Partida Rol por web

Un hombre de aspecto impresionante se acerca a recibirnos, y dejo que uno de los Hida tome la iniciativa, siendo que son la cabeza del Cangrejo. La forma en la que Ryoga-san le habla al hombre me sorprende un poco, y por un segundo pienso que va a hacer algo por la forma en la que nos dirigiamos a él. Sin embargo sus palabras son firmes pero despreocupadas, y nos invita a pasar, con lo que respiro aliviado.

Luego de eso, me doy cuenta que la razón por la cual Ryoga-san le habla así al sujeto es porque efectivamente le conoce de antes, lo cual me hace sonreír un poco debido a nuestra suerte.

Sin embargo, también miro atrás, de nuevo hacia el campeón del clan y al funeral que preside. El hijo pequeño de Hida-Dono había fallecido, probablemente en la misma batalla que nosotros habíamos sorteado a duras penas. Por un segundo los recuerdos de esa vez me asaltaron, el olor a sangre de trasgo y fuego en el aire. Seguramente ese samurai había entrenado con los mejores maestros del clan, y aún así yacía muerto mientras nosotros viviamos. De pronto el "regalo" de nuestras vidas que le entregábamos a nuestro daimyo Hida parecía insignificante. Tragué saliva y seguí a Kyo-san.

El cangrejo que nos da la bienvenida parece importante, y las noticias que nos da no demasiado buenas. Si la razón por la que estamos aquí es la muerte del hijo menor del campeón cangrejo... no veo como ambas cosas puedan estar relacionadas pero no me gusta en lo más mínimo.

Hida Ryoga parece que conoce al cangrejo y eso me hace relajar un poco mientras sigo al resto a la habitación que nos indican pensativo. 

Hirotaro se encontraba en silencio velando al fallecido cuando vio la sombra de aquel hombre, el cuál intimidó al Kuni por su tamaño, el cuál, lo miró de los pies a la cabeza y cuando le vio el rostro, tragó saliva y guardó silencio. EL hombre se dirigía a su señor de forma infantil, por lo que intuyó, o que estaba chalado, o que se había ganado ese derecho en algún momento tiempo atrás.

Al escuchar a Ryoga hablarle de forma distendida, se relajó un poco, pero no dejó de mirarlo hasta que entró donde más samurais esperaban órdenes. Al entrar, hizo una reverencia a modo de saludo, y se situó entre sus compañeros, preguntando en voz baja:

- Que querrán de nosotros?- mirando un poco nervioso al resto de los presentes.

El anciano repasa de arriba a abajo a Ryoga, pero ni con esas parece reconocerte a ti o el nombre de tu abuelo. Seguramente por no consideraros dignos de ella si veíamos su forma de referirse al campeón.

- Entonces hoy se sentirá más orgulloso de tus coces potrillo.

Asegura sin preocuparse por los alagos, tras lo cual lo empuja dentro con los demás, dejando clara la fuerza que oculta en su viejo cuerpo.

- ¡Ahora tira y espera como el resto!

Definitivamente era difícil de impresionar y los alagos o contactos parecían servir de bien poco con él, por lo que sin poder hacer nada más al respecto, sois congregados en aquel lugar.

Mientras esperáis, podéis permitiros examinar el lugar y daros cuenta de que os encontráis en una especie de dojo de gruesos maderos, aunque sin ninguna de las parafernalias que habíais visto en otros como algún emblema o palabras inspiradoras, dando la impresión de que el lugar podría ser usado habitualmente como almacén salvo por un leve escalón.

Esa semejanza con un dojo, había hecho que los samuráis que ya estaban dentro se colocaran según sus propias impresiones sobre su habilidad. Los más experimentados, en teoría, y orgullosos a la derecha mientras que los menos experimentados o dubitativos acerca de sus habilidades se habían situado en el lado opuesto, aunque la mayoría habían intentando situarse entorno al centro de la sala para evitar ser juzgados por alguien como Gouken o quizás más importante.

Hirotaro observó como el anciano gigante hablaba con Ryoga y lo empujó, dando un pequeño paso hacia delante instintivamente y poniéndose un poco tenso. No le gustaba como trataba a los samuráis aquel hombre, como si fueran chusma.

Negó con la cabeza mientras miraba como se iba y volvió su mirada al lugar. ¿Un dojo? ¿Les iban a hacer luchar entre ellos¿. No se sentía muy capaz de derrotar a muchos de los allí presentes, así que poco a poco, con la cabeza un poco gacha, se encaminó al lado izquierdo y se sentó a esperar el desarrollo de los acontecimientos.

Intento descubrir cual debe ser mi lugar tratando de reconocer a alguno de los presentes, sentarme demasiado a la izquierda no me parece la mejor solución aunque será la única posible si no reconozco a nadie. Realmente no espero conocoer a nadie ya que no conozco a demasiados fuera de mi escuela pero busco cualquier señal que pueda identificarlos y si no me siento a la derecha del Kuni.

No identificas a nadie en especial, por lo visto todos sois demasiado jóvenes para haberos labrado un nombre.