Partida Rol por web

Noches de son (INCONCLUSA)

Historias

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21/08/2008, 16:33
Director
Sólo para el director
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21/08/2008, 16:34
Director
Sólo para el director

NOMBRE: Asia Ondobo
CLAN: Gangrel
NATURALEZA:
CONDUCTA:
GENERACIÓN: 8ª

ATRIBUTOS

- FÍSICOS:
*fuerza 3
*Destreza 4
*Resistencia 3

- SOCIALES.
* Carisma 1
* Manipulación 1
* Apariencia 4

-MENTALES:
* Percepción 3
* Inteligencia 2
* Astucia 3

HABILIDADES

- TALENTOS (13)
* Alerta 2
* Atletismo 3
* Empatía 1
* Esquivar 2
* Liderazgo 1
* Pelea 2
* Subterfugio 2

-TECNICAS (9)
* Armas CC 2
* Conducir 1
* Etiqueta 1
*Pericias 1
* sigilo 2
* Supervivencia 2

-CONOCIMIENTOS (5)
* Investigación 1
* Lingüística 1
* Medicina 1
* Ocultismo 1
* Sabiduría popular 1

VENTAJAS
-DISCIPLINAS
* Animalismo
* Fortaleza
*Protean 5

-TRASFONDOS
* Criado 1, su hermano Europa.
* Generación 5
* Recursos 1

-VIRTUDES
*Conciencia/convicción 2
*Autocontrol/instinto 3
*Coraje 5

HUMANIDAD 5

FUERZA DE VOLUNTAD 5

TIPO DE CAZA: Social

Reserva de sangre:15 (puedo gastar hasta 3 puntos por turno)

Asia abrazó el vampirismo con fuerza, lo interpretó como una recompensa, su vida mortal fué un asco. Hija de una puta Jamaicana de color, que no tardó mucho en venderla a ella a sus clientes... igual que a su hermano. Hasta que pudo escapar a la edad de 13 años de aquel cautiverio al que estaban sometidos.

Desafortunadamente, Diós nunca prestó mucha atención a su porvenir, y siempre tuvo que hacer lo necesario para tirar para adelante, incluso vendiendo de nuevo su cuerpo, a cambio de dinero para sustentarse a su hermano menor y a ella. Pero a medida que fué creciendo aprendió el modo de sobrevivir en los barios marginales en los que vivian, entrando a formar parte de una banda. Allí pronto llamó la atención de el jefecillo de la misma (un cretino que no resultó ser más que un títere de su sire Jefferson). Junto al Trash, el jefecillo se labró un lugar en la banda para ella y su hermano Europa, que siempre reconoció el esfuerzo, atención y sacrificio que su hermana hizo por él.

Pasaron los años, y no sabiendo exáctamente el por qué, un buen día Jefferson, un poderoso vampiro, adicto a la sangre de drogados y porretas, retirado de las tramas políticas de sus hermanos de maldición, elijió abrazar a Asia a la edad de 22 años, sólo diós o caín saben por que.

La verdad, es que la maldición representó un gran antes y después... se siente satisfecha por haber sido abrazada, y más por un ser poderoso que le permite poder mirar de igual a igual a la mayoria de seres. Le debe total fidelidad a su sire, por que le concedió esta gracia.

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21/08/2008, 20:06
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Maldad:

Hola, les hago llegar mi historia, espero les guste

Batista nació en Brasil en un pequeño pueblo llamado Lorinhia, una cloaca abandonada por el gobierno en lo que se convirtió en una manera de encubrir un pobre sistema administrativo asi como un programa de seguridad social sin bases solidas.

Allí creció Batista, rodeado del futbol, la lambada y la samba ( sin mencionar la pobreza, el crimen y las drogas ).

Perteneció a algunas pandillas y llegó a ser un gran lider de los Batehos con quienes obtuvieron el poder de toda la zona sur de la ciudad en medio de la lucha de poderes. Muchos cayeron en medio del enfrentemiento mutuo y en manos de la justicia quienes no escatimaban en desaparecer lo que consideraban la escoria de Brasil.

Poco a poco Batista fue dandose a conocer como un personaje con gran manejo de las masas por lo que decidió dejar las pandillas y basar su lucha en movimiento ideológico de libertad y participación ciudadana en contra del presidente de momento.

Fue así como los ojos de fuertes e influyentes lideres de uno de los movimientos iquierdistas del país; el Movimiento Pañuelo Rojo bajo el mando de Luciano Perero, un Brujah quien creyó que tener a Batista entre sus lineas le traeria el manejo de la zona sur de la ciudad y del movimiento de participación ciudadana.

