Llegada a Munich, eminentemente cinemática.
La imagen inicial en negro se clarea para mostrar a un grupo de agentes de la Sociedad de Cuentacuentos a caballo. Cansados tras una noche entera de viaje, y cubiertos de polvo hasta las pestañas, alcanzan al alba la populosa ciudad de Munich.Tras más de 10 días siguiendo el rastro de una peligrosa criatura imaginaria, las pistas les han conducido hasta esta gran ciudad, cuyo tamaño ayudará a los agentes a pasar desapercibidos aunque al mismo tiempo permitirá la criatura causar más problemas entre los mortales.
Precisamente, al adentrarse en la ciudad, se encuentran de manos a boca con la criatura que habían estado buscando… ¡un lobo parlante! (por supuesto, camuflado usando su poder de Mascarada, pero ésta es atravesada por los perspicaces ojos de los agentes). El lobo, que desde hace días descubrió que era perseguido y ha escapado a duras penas de sus seguidores en dos ocasiones, los reconoce a su vez, y derribando de un tirón a un jinete de su caballo, monta a su vez y espoleándolo se adentra en la ciudad a toda velocidad, seguido por los gritos e improperios del ofendido y magullado transeúnte.
Por supuesto, los agentes espolean a sus propias monturas, pero la noche de viaje pesa en las patas de los animales. A pesar de todo, una persecución en mitad de una ciudad no es tanto una tarea de velocidad como de habilidad, y la superioridad numérica les da cierta ventaja: si un agente pierde terreno otro la gana. El lobo en cualquier caso no es mal jinete (aunque parezca sorprendente), y consigue abrirse camino en mitad de la ciudad a gritos mientras la gente se aparta asustada para evitar ser pisoteada por los cascos de los caballos.
Calle tras calle, el grupo de perseguido y perseguidores se adentra en la ciudad; el lobo intenta a cada paso perder a los agentes doblando por callejuelas estrechas y bifurcaciones que les puedan confundir, pero sin éxito. Así hasta que se pierde tras una esquina durante unos pocos segundos…
Al doblar dicha esquina, los agentes se encuentran de repente con que el lobo ha detenido a su agitada y sudorosa montura, y que mirando hacia ellos hincha sus carrillos y pecho tomando aire como el fuelle de una fragua… pero lo que sigue es mucho más poderoso. Un verdadero vendaval surge de sus pulmones, levantando nubes de polvo, haciendo que las contraventanas de toda la calle golpeen con fuerza, derribando a los transeúntes, y encabritando a los caballos de los agentes de la Sociedad que apenas pueden permanecer montados agarrándose con fuerza a los cuellos de sus monturas. El pequeño tornado termina incluso por derribar a alguno de los agentes, caballo y todo, forzándoles a agarrarse a los árboles de las aceras o a los mismos adoquines del suelo (esta escena se aprecia mejor con banda sonora, del minuto 2:48 al 3:54 de http://www.youtube.com/watch?v=qyAwHxYcGKY).
Pero todo termina casi tan rápido como empezó, aunque del lobo no queda ni rastro; ha desaparecido así como el caballo robado Se hace el silencio, mientras caen del cielo sombreros y prendas de vestir antaño colgadas de las ventanas. En eso un vecino de dicha manzana se asoma por la ventana de su casa con cara entre sorprendida y asustada, y cierra de golpe las desvencijadas contraventanas… que con un crujido se desprenden y caen al suelo con estrépito.
Fundido en negro.
(¡Al día siguiente los periódicos hablarán de un pequeño tornado en pleno Munich!)