Antonio Zapata había dado con la calve. Acababa de devolverlos a su propia realidad. A él nunca se le hubiera ocurrido la idea de pronunciar aquellas extrañas palabras que el viejo árabe loco les había dedicado a ellos, principalmente porque no había entendido una sola. Sin embargo, para eso tenían a Zapata, él si que era una buena cabeza pensante.
- ¡Buen trabajo Zapata! - Le dijo Marro a la vez que le daba un buen golpe en la espalda. - ¿Cómo se te ocurrió? - Le preguntó. - ¡Yo ta me veía explorando ese lugar tan extraño y quedándome a vivir allí!
Sin embargo, ahora que habían vuelto, se encontraban de nuevo con el problema de como explicar aquello a sus superiores y en última instancia, al juez. Lo que estaba claro es que tenían que buscar una explicación convincente y en la que todos estuvieran totalmente de acuerdo. De lo contrario, muy difícilmente saldrían indemnes de aquella.
- Tenemos que pensar como explicar ésto al comisario. - Dijo entonces Marro. - Y sólo puede haber una versión. - Miró alrededor de la estancia en busca de algo pesado. - Podríamos decir que a López, la cosa y al árabe les chafó algo que cayó del techo... - Negó con la cabeza. - No... es demasiada coincidencia. - Se respondió a si mismo. - Igual tendríamos que sacar a la cosa de aquí. Llevarala a una granja de cerdos y dársela de comer. O tirarlo al mar. Pero aún quedan dos cuerpos completamente chafados. - Miró a sus compañeros. - ¿Se os ocurre algo?
Soltó un suspiro... de alivio, cuando se vió, con los demás, en una "dimensión conocida", si esa era la forma correcta de expresarlo; miró en todas direcciones alrededor, como... como si no se esperase estar de vuelta...
-Así que era eso.... nos dieron la clave para volver... una frase, como una plegaria o similar...
El golpe en la espalda de Marro le sacó de sus elucubraciones...
-Joder, Marro, ¡¡pero si ya estaba buscando un bar y todo por allí!! -Que les quedase sentido del humor, quería decir que seguían vivos-
Miró al resto... parecía que estaban todos bien... Desorientados, pero bien, al fin y al cabo; esto... no sabría como describirlo... Esto que había pasado era raro.
-Miren.... lo que hemos visto, lo que ha pasado, como lo expliquemos, nos dan por borrachos o locos; si decimos lo que sabemos, nuestras cerreras, y nuestras vidas, se verán arruinadas -Miró a los ojos a los demás; ojos que no salían todavía de su asombro; ojos de gente joven con la vida por delante, y de veteranos que aspiraban a que su pequeño mundo no se fuese al traste por algo como esto- Tenemos que pensar, y rápido; no tenemos mucho tiempo.
Hizo una pausa; empezó de nuevo a pensar como policía, recordando casos anteriores, sucesos de la prensa, experiencias...
-Se que es... mancillar a los muertos, en especial a uno que conociámos personalmente, pero... tenemos que hacerlo: Estamos en una obra, y los accidentes, suceden... Sería plausible un accidente; deberíamos cubrir con piedras de tamaño considerable los cuerpos, y simular un accidente; además, habría que provocar más daños, para que parezca que... por ejemplo, que las pistas nos llevaron a un grupo que quería sabotear la construcción del Templo, intentando dañar las estructuras bajo él, de modo que se derrumbase, y nosotros llegamos para impedirlo; tenían perros para avisarles si venía alguien, y eso explicaría esa masa de ahí -señaló "la cosa esa"- Nuestro compañero cayó por un derrumbe, y el árabe... bueno, estaba allí y no pudimos identificarle, pero su presencia hacía uqe fuese sospechoso. Otros de ellos huyeron, y causaron destrozos de distinta índole.
Miró al resto...
-Para que este plan cuele, hay que ocasionar destrozos de consideración; hasta podríamos... supongo que tendrán explosivos para pequeñas voladuras controladas; el caso es solo hacer daños que no afecten a la estructura, pero sí que causen derribos y justifiquen los cadáveres y su estado.
Es una mierda de idea, pero es la que se me ocurre.