Citado como mediador en las mesas de dialogo de Lorinhia, Batista fue seducido por Luciano quien le prometió apoyar las ideas de el joven en su busqueda de igualdad (por supuesto todo mentira) y justicia para su pueblo, por lo que una noche Batista recibió el abrazo, un momento que cambió para siempre la vida y la forma de pensar de este cuando comprendió que Luciano simplemente queria manejarlo y hacer de el un titere en la búsqueda del poder politica de toda la ciudad.

Con sus ideales por el suelo y vilmente traicionado, batista comprendió que ahora solo y convertido en un fenómeno sus sueños habian quedado como eso, sueños…

Una noche deidió huir de Lorinhia y mediante algunos contactos huyó a Colombia, donde perteneció a las lineas de las FARC a quienes apoyó con sus ideas de renovación y fuerza comunitaria. Tristemente se dio cuenta que este no era su espacio por lo que no dudó en continuar su camino….tomó una motocicleta y recordando al Che Guevara recorrió un largo trecho para llegar a establecerse en Cuba……una Cuba libre????

Notas de juego

Dijo que cambiaría el final para establecerlo en Colombia y no en Cuba dada la ambientación del preludio.

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22/08/2008, 13:39
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Andrew Brown se crió en Nueva york, tuvo una infancia común, tranquila.Pero en su epoca de adolescencia a su madre le descubrieron un tumor cerebral, que termino llevandola a la muerte. Luego de pasar por 2 años de diversos sintomas, entre ellos la parálisis y finalmente el estado de coma donde su vida terminó. Fue un golpe muy fuerte para andrew, por lo que su ultimo año escolar fue muy dificil. Era hijo único y su padre tenía problemas pulmonares, había dias que debía quedarse en casa, esto sucedía muy poco.

Comenzó sus estudios universitarios a medias, los pagaba con el dinero que obtuvo trabajando de repartidor de pizzas. Comenzó sus estudios en Biología, le interesaba el medio ambiente y quería ayudar a preservarlo. Creia que el mundo estaría destruido si los humanos seguían generando la gran cantidad de contaminación que se generaba en la actualidad.Se Adirhió a greenpeace y se distanció de sus estudios, pasaba mucho tiempo en manifestaciones, intentando salvar los bosques de nueva york y tratando de purificar un poco la zona industrial. Su sector no pedía nada imposible, solo los respectivos filtros en las fábricas, que se disminuya la desforestación y la mejor administración de los residuos.

No pedían que se deje de andar en vehículos; de hecho ellos eran "La fuerza bruta" de greenpeace; solían andar en grandes motos cuando se dirigían a las manifestaciones; muchas de ellas funcionaban con biodiesel, otras acumulaban energía solar, otras eran comunes; pero la idea era la fuerza que imponía la marcha de este grupo; de hecho ayudó muchas veces.(Con fuerza bruta me refiero a los que se encadenaban en los árboles, etc.).

Pasó unos 3 años dando vueltas con esta organización, cuando el problema de su padre se presentó como cáncer de pulmon; fumaba mucho, y murió a los 6 meses de ser descubierto el cáncer. Andrew se las tuvo que rebuscar como pudo para mantenerse en pie. Un día mientras marchaban para interceptar a unas topadoras que se disponían a tumbar 10.000 hectareas para poner una metalurgica (necesitaban tumbar solo 100 para el terreno, el resto iba a ser combustible de las maquinas), el se desvío con una parte del grupo por el interior del bosque. Se perdió al caer por un desnivel del terreno; se hizo de noche y no encontraba nada, su telefono no funcionaba y nadie lo venia a buscar. Fue entonces cuando se hizo presente una bella dama que le ofreció comida y bebida, hablaron un rato y Andrew se durmió. Al despertar vió el suelo lleno de sangre, un zorro yacía frente a el, con el estomago rasgado y desangrado. La dama se encontraba de pie, mirándolo. una sonrisa se dibujo en su cara; "por fin despiertas mi pequeño, tienes mucho que aprender...".

Luego de escuchar esto, Andrew sintió nauseas y vomitó, vomitó como nunca antes lo había hecho. Luego sintió hambre y la miró a la joven, desesperado; ella levanto el zorro y lo llevó a la boca de Andrew, el no sabía porque, pero la sangre saciaba sus necesidades de una forma impresionante.

