Partida Rol por web

Rastreando al esopiano hasta lo que será la escena inicial en Munich

Tras recibir la misión y equiparse mínimamente, los agentes de la Sociedad abandonaron Stuttgart siguiendo rumores de robos de comida (y pequeñas cantidades de dinero, ya puestos) y revuelos extraños que parecían marcar el camino de la criatura. Era relativamente fácil de seguir, aunque su trayectoria era errática y al llevarles ventaja era complicado deducir dónde “atacaría” la próxima vez. En ese juego del gato y el ratón fue cuando descubrieron que el esopiano era en concreto un lobo parlante que estaba comiendo prácticamente todo el tiempo (sin engordar ni morir de indigestión, por supuesto).

La criatura, al descubrir que era seguida, huyó evitando el contacto con los agentes y se volvió más cauta, no obstante su apetito siguió siendo una pista fácil de seguir hasta que, cuatro días desde que abandonaron Stuttgart, desapareció del todo.

Sin pistas que seguir, y tras dos días infructuosos, los agentes empezaron a pensar en que el lobo se había retirado a Metáfora, hasta que decidieron investigar un extraño incendio en un pueblecito de los alrededores llamado Waisebaden.

De dicho pueblo les habían llegado noticias de una casita en el bosque que ardió recientemente con un cadáver dentro. Dicha casita, muy dentro del bosque, ardió hasta los cimientos. Las autoridades, atraídas por el fuego, investigaron encontrando un cadáver en la casa, pero no alcanzaron a averiguar quién era (quizás la abuela Keller, que desapareció por esas fechas), por lo que creen que fue sólo un accidente. Ahora bien, la casa era apenas una habitación perdida en un sitio bien escondido del bosque, los lugareños no la conocían y no tenía dueño reconocido. En general se podía pasar por alto bastante bien. No era un bosque en cualquier caso que los lugareños frecuentasen, puesto que se dedicaban más que nada a la agricultura y no se dedicaban a recorrerse los bosques en profundidad.

(Esta escena, aunque también es del pasado, admite interactuacción como la de Una semana antes)

Pedro junto a los que a partir de ahora serian sus compañeros tanto de aventuras como de calamidades se encaminaron a abandonar Stuttgart siguiente rumores, historias y noticias que estuvieran relacionadas con robos de comida o cualquier cosa digna de interés para el caso.

Durante sus andanzas Pedro apenas mantuvo conversaciones mas haya de los temas relacionados con la investigación.

Las pistas cada vez les llevan a estar mas cerca del objetivo hasta que llego un punto que muy a su pesar se caracterizo por la desaparición de pista que les condujeran a algún sitio o en su defecto pistas que les llevaban a callejones sin salida.

Pero cuando apenas habían pasado dos días desde la ultima pista descubrieron que en un pueblecito llamado Waisebaden en el cual un incendio causo desperfectos en el pueblo. Sin mas pistas de las que sacar provecho decidieron ir allí.

El incendio había ocurrido en una casa tan escondida en lo mas recondido del bosque
que descubrieron gracias y solo gracias a la columna de humo que indicaba su posición.Eso y el hecho de que era un lugar poco frecuentado por los lugareños les dificulto encontrar el lugar.

Una vez allí Pedro comenzó a hablar con sus compañeros:

-No se a ustedes que les parecerá, pero esto tiene algo que me escama... se rasca en el pelo de la nuca ¿que proponen que hagamos?¿cual debe ser nuestro primer paso? Perdimos la pista y no me gustaría que nos volviera a ocurrir...

Aclaro, la casa que ardió está tan escondida en el bosque que si no llega a ser por la columna de humo posiblemente apenas nadie hubiese dado con ella. En esta época los reinos germánicos aún cuentan con mucho terreno agreste como la enorme Selva Negra, territorio frecuentemente vigilado por los Cuentacuentos.

La verdad es que no se me ocurre por donde empezar… -confiesa Anna meditabunda-. No parece que exista mucha relación entre el incendio y nuestro lobito. Hasta ahora se había limitado a devorar -se encoje de hombros sobre el caballo-. Aunque por algo tendremos que seguir. No podemos quedarnos de brazos cruzados.

Al investigar los agentes en Waisebaden comprobaron que su corazonada era correcta, pues consiguieron por fin recuperar el rastro del lobo, que precisamente les conducía a la casa incendiada.

-Deberíamos acercarnos al incendio- dice mientras pasa páginas rapidamente en su cuaderno de notas y saca un pequeño lapicero del bolsillo de su chaqueta, para a continuación anotar rápidamente un par de datos. -Es posible que si se ha sido el causante del incendio, pueda haber algo allí que nos de alguna pista y sacar algo en claro-

-Aunque es probable que si dejó alguna pista, ésta haya sido consumida por el fuego, aunque no tenemos ninguna opción mejor- dice firmemente, mientras vuelve a cerrar el cuaderno.