Apsopalabra
- Ésto... - Se llevó la mano a la barbilla. - No es mala idea. Pero en vez de un grupo, podríamos decir que el causante fue el árabe. Que tenía un arma y que también disparó. Por eso iniciamos el tiroteo. - Hizo una pausa. - Podemos decir que había puesto explosivos y que se produjeron los derrumbes chafando a López y al propio árabe. - Miró entonces a la masa sanguinolenta. - En cuanto al ser... no podemos dejarlo aquí. ¿Cómo explicarle al forense que eso era un perro o un hombre? Tenemos que deshacernos de eso. - Miró a sus compañeros. - Zapata, busca explosivos y colócalos donde sea necesario. Novoa, tú coloca piedras sobre los muertos. Balaguer, ayúdame a cargar el ser en el coche patrulla. Lo tiraremos al mar. ¿Entendido?
Teresa tenía ganas de vómitar. De hecho, en cuanto regresaron al mundo real, se excusó para devolver el poco contenido de su estómago detrás de una columna. Las arcadas, a decir verdad, duraron más de lo necesario, mientras los veteranos hablaban de cómo encontrar una explicación a todo lo que había sucedido. Se sentó en el suelo, desmañada, la cara pálida, el maquillaje por las mejillas, el peinado revuelto, la falda indecorosamente arrugada por encima de las rodillas, las medias rotas y sangre en la pierna. No sabía en qué punto había perdido los zapatos.
Al cabo se repuso, encogió las piernas para abrazárselas, no había dejado de llorar en todo este tiempo.
-Fue el árabe quién mató a López -murmuró-. Lo atacó con el martillo, López subió solo por uno de los andamios y allí fue atacado, ambos cayeron y se destrozaron. No necesitan piedras encima, una caída de semejante altura destroza cualquier cuerpo... -Suspiró con la voz temblorosa-. No hace falta complicarlo más de lo que ya es, cuando uno miente, ha de decir la verdad. Ese pobre árabe pagará las consecuencias cuando solo trataba de ayudarnos. Y quemar un cuerpo no es tan fácil como para hacerlo desaparecer...
- Si, eso está bien... - Intervino Marro. - Has tenido muy buena idea. Sólo queda justificar los disparos... - Se llevó la mano alde mentón pensativo. - Digamos que... no se me ocurre nada. Pero el monstruo debe desaparecer. Eso si que no podemos justificarlo. ¿Al mar no? Y los disparos... digamos que le cogió el arma a López y nos apuntó. Llegó a pulsar el disparador, pero no estaba municipnada y entonces diaparamos nosotros y cayó al vacío. Antes ya había forcejrado con López y le había tirado quedándose el arma... - Alzó la cabeza satisfecho. - ¿Es creíble, no?
Finalmente, todos os mirasteis, medianamente satisfechos por lo que habíais decidido. Llamasteis a la comisaría e informasteis de que López había muerto en acto de servicio y de que habíais conseguido acabar con su asesino, un hombre que en su locura, había estado persiguiendo a la gente, agobiándolos hasta provocar su huida y muertes accidentales o el suicidio por miedo y agotamiento.Era una explicación que no justificaba el estado del cuerpo de López y el árabe.
Las caídas no eran consistentes con sus aplastados cuerpos, pero esperabais que el comisario se conformase con todo aquello.
... no me hagáis tirar persuasión, que terminamos en la Modelo....
-Buen trabajo. Sabía que podía confiar en vosotros. Es una lástima lo de López, una auténtica lástima, pero bien está lo que bien acaba y ya no habrá más muertos por culpa de ese maldito loco -os dijo, una vez regresasteis a la comisaria.
-Marro, Zapata. Han hecho un buen trabajo. Usted también, Julián. Espero que continúe así. En cuanto a usted, señorita Novoa, tenga mucho cuidado con lo que dice por ahí. Ha visto en acción a los mejores agentes del cuerpo. Espero que les haga justicia. Pero si quiere seguir mi consejo, cásese, tenga hijos y olvídese de todo esto del derecho. Es cosa de hombres.
Nooooo jajajaja
Mientras hablaba, llamaron a la puerta del despacho y todos os volvisteis. El doctor Rius abrió la puerta.
-Buenos días, caballeros, señorita. Acabo de hacer el informe preliminar de los cuerpos de ambos fallecidos y...
Antes de continuar hablando, os miró a los cuatro, como si esperase vuestra respuesta. Sabía muy bien que aquellos huesos estaban destrozados, como si algo mil veces más pesado hubiera caído sobre ellos y los hubiese aplastado. Sin duda alguna, no había podido ser a causa de la caída, pero es que era imposible que algo así hubiera ocurrido.
Menos mal que habíais eliminado el cuerpo de la criatura y lo habíais transportado en vuestro coche y arrojado después al mar, porque de haberlo visto, el doctor hubiera tenido serias dificultades para decir lo que estaba a punto de decir.