Luego de este episodio, Alyssa, asi se llamaba la joven; dedicó aproximadamente un año en entrenar al jóven vástago; ayudándolo a superar la separación de sus viejas costumbres. Enseñándole muchas cosas nuevas. Y, finalmente Andrew fue liberado al mundo como un vástago; conocía suficiente para abrirse camino por la eternidad que le quedaba por delante.

Notas de juego

El personaje en cuestión era gangrel, pero me dijo el jugador que lo dejaría como un brujah con espíritu salvaje-ecologista :-P

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24/08/2008, 22:54
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agape:

Jo, tenia la ficha completa, y borraron la partida, en fin, vuelta a empezar. Te mando sólo la historia, si te interesa ya vuelvo a hacer la ficha entera.

Nombre: Isabella
Edad: 19 ( en el momento del abrazo)
Clan: Toreador

Isabella, de largo y negro cabello, de tez blanca, y ojos oscuros. Hija única de una respetable familia parisiense, fue educada en el arte desde muy niña.
Antoine era un amigo de su padre, que la acunó casi desde el primer día.
Cierto es que pasaba largas temporadas ausentes.
Nunca se dio cuenta de que para tener la edad de su padre, parecía conservarse muy bien. Y la observaba, la escuchaba... En aquellas veladas nocturnas organizadas por sus padres para pintores, actores de teatro y demás gente bohemia, Antoine siempre velaba por la niña.
Se despidió unos años antes de que Isabella hiciera su gran exposición, que coincidiria con sus 19 años.
Cuando la joven se alejó del bullicio hacia el rincón favorito del jardían, allí estaba Antoine, esperándola, llamándola en silencio. Y ella fue. La tomó entre sus brazos, y cuando ella esperaba el beso de aquél con quien tanto había soñado.... recibió el Abrazo.
- No tengas miedo pequeña, yo no te dejaré. - Le susurró mientras ella sufria la transformación.

Sire y chiquilla desaparecieron en el caserón del Sur de Francia donde se ocultaba Antoine, uno de los Antiguos. Allí educó a la pequeña Isabella, que rapidamente aceptó la vida que se le ofrecía.
La retuvo todo el tiempo que pudo, encandilado con la capacidad de aprendizaje, hasta que llegó el momento de soltarla.
El dia que de la despedida, lágrimas de sangre escapaban de Antoine, y esa noche ambos compartieron sangre. La presentación al principe ya estaba hecha.
Era el momento de que Isabella se moviera a su aire.

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29/08/2008, 21:28
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Betuka (historia incorrecta):

Llegue a la isla de Cuba ya acabada la guerra, en 1898. Se acababan de independizar de los españoles y ahora estaban bajo la protección de nuestro país.

Mi padre, un general americano, casado con una cubana, era uno de los militares desplazados a la isla, en parte por mi madre. Conseguimos que nos devolvieran las tierras que pertenecieron a la familia de mi madre. Los Velasco eran terratenientes españoles y mi padre se hizo cargo de sus tierras, heredando también la fortuna familiar. En aquel entonces, yo solo tenia 3 años, por lo que mis primeros recuerdos son de la isla. Cuando comenzaron los primeros movimientos revolucionarios, nos mudamos a la base de Guantanamo, desde donde mi familia siguió controlando sus tierras. Mi padre siempre fue un hombre muy duro y exigente, aunque justo en sus decisiones, y controlaba a sus hombres y sus propiedades con mano de hierro.

Con 16 años regrese a mi Boston natal para prepararme en un colegio exclusivo para señoritas, del que salí cuatro años después para casarme con un oficial que servía con mi padre, Robert J. Lawrence, pasando a ser Ms Lawrence.
Regrese a Cuba con mi marido, y comencé a moverme en un mundo distinto al que estaba acostumbrada. Conocí a gente muy influyente en la isla, fui a fiestas en consulados, y vi los entresijos de la política cubana. Gracias a estos nuevos amigos descubrí que los trabajadores de nuestras tierras planeaban unirse a los movimientos revolucionarios y atentar contra mi padre. Lo acusaban de tirano, explotador y otras lindezas. Se dice que hay que tener amigos en el infierno, y yo conocía a todos los demonios. Conseguimos sacar a mis padres a tiempo, con el consiguiente cabreo del general, aunque el precio fue alto. Robert pidió favores a alto nivel, y después de tubo que pagarlos. Comenzo a hacer negocios con gente extraña, representantes de alguna sociedad de Washington, cada vez lo veía menos, salia por las noches y desaparecía días enteros.

