Partida Rol por web

-A las buenas... venía a devolver las dos velas que nos prestasteis ayer- comento depositando las dos velas en las manos de Lola, que es quién ha abierto.

Al ver su gesto de sorpresa, supongo que Saúl aún no le había comentado nada
-Ayer, cuando empezó a oscurecer, no encontrabamos las velas. En la cocina sólo estaba Saúl y él nos las prestó... Los malditos niños las habían escondido ¿te lo puedes creer? Esos rapaces creen que todo es un juego... Les dí unos buenos azotes, no creais... Pues eso, que agradecidos y que Dios os lo pague- les digo antes de girarme y volver a mi casa

La respuesta de Lola me hizo pensar. Ella estaba totalmente integrada en esta época, es algunos aspectos era totalmente distinta a la persona que yo conocía. Debía buscar la manera de encontrar respuestas lo antes posible. Pensé en algún curandero, un ermitaño o en el loco del pueblo, alguien que no encajase en este sitio, igual que no encajaba yo...

Lo que sucedió a continuación me dejó de piedra...

Apareció el vecino, bueno la versión medieval del vecino. Pero apareció para devolver dos velas, el equivalente a la linterna que yo le presté ayer a su mujer. 

Antes de que se fuese reaccioné y le pregunté:

-Disculpe, no recuerdo bien si fue usted el que vino ayer a pedirme las velas o fue su esposa.

Aún no conocía bien mi alrededor, pero me extrañaría que en este mundo medieval una mujer se adentrase a pedir un favor en casa ajena en plena noche en vez de quedarse a cuidar de los niños. No sé, estaba aturdido y quizás quisiese encontrar cualquier fallo en mi Matrix particular que me permitiese volver a la realidad sano y salvo...

David te mira un poco extrañado porque no recuerdes semejante cosa, pero te contesta igualmente -Vino Nuria*, yo andaba furioso buscando dónde podían haberlas escondido y Nuria pensó que si las pedía a Catalina y conseguíamos luz, las encontraríamos antes- os hace un gesto de agradecimiento y se despide.

Se escucharon los pasos procedentes de la escalera, seguramente de Catalina que volvía. Antes de que apareciese, Lola se acercó a ti y te dijo al oído -Cuando toquen a completas iré a la cuadra, donde el caballo- y luego se acercó al estante pegado a la ventana, donde dejó las velas.

Catalina, que había llegado abajo, te informó que esa tarde el Señor Angel no podría verte, ya que esperaba la llegada del escribano que le llevaba las cuentas, así que podías disponer de ella a tu gusto.

Saúl aprovechó la tarde para dar una vuelta alrededor de la casa. Era agradable dejar atrás el bullicio de la ciudad. Porque pese a todo, la brisa, el cantar de los pájaros, el olor de la hierba, todo era real.

Por un momento no le parecía tan horrible la idea de quedarse en el siglo X, siempre se había imaginado la brutalidad de la Edad Media, pero al menos de momento, todo le parecía agradable.

¿Y si no le digo nada a Lola?-pensó durante un instante. No, esto no puede continuar así. Tengo que conectar cuanto antes con la realidad antes de que sea demasiado tarde.

Y llegó la noche inmersa en pensamientos de todo tipo. Intentó recordar las clases de Historia, alguna novela, alguna película, cualquier cosa que pudiese servirle para manejarse con más solvencia en su nuevo entorno.

Tocaron las campanas y llegó a las cuadras. Tenía ante sí una de las conversaciones más difíciles de su vida. Si Lola no le creía podría acabar incluso en la hoguera...

Cuando llegó Lola esperó a que estuviese a su lado y la miró fijamente a los ojos antes de atreverse a hablar:

-Lola, ¿hace cuanto tiempo que nos conocemos? -Trató de hablar con el corazón y ser totalmente sincero, pensó que la verdadera amistad no entendía de tiempos o épocas. -Debo contarte una cosa, pero corro el peligro de que me tomes por loco. Porque realmente ahora mismo no sé como demostrarte lo que digo para que me creas.

Paré un momento para respirar...

-Ayer fui a acostarme en un lugar y hoy he amanecido aquí. Esta vida es nueva para mi, hasta ayer vivía en otra época. Por favor, no te asustes, ni creas que me estoy burlando de ti. Tómate un tiempo para asimilar lo que te estoy diciendo para poder contarte más. Me tienes que ayudar a volver a mi lugar...

Sabía que mi amiga tenía varias opciones, y que creerme sería la más complicada de todas...

Saúl se calló y esperó la respuesta de Lola. Empezó a pensar en como demostrarle a su amiga alguno de los avances de la humanidad tras el medievo. Pero se dio cuenta lo frágiles que somos la mayoría de los humanos al sacarnos de nuestro hábitat natural. Sin embargo, pensó en la geografía, podría dibujar un mapa bastante detallado del mundo. O quizás podría hacer un termómetro o incluso un telescopio... Aunque nada de eso le garantizaba convencerla de nada y, quizás podría ser peor y ser tomado por un brujo...

Su vida, dependía más que nunca de su amiga Lola...