... creo que todo está en orden.
El comisario sonrió, visiblemente satisfecho.
-Estupendo, estupendo. Caso cerrado entonces.
El comisario se levantó y salió del despacho, dispuesto a tomarse una merecida copa de vino, antes de informar directamente a sus superiores. Aquel caso le llevaría lejos.
Mientras, vosotros os quedasteis a solas con el forense, que no dejaba de miraros.
El doctor parecía preocupado, aunque no se atrevía a decir nada. Tras mucho pensárselo, se dio la vuelta para salir, solo que antes, se volvió para hablaros.
-Sé que esos dos hombres no murieron por la caída, pero supongo que será mejor que no sepa cómo ocurrió, con tal de que me aseguren que todo está bien y ya no habrá más cuerpos con síntomas de locura sobre una camilla de mi oficina.
Su mirada denotaba determinación y aunque no quería armar problemas, sentía que su responsabilidad era muy clara. El bienestar de la mayoría debía prevalecer. En aquellos tiempos convulsos, no quería remover nada a no ser que fuese necesario.
¿Lo sería en este caso?
Gotas perladas viajaban por su frente hasta que, aliviado, en cuanto pudo, se las secó con un pañuelo.... Esto le había causado la aparición de más canas, la desaparición de más pelo, y la pérdida de algunos años de vida, estimó, pues... uno no está preparado para ciertas cosas... y esta es una de ellas...
No te explican estas cosas cuando entras al Cuerpo, pensó... El caso es que respiró con alivio, y se dió cuenta de que estaba para el arrastre, que necesitaba tomarse un vemút, ir a casa, dar un beso a su señora esposa, e irse inmediatamente a dormir, que a saber el marrón en que les meterían mañana...
Pero lo que sí tenía claro es que... en sus sueños, por no decir pesadillas directamente, aparecería ese maldito ser, y la certeza de que en otros sitios, estaba pasando lo mismo... ¿Que sucedería en el futuro si nadie actuaba como ellos lo habían hecho?... un escalofrío recorrió su espalda solo de pensar esto último...
-Bueno, si les parece bien,... vayamos al ba de la esquina, brindemos por el compañero caído y usted, señor Rius, puede estar tranquilo... no deberían pasar de nuevo eventos como los de estos días.
Omitió añadir "Pero si así sucediere, a otros buscare, que a nos, no nos encontrare"
- Muy cierto, señor Rius. - Le dijo el inspector. - Muy cierto...
Sabía que no podían engañar al forense y habían hecho bien en quitar del medio a la criatura. Sin duda alguna eso hubiera sido mucho más difícil de explicar y el forense no hubiera tenido más remedio que desvelárselo al comisario. Por suerte habían sido precavidos. Habían tenido suerte de que Rius ya estuviera al tanto de que algo terrible y sobrenatural estaba sucediendo y también de que Marro tuviera cierta amistad con él. Todo sumaba, solía decir uno de sus compañeros.
- Hay cosas que es mejor que no se sepan. - Argumentó el agente. - Todo ha acabado. - Le tranquilizó. - Será mejor que olvide todo lo que sabe, señor Rius. Se que no será fácil. A mi me hubiera gustado no conocer la realidad que envuelve a este caso, pero... - Se encogió de hombros. - Estamos vivos, al menos nosotros cuatro. - Chasqueó la lengua recordando a López. - Aunque no podré volver a dormir sin tener pesadillas...
Teresa no replicó cuando el comisario le dijo que olvidara el derecho. Estuvo a punto de hablar para contar todos los horrores que había presenciado, desde luego no pensaba hacer caso de semejante sugerencia. No era su padre para decirle lo que tenía que hacer y mucho menos después de haber vivido lo que había vivido. Cuando todo terminó, Teresa solo quería irse a casa a dormir; si es que podía conciliar el sueño después de todo lo que había contemplado.
-Disculpen si no les acompaño -dijo Teresa-. Me gustaría ir a mi casa, darme un baño y tratar de olvidar todo lo que ha sucedido. Y no renunciaré al derecho. Puede que no sepa disparar una pistola como ustedes, pero no veo razón alguna para no seguir como hasta ahora.
No tuvisteis que decir nada más. Reus se marchó y poco a poco, también lo fuisteis haciendo vosotros. No había estado mal al final. Un par de intensos días de trabajo para al final, tener que mentir un poco con el informe y quedar bien con el jefe.
Pura rutina.