En 1920 nos mudamos a Washington, y ese fue el año en que todo paso. Por lo que supe después, Robert fue convertido según llegamos a la capital por un Tremere con ansias de poder. En ese momento entre en un juego que desconocía y del que fui peón. Había intrigas por el poder, por lo visto dos organizaciones estaban en guerra. Alguien creyó erróneamente que controlando a Robert llegarían a mis tierras en Cuba, lo que solo uno supo, es que el General era un hombre muy suyo, y yo era heredera de todas sus propiedades, aprovechando un vació legal de la isla que permitia que mi marido no pudiera tocar nada. Toda la fortuna de los Velasco y las propiedades de mi padre en Nueva Inglaterra.
El día de navidad de 1920 el General me presento a una extraña mujer, era como si la oscuridad la cubriese, Lady Elisabeth, la mujer que me dio el abrazo. Fue la venganza de mi viejo padre hacía Robert, al general nadie intenta quitarle lo que es suyo. Cuando mi marido intento apropiarse de las propiedades del general, este recurrio a la familia, una cosa que yo no sabia es que mi tioabuelo D. Luis Velasco, era en realidad mi tatarabuelo, y fue el que ayudo a mi padre todos esos años en su carrera militar, y en su fulgurante carrera empresarial. Paso de mandar soldados a vender azucar y tabaco de Cuba, y despues invirtio en flotas de barcos que ayudaron a crecer el negocio. Robert desaparecio poco despues de su abrazo, dejandome viuda, la mano de D. luis llega lejos.

Llevo años viviendo de noche, el general ya murió, pero su legado sigue en mi, ahora he regresado a Cuba, pero esta vez como Lasombra (Ventrue). llevo años visitando mi vieja casa, y las que fueron mis tierras, ahora pertenecientes a la república. Pero algo que no ha cambiado desde 1915 cuando me case, son los juegos en la habana, cambiaron un dictador por otro pero la guerra sigue ahí.

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31/08/2008, 14:56
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Betuka (nueva historia):

Soy Freya Richthoffen. Desde hace poco mas de cinco años vivo en la ciudad de mis sueños. New York, la que nunca duerme. Nací en Colonia hace ya 30 años, pero siempre he sido muy inquieta, con 16 años después de ganar un concurso de diseño me fui a Milán. Soy una enamorada de la moda, se todo sobre los grande, Carolina Herrera, Jean-Paul Gaultier, Stella McCartney, Vivienne Westwood, Karl Lagerfeld. Estudio diseño y moda, y desde entonces supe que quería vivir en New York. Me hice un nombre en Europa como organizando eventos en varias ciudades y sobre todo como Personal Shopping para gente que quería ir a la ultima.

Conseguí venirme a New York. Me enamore de ella según aterrice, fiestas, tiendas, desfiles, y mucha gente guapa. Comencé a trabajar en el Stone Rose Lounge, aunque rápido me dedique a lo mio. Me he estado haciendo un nombre como PS, vivo la noche de la ciudad, voy de compras en las tiendas mas selectas que abren a cualquier hora para mis clientes. Decoro sus loft y consigo invitaciones para los mejores pubs.
Hace unos seis meses comencé a trabajar para Dallin Chase, un empresario de la ciudad, gran inversor en temas de moda y arte. Al poco de comenzar a trabajar, una noche me dijo que era un Toreador, lo cierto es que no le entendí bien, me explico que era un vampiro y que quería que yo me uniese a el. Por supuesto no le creí, aquí hay gente muy excentrica, pero le dije que seria un honor para mi. Un par de noches después me dijo que ya no había problema y para sorpresa mía había dicho la verdad. Me dio el abrazo. Ahora soy también Toreador, en la ciudad que nunca duerme.

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02/09/2008, 22:56
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Vio:

