Partida Rol por web

Después de prestar atención a las indicaciones de Lu, así como después de preguntar dudas sobre un par de cosas que no tenían nada similar en nuestro mundo, finalmente quedo pactado los trabajos que realizaríamos allí.

Cuando decididos a investigar salimos y nos encontramos con los chicos no pude evitar hablar.

—Chicos, la verdad agradecemos la ayuda que nos están prestando, aún desconocemos mucho de este lugar.—Les agradecí mientras pensaba en el primer enfrentamiento que habíamos tenido con ellos, menos mal que no había llegado a más.

Finalmente nos detuvimos en la plaza a petición de Vastin y mientras lo sujetaba escuchaba como hablaba. Aun intrigada por la manera que habia ideado de volver a casa deje de prestar atención cuando Gakuto señalo y vi a Stella y Lion

—¡Claro que lo son!.—Respondí a Takuya y a Laius a la vez mientras empiezo a seguir a mi compañero en su carrera hacia ellos aun portando a Vastin

—Gracias a los bosques que estáis bien. —Exclamo en cuanto llego a ellos.—Estábamos preocupados de si Diego os encontraba primero.

Cuando Laius menciona el estado de Vastin elevo un poco el libro que llevo conmigo.

—Está MUY diferente.—Digo señalando con un dedo al libro.—Pero supongo que habrá alguna manera de que vuelva a su forma.

Los demás también se acercan a ellos, Momoyo en particular, se planta frente a Lionhardt, examinándolo con detenimiento.
—Pues sí, es demasiado igual, pero como que le falta algo...

—Mu columna —gimotea el enorme cruzado—. He perdido... la he perdido.
—Ah, eso, ¡le falta su hacha doble!

Aunque su cara no puede cambiar, notan que cuando Yandra enseña a Vastin, se pone un poco cohibido.

—Me temo que eso no va a poder ser —explica él—. Es un sacrificio que he debido realizar para salvar la vida de todos ustedes. Por desgracia aún estoy muy verde en cuanto al profetismo, así que, bueno, Diego también se vino. Lo siento por eso.

—¡Pero están todos bien! Ya me preocupaba que hubieran perecido en este lugar tan raro. Tengo mucha hambre y no encuentro nada para comer.
Luego de explicarles la situación, Stella los abraza, casi que llorando.
—De verdad me alegro de verlos.
Lionhardt se une al abrazo, levantándolos a todos del suelo.
—¡Sí! ¡Y es bueno que Diego esté aquí! De haberse quedado allá, no podremos darle la paliza que se ha ganado.

—En cuanto a Vastin...
—Que no se preocupen por mí. Sabía perfectamente el coste a pagar, de no haber querido, no lo hubiera hecho. Es más, me parece poco en comparación con ver a mis amigos con vida y felices.
Stella duda un momento, pero asiente y abraza también al libro.
Y le ruge la panza.
—Perdón —se disculpa, tapándose la cara con las manos—. No he comido nada desde el rato antes de que entráramos a la sala del trono allá.

—Bueno, no te preocupes por eso ahora. Ya la encontraremos— digo dándole unas palmaditas en la espalda —Lo importante es que todos estamos bien.

Emito un quejido tras unirse Lionhardt al abrazo grupal. Como siempre sigue igual de fuerte.

—Sí, es bueno y a la vez malo que esté aquí. Este mundo es muy diferente al que conocemos y debemos ocuparnos de él antes de que haga nuevos aliados— entonces ruge el estómago de Stella —Pero ahora mismo urge comer algo. De todos modos íbamos a visitar algo llamado restaurante, es una especie de posada. Ah, os recomiendo llevar prendas más acordes, no sea que al veros empiecen a llamaros "cosplayeros" y os reten a una pelea. A mí me ha pasado, aunque igual fue porque le caí encima a esta chica y se molestó. Ése y que tengo la armadura destrozada son los motivos por los que llevo estas extrañas pero cómodas prendas.

Eso último lo digo enseñándoles mi ropa de cerca para que puedan mirarlo y tocarlo. Entonces también me ruge el estómago.

—Vaya...— me ruborizo un poco —Parece ser que mi estómago se ha solidarizado con el de Stella. Vayamos a comer algo, por favor.

—Ahora que lo dices, es verdad —responde Stella, observándolos con más detenimiento—. ¿Ya han conseguido de la ropa que usa esta gente? ¿Y quiénes son ellos?

