Epílogo
Había regresado.
Mismo lugar, mismo tiempo. Pero ahora era diferente. Sentía la roca bajo sus patas y se sentía mucho más pesado que la última vez que había contemplado aquel paraje.
El ratatta que había estado acechando para que se convirtiera en su almuerzo huyó desesperado, pero al sombrío no se movió del lugar. Ya no tenía hambre.
Muchas cosas habían cambiado, pero no su búsqueda.
En alguna parte estaba su manada, su verdadera manada, y tarde o temprano la encontraría. Y no permitiría que ningún otro entrenador pretencioso raptase a uno de los suyos.
La hiena mira hacia atrás, pensando esos otros pokemons a los que había conocido. Especialmente Gigalith y Machamp
Los echaría de menos.
Algún día puede que los vientos cambiasen. Algún día, querría ver el brillo de los ojos del cascarrabias de Giga. Algún día querría conocer a los sabios hijos e hijas de Machamp
La hiena sonríe. Aún tenía un largo camino por delante.