Yadiel "Férenjai" Arriaga Oliva nació en 1940 en la localidad cubana de Placetas. Hijo de Rubén y Doris, resultó el menor de cuatro hermanos en una humilde familia de escasos recursos económicos que subsistía por medio del implacable trabajo en una de las abundantes y características plantaciones de azúcar de la provincia de Villa Clara, en el centro de la gran isla del Caribe.
La infancia y la adolescencia de Yadiel no fueron distintas de las de la mayoría de chiquillos de su entorno: una educación formal deficiente, un excesivo embrutecimiento a base de acumular año tras año más y más horas en las calles de su barrio natal de San Andrés, y la promesa de un empleo sin futuro en la misma industria azucarera que llevaba varios lustros explotando a sus progenitores. Las arriesgadas peleas a lo largo del río Zaza entre distintas pandillas del barrio resultaban mucho más atractivas que, digamos, ser un concurrente más a la iglesia de San Atanasio de Placetas. Y suponían además una satisfacción sin parangón con la escuela, puesto que Yadiel era de esa clase de chico que no seguía las reglas, sino que las hacía: las calles de su barrio le hacían sentir bien, allí era reconocido por sus iguales, odiado quizás por aquellos que se convertían en víctimas de su comportamiento egoísta y anárquico, pero seguro y respetado en definitiva. Sus padres no prestaban demasiada atención al creciente absentismo escolar de su hijo menor, ni más ni menos que por la misma razón que el propio Yadiel: estudiar, ¿para qué? ¿Para escribirle un poema al capataz cuando le diga que tiene que quedarse a hacer horas extra? ¿Para conocer las capitales de todos los países que no va a poder visitar jamás, atado como estará a sus quehaceres 'profesionales'?
Así pues, fueron Yadiel y Humberto los encargados de nutrir a la familia de los ingresos económicos necesarios no sólo para superar el día a día en la Cuba de posguerra sino para proveer al esforzado Félix de la exención profesional necesaria para lograr unos resultados académicos que hiciesen posible sus sueños de medro. Efectivamente, Félix, el primogénito, un jovenzuelo que durante años volcó con denuedo aspiraciones y afán sobre una destacada trayectoria escolar que finalmente llegó a colocarlo en posición de librarse del 'yugo del azúcar' por medio de una beca de estudios en el vecino 'país de las libertades', era la 'esperanza' de los Arriaga, el primero del linaje que se veía en la tesitura de lograr ascender por encima de las penurias económicas a las que el apellido llevaba generaciones asociado. Sin embargo, Yadiel no dejaba de sentir una cierta animadversión hacia este hecho. Que su hermano mayor pudiese aspirar a 'algo más' no era algo que fuese a conjurar la oscuridad de su propio futuro en la plantación; ¡demonios, a ese Félix le bastaba pasarse el día sentado tranquilamente delante de sus libritos mientras él tenía que partirse el lomo a diario para que al señorito no le altase de nada!
El ambiente religioso del clan Arriaga y el cariño profesado por sus padres no llegó nunca a consolar a Yadiel por la condena que supuso para él mismo y para Humberto, su hermano inmediatamente mayor, la apuesta de Rubén y Doris por Félix, Por otro lado, Amelia, la segunda de los hermanos se separaría con relativa celeridad del tronco materno, uniéndose en un matrimonio de dudosa validez espiritual a un joven de la localidad de posición económica hasta cierto punto holgada; lo cual, por cierto, a toda la familia se le antojaba lo suficientemente pertinente a pesar de las lagunas afectivas que pudiesen existir entre los futuros cónyuges.
A las puertas de su mayoría de edad, llegó un acontecimiento que acabaría transformando la vida de Yadiel: la Revolución Cubana. Ante la propaganda pariotoide, no tardó Yadiel en quedar fascinado por la idea de combatir frente a los 'puercos revolucionarios', empresa en la que además era espoleado por su hermano Humberto, ferviente defensor del presidente Batista por razones que Yadiel no llegaba a entender pero que no por ello dejaban de inflamar su espíritu patriótico. Así pues, el cisma nacional acabó reproduciéndose a pequeña escala en el hogar de los Arriaga: Humberto, dos años mayor que Yadiel, anunció su partida hacia el frente. El escándalo en el hogar fue considerable, pero nada pudo detener la resolución de Humberto. Y poco después, en cuanto su edad lo permitió, también Yadiel se enroló, dejando atrás a una familia fracturada: las esperanzas de Félix habrían de quedarse en eso, en esperanzas, mientras los padres se veían obligados a combinar la decepción por la falta de apoyo de Yadiel y Humberto a su hermano Félix con la tensión que suponía que dos de sus hijos pudieran aparecer de vuelta en cualquier momento con los pies por delante.