—Hola.
—¡Moro! —Gakuto se inclina sobre su amigo, susurrándole al oído—. ¡Mira esas montañas! ¿Cómo la clasificamos?
—Eh, esto, no...
—¿Clasificar qué cosa?

—No, nada, tonterías.

El ruido de la panza de Lance y su comentario sacan una sonrisa a Stella, quien pasa de los otros dos chicos para dirigirse a su amigo.
—¡Pues vayamos a ese sitio que dicen entonces! Hace rato que veo gente comiendo en lugares, pero el dinero que llevamos lo tienen ustedes. ¿Esas ropas les costaron muy caras? Me gustaría ponerme algo como lo que lleva Yandra, se ve como... como fresca. ¿Es tan así de cómodo como parece?

—No, la ropa nos la han prestado amablemente. Estos chicos nos han ayudado mucho, y más teniendo en cuenta que nuestro dinero no sirve de nada aquí— mientras vamos hacia el restaurante seguimos hablando —Yandra no sé qué opinará, pero yo esta ropa la encuentro muy cómoda. Eso sí, me siento desprotegido, quizás me he habituado demasiado a llevar encima la armadura todo el tiempo.

Mientras caminamos me giro hacia Takuya.

—Disculpa, Takuya. ¿Habrá un problema con el tema del dinero a la hora de comer? Siento que estamos abusando de vuestra bondad.

No fue hasta que Stella hizo referencia hacia mi ropa que no tire hacia debajo de mi camiseta intentando ocultar el vientre.

—Es… fresco. Quizá demasiado.—Confesé  aun tirando hacia abajo con una mano mientras la otra sostenía a Vastin.

—Y respecto al dinero… parece que nuestro dinero no tiene valor aquí. A decir verdad la primera  vez que mencionaron este “restaurante” lo propusieron como una forma de conseguir dinero…—Mire a nuestros compañeros de aquel mundo durante un momento esperando ver la respuesta que daban a Laius.

Una parte de mi quería avisar de que quizá el almuerzo para Stella, Laius y yo sería poca cosa pero Lionhardt era otra cosa. Le había visto comerse un jabalí como platillo de entrante.

Por otro lado…Me quede mirando a nuestro grandullón compañero.

—Como…. ¿Cómo se “pierde” una columna?.—Dije pensando en el arma de nuestro amigo.—Es decir, no es algo precisamente pequeño, debería ser fácil de encontrar si buscamos entre todos.

—Cuando aterrizamos ya no estaba —responde Lionhardt a Yandra, afligido, Luego añade, abriendo los brazos—: ¡Desapareció!

—Aha...
Takuya suelta una risa incómoda, frotándose el cuello, dudoso.
—Sí. Sí habrá problema. Por eso, en un principio, la idea era buscar trabajo allí, que creo que siempre están requiriendo —explica, nervioso. El hecho de tener un tipo de dos metros respirándole en la nuca no le ayuda—. Pero viendo los sonidos... quiero decir, escuchando los sonidos que se están produciendo, creo que vamos a tener que invitarlos, sólo por esta vez.

La panza de Stella suena de nuevo y se pone más colorada, disculpándose con vergüenza.

—Venga, vamos. Ya nos lo devolverán, de algún modo u otro.

Y así, cruzan la calle y caminan una cuadra hasta llegar al local en cuestión. Un restaurante familiar pintoresco y sencillito, con un ambiente cálido y reconfortante. Afuera se lee un cartel que dice "Umeya", que es el nombre que recibe el sitio.
Suena una campanita en la puerta de vidrio cuando Momoyo la abre.
—¡Buenas tardes! —saluda una voz ronca de hombre.

Los recibe un sujeto con cara de delincuente redomado, ojos entornados, cejas juntas, barbilla de dos días y una mueca que no se sabe muy bien lo que está expresando. Su aspecto resulta inquietante incluso detrás del delantal con el logo de Umeya y su gorro. La etiqueta que tiene pone "Shakadou".
Los ojos de Momoyo se iluminan, esbozando una sonrisa.
—¡Shakadou! —exclama alegre.

—Epa, Momo, luego de años sin vernos, esto como que resulta un poco anticlimático.

—Me da igual. ¿Qué rayos estás haciendo aquí?

