí... -En ese momento solo podía ver ha aquella criatura delante de mi y sentir como crecía mi impotencia. - Porque darnos una vida pasada tan... maldita sea, porque si no soy real o mi vida no lo es, porque recuerdo la muerte de Roy, como ese cerdo hizo lo que quiso y yo... -Apreté mis manos con rabia al recordarlo. -Para que a servido todo esto! ¡Para que a muerto mi hijo! -Lance la mano a un lado con la palma abierta, estaba indignada y aquella conversación, no estaba dando las respuesta que quería.

- Joanna, ¿verdad? No, yo no os he creado. No he creado a ninguno de estos seres que veis aquí, pero sí he influido en su devenir, a veces, de manera consciente y otras, sin saberlo. Debes entender que algunos aspectos de las pequeñas intrigas de los seres vivos son nimiedades para mí. Estoy aquí de la misma manera que lo estáis vosotros, pero por alguna extraña razón, poseo cierto control sobre todo, y conocimiento instantáneo de todo aquello que sucede. Esto no significa que preste atención a todo ello. Lo que tú o tu familia consideráis un tema insignificante o trascendental, no tiene por qué coincidir con lo que yo siento. De hecho, sois muy importantes para mí. Tanto, que en cierta forma llevaba largo tiempo esperándoos sin saberlo. - En este punto, el Alto Arquitecto camina distraídamente entre los cuerpos del suelo. - He empujado al universo a que siga su propio camino, Joanna. En él han arraigado y se han extinguido numerosas formas de vida. Alguna de ellas decidió conservar una muestra representativa de aquellas especies que iban desapareciendo. Vosotros lo llamáis zoo. - Hace una pausa para que lo asumáis y sigue hablando. - Como he dicho, la especie humana dejó de existir. Tan sólo quedáis vosotros, creados a propósito para ello. Lo que para vosotros pensabais que era un día único, un domingo lluvioso en Nueva York, se ha ido repitiendo una y otra vez. Al final del día, vuestra memoria era borrada y vuestros cuerpos artificiales, reparados o sustituidos por otros, si ya estaban muy deteriorados. Así durante décadas. Nunca existió Roy, Joanna. - Ahora mira a Ted. - Ni Glen. Ni Filo ni Darek. - Dice mirando a Dorothy y Stacy. - En efecto, Alex ha muerto, pero todos vosotros habéis muerto miles de veces, y vuestros cuerpos reparados. Cada día, al caer la noche... moríais.

- ¿Y... y porqué pudimos salir de allí? ¿De ese zoo? - Dice, con voz metálica, Dorothy.

El Alto Arquitecto camina y se sitúa frente a ella y con una misteriosa sonrisa en su boca, sus ojos parecen brillar con un extraño fulgor durante los aproximadamente cinco segundos que permanece en silencio.

- Parece que hubo alguna avería imprevista y alguna especie violenta acabó con vuestros... carceleros. Así los llamaré.

No podía hablar, sólo escuchar. Todo le parecía profundamente absurdo. Lo que contaba aquel ser era absurdo, y sin embargo era una explicación tan plausible y sencilla que no cabía otra. Los extraños sueños, las estancias abandonadas, las "réplicas" de ellos mismos en aquellos tubos... Las palabras de su mujer casi le hicieron llorar de rabia y de impotencia.

Nowhere to run... Había oído la canción sólo unos días antes de aquel lluvioso domingo, en una emisora que nunca oía, en una estación de servicio que casi nunca visitaba. JJ Cale. Se quedó con el nombre porque le su sonido pantanoso, embriagador, y se quedó con la letra. Ahora venía como anillo al dedo. Pero, quizá, nunca estuvo en aquella estación. Ni JJ Cale había existido jamás...

-Quizá no. Quizá no seas real. Ni nosotros. Ni nada. O sí. En todo caso, no eres Dios, si no construiste esta torre ni sabes quién la hizo ni cómo llegaste aquí.

Le sorprendió oir su propia voz. Sonaba bastante lúcida y entera, para lo que llevaba encima. O tal vez sería por eso. Notó que las maneras del juzgado querían aflorar. Estaba compeltamente fuera de lugar adoptar la pose y la actitud del abogado. Bah, de todas formas ¿no estaba todo fuera de lugar a aquellas alturas?

-Pero la duda... La duda que existe da un matiz de verdad a todo. Lo irreal no se duda; sólo se duda sobre lo real. Sea como fuere, da bastante igual. Dices que, en cierta manera, nos esperabas... ¿por qué?

- Porque sois portadores de un mensaje, como ya os he dicho. Un mensaje destinado a llevarme a un nuevo nivel de realidad y borrar los miedos al daño que mi desaparición provocaría en este plano de existencia.

El Alto Arquitecto camina hasta colocarse frente a Ted, a un metro escaso.

- La destrucción de todo el universo que creemos real y que de alguna forma, se alimenta de mí.

