Partida Rol por web

- Bantha Poodoo... - susurra Gluz. Mierda de bantha. En estos momentos de disgusto al rodiano los exabruptos le salían en huttés. Inmediatamente pulsó el comunicador. 

- Atención, colegaz. Ze acerca a gran velocidad un aerodezlizador. - Gluz sostenía con una mano los electrobinoculares mientras hablaba, ajustando su alcance - Hay varioz tipoz en zu interior. Con ropaz como laz de eztoz carroñeroz. Apuezto a que el jefe vuelve al hogar y no le va a guztar vernoz aquí...

Detestaba dar malas noticias, y menos aún cuando estaban a punto de celebrar la victoria, pero las cosas iban así de mal. Con una mueca de fastidio, prosiguió con su informe.

- Eztán aún lejoz, pero llegarán en menoz de una hora - ¿No dijo el prisionero que el jefe llegaría al amanecer? Pues ahí le tenemos - Azí que ahora hay que decidir cuál ez el plan. Huir o pelear. Zi mi voto cuenta, yo prefiero tenderlez una embozcada. Porque no creo que entremoz loz cinco en eze caza. Y la otra forma zería huir, pero incluzo aunque uzemoz loz banthaz, elloz zon máz rápidoz.

Gluz se quedó aguardando la respuesta. Tenía un mal presentimiento. La mañana va a ser movidita.

Renci Tosh asiente con firmeza ante el imperativo de Alana. Teclea un rápido comando en el ordenador y acto seguido una compuerta se abre revelando un amplio compartimento secreto en la panza de la nave.

- En mi negocio siempre viene bien uno de estos. - en su interior hay una caja de duracero - Ahí tengo vuestros créditos. Pero... dejadme que os proponga algo.

En ese momento suena la voz ceceante de Gluz advirtiendo del peligro.

- No será un viaje cómodo, pero podemos llegar hasta los alrededores de la capital. - dice señalando al compartimento. Además, alguien más podría ir en cabina.

El sonido de los motores a ralentí de la Z-95 sigue retumbando tras vosotros.

Alana asintió con poco ánimo. No le gustaba tener que dejar la mercancía que habían encontrado, ni dejar testigos que pudieran identificarles. Pero así, por lo menos, al dejarles con sus cosas y con su vida, sería un aliciente a modo de recompensa para que no les persiguieran.

-Más vale salir con vida que la expectativa e un buen negocio acompañado de la posible muerte -dijo la chiss a Renci.

-¡Nos vamos!. Todos a la nave de Renci -dijo por el comunicador para que todos le escucharan.

-Gluz, Ashara y Sarek a la parte de atrás, a la caja de duracero. Yo iré delante con Renci -ordenó a sus amigos. No hacía falta que les dijera el motivo de esa elección, pues sella era mercenaria y además una experta piloto. Si Renci u otra persona les intentaba hacer algo ella reaccionaría contundentemente; y si Renci necesitaba ayuda en el pilotaje también podría ayudarle.

-Cuando lleguemos ya nos explicarás eso de "dejadme que os proponga algo" -dijo antes de meterse en la cabina con la contrabandista.

- De acuerdo. Vamos allá!

Ashara recoge el macuto con las provisiones prestadas por los generosos chatarreros y lo echa a un rincón del compartimento secreto, entrando la togruta poco después en cuclillas y acostándose en uno de los extremos dejando espacio para sus dos compañeros.

El espacio es muy reducido para tres humanoides e irán acurrucados y pegados entre sí, pero por suerte el viaje será corto.

- Recibido, Alana. Bajo y me uno a vozotroz. - Gluz recogió los electrobinoculares y se dirigió hacia la astronave de Renci. Al pasar junto al prisionero, el último superviviente de los chatarreros que les emboscaron al llegar al cráter, el rodiano se paró junto a él y le encañonó con el rifle bláster directamente a la cara. Le miró fijamente con sus ojos negros brillantes como gemas y le dijo:

- Siguez con vida zolamente porque ella quiere - señaló con un gesto de la cabeza a la chiss - No pierdaz ezta oportunidad buzcándonoz. Zi te veo alguna vez cerca de alguno de nozotroz, te mataré. Y ezto vale para cualquiera de vozotroz. Dízelo a tu jefe.

Gluz llegó hasta la nave de Renci y observó el compartimento secreto en el fuselaje. Contrabandistas. Tenía que haberlo imaginado. El rodiano entró y se encogió todo lo que pudo. Menos mal que los rodianos no somos demasiado grandes.

La z-95 Headhunter de Renci Tosh se eleva en el aire mientras los motores incrementan su potencia. En el horizonte se vislumbran los primeros rayos de luz provenientes de la estrella del sistema mientras Renci, la piloto, echa un último vistazo hacia la superficie del cráter y luego a la chiss, que permanece en cabina junto a ella.

Con un breve asentimiento, desliza con suavidad el mando de control de los motores de propulsión de la nave y ésta sale despedida hacia los aún oscuros cielos de Ord Mantell, perdiéndose de vista poco después.

A escasos kilómetros de ahí, un aerodeslizador con varios chatarreros se acerca despidiendo una cortina de polvareda tras de sí. Uno de ellos, el jefe, se levanta y alza un puño a los cielos, hacia la dirección en la que instantes antes estaba su preciada nave...