Pues esa muchacha la veo aquí desde hace unos meses -te respondió-. Ha venido con un tipo, supongo que lo has visto. Creo que la protege. A mi no me importa que se acerque a mi bar, es más... la clientela es mayor desde que está aquí. Por lo que he oído es de más al sur, nada que ver por estas tierras.
Después de la intervención de de Gabriel, al que dirijo miradas pasivas, vuelvo a dirigirme hacia Bernardo
Me olía algo turbio, por eso he bajado con estas ropas tan vulgares, pero si no hay nada nuevo me volveré al catre. Amigo, debéis descansar, mañana continuaremos con este asunto. Nuestra habitación es la segunda de la derecha tras subir las escaleras. Me levanto de la mesa Comed algo si lo consideráis preciso y subid, el camino hacia el monasterio será agotador y debemos descansar.
Dicho esto me encamino a las escaleras y a la habitación a resposar
- ¿Y no os ha dicho nunca su nombre?. - Le pregunté?.
No señor -respondió-. Váyase a dormir, pues mi mozo y yo así haremos.
Entonces el tabernero se introdujo en la cocina, donde tenían otra salita y un par de camas.
Veis que el tabernero y el mozo se marchan a dormir. Se dirigen dentro de la cocina, donde tienen un par de camastros.
- Una cosa más y no le molestaré más, por favor. Aparte, del fallecido, obviamente, ¿ha pasado por el lugar algo fuera de lo común?. - Pregunté al hombre, antes de que se fuera a acostar.
Bernardo comerá alguna cosa, procederá con sus rezos nocturnos y se irá a dormir.
El tipo se fue ya. Sin más dilación y con la pregunta final en el aire, te dirigiste a las habitaciones de arriba, siguiendo la estela del hermano Bernardo.