-Hay una cosa más- piensa en voz alta -no se si las autoridades seguirán por allí investigando... Pero si hay alguien.. ¿Qué les diremos? No creo que nos dejen revisar la casa así por las buenas-

Por lo que pudísteis averiguar, las autoridades (poco más que milicia local, que no policía en toda regla -que en esta época casi en ninguna parte existe-) no han tomado muy en serio lo del incendio porque nadie ha reclamado nada de la casa. Lo del cadáver hallado dentro, como estaba muy quemado, lo tomaron como accidental y no pasó de ahí.

Por otra parte, en cuanto indagásteis algo en Waisebaden os dieron indicaciones para encontrar la casa. La gente comenta el incidente más o menos con curiosidad, porque es algo que se sale de lo corriente.

Sin decir más aprieta el paso del corcel y se coloca a la cabeza del grupo.

Podemos preguntar como simples fisgones si hay alguien en la casa -Anna cabalga despació, algo insegura sobre su montura-. Somos viajeros de paso, y es normal tener curiosidad. Echemos un ojo, haber que encontramos.

Sin decir más aprieta el paso del corcel y se coloca a la cabeza del grupo.

Siguiendo las indicaciones de los lugareños, no fue difícil encontrar la casa. O lo que queda de ella, apenas unos muros calcinados, restos de madera y escombros por doquier. Las autoridades hace tiempo que abandonaron el lugar, juzgando por las pocas huellas de su paso.

La casa era apenas una habitación o habitación y media juzgando por la planta. La soledad del lugar y el silencio del bosque son lo único que os recibe al llegar.

Anna desmonta de su corcel con cuidado y ata al animal a la rama de un árbol de las inmediaciones de la cabaña. Tras un instante de meditación decide desprenderse de su abrigo, y dejarlo sobre la silla de montar, ya que es lo suficientemente largo como para que arrastre por el suelo, pudiendo llevarse consigo alguna prueba de utilidad, así como de seguro borrar las huellas dejadas por los primeros investigadores del lugar.

Primero decide dar una vuelta alrededor de la casita, con la esperanza de encontrar algo, lo que sea, que pueda darles alguna indicación de la presencia del esopiano y de la dirección que haya podido tomar. Auque confía en que sean la Condesa de Middlecastle y Mr. Stein quienes retomen el rastro de la criatura.

Mientras sus compañeros meditaban acerca de cuál sería el mejor curso de acción a seguir, Anna decidió mancharse las manos y ponerse manos a la obra. Tras largos minutos de exploración en las ruinas, descubrió que la casa debió haber sido bastante frugal, puesto que apenas había nada de utilidad para la vida ordinaria, apenas algún cubierto de cocina y olla y atizadores para el fuego. Quizás era simplemente una choza para cazadores.

No descubrió la causa del fuego, pero le dio la impresión de que no partió de los restos de la chimenea, lo que podría indicar un accidente o algo provocado. De todos modos, ¿no se encontró un cadáver en la casa?

Una cosa que sí le llamó la atención fue una gran cantidad de huesos esparcidos por las ruinas de la casa, bastante deteriorados por el fuego en su mayor parte. Finalmente, entre las huellas de los agentes de la autoridad notó que en el cesped de fuera de la casa había zonas como de tierra removida "recientemente" (semanas o meses atrás, juzgando por la diferencia en la vegetación).

-Esos huesos... - dice Ernest dubitativo - Los revisaré, a ver si podemos descubrir cualquier cosa. - dice mientras guarda el cuaderno en el que ha anotado datos aparentemente inútiles para cualquier persona normal, pero a sabiendas de que quizás puedan poder ser usados para descubrir patrones mágicos... o algo por el estilo.

-Anna... o vosotros- dice mirando a Pedro y la condesa, que aún seguían en el caballo - que alguien revise las huellas... o cualquier cosa que nos pueda servir para recuperar el rastro, por favor. ¿Y esa tierra removida Anna? ¿Estás pensando lo mismo que yo? ¿Podría haber algo enterrado? -

Tras decir eso, se pone manos a la obra con los huesos, tras haber cogido algún equipo médico del caballo.

Tras una breve inspección ocular, el doctor Stein descubre que todos los huesos encontrados son humanos. A pesar de estar bastante quemados por el fuego, descubre también para su horror que no sólo parecen cocinados, o al menos hervidos, sino que además fueron roídos hasta el tuétano en algunos casos.

