Partida Rol por web

La excitación que la prostituta parecía manifestar por su cliente quedaba totalmente eclipsada por los suspiros e involuntarios movimientos que profería en tu presencia. Sus manos se movían instintivamente por su cuerpo, como sintiendo por primera vez el verdadero éxtasis que momentos antes había fingido, pero el periódico le hizo volver en sí, y sin cerrarse el kimono se tumbó boca abajo en la cama leyendo con interés las noticias.

- No entiendo... aquí muchas noticias, ¿cual decir vos? - no sólo sus rasgos denotaban su origen asiático, su acento aún marcado la delataba por completo - puedo averiguar, pocas horas yo saber - te prometió, rechazando la idea de defraudarte.

Victor se acercó lentamente a la cama de Maeva. Ella tumbada boca abajo era la personificación de una diosa, pero a pesar de los anhelos de ella, nunca hallaría más que un vacío eterno en el corazón de él. En cierto modo, los dos estaban atrapados por sus propios sentidos e instintos, y a su manera, ambos eran víctimas de un poder superior. Ella porque se sometía a su amo enmascarado, y él porque la propia máscara que llevaba creaba un embrujo que le resultaba menos horrendo que el abismo que se hallaba detrás. A menudo pensaba en quitarse la máscara con Maeva, pero nunca lo haría. Ni tampoco consumaría aquello que más deseaba la cortesana. No. Así que seguirían suspendidos en tierra de nadie, en ese lugar onírico que compartían pero que solamente existía en su imaginación. Era la sombra de una mentira, pero una mentira piadosa y necesaria cuando ninguno podía asimilar la verdad.

-Le 'etit Journal, indicó Victor apuntando al título. -Noticias de naci'entos, 'uertos. Collar y ataúd. ¿Quién 'uso esos anuncios? Contienen un 'ensaje oculto, ¿entiendes?

Se agachó detrás de Maeva, y su máscara rozaba la nuca de ella. Maeva suspiró expectante, y cerró los ojos anticipando una caricia o algo más... Victor prolongó el momento para conseguir de ella lo que necesitaba. -Necesito sa'er quién... Es 'uy i''ortante. Averigua quién contrató esos 'ensajes, y ... estaré agradecido. Su voz era ahora un susurro. -'ucho.

Sin decir nada más, Victor desapareció de la habitación de Maeva. Volvería antes de partir de Paris, con la esperanza de obtener alguna información más. Guardó con cuidado la máscara oriental, y por un momento reflexionó sobre su relación con Maeva. Era posible que él era más dependiente de ella que ella de él.

Mientras ella investigaba, Victor fue a hacer una última parada. La casa de los leprosos...

La respiración de Maeva se paró durante un instante, justo cuando la máscara rozó su nuca. En su expresión se dibujaba la expectación, mientras su mirada estaba perdida en el vacío en un intento de centrar todos sus sentidos en aquel roce involuntario, o en cualquiera que se pudiera producir a posteriori. Después de unos segundos, fue soltando el aire poco a poco, mientras en su interior sentía una mezcla de alivio y desilusión. Aquel dios le inspiraba tanto miedo como adoración, y aunque en secreto temía quedarse a solas con él, por las noches de soledad se sorprendía a sí misma sintiendo una oleada de deseo y necesidad que dificilmente podía acallar con su propio cuerpo. 

Escuchó atenta sus palabras, y asintió con gravedad.

- Lo haré, yo enviar mensaje con mensajero, como siempre - estaba acostumbrada a mandarte notas por vuestro mensajero de confianza, uno de muchos niños sin techo de París. - no tardar, yo prometo.

Esperó cabizbaja a que te fueses, como siempre hacías, mientras por el rabillo del ojo absorbía cada movimiento tuyo para luego imaginarlo con más nitidez.

En el fondo de su corazón sabía que eras intocable y que jamás serías para ella, después de todo, ¿qué necesita un Dios de una simple mortal?

Victor observaba en silencio el edificio donde se atendía a los leprosos. Estaba situado en las afueras de París, al final de un camino poco transitado. Pocos recordaban que en otro tiempo había sido el hogar del Conde d’Fossaird, y la torre que ahora se alzaba amenazante contra el cielo nocturno había sido un lugar de luz y de celebración de la vida. Pero Victor no lo había olvidado del todo. Aún recordaba el olor a pan recién hecho que salía de la cocina. Recordaba cómo ella dejaba abierta la verja trasera del jardín para que bajo el manto de la noche él pudiera entrar. Recordaba… Pero quería olvidar sin poder hacerlo. Como las heridas con las que cargaban los flagelantes, como la lepra que padecían las pobres almas que habían ocupado los salones de la Mansión Fossaird, de la misma forma que ellos, Victor buscaba consuelo en el sufrimiento propio. Le hacía sentir un atisbo de vida, aunque era consciente de que no era más que una triste ilusión.

En el bolsillo de su abrigo guardaba la nota de Maeva.

El director del Petit Journal a dico qe todos mensajes por gente normal salbo el del ataud. Dice qe fue persona estrana, parecida a muerto. No save su identida.

Le había llegado a Victor mientras él terminaba de preparar su equipaje. Ella había cumplido su cometido, y ahora Victor tenía la certeza de que al menos otro Vástago además de Madame Babounisse conocía el asunto del ataúd. Con cuidado, el nosferatu colocó su cuchillo de carnicero entre su colección de máscaras.