Ahora, se gira y se aleja un poco, para volver a mirar a los cuatro miembros que quedan de la familia Krammer y decir, alzando la voz un poco más de lo normal:

- Lo que os ofrezco es tomar mi mano y acompañarme a un nuevo plano... Descubrir qué hay tras el velo. También tenéis otra opción, quedaros en este universo que se extingue dormidos plácidamente en mi palacio y desaparecer como aquello que hayáis decidido ser. En vuestro sueño, el tiempo no funciona de la misma manera. Un solo segundo aquí puede ser un período de varios años en vuestro apartamento de Nueva York, al que regresaríais, y podríais seguir con vuestra vida normal pero esta vez, las cosas irán mejor. Seréis una familia unida. Os enamoraréis. Veréis nacer a vuestros hijos y nietos. Moriréis con vuestros seres queridos alrededor y renaceréis para enmendar cualquier posible error que hayáis cometido. - El ser hace una pausa y continúa. - Ahora, decidme.

Ted se conmovió imaginando una vuelta a la confortable realidad de su hogar en Nueva York, en el Dakota. Fue evidente para toda la familia. Las ajetreadas mañanas llenas de tráfico camino del Lower East Side, los competitivos chascarrillos de los compañeros del bufete, los sandwiches de Gerald's para almorzar, los desquiciados discursos de Reagan, dejarse caer en el sofá con una copa ante la tlevisión y ver esa nueva serie, Hill Street Blues...

Hubiera dicho que sí sin dudarlo, de no ser por una cosa. Por la consciencia. El hecho de saber que vivían una ficción lo cambiaba todo. Ted hubiera dado su alma por seguir viviendo su vida, falsa o no, de forma ignorante; pero supo inmediatamente que sabiendo que se trataba de una farsa, tarde o temprano se desquiciaría. Caería en la indolencia, el abandono, el relativismo más cínico. Como si Rick, el Bogart de Casablanca, se diera cuenta de que vivia una película y su vida no era más que unas cuantas líneas salidas de la cabeza de quién sabe qué guionista; todo perdería su sentido.

Una lástima.

Miró a sus hijas, y por fin a su esposa, Joanna, buscando su opinión con la mirada. Las seguiría donde fuera, y si decidían volver a su vida de ficción, lo haría gustoso con ellas. Sabrían apoyarse en los momentos en que la lucidez se hiciera insoportable. O eso esperaba.

Si, por el contrario, decidían seguir a aquel ser... Bueno, su cuerpo ya no servía de mucho, sonrió sarcástico; poco tenía que perder.

Por última vez, Ted deseó que todo aquello fuera un mal sueño.

Stacy mira a su madre, en silencio, depositando en ella el destino de todos. Dorothy hace la misma concesión.

Las palabras de aquella, en apariencia frágil, niña de tez verde me perturbaron. Si lo que decía era cierto y sonaba tan loco como plausible tras lo vivido, la opción de volver a casa, reunirme de nuevo con Alex e intentar hacer las cosas bien esta vez, ser realmente la madre que necesitaba que fuera, así como estar de nuevo a salvo con mis niñas y mi marido. Era una idea realmente tentadora, no importaba si fuera algo fingido, si puedo vivir feliz con ellos durante la eternidad y saber que seria feliz simplemente con esa realidad fabricada en donde las decisiones de cada uno serian para mejorar lo que nos rodeara para seguir disfrutando de la vida... Tal vez fuera suficiente.

Pero la mirada de Ted me confeso al instante que él no deseaba eso. Saber que es un simple sueño a la larga lo deprimiría y solo estaría mas triste, fingiendo por mi propio bien, sintiéndose como un pájaro en una jaula. Conocía bien a mi marido y no podía hacerle pasar por una eternidad así. De igual manera mis hijas se merecían algo real, es cierto que si durmiéramos, tal y como lo había entendido, ellas podrían crecer felices, vivir plenas vidas, tener familias, hacerme abuela y ser tan felices como quisiéramos. Pero una madre sabe que eso seria la elección que yo deseaba y no la que ellas elegirían. Stacy estaría siempre de acuerdo conmigo, aunque a la larga dudaría y Dorothy, mi pequeña luchadora, intentaría encontrar un lugar para ella misma e intentar seguir adelante, pero su personalidad tan fuerte como la de su padre se negaría una y otra vez a esa realidad consciente... Eran tan diferentes pese a ser idénticas...

Acaricie la cara de Stacy, mientras recogía su mano y camine hasta Dorothy, para tocar el hombro de Ted.
-Si estamos juntos no importa a donde vayamos. -Es lo único que dije. Mi elección hubiera sido distinta, pero sabia que mi familia no deseaba un sueño eterno en donde son conscientes de que están soñando una realidad fingida. Pero no me importaba, yo seria feliz haya donde fuera con mi familia. Sin importarme si alguna vez este sentimiento que a veces hace daño, era real o impuesto. Solo con la duda de si alguna vez en la tierra extinta y tan lejana en el tiempo, alguna vez existió realmente una familia Krammer tan unido como la nuestra.

- Así sea. - Responde el Alto Arquitecto, que ha entendido las palabras de Joanna.