Partida Rol por web

Las estacas se habían clavado en mi presa, así como había deseado.
-“Si tus hermanas son como tu, no habrá problema, pero por lo que leí no son tan bonitas, primor”- dije con una voz muy dulce.
-“Lamentablemente debemos de ir terminando esto, quizás algún día rencarnes o te revivan y podamos tener un affaire”-
Dije mientras levantaba mi mano derecha y el cielo se comenzaba a arremolinar oscureciéndose, mientras aparecían rayos de tormenta cada vez más cercanos, ocasionando fuertes truenos por todo el lugar.
-“Baila para mi!”- dije haciendo que un relámpago se formase y caiga justo sobre ella, cruzando a través de  las estacas, las cuales al ser de sangre conducían de mejor forma la electricidad a través del cuerpo de Medusa.

Intento enrollarme en mí misma como puedo, a la espera de refugiar alguna de mis partes vitales. Sin embargo, olvido el detalle de llevar nata joyería, y que los metales, son conductores, por lo que el rayo recorre prácticamente caa uno de los nervios que me componen haciendo que teng múltiples convulsiones, adoptando en distintas de ellas, posiciones muy graciosas. Las serpientes que adornan mi pelo están prácticamente ya todas muertas, al igual que comienza a verse músculo en las heridas que me agrava el calambrazo, y cientos de escamas saltan por los aires, despedidos desde mi cuerpo en mil direcciones erróneas. 

El resultado, era cada vez más evidente...

Mientras Medusa estaba en el suelo, siendo dañada, mi brazo comenzó a cambiar, la ropa pareció absorberse, la capa de piel se fundió con mi brazo izquierdo, comenzando a crecer y transformarse en algo alargado y musculoso, envuelto en pelos de color blanco y brillo plateado, mis uñas crecieron de una forma horripilante, convirtiéndose en garras de un color negro ébano.
Distintos humores parecían gotear de estas garras, haciendo que el suelo se corroa cuando las gotas lo tocaban.
Levante mi brazo para luego bajar un potente garrazo contra el cuerpo de Medusa…

La sangre goteaba lentamente de las distintas heridas que tenía alrededor del cuerpo, aún dos estacas me tenían prisionera, urgando en las hendiduras de cada uno de los puntos por donde estaba siendo atravesada. Podía sentir cómo fluía esa sangre caliente, oscura, prácticamente coagulada, en mil direcciones, removiendo mis nervios y músculos, causándome un dolor atroz.
Algunas de las serpientes que aún poblaban mi cabeza, despidieron un ligero brillo en sus escamas, de color rojizo, apenas un perceptible destello. 
Mis labios murmuraban algo en griego, mientras mis garras se clavaban con fuerza en el suelo, arrancando parte del ring.

De pronto, las sierpes comenzaron a agitarse en un hipnótico ritmo, mientras aleatoriamente sus ojos despedían llamativos destellos. 

- Aún no me has visto llorar lágrimas de piedra, colmillitos - Susurro sibilinamente. Alzo mi cabeza, despidiendo un destello ámbar que petrifica su garra instantáneamente, para instantes después exhalar un alarido estridente, que hace explotar los cristales de varias gafas de los presentes, así como algunas ventanas del recinto. Con la confusión del chillido, empiezan a brotar de mis lacrimales cientos de piedrecitas que pronto me rodean, e instintivamente, ocmo si tuvieran vida propia, se abrazan a mi cuerpo, reemplezando el lugar de las escamas, deshaciendo las estacas, y cubriendo las heridas. Por unos instantes parezco yo misma petrificada.

La habilidad de Medusa me había parecido de lo mas curiosa y a decir verdad me habías sorprendido, y para bien pues no quería ganar este combate sin dar pelea, una victoria era mucho mejor cuando te costaba, el riesgo de poder perder era emocionante y hacia nuevamente latir mi muerto corazón.
Mi brazo comenzó a moverse, hecho piedra, mientras se iba poniendo de color rojo y agrietando, entonces estallo, lanzando varias estacas de sangre contra Medusa, pera luego volver a su forma original hacia mí…

A medida que Drácula se deshacía de su brazo de piedra, regenerándolo de nuevo con sus artes oscuras, en el interior de lo que era mi estatua, las heridas que me había causado anteriormente parecían sanar. Sin embargo, las serpientes que poblaban mi cabeza, muertas la mayoría, no habían conseguido reponerse. 