Si eso parecía ya bastante malo, lo peor está por venir. Algunos de los huesos, por su pequeño tamaño, pertenecían a niños pequeños, ¡o incluso bebés! Sin poderlo evitar, vuestras mentes se llenan de imágenes de carnicería y gastronomía unidas que a más de uno os causan un severo malestar y profundas nauseas. En el caso de la condesa, alma cándida y pura, la revelación de los hallazgos de Stein la hace empalidecer y desmayarse sobre su montura, salvándose de caer al suelo por la rápida mano de Pedro que la sujeta antes de tal suceso.

Tras reponeros unos minutos, os decidís a revisar las zonas de tierra removida, y tras excavar unos minutos encontráis más huesos humanos, incluyendo varios cráneos. Juzgando por la cantidad de huesos, contando los de la casa, y los desenterrados, podrían haber pertenecido a unas 5 ó 6 personas, dado que no están completos. Por cierto que los huesos desenterrados confirman la impresión inicial de Stein, puesto que tienen con mucha mayor claridad las marcas de cocción y masticado, al no haber sido quemados en el incendio.

Helena, que por el momento había preferido permanecer callada, siguió a Anna hasta la casa que debía investigar. El Sr. Stein reviso unos huesos esparcidos que provocaron en la condesa una revelación de los hallazgos de Stein que la hace empalidecer y desmayarse sobre su montura, salvándose de caer al suelo por la rápida mano de Pedro que la sujeta antes de tal suceso.

Tardó unos minutos en despertarse pero cuando lo hubo hecho se bajó del corcél intentsndo olvidar su último recuerdo y pensando en hadas y mariposas, y preguntó sonriente.

- ¿Qué puedo hacer yo?

Pedro aun sentado en su caballo observaba la escena como si de un cuadro de arte se tratase quizás lo hiciese por que no le afectara o quizás por que al menos por el momento no se habían involucrado demasiado en el caso como para sentir nada mas haya de mera curiosidad.

El señor Stein comenzó ha observar los huesos y ha realizar diversas pruebas y métodos que Pedro apenas conocía y en algunos caso era la primera vez que presenciaba.

El descubrimiento de la funesta procedencia de los huesos provoco que la dulce Helena apunto estuviera de caerse de su caballo pero afortunadamente Pedro estuvo lo suficientemente atento como para detenerla en su caída. La señorita permaneció inconsciente durante un periodo de tiempo durante el cual Pedro desmonto de su caballo, el cual relincho aliviado ya que por fin tendría un merecido descanso, y después de asegurarse de que Helena no se caería de su caballo comenzó a inspeccionar las huellas en busca de algún indicio de por donde proseguir buscando.
Durante todo el tiempo Pedro permaneció en silencio rompiéndolo en pocas ocasiones para solo murmurar:

-Dios santo...Dios santo mientras miraba de reojo a los huesos.

Tras inspeccionar la casa y los alrededores, no hallasteis rastros de mucho movimiento cerca de las ruinas más allá de lo que hicieran las autoridades cuando investigaron. Dentro de la casa tampoco había nada más digno de mención, ni trampillas ni nada secreto, sólo lo evidente.

Respecto al lobo, Pedro encuentra claramente huellas suyas entre las dejadas por las autoridades (probablemente aunque las vieran no les dieron importancia). Él las reconoce como extrañas por ser huellas caninas pero bípedas. Lo único que descubre en cualquier caso es un rastro muy leve que abandona la casa y aparentemente se pierde de vuelta al pueblo (por otra parte el camino principal en esa zona del reino pasa por dicho lugar, así que no implica nada por sí mismo).

Retiro lo que dije sobre el canibalismo -murmura la joven pálida como el mármol, desde la espalda del doctor Stein-. Este tipo es incapaz de saciarse, y no conoce límites.

Tras las indagaciones de Pedro, Anna decide encaminarse de nuevo hacia su montura, con paso taciturno, apesadumbrada.

Si las huellas van hacia el pueblo habrá que seguirlas -suspira con voz hueca-. Tanto si nos aguarda allí, como si ha pasado de largo, debemos dar con él y detenedlo.

Sin apenas fuerza, necesita un par de intentos para subir a la silla de montar.

No podemos permitir que siga matando.

Tras dirigiros a Waisebaden el rastro hábilmente seguido por Pedro os conduce a una casa que descubrís pertenece a la desaparecida (o ausente) abuela Keller. Con un poquito de maña conseguís colaros dentro, descubriendo que está vacía. La despensa vaciada apresuradamente (o quizás algo de Adivinación) parece indicar que el lobo también estuvo aquí, aunque no debió estar mucho rato. Eso sí, parece que se tomó algo de tiempo en inspeccionar el lugar, por las cosas desordenadas que encontráis.

Al retomar la persecución del esopiano, descubrís que su antes errático deambular ahora se torna totalmente en línea recta, avanzando por los caminos del reino hacia el lugar donde lo encontraréis en el futuro: Munich.