Partida Rol por web

 Negué con la cabeza:

 - Ni idea, debió de meterse en eso después de que nos separásemos... Lo mejor será ir a buscarle y enterarse.

—Quizá eso sea meterse donde no nos llaman. Mejor ir a hablar con la familia del herido.

 -Bueno, doctor, el valentón no me cae simpático, pero puede necesitar de vuestros servicios...

Salgo a la calle, a ver si veo algo de interés entre la multitud; y de paso aprovecho para buscar al joven descarado de burlona sonrisa que vino conmigo hasta el corral.

Sales a la calle donde, cerca de la puerta, se encuentran el médico y el joven hablando.

Sin necesidad de avanzar mas en la conversacion, veis al objeto de vuestro habla salir del corral y encontraros con la mirada.

Me acerco a ellos, y al llegar digo:

-No me exañaría que esta noche tuviese vueced que atender una mojada en las entrañas de un tal Uceda...

Y sonriendo, me quedo junto a ellos.

-Caramba, señor Carrasco, tiene muchas cosas que contarme. ¿Quién es el tal Uceda, y qué sucedió con la dama de la que todo hijo de vecino habla?

Empiezo a pensar que estar cerca de estos señores puede proporcionarme trabajo en abundancia. El negocio va viento en popa.

 - Contad, contad, que de eso se habla más que de la obra, y eso que era buena...

-Nada, que mientras los actores recitaban los magistrales versos de Lope, ví que una mujer, algo envejecida, intentaba salir del local con tan mala fortuna que el empuje de la multitud apunto estuvo de hacer que diese con sus añejos huesos en el suelo. Al verlo, me limité a decir en voz alta, pero sin dirigirme a nadie en particular, que mejor sería si tuviesen cuidado para que a la mujer "no le suceda nada".

-Sin duda, el vino distorsionó lo que oyeron, ya que salieron escopetados aceros en mano buscando a un tal "Uceda" para batirse con él.

-Finalmente, la mujer pudo salir, agradeciéndome el intento de evitar que la aplastaran.

-Voto a tal, así que el tal Uceda ni siquiera existe. Desde luego si no hay pocas emociones en este Madrid la gente se las inventa. En cualquier caso, asunto zanjado. El hombre que recibió la cuchillada ya está zurcido, sería buena idea que le llevásemos a casa y que hablásemos con la familia, que deberá pagar las molestias de ustedes y de un servidor. Yo me cobré en su momento la primera atención, pero la operación es otra tarifa. En cuanto a ustedes, les deben los gastos de transporte y una gratificación por las molestias.

 - Pues vayamos entonces... El dinero siempre viene bien.

-No hay mayor verdad.