No tienes que buscar mucho, ya que es él quien te busca en el propio hangar. Un hombre con gesto de comadreja y cara de pocos amigos.
- Cabo Mayers. Tú debes ser el nativo. ¿Entiendes mi idioma?
Gesticula mucho al hablar, como para facilitar la comprensión. No sabes si intenta reírse de ti o es así de idiota. Apostarías por lo segundo.
Ya veremos quién se ríe de quién.
-Sí. Yo guerrero Watanabe -digo golpeándome el pecho con un puño-. Gran pájaro hierro -hago un gesto con la mano mientras imito el sonido de la nave VTOL- trae aldea muchas casas, importante misión sagrada. ¿Comida Watanabe? ¿Sitio dormir Watanabe?
Idiota...
El cabo arquea una ceja, como si no se esperase aquella respuesta. Se encoge de hombros y te hace un gesto para que le sigas.
- Ven, te enseñaré el dormitorio. - Repite la última palabra, muy despacio. - DOR-MI-TO-RIO. - Y hace un gesto juntando las palmas de la mano y llevándose el dorso de una de ellas a la cara, como si durmiese.
Te lleva por el complejo hasta un edificio feo, gris, con ventanas pequeñas y de una planta. Dentro hay un pasillo largo, con puertas a ambos lados. Pasáis varias hasta llegar delante de una, con una litera. Te señala dentro.
- Tú duermes aquí.
Y se queda parado junto a la puerta, esperando a que entres.
Dejo mi equipaje junto a la litera y compruebo la calidad del colchón con la mano. Inspecciono la habitación en busca de armarios y otros muebles o electrodomésticos.
-¿Ducha? ¿Co-mi-dor? -digo, continuando con la farsa, para mayor humillación posterior de aquel tipo.
Después de la paliza que me habían dado, no me vendrían mal un buen refrigerio y una buena ducha antes de acostarme.
Aparte de la litera, hay un par de taquillas y una pequeña ventana con barrotes. Parece casi más una cárcel que un barracón. Mientras inspeccionas la habitación, el cabo te mira raro.
- La cama es eso que hay ahí - Y señala a las literas. - Aunque puedo conseguirte un poco de paja para que duermas. Lo difícil serán las chinches para que te sientas como en casa. - Aunque por el tono, te da la sensación de que no espera que le entiendas. - Duchas al final del pasillo. - Y lo señala. - El comedor está fuera. La cena se sirve a las 9.
Quedan un par de horas para cenar entonces.
Esto ya es demasiado.
-¿Chinches? Mientras tus abuelos se apareaban con sus primos, los míos fueron seleccionados entre los científicos más prometedores de la Tierra para formar parte del Proyecto Atenas, paleto.
Es eso o partirle la cara. Y si empieza él la pelea, al menos tendré una excusa.
-Gracias por tu amabilidad, ya puedes largarte.
La cara del tipo pasa por varias fases. Desconcierto, arrepentimiento, miedo, odio y por último, recupera un gesto neutro.
- Sí, caprichos de la genética.
Y con esta frase tan ambigua, se da la vuelta y se marcha.
Mientras, en un vistazo a tu habitación, ves que ambas taquillas están vacías, con lo que tiene toda la pinta de que vas a dormir solo. Una suerte. Sobre todo si tu compañero fuese tan imbécil como el cabo Mayers. Así que tienes dos horas hasta la cena y una ciudad enorme de la que disfrutar hasta la mañana siguiente... donde te asignarán órdenes. Aunque es un tanto extraño que te traigan hasta Refugio para ello. Tu instinto de patrullero te dice que hay algo turbio en todo esto.
¿Qué demonios habrá querido decir? Pienso mientras el cabo se marcha. No me queda claro si me está insultando o está reconociendo su estupidez. En fin, qué más da.
Me doy una ducha caliente, echo un vistazo a mis heridas y mis vendajes, y voy a dar una vuelta por las cercanías de la base antes de cenar.