Ahora, en mi cuerpo, había engarzadas no sólo gemas o escamas, sino también escamas de piedra, que protegían mi cuerpo de una forma más eficiente. La carcasa comenzó a quebrarse por la cabeza, asomando incialmente, las seprientes bailarinas, que esta vez, cambiadas de color, permanecían erguidas hacia arriba, con la lengua fuera, siendo el único órgano que se agitaba, parecían estar canalizando algún tipo de energía, o preparándose para uno de sus nuevos bailes. 

Las estacas de sangre que mi contrincante me había lanzado, estallaron contra la roca que ahora recubría mi cuerpo, ayudando a deshacerme de tan pesada carcasa. El resto, se desprendió como porcelana, deshaciéndose en mil añicos, a los pies del vampiro. Retrocedí hábilmente, casi golpeándole con la cola, a modo de advertencia. Mis jos seguían manteniendo aquel brillo ámabar, y las serpientes erguidas, habían vuelto a girar hipnóticamente, denotando una revitalización en mí. Sonreí, dejando entrever mis colmillos, y mi lengua bífida asomar entre ellos - ¿Seguro que no quieres un beso?

Las estacas salieron directamente contra la cara y torso de Medusa, comenzando a clavarse en esta mientras ella pensaba por qué sus encantos estaban fallando.

Varias se clavaron en profundidad, haciendo retorcerse a la reina de las gorgonas, mi brazo volvió a la normalidad y mientras las estacas se iban clavando comencé a bailar flamenco al ritmo del sonido que las estacas de sangre hacían al romper la roca y piel de la Gorgona.

Cuando se hubieron clavando todas, se formo una rosa de sangre en mi boca, la cual tome y lance hacia mi rival, mientras esta iba hacia ella, junte mis palmas, aplaudí 2 veces mientras golpee el piso con mi pie para decir:

-“Ole!”-

Por un momento, pareció que había recuperado las riendas de mi Destino (malditas Parcas). Sin embargo, ya sabía que haber vendido a mi hermana, tantos Siglos atrás, para que acabaran con ella y no conmigo, iba a tener su efecto. El Karma. Eso de lo que me había hablado ese hermoso panda antes de que lo convirtiera en mi peluche de piedra favorito, estaba sucediendo ahora... contra una sanguijuela homínida. 

Dejé que sus ataques me atravesaran el cuerpo, con una amplia sonrisa en el rostro. Parecía que cuanto más me golpeaba, más daño me hacía, más sangre emanaba de mi cuerpo, la sonrisa era más amplia. En una de estas, mi cuerpo pareció desincharse. Y algo muy extraño, comenzó a pasar. 

Mis movimientos se volvieron ágiles, mucho más ágiles, como si no hubiese usado toda mi habilidad en esta batalla. - Hay que dejar lugar a las nuevas generaciones, ¿no, colmillitos? - Decía mientras sentía punzadas por todo mi cuerpo. Desde dentro y por fuera. - Una cosa... Bailar no es lo tuyo - Le guiño un ojo. En mis rápidos movimientos, comencé a intentar esquivar algún que otro golpe, infructuosamente. 

-... Aunque no estás nada mal - Decía, mientras mi rostro se rasgaba con otro de sus golpes, que esta vez, nacía del interior de mi rostro. Su sangre estaba viva, y dentro de mí.

La rosa que lance impacto en Medusa, justo en su sonriente cara, para estallar en sangre caliente.
Pero eso no fue todo, pues apenas estallo, las estacas clavadas en ella comenzaron también a hacerlo, causando una reacción en cadena, haciendo que Medusa comenzara a bailar a un ritmo que no estaba acostumbrada, mientras yo seguía cada estallido con un zapateo de flamenco:

-“La verdad es que siempre me dijeron que era un gran bailarín”- dije haciéndole una reverencia en el ultimo de los estallidos…