Caminaba entre los escombros del lugar, mirando cada pisada sobre el polvo que hasta hacía unas horas había cubierto el suelo. Sus pisadas sobre las piedras resonaban en el silencio de las habitaciones. Chasqueo la lengua con disgusto e hizo llamar a su acólito.
-Mike, ¿cómo han escapado? Dijiste que eran perfectos para el sacrificio y sin embargo solo veo un cadáver... Han huido...- dijo el hombre bien trajeado, sin querer siquiera mirar a aquel palurdo que no podía hacer bien su trabajo. Sentía asco de aquel ser, pero no era útil ni para sacrificarlo.
-Po' eh'que... No zé capodío pasá...- Mike se quitó la gorra y se rasco la coronilla sin comprender bien en qué había fallado, el trabajo era simple. -El bicho étaba suelto por abajo como me dijo, pero no sé po'qué no subió ni na'.
-Yo sí lo sé... Princesa... Y Él... Siempre busca quitarme los tributos y quedárselos, pero estos no eran lo suficientemente débiles para apropiárselos... O eso parece- negó con disgusto. -Tú compensarás el sacrificio y buscaré a otro u otra que sea más útil...- se inclinó sobre el cadáver de Tannia, al que le faltaba un brazo, pero por lo demás estaba intacto. Sería una buena nueva marioneta, más maleable que el maldito paleto.
-¡No! ¡NO! ¡No pué hace'me e'to doctó! ¡Pienselo usté doctó! ¡NO!- pero la criatura ya había saltado desde el rincón del techo donde aguardaba la orden de su amo. Apenas tardo unos minutos en devorar y triturar los huesos de aquel hombre. Sonido que fue música para el doctor Dietrich, mientras recapacitaba cómo podría completar ahora su sacrificio.