Año 1
Aquí estamos en la corte, bajo los ojos del más distinguido regente hasta el más humilde de los pasantes.
Trovadores y dramaturgos despliegan sus tablaturas, escritos o narraciones
uno a uno ante la mirada atónita del publico lucen sus artes para lograr la apremiada fama.
¡Fantástico! Que variopinto festival.
Incluso las animas de los fantasmas ocultos en el velo del olvido se animarían a participar,
es un año de paz
y aquí esta criatura aversa de todo cadís se presenta humildemente ahora a agradar.
Ni dramaturgo, ni trovador y las miradas se comienzan a confesar.
¡Que el examine no puede sentir, qué no puede crear!
Pero este ser sostenido por huesos remachados y extrañas artes encuentra tu mirada en la multitud,
sonando en tu mente su respuesta antes de empezar.
Que los sentimientos son para las almas jóvenes, que la vida después de la muerte demanda olvidar
y quien no muere, sea en el más allá, todo sentimiento debe abandonar
porque así se crean las almas en pena
cuando lo único que te queda es recordar.
Pero no estremezcáis que aun no ha empezado la crónica que os voy a narrar.
Quinientos años atrás un hombre emprendería el viaje que hoy nos traería a todos acá.
A la sombra del Arcángel Miguel, pero con su estampa en el bolsillo, el investigador
Don Carlos de los Ríos emprendió rumbo hacia nuevos mares tras el Deviant dando con tierras inhóspitas
este continente.
"Misantro"