Echaría de menos a Maeva en Marsella. También al Padre Mathieu, con el que no iba a tener tiempo de hablar antes de partir. Por algún motivo, mientras se ponía la túnica blanca y la máscara que usaba en sus encuentros con Bebo, recordaba una conversación que había tenido  con el cura. Mathieu le había dicho que “un hombre que odia su pecado puede redimir, incluso si no puede alejarse de él”. Esa frase se repetía una y otra vez en la mente de Victor desde que había entregado a la niña al Comisario, y tal vez por ese motivo, prefería no ir a hablar con el Prêtre esta noche. Ante todo, era el Senescal de Paris, y no podía titubear ahora cuando su Sire más lo necesitaba.

Víctor entró con cuidado al interior del recinto de los Fossaird, aunque nadie ya usaba ese nombre para referirse al hôpital. El inexorable paso del tiempo había hecho mella en la piedra y las plantas crecían ahora salvajes. Además, había enterrado a los que antaño bailaban en aquellos salones y disfrutaban en sus jardines. Ahora solamente quedaban los leprosos y los que cuidaban de ellos. Y la sombra de un recuerdo escondido tras una máscara.

Bebo se sorprendió al verte, pero a pesar de su escasa cultura tenía la suficiente inteligencia como para guardar rápidamente la compostura. Su pose era servil, como la de un trabajador contratado bueno y obediente. Con una leve inclinación de cabeza te saludó, teniendo mucho cuidado de no fijar sus ojos en tu máscara, pues en su cabeza empezaba a sospechar la serie de horrores que se albergaban detrás de ella, pero sabía que era mucho mejor no hacer preguntas y obedecer, después de todo lo ayudaste desde que era un niño, ¿por qué le iba a ir mal ahora?.

-  ¿Charlotte Babounisse? averiguaré lo que pueda... 

Bebo regresa a buscarte a vuestro punto de encuentro, tal y como tú le pediste. Ha averiguado donde está Babounisse.

- He puesto a mis pececillos a moverse... es una mujer muy escurridiza, y pagó a un cochero para que no desvelara a donde se dirigía, pero ese hombre le debía un gran favor a uno de mis chicos; el tío es adicto a la morfina, y ya sabes lo difícil que es conseguir eso por aquí... le ha traído varias bolsas, así que cantó como un gallo. La mujer cogió ayer un carruaje que la dejase a las afueras, para después coger otro... se veía que huía. Pero pusieron oído, y escuchó perfectamente como ella preguntó cual era el camino más cercano para ir a Toulousse.

En su cara se dibuja una sonrisa de satisfacción. Había cumplido su cometido.

-Tres ‘ièn, le dijo al muchacho. Bebo siempre había cumplido sus cometidos, desde que era un niño. Ahora ya era mayor, y su ágil mente seguramente ya intuía al menos una parte de lo que podía ocultar la máscara de Victor. Su ambición era cada vez mayor, y estaba escalando en la jerarquía de las bandas parisinas. Tal vez confiaba que su asociación con el extraño enmascarado era beneficiosa para sus intereses. O tal vez comprendía que si se alzaba el velo del secreto entre los dos, sería también el final para el joven Benjamin.

Toulosse… Interesante.

-E-o, estaré ‘uera de ‘arís unos cuantos días. Su mano descansaba ahora en el hombre de Bebo, al que llamaba cariñosamente Eo desde que era un niño enfermizo de cinco años. –Cuídate, y si regresa ella… No te acerques.

En algún lugar recóndito de su oscura alma, Victor sentía genuina preocupación por él. Incluso cariño. No pocas veces se había imaginado quitarse la máscara y revelar el horror de su existencia a Bebo. Pero se había refugiado en que el joven no estaba preparado para asumirlo aún. La máscara era una protección necesaria. Una barrera para que los ojos no descubran lo que el corazón ya presiente. En realidad, era Victor quien necesitaba la máscara más que nadie.

Benjamin parecía complacido, aunque ligeramente intrigado por tu última advertencia. No hizo preguntas, nunca las hacía. Sabía que tú le dabas exactamente la información que querías que supiera, y viendo los hilos tan inestables por los que se movía, entendía que saber demasiado no siempre era bueno. 

Con un leve movimiento de cabeza se despidió de ti, dándose la vuelta y perdiéndose poco a poco en el callejón donde os habíais encontrado. Antes de desaparecer, volvió la cabeza para asegurarse de si seguías allí o no, para continuar inmediatamente y perderse en la oscuridad de la noche... su mundo, el tuyo. 

El mensaje de la paloma ha sido un mensaje enviado por un pj de manera anónima (ya te estoy contando mucho... xD) y la siguiente escena será en París aún, justo antes de partir, aunque creo que quizás haya una pequeña sorpresa antes, porque algunos pjs se mueven mucho xD.

Atento a todo! ;)

¿Faltaba algo de Herblay? Estoy a la espera a que abras escena.

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Nada de nada, algunos pjs están terminando sus acciones de la noche. Estoy pecando de novata, porque algunos estáis aburridos esperando a los demás. Pero falta poco, paciencia, espero que la espera merezca la pena ;)

No te preocupes me imaginaba que era eso pero quería estar seguro.

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