La guerra fue una liberación para Yadiel en un principio. Había sido una decisión importante, pues lo había enfrentado a los designios paternos, sin contar el chasco de Félix al ver que no podría sino quedarse en casita como el resto. Además, tenía en mente una mejora de su futuro, la emoción del combate, el ascenso en la cadena de mando, la admiración de sus compatriotas. Después de todo, ¿qué posibilidades tenían un par de cientos de hombres frente a todo el ejército de Cuba? Pero las cosas iban a ser muy distintas de lo que Yadiel tenía en mente. Como aperitivo, en verano de ese mismo año 1958, poco después de que el menor de los Arriaga vistiera su uniforme por vez primera, su hermano perdió la vida durante el fiasco de la Batalla de la Plata, en la que los soldados de Fidel arrasaron las fuerzas de Batista. La balanza se fue inclinando en favor de los castristas, hasta que el bando de Yadiel fue definitivamente derrotado, viéndose obligado, al igual que Batista, al exilio en la República Dominicana. El pueblo cubano seguiría adelante, pero él ya no podría estar allí para verlo.
Nuestro protagonista sentía que su única alternativa era la de huir hacia adelante. A tal efecto, se unió a la llamada Legión Anticomunista del Caribe, creada por el dictador dominicano Trujillo, y que pretendía, al igual que Yadiel, negarse al cambio y volver a la carga contra Fidel y los suyos, en aras de recuperar lo perdido. Durante el duro entrenamiento militar al que él y sus compañeros fueron sometidos en la dominicana Base Naval de Calderas, Yadiel cultivaba sueños de gloria al mismo tiempo que evitaba pensar en la situación de la familia que hace ya más de un año que había dejado atrás. Sin embargo, sus planes volvieron a fracasar, y sólo le quedó poder dar suerte por haber evitado la aniquilación a la que fueron sometida la mayoría de sus compañeros de escuadra durante la confrontación bélica. El triunfo rebelde era ya absoluto e indiscutible, y en el nuevo status quo no había sitio para lealistas irredentos como Yadiel...
Se encontraba, pues, en una República Dominicana que no concedía el menor mérito a su valor como militar, no viendo en él más que al residuo de una descalabrada pretensión por la que alguien tenía que pagar, y dándole en consecuencia la espalda. Estaba, además, separado de su familia, de sus amigos, de su lugar de origen. Había renunciado a sus seres queridos por unos ideales que a su vez acababan de renunciar a él, tras haberse aprovechado de su ingenuidad, de haberlo utilizado, y de haber matado a su hermano. Podía imaginar el rencor de sus padres, y sobre todo el de Félix. La década de los 60 estaba a punto de comenzar, y la hispano-hablante República Dominicana era un lugar tan malo como cualquier otro para comenzar una nueva vida desde cero y para, sobre todo, olvidar (intentar olvidar...) todo lo que se había quedado detrás. Y para ello se encaminó, a sus 19 años de edad, y muy a su pesar, a las plantaciones de azúcar de la provincia de San Pedro de Macorís, donde podría ganarse la vida haciendo lo único de provecho que había aprendido durante su vida; es así como se instala a duras penas en la capital honónima.
Los acontecimientos se sucedieron a partir de entonces de un modo más benigno para Yadiel. No le costó demasiado integrarse en su nuevo ambiente, ya que lo poco que sabía de libros se compensaba con su carácter sociable y extrovertido. Ya entrado en la veintena, conoce a la mujer con la que habría de casarse, Cristal Vega de la Cruz, una maestra de guardería que suplía la falta de título académico con un profundo cariño hacia los niños. Animado por su situación, y espoleado por su todavía novia Cristal, Yadiel se atrevió, por primera vez en varios años, a aspirar a algo más: trataría de obtener un puesto público por medio de oposiciones. Su limitada capacidad para el estudio y la falta de una base cultural sólida le llevó a elegir unas oposiciones no demasiado ambiciosas, y en las que fuera fundamental una buena capacidad física: 'bombero' fue la decisión. Su niñez en las calles, la experiencia del combate armado, y el duro trabajo en las plantaciones habían hecho de él una persona con grandes cualidades atléticas, de modo que por mucho que se le atragantaron las pruebas escritas acabó consiguiendo una plaza tras su paso por la Academia Nacional de Bomberos de la República Dominicana. Después de todo se trataba de un trabajo peligroso, y el sueldo no era el mejor, así que la competencia escaseaba.