—Bueno, es un poco obvio, ¿no?

Mientras ellos hablan, la mirada de los muchachos de otr mundo se desvía hacia otra persona que también se encuentra allí, junto a una mesa, tomando el pedido de una pareja de clientes. Tiene el mismo delantal y gorro y lleva en sus manos una libreta en donde está apuntando cosas, con una sonrisa muy forzada.
—Fritas y... ¿y jugo? ¿qué es chirimoya?
Sobresale su melena plateada por debajo de su gorro y su cara de ojos rojos es inconfundible.
—¡Senpai, ayuda con esto! —exclama y se gira hacia Shakadou, momento en que los ve a ustedes—. A...

—¿Otra vez? ¿Qué problema tienes ahora?

Me sonrojo un poco.

—Haré lo posible por compensároslo. Os agradezco vuestra generosidad.

Al llegar al restaurante lo primero que me llama la atención es el tipo al que saluda Momoyo. Puede que tenga cara de bandido, pero si una cosa sé bien es que no se debe juzgar por la apariencia. Además, parece que Momoyo le conoce.

Iba a saludar y presentarme cuando me giro hacia uno de los empleados pidiéndole ayuda, y me quedo clavado viendo que se trata de Diego.

—¡Estás aquí, maldito traidor!— exclamo furioso —¡Lionhart, bloquea la entrada para que no escape por allí! ¡Yandra, Stella, cubrid cualquier otra salida trasera! ¡Vamos a atrapar a esta escoria aquí y ahora!

Tras dar las instrucciones se puede ver cómo se tensan mis trabajados músculos, listos para la acción, y me abalanzo sobre Diego, completamente dispuesto a atraparle aunque me cueste la integridad física... y eso quiere decir hacerle un enérgico placaje.

Sorprendida de igual manera que mi compañero cuando veo alli a Diego mis ojos se quedan abiertos durante un momento hasta que escucho a Laius gritando dando órdenes dispuesto a cargar.

Antes de que comience a correr hacia el me intento interponer el su dirección frenándolo e n su cometida e intentando sujetarlo. Quiza mi primer pensamiento era precisamente lo que Laiushabia hecho, pero si algo habia aprendido como diplomática es que no podía dejar que los sentimientos afloraran cuando quisieran.

—¡Laius no!.—Exclame interponiéndome e intentando sujetarlo mientras este seguía corriendo y me desplazaba un par de metros hasta que finalmente conseguía frenarlo levemente.—¡Mira a tu alrededor!.—Grite intenandollamr su atención.

Aquello no era un campo de batalla, si empezábamos a pelear con Diego en aquel lugar tendría todas las de ganar. Era la primera que queria venganza contra Dion por la quema de los bosques de mi tierra natal, pero aqui habia demasiadas víctimas inocentes y muchos posibles rehenes que no merecian verse involucrados.

—Si peleamos aquí habrá demasiados heridos, seguramente está usando a esta gente como escudo, ¡No te permitas caer en su trampa!.—Intente argumentar a mi compañero.

Freno en cuanto escucho a Yandra tratando de razonar conmigo, dándome cuenta del error que iba a cometer. Es cierto, hay mucha gente a nuestro alrededor que podría ser rehenes de Diego. Chasqueo la lengua y clavo una mirada de pocos amigos a nuestro enemigo.

—Gracias, Yandra. He estado a punto de dejarme llevar.

No es normal que haya sido tan impulsivo e imprudente esta vez, normalmente analizo la situación antes de nada. Es evidente que toda esta situación me ha afectado. Recobro la compostura, miro una vez más a Diego (con evidente animadversión) y me dirijo a Yandra y Stella.

—¿Y qué proponéis que hagamos ahora? Está aquí con esas ropas raras trabajando en esta posada.

Lionhardt y Stella inmediatamente asienten, acatando las órdenes de Laius.

—Anda, ¿se conocen? —pregunta Shakadou, totalemente indiferente a esa reacción agresiva.

—Algo así —responde Diego—. Y sí, hazle caso a Yandra, ella siempre tiene razón.
Y agrega riendo:
—Excepto cuando les dijo que confiaran en mí.

Stella gruñe furiosa, sus nudillos crujen cuando sujeta su espada con más fuerza. Ellos aún están vestidos con sus armaduras y la muchacha conserva su arma. Escucha la pregunta de Laius y se calma brevemente para pensar una respuesta, pero no consigue ninguna y sólo niega con la cabeza, sin llegar a proponer nada útil.