Aprovechaste para recorrer la zona alrededor de la casa. Era una llanura muy verde. Sin distinguir, porque no tenías ese tipo de conocimientos, si que viste que casi todos los terrenos estaban plantados. Se veía claramente que era una especie de villa, aunque las casas estaban separadas entre ellas por huertos y campos cultivados.

La casa del Señor Angel tenía 2 pisos. El portalón grande que daba a la calle también era la entrada a un soportal. Desde ahí se pasaba a la derecha a la zona de la casa y a la izquierda a la zona del pajar, donde viste almacenada no sólo paja si no también grano, leña... Pero eso era sólo una parte de la casa. En la trasera, ocupando tanto espacio como el pajar, el soportal y la casa, habia establos donde se encontraban conejos y gallinas encerrados. Y ovejas, cabras, vacas, algún buey y varios caballos. Pero a estos no los viste hasta que, antes de anochecer, los trajeros los muchachos que se encargaban de llevarlos a pastar a los prados todos los días.

Por lo que habías estudiado y lo que sabías de libros y películas, era claro que el señor Angel era un hombre adinerado.

A unos 500 metros había una casa, mucho más humilde y pequeña que supusiste sería la de Nuria y David. Te parecía que había varios niños jugando y te llegaba el ruido de risas.

Algún sonido de animales, la brisa entre los árboles del bosque a la espalda... nada que te recordase la vida de guerra que asociamos a la Edad Media

En cuanto sonaron las campanas le puse una excusa a Catalina y salí a escondidas para que no viese a dónde me dirigía.

Cuando llegue Saúl ya estaba allí.  Se puso muy serio y me asustó qué tendría que contarme...

Y entonces se pone a contarme algo que ni siquiera entiendo... "¿Otra época? ¿qué quiere decir?" Intento escuchar con más atención ¡pero es que no entiendo nada!

-Saúl, no te comprendo... ¿te refieres como si hubieras dormido una semana?-

Veo que se desanima con mis palabras, que se desespera por intentar explicarlo, porque yo lo entienda... porque alguien lo entienda. "Está perdido, de alguna manera que yo no entiendo, está perdido"

Le cojo las manos y le sonrío
-Intentaré entenderlo ¿vale? Pero yo no soy lista como tú, no he estudiado las letras ni nada de las cosas que tu sabes y tienes que tener paciencia... ¿Hablamos de años? Como, si por ejemplo te hubieras acostado... no sé... hace 100 años y te levantaras ahora ¿no? Pero entonces ¿porqué estabas aquí ayer ya? Y también antes de ayer... y hace una semana...- en cuanto veo su cara me arrepiento de lo que acabo de decir -¡No dudo de tu palabra! Te creo... bueno quiero creerte, de verdad. Pero me has pedido que te ayude y... bueno, a veces las cosas que creemos no son reales. Igual te has dado un golpe en la cabeza como aquel que se dió Mencía, cuando se creía el obispo. O puede ser otra cosa... O puede ser lo que tú dices... Yo sólo quiero ayudarte-

El tacto de sus manos hizo que me tranquilizase. La hubiese abrazado, incluso la hubiese besado. Necesitaba más que nunca de Lola, fuese de la época que fuese.

-Lola, es justo lo contrario. Son mil años... Pero lo que sería dentro de mil años... 

Vi una reacción de horror en su rostro. Seguramente pensaba que estaba loco y que en un rato empezaría a predicar como el Mesías...

-No hace falta, ser listo o tonto para entender esto. Ni yo mismo entiendo lo que ocurre, ni por qué estoy aquí. En mi época tú también estás, estáis todos... Esto no es una cuestión de inteligencia, sino de Fe en mi. Debes confiar en que no estoy loco pese a que lo que te cuento es una auténtica locura, ¡pero una locura desesperadamente real!

Casi se me saltaban las lágrimas. En ese momento pensé que nunca volvería a casa, que quedaría atrapado en mi locura...

Abracé a Lola con fuerza...

"¿Ha dicho que estamos allí? ¿Todos nosotros?"

Intento pensar cómo puede ser pero no soy capaz. Estar en dos sitios distintos... siendo diferentes pero iguales... con años de diferencia...

Y mientras estoy pensando Saúl me abraza, como quien se sujeta a una cuerda para no caer. Es mi amigo, no es el primer abrazo que me da, pero ninguno como este. Siento su duda y su pena y no sé cómo ayudarle. Aunque es algo más alto que yo su cabeza reposa sobre mi hombro y mis brazos han quedado por encima de los suyos. Le rodeo con ellos y le acaricio el pelo, intentando consolarle de algo que no sé comprender.

-Yo te creo Saúl, pero tú a mí no. Yo estoy dispuesta a creer que lo que dices pudiera ser cierto ¿porqué te niegas tú a creer que lo que yo digo lo es? ¿Porqué no puede ser que seas mi Saúl, que sólo ha soñado con otro tiempo y otro lugar? Por ahora, mientras buscamos respuestas, no deberías decir no-

Aquí envuelta en el abrazo de consuelo me llega una duda -Has dicho que yo estoy allí... Tu Lola y tú... ¿sois amigos también?-

Lola me desconcertó con sus palabras... ¿Podría ser que mi vida anterior fuese tan solo un larguísimo sueño? 