Yadiel siguió madurando como miembro del Cuerpo de Bomberos de San Pedro de Macorís, encontrando el oficio mucho más agradable de lo que esperaba, y adaptándose a los rigores de la lucha contra el fuego con gran facilidad. Tras la boda con Cristal le llegó la hora de la paternidad: Milagros Arriaga Vega nació en 1971, bendiciendo las vidas de sus ascendientes. Yadiel disfrutaba de la vida junto a su nueva familia, sus amistades, y consumiendo el poco tiempo restante mediante aficiones tan mundanas como el béisbol o el bricolaje. En esta época nació su apodo, "Férenjai", que sus compañeros de brigada le acabaron otorgando ante la cómica insistencia por parte de Yadiel de pronunciar de una manera tan cómica el término "Farenheit". Las viejas heridas se fueron cerrando, y Yadiel había dejado atrás por completo la conducta errática de su adolescencia en favor de la nueva figura de cabeza de familia responsable, sin renunciar por ello a una personalidad muy viva y activa.
Fue en 1977, contando ya 37 años de edad, cuando el mundo de lo sobrenatural se cruzó en su vida. Un idilio, primero apasionado, más tarde enfermizo, con otra mujer, removió durante meses los cimientos del matrimonio de Yadiel. ¿Cómo pudo ser que cayera en unos brazos distintos a los de su amada Cristal? Los encuentros sexuales, aislados y misteriosos, se sucedían cada varios días en una casona abandonada del barrio marginal Azules; Yadiel aparecía allí sin saber por qué razón se sentía atraído, hacía el amor totalmente entregado a la bellísima (y siempre muy elegante) mujer que se daba cita en el lugar sin poder (ni querer) resistirse a tamaño acto de adulterio, y terminaba llegando a su domicilio a horas intempestivas y cargado de remordimientos. No sólo se hallaba consumido por la culpa, sino que sentía una indiferencia cada vez mayor hacia Cristal, sin querer sentirlo, sin comprender los motivos, sin poder explicar lo que le estaba sucediendo. Lo único cierto era que le resultaba imposible resistirse a las citas con aquella mujer... ¿Quién era ella? ¿Cómo se habían conocido? ¿Por qué caía una y otra vez en aquella fogosa concupiscencia? Por supuesto, Yadiel ignoraba que una toreador local había usado sus facultades como cainita para forjar un vínculo de sangre con el desdichado mortal, pretendiendo saciar sus propios deseos sin importarle el efecto que ello pudiera tener sobre la vida de su víctima. Huelga decir que el matrimonio de Yadiel se estaba tambaleando: seguramente lo único que obligaba a Cristal a mantener una cierta fachada de normalidad era la reponsabilidad de la pequela Milagros, y su marido se veía contra la espada de confesar sus actividades extramaritales y la pared de no poder ponerles final.
Antes de acabar el año la situación llegó a un final tan sorprendente como tajante. En realidad la toreador se encontraba tanteando la posibilidad de abrazar a Yadiel, de ahí que las citas se produjeran no sólo en un lugar aislado, sino también al amparo del secreto con que la degenerada rodeaba sus acciones ante sus abundantes contactos sociales, por lo que pudiera ocurrir. Esta concurrencia de factores facilitó mucho el trabajo a un segundo vampiro, un nosferatu con el que mantenía una feroz enemistad, y que a pesar de todas las precauciones tomadas descubrió la situación. Tras ese descubrimiento, fue sencillo seguir la pista de Yadiel hasta su siguiente reunión con la toreador, asaltando a su adversaria por sorpresa y en ventaja numérica. A todo esto era ajeno Yadiel, que lo único que sabía era que una monstruosa criatura estaba destrozando furiosamente el cuerpo de su involuntaria amante mientras dos, tres, quizás cuatro individuos lo reducían a él a base de golpes no menos violentos. El nosferatu se hallaba invadido por una rabia incontrolable, y lanzaba golpes una y otra vez gritando en pleno trance destructor. El bulto apaleado del cuerpo de Yadiel que yacía en una esquina, entre las sombras, no le pasó desapercibido, y decidió matar el tiempo que sus esbirros empleaban en preparar un digno incendio que borrase toda huella de lo acontecido covirtiendo al estúpido galante en criatura de la noche mediante un doloroso abrazo al que habría de seguir la penosa transformación física de rigor, sólo para abandonarlo después a su suerte como pasto para las llamas. Los planes del vástago habían salido a la perfección, de manera que simplemente se estaba concediendo el antojo de recrearse en el sufrimiento de aquel potencial chiquillo de su despreciable rival toreador. El nosferatu y sus ghouls abandonaron el lugar unos segundos antes de que el escenario se hubisese convertido en una gigantesca antorcha que, además de iluminar la decrépita periferia macoriense, estaba a punto de apagar la poca vida que le quedaba a Yadiel.