—¿Es una obra de teatro esto? No me digas que nos están filmando, Momo, soy muy tímido frente a las cámaras.

—N-no, esto es... largo de explicar.

—Ya da igual todo. En este mundo no hay magia, pueden acabarme de un soplido, adelante.
Diego se encoge de hombros.
—Pero es lo mismo, viva yo o no, ustedes no podrán salir de aquí jamás. En cierto modo salí ganando. No de la forma que esperaba, pero no importa.

Vastin se sacude brevemente en el brazo de Yandra. Es evidente que ha querido decir algo, pero se contuvo a último momento.

—¿Hm?
Y Diego lo ha visto. Entorna sutilmente los ojos, pero no dice nada tampoco.

—Ajá, ya veo...
Mientras tanto, Momoyo le estuvo explicando todo a Shakadou, quien no puede estar más sorprendido. Si bien su rostro no lo denota, su forma de hablar sí.
—Con razón, ya me parecía demasiado rarito este. Pensé que era uno de esos síndrome de octavo grado, pero no.

—Creo que deberíamos buscar otro sitio para que trabajen...

—¿Venían a por empleo?

—S-sí.

—Acá no discriminamos a los raritos, oye. Sólo llaman la atención un poquito.

—No tientes a la suerte— le advierto a Diego, visiblemente enojado.

Miro de reojo a Vastin y luego a Diego. Espero que no se haya dado cuenta ese bastardo. Cuando discuten sobre el tema del empleo señalo con dedo acusador a Diego.

—No pienso trabajar con él nunca más. Es más, tampoco deberíamos comer aquí no sea que le haga algo extraño a nuestra comida. O simplemente haga gala de sus habilidades de cocina, que directamente son un delito.

Aún recuerdo el día en el que todos tuvimos serios retortijones cuando Diego preparó la cena. Ahora empiezo a preguntarme si lo hizo a drede, aunque él también los padeció. Desde entonces decidimos que si no comíamos en una taberna o posada que comiéramos algo sencillo que no requiriese demasiada preparación.*

Diego ríe entre dientes, negando con la cabeza sin amedrentarse en lo más mínimo.
—Yo aquí no cocino, sólo sirvo.
Los comensales que estaba en la mesa donde tomaba él el pedido ponen cara de susto cuando Lance habla del veneno. Diego se vuelve a ellos y hace un ademán para que le resten importancia.
—Creo que ya te quedó demostrado que no soy estúpido. Perdería este trabajo si hago eso que dices y no sé si esté capacitado para hacer otra cosa en este mundo, no quiero convertirme en un bichicome.

—Esta conversación me trae recuerdos —comenta Shakadou, riendo por lo bajo—. Sobre eso, Momo, ¿Has visto al calvito ese? Esta semana no ha aparecido y es un cliente cotidiano.

—¿Te refieres a Jun? Lo vi en clase, no parecía tener problemas. ¿Se habrá aburrido de comer acá?

—Nah, me lo hubiera dicho.

—¿Ganando? Dudo que sea así.—Respondí a Diego con una mirada afilada.— Quizá no hayas muerto, pero nuestros familiares ahora descansan con la tranquilidad de que Dion ya no puede hacerles nada. Quizá nosotros también hayamos acabado en otro lugar, pero es un costo que pagare gustosa para que no pongas las manos de nuestra gente una vez mas. 

Agite la cabeza negativamente mientras le veía con aquel uniforme.

—El gran Diego vestido de bufón de la corte y sirviendo comida al pueblo. —Una leve sonrisa sombría asomo en la comisura de mis labios.— Realmente una victoria ¿eh? Más bien un castigo, pero aún no uno lo suficientemente alto para tus actos.—Sentencie bastante seria mientras colocaba una mano en el hombre a Laius.

Sus palabras me extrañaron, aquello de que allí no había magia… ¿Tan agarrotados estaban sus sentidos debido a la nigromancia que no podía sentir que allí también había magia salvo que mucho mas débil?

Parecía que por el momento, solo por el momento, Laius se abstendría de empezar una pelea allí mismo. Así que mis ojos pasaron de mis compañeros a Diego y al que parecía el regente de aquella extraña taberna. Cuando finalmente se habló de empleo, justo después de que Laius se negara a trabajar allí, hable.