-Ojalá tuvieses razón... ¿Pero cómo podría haber imaginado edificios como montañas, barcos que navegan bajo las aguas, o pájaros de metal en los que las personas viajan más allá de las nubes?

Me quedé callado un momento, pensé en Verne o H.G. Wells o Asimov, cómo la ciencia ficción y la imaginación humana se habían adelantado al progreso tecnológico. No, yo no era un genio ni un visionario, mi mundo era otro y esto solo un mal sueño.

-Lola, es difícil de explicar. Todos estáis allí y aquí. Sois como dos copos de nieve, iguales a simple vista, imposibles de distinguir, pero no hay dos iguales. En ambos mundos os puedo tocar, sois reales... Yo soy real. 

Miré fijamente a los ojos de Lola. Tenía un nudo en la garganta.

-Claro que eres mi amiga, lo eres aquí y en cualquier universo, en cualquier época, aunque tu fueses un lobo y yo un cordero, siempre confiaría en ti. Por eso te cuento todo esto, a nadie más le contaría algo así...

-Barcos... bajo el agua... Yo nunca he visto barcos... ni tampoco mar- escucho e intento imaginar las otras cosas de las que habla -¿Eso has visto? Suena... maravilloso ¿no?-

-Tampoco he visto dragones y dicen que hablan de ellos en algunos libros, ni ángeles ni demonios y salen en la Biblia... No dudaré de ti, pero no se lo digas a nadie más... te llevarían ante la iglesia, la gente se reiría de ti o te encerrarían...-

Escucho cómo me habla de las personas que son como nosotros. Y cuando me mira a los ojos le sonrío
-Eso está bien y me alegro, porque si lo que tú dices es verdad y mi Saúl está allí, preocupado como tú, tiene una Lola que lo cuide... y si no es verdad y sólo estás confundido, incluso cuando piensas en lugares fantásticos soy tu amiga- no puedo evitar decirlo con una sonrisa. Que alguien como Saúl sea mi amigo, es un regalo

-Pero ya es tarde y poco se puede hacer ¿no crees? Lo mejor es ir a dormir. Quizás mañana te despiertes en tu tiempo y mi Saúl esté de vuelta. Quizás te despiertes despejado y entiendas que sólo fue una confusión de tu cabeza. O quizás sigas aquí, convencido de estar en el sitio equivocado. En ese caso, te ayudaré, veremos si encontramos qué hiciste que te trajo y si se puede volver-

Le miro, pendiente de ver si asiente.

-Lola. Nunca escuché a ningún profesor o maestro unas palabras tan sabias como las tuyas. Este mundo también es maravilloso, quizás mucho más que el mio.

Apreté sus manos con fuerzas.

-Las maravillas descritas en la Biblia son todas hechas por Dios, yo te hablo de creaciones del hombre, creaciones que jamás imaginarías. ¿Has visto la luna? En mi época el hombre ha llegado allí...volando...

Me mordí la lengua, no quería confundir a Lola más de lo que ya estaría. Agradecía haber tenido el valor de contar con ella para esto. Me imaginé explicándole esto a la Lola del futuro, no me la imaginaba tan abierta de mente como para, al menos, dejar una puerta abierta a mi locura. 

-Si es cierto lo que dices y ya no nos volvemos a ver, te deseo todo lo mejor. Teniéndote cerca me da igual la época que me toque vivir. No podría pagar ni con la más inmensa de las fortunas la inmensa suerte de poder contar contigo.

Vi su rostro cansado. Era hora de ir a dormir. Pero sus palabras, como siempre, me habían hecho pensar. Le dije a Lola que se retirase y que yo me quedaría un rato más. Mirando las estrellas, disfrutando del aire más puro que jamás respiraría.

Me quedé un rato perdido en mis pensamientos, bajo un inmenso manto de estrellas.

¿Y si lo que dijo Lola era exactamente así? ¿Y si mañana despertaba de nuevo como si no hubiera pasado nada? ¿En serio sería tan malo quedarse aquí? 

Tras al menos una hora contemplando el espectáculo celeste decidí enfrentarme a mi destino. Traté de no hacer ruido para no despertar a nadie y encontré mi cuarto yendo a tientas entre las penumbras. Me acosté y cerré los ojos.

La incertidumbre me invadía y no sé si podría conciliar el sueño fácilmente...

Lola se retiró sin discutírtelo más. Y tú aún permaneciste un rato más mirando las estrellas. Sin el reflejo en el cielo de las luces de la ciudad, te parecía que hubiese millones más de ellas. Y, curiosamente, se veía perfectamente bien, pese a no haber farolas.

Volviste a entrar, en silencio. Al llegar a la cocina viste tu colchón de paja que te aguardaba y la manta, ahora limpia y con olor a jabón, que Lola, cumpliendo su palabra, había lavado por la mañana.

Te tumbaste cerca del fuego y, aunque te costó un poco, su hipnótico danzar y el agradable sonido del crujir de la madera, terminaron por hacerte dormir.