De lo que aconteció en aquel infierno, nuestro recién abrazado sólo pudo sacar en limpio la comprensión de qué era lo que había estado motivando aquello malditos incendios que de tanto en tanto su brigada era llamada a apagar, de naturaleza claramente provocada pero sin que le lograra descubrir al culpable o culpables. La nueva y repentina sensación de la sed de sangre se unió al instinto de conservación para obligar a Yadiel a hacer todo lo posible por intentar leer los movimientos de su viejo amigo el fuego y conjurar así el destino que aquella horrible bestia había diseñado para él. Los años de experiencia en el Cuerpo fueron cruciales para poder acometer la proeza de abandonar, medio a rastras medio a gatas, la estructura del edificio antes de que las virulentas llamas se lo tragasen por completo. En ese punto, algún camión de su brigada acabaría por llegar tarde o temprano, y podría ser llevado a un hospital.
Yadiel intentó sonreír, pero se encontró con la imposibilidad de hacerlo. De hecho, le costaba producir sonidos coherentes, y notaba algo extraño en su mandíbula. El horror le invadió cuando se llevó la mano a los labios y se encontró con una estructura que sencillamente no podía ser real: su mentón y sus pómulos habían aumentado de tamaño, y las secciones de su mandíbula parecían tener una inverosímil forma en zig-zag. Además, los dientes estaban astillados y rugosos, mientras que el rostro se mostraba gélido al tacto y repleto de pequeñas heridas de algún tipo. El estado de pánico de Yadiel no hizo sino agravarse cuando la tenue luz de la luna proyecto ante sus doloridos ojos una sombra grotesca, que tenía lo justo de humano. Efectivamente, una de sus zonas escapulares se había desarrollado de manera caprichosa, forzando a la carne a adoptar una forma por encima de su hombro izquierdo que recordaba a una formación de estalagmitas. Yadiel trató de incorporarse, más por alejar su mirada de aquella oscura imagen que por estar sobrado de energías, pero un golpe en la rodilla derecha le hizo aterrizar nuevamente de bruces en el suelo. Algo más no andaba bien: también esa zona de su cuerpo presentaba horrendas novedades. El bulto, que debía estar constituido por algún tipo de impensable aberración ósea, sobresalía a modo de rodillera pero provocándole, al contrario que aquél útil adminículo, un gran dolor al resultar golpeado contra una superficie, si bien su movilidad no se veía resentida en apariencia.
Algo decía a Yadiel que no debía quedarse allí a esperar un rescate de algún tipo. Podría argumentarse que aquellas deformidades eran algo demasiado serio como para no querer ser diagnosticado de inmediato, pero algo más había cambiado para Yadiel; algo que no podía verse a simple vista, pero que le instaba a evitar su descubrimiento por parte de los compañeros del Cuerpo, y que sobre todo le traía a la cabeza truculentas imágenes teñidas de carmesí. Caminaba a duras penas, con las sirenas de su antigua brigada a la espalda. No se detuvo hasta que se encontró (o máis bien fue encontrado) por una pandilla de adolescentes, a los que su repugnante silueta proporcionó el poco incentivo adicional que necesitaban para acercarse al extraño de manera agresiva. Yadiel conocía la situación, especialmente desde el lado de los adolescentes, pero sentía que también en esta configuración iba él a ser el agresor, por muy en contra de sus principios humanos que fuera, y no la víctima.
En cuanto el primero de los jovenzuelos se acercó lo suficiente, Yadiel lo atrajo hacia sí y lo inmovilizó con una precisión y una facilidad que le sorprendieron en su estado, y que parecían existir precisamente con el único fin de permitirle llevar a cabo una atrocidad como la que sabía que estaba a punto de cometer; el ansia le latía en el cráneo, un apetito inconcreto pero apremiante que lo volvía a colocar una vez más un paso por detrás de una incontrolable pasión originada en lo más viceral de sus ser. Acercó violentamente su rostro al del chico, con la misma torpeza que el primer beso de la pubertad; pero la inexperiencia se convirtió aquí en una serie de desagradables crujidos cuando la nueva y aparatosa dentadura de Yadiel hizo presa en pleno rostro del pandillero, abriéndose camino a traves de la carne y de los huesos, y extrayendo por ende su viscoso fluido vital en una pequeña explosión que salpicó la cara de nuestro vástago. Yadiel lo sintió en su cara como una brisa reconfortante, y supo de inmediato cuál debía ser su objetivo específico: la segunda dentellada se hundió en el cuello de la víctima, refugio que no habría de abandonar hasta que aquella feroz ansia le devolviese el control sobre sus actos. Sentía los golpes de los demás chicos sobre su cuerpo, y los gritos pidiendo ayuda, pero no fue hasta que la sangre dejó de manar que Yadiel se fijó en el semblante que tenía a su vera: su primera mordedura había destrozado la estructura frontal del rostro de aquel joven que por alguna razón se le antojaba su vivo retrato de veinte años antes, la expresión era de una nauseabunda desesperación, la cabeza colgaba hacia atrás sin vida como una capucha vieja... y él tenía sangre en la boca.