—A mí sí me gustaría trabajar aquí, al menos por el momento. —Respondí sin duda aun sabiendo que conllevaría el ponerme aquel extraño uniforme de bufón. —Creo que es la mejor forma de tenerlo vigilado y conseguir algo de dinero para devolver a nuestros amigos.

Una de mis manos jugueteaba nerviosa con el anillo de la mano que portaba a Vastin. Aquello del veneno que había dado Laius me había dado una idea. Una de las formas del ramaje elfico de mi familia era precisamente la mutación a Adelfa, una gota de su veneno podía ser letal.

Miro con sorpresa a Yandra, si bien un momento después intuyo sus intenciones. "Ten a tus amigos cerca, y a tus enemigos más cerca todavía". Querrá mantenerlo vigilado para que no haga maldades.

—Si es lo que quieres, no me opondré. Yo miraré otras opciones para encontrar trabajo con el que retribuir a aquellos que nos están ayudando. Además, tendremos que ver dónde se alojarán Stella y Lionhardt— miro a Momose —Eeh... ¿crees que tu abuelo pondrá pegas si ellos dos se unen? Aunque no sé si cabremos todos en esa habitación tan... modesta. En el peor de los casos siempre podríamos nosotros dos acampar fuera y ceder a las chicas ese lugar.

Diego suelta una risa con el comentario de Yandra.
—No, señorita, ahí me parece que te equivocas. ¿Pensaban que yo sería el único problema en Bremonia? Yo sólo soy un chivo expiatorio. El verdadero lío es Belmont, que ahora no tiene héroes tontos que le estén entorpeciendo su trabajo. Aunque, bueno, él lo único que quiere es crear un mundo mejor para todos, quizás no sea tan malo después de todo.

Ríe otra vez, ahora llevándose la mano a la gorra para acomodarla mejor.
—¿Bufón? Oye, que me pagan. A los bufones nadie les paga y les dan patadas en el culo. Aquí sólo te las dan en sentido figurado, si te portas mal y te despiden.

—Bueno, si planean unirse al pelotón hablen con el gerente, yo sólo soy un empleado más.

—No, eso ya sería pedir demasiado —le responde Momoyo a Laius—. Que vayan al dormitorio de Gakuto.

—¡Momo! —Gakuto se acerca al oído de la mujer, con un grito contenido en un susurro—. ¡Ese mastodonte no pasaría por la puerta! 

—Estarás viviendo con una chica casi tan bonita como yo.

—Ah... eh... sí, cierto.

Stella observa confundida la conversación, acercándose unos pasitos a los chicos.

—Bien, creo que mamá tiene un par de habitaciones libres, seguro caben.

—Agradezco vuestra hospitalidad —le sonríe Stella a Gakuto, quien se pone absolutamente colorado.

—¡Sí! ¡Yo me encargaré de pagarles el alquiler! ¡Sí, señor!

—No creo que tarden mucho en patearte como a un bufón.—Respondí cuando Diego replico sobre que solo de darían una patada en sentido metaforico si se portaba mal.

Agitando la cabeza negativamente y no queriéndolo escuchar más me gire hacia el empleado. No tenía muy claro que era un gerente, pero suponía que sería el jefe o dueño del sitio

—¿Dónde podría hablar con el gerente? ¿Está aquí? .—Pregunte mirando detrás del tipo por si veía alguna otra persona del local antes de girarme a mis compañeros.—Hablare con él y despues veremos que hacer.

Aunque ahora que lo pensaba, si ya habiamos descubierto a Diego tampoco iba a necesitar mucho dinero para permanecer en aquel sitio... Aun con ello no sabia cuanto tardariamos en volver. Por otro lado me extrañaba lo bien que habían aceptado no tomar medidas agresivas Stella y Lion.

Me tomo mi tiempo tratando de recordar ese nombre: Belmont... Belmont... pero no, nunca lo había escuchado. Y está claro que Diego no va a soltar más prenda así que no le preguntaré. De todos modos sería imposible saber si nos diría la verdad, cosa que personalmente dudo mucho.

—Nosotros te esperaremos, Yandra. Luego os acompañaremos hasta los dormitorios y discutiremos lo próximo que haremos— dedico una última mirada a Diego —No creas que te vas a librar de nosotros, te estaremos vigilando.