La última oleada agarró desprevenido a Niou, no se dió cuenta por donde venía el enemigo, recibiendo múltiples heridas y quedando "caído". Se sentía orgulloso ya que la muralla había resistido, por lo menos su cuerpo había sido útil encajando los golpes que podría haber recibido algún compañero suyo. Su inexperiéncia le había pasado factura, pero había servido con Honor junto con sus compañeros. La Victoria era evidente gracias al trabajo en equipo que tanto valoraba Niou.
Tras los tambores escuchó el inspirador discurso de Yasuki Tetsuko. Y Hiruma Niou vitoreó entre susurros Por Hida.
Y gracias Nanako, sin ti no habría sobrevivido. Aunque hubiese sido por los pelos.
La joven se sonroja un poco ¡Ojalá tuviera un tessen para poder cubrirse el rostro!
"Mi señor, fue la voluntad y la fuerza de los Kami la que os brindó la oportunidad. Como Shugenja, más que una mujer soy un instrumento. Mi alma es la herramienta para los Kami, y mi cuerpo ahora sirve al cangrejo y sus murallas"
"Pero puede contar conmigo por siempre, para todo cuanto necesite"
De algún modo, había conseguido aguantar el embate final sin empeorar su condición. Los supervivientes se juntaban y trataban sus heridas mientras se celebraba la victoria. Y él no sería uno de los que no se uniría al canto.
- ¡POR HIDA! - Gritó a pleno pulmón para después terminar tosiendo de mala manera. La flecha todavía estaba clavada en la coraza y, por lo tanto, en él.
Desde luego no estaba exactamente en condición de vitorear. Se apartó lentamente hasta buscar un lugar donde apoyarse, empezando a aflojar la pechera para ojear cuanto había conseguido penetrar la flecha.
Los vítores se extienden un buen rato, sin embargo la necesidad de regresar a la "rutina" se impone poco a poco entre todos. Es necesario realizar un funeral digno a todos los caídos, incinerar a los asaltantes, reconstruir las defensar y sanar a los heridos, todas las actuaciones que raras veces se cuentan en las cortes pero que resultan tan necesarias como empuñar la espada una nueva oleada de enemigos se alza en el horizonte.
Las siguientes horas se convierten en un trajín de gente dedicándose a unas u otras tareas, priorizando la incineración de los asaltantes y fabricando rápidas defensas por si un nuevo ejército decide avanzar aprovechando las fracturas, pero no es vuestro caso y pronto sois enviados de vuelta a lo alto de la Muralla, únicamente conseguís algo de tiempo para que varios sanitarios y algún shugenja dediquen un poco de su tiempo a vendar y limpiar vuestras heridas.
Afortunadamente el día acaba llegando a su fin y finalmente sois relevados cuando las primeras antorchas se encienden iluminando la edificación, permitiéndoos ir a descansar o, mejor dicho, a no permanecer alerta en todo momento, mientras que la cena apenas consiste en tofu frito y fideos con verduras, los cuales no es que sepan malos, pero resulta evidente que el ataque ha impedido que pudieran ser tan sabrosos para estar a la altura de la fama de los cocineros de la Muralla.
El día siguiente poco se lleva, lo mismo que el siguiente y el siguiente, hasta que una semana después algunos de los veteranos comienza a regresar, permitiendo al clan usar a los más jóvenes en otros menesteres, que pese a no resultar prioritarios, tampoco pueden dejarse totalmente de lado. Así es cómo poco a poco, os van dividiendo en grupos para afrontar diferentes misiones...
Final de este capítulo.