Partida Rol por web

Cuando la sangre baña los labios de Abraham los ojos de Flora se abren sobremanera, sin apenas parpadear ni reaccionar hasta que éste abre la boca, con lo cuál ella emite un sonido animal mostrándole los suyos cómo si de bestias se tratara, fundiendo sus labios y su boca con la de él, saboreando con sumo gusto y deseo la potente vitae del vástago, pudiendo sentir su fuerza y sintiéndose parte de ella mientras su pequeño cuerpo empieza a convulsionarse presa del placer y la excitación.

Se tumba apoyándose sobre él mientras deja que la muerde, sonriendo satisfecha y complacida para volver a la puerta de su alma que son sus labios ensangrentados girando la cabeza mientras mueve su cuerpo para sentir con mayor intensidad el de Abraham contra el suyo.

Tras un rato prolongado se incorpora con un gemido gustoso y los ojos cerrados, desliza las manos por su propio cabello peinándolo hacia atrás mientras se relame con lentitud y parte de la sangre resbala por su cuello y sus sinuosos senos.
Vuelve a sonreír traviesamente y dice una escueta frase en italiano ininteligible para el assamita, tras lo cuál empieza a levantarse más calmadamente.

Abraham disfrutó tanto como ella del exquisito y dulce sabor de su sangre, notando como su calor y su fuerza invadían su cuerpo como si de licor se tratase, y un potente placer le recorría como un relámpago, reforzado por la salvaje visión de Flora. Sus uñas quedaron marcadas en su nalga...

Pero a pesar de sus sospechas y a riesgo de quedar mal, tenía que guardar las apariencias. Y más con la que se suponía que era la primogénita tremere de la ciudad...

Cuando ella se incorporó y se peinaba el cabello, él dejó que la vitae que había en su boca regalimara por su cuello y se extendiese por su pecho en un sensual reflejo de Flora. No podía permitir que supiese que ya no estaba sujeto a la antigua maldición...

Mientras se levanta ve cómo Abraham deja fluir la sangre hacia el exterior y su expresión cambia dejando entrever cierto ápice de decepción que intenta disimular. ¿Acaso su vitae no merece un poco de dolor? Está bien, tampoco sabe que grado de daño podría provocarle ingerirla y al fin y al cabo quizá no valga la pena, sólo es un juguete para él.

Empapa sus dedos en la sangre que surge de su boca y entonces se levanta volviendo hasta la mesa mientras los lame con placer y lujuria, apoyando su otra mano dentro de sus pequeños pantalones sin que el assamita sea apenas capaz de observar ése gesto.
Empieza a cubrir su esbelto cuerpo con la ropa que vestía en un principio.
-Ahora que nos hemos divertido, ¿tenía que decirme algo más?- en realidad duda que emplear el término plural sea verdad pero es lo más acertado.
Se gira de nuevo para observarle apoyándose en el borde de la mesa mientras controla y apacigua su propia lujuria.

Abraham se limpió el hilo de sangre con el dorso de la mano sin dejar de mirar a Flora... era él o había percibido cierta decepción en sus ojos? Qué se esperaba una "tremere"? Aquella mujer era realmente una caja de misterios...

Tardó unos instantes en contestar, alargando al máximo la calma después de la tormenta...

Ya te lo he dicho antes, Flora - contestó amablemente (sí, Abraham le hablaba de "tú") - quería agradecerte la "ayuda" del otro día, aunque... sí, también tengo curiosidad en saber cómo lo sabías...

-Sí, me lo figuraba...- afirma mirando unos momentos el alto techo cubierto de vigas de madera, pensativa y algo dubitativa antes de responderle.
-El caso es que conseguí seguir un poco tus pasos sin que te dieras cuenta, pero no te confundas, sólo quería saber qué te traías entre manos tras tu interés por las armas que te mencioné- explica en un tono más informal puesto que él también lo ha adoptado.

-Pero piensa una cosa, si sólo lo hubiera hecho para beneficiarme no te habría avisado, puesto que habría sabido que entonces lo averiguarías... De todas formas ya no sucederá más, ahora ya sé cuál era el plan y la verdad es que me da igual, de hecho te deseo suerte- afirma mientras se encoge de hombros separándose de la mesa.

-Ven por aquí, te daré algo para que puedas limpiarte...- empieza a andar con la intención de salir de la pequeña biblioteca acompañándole hasta uno de los lujosos cuartos de baño.
Le gustaría decirle la verdad ahora que se siente más unida a él... Pero no puede permitírselo pues él no está ligado del mismo modo.

Muchas gracias - contestó Abraham amablemente - y te agradezco la ayuda, de verdad.

Seguir mis pasos? No, había algo que no cuadraba... era imposible que se hubiera enterado del lugar y la hora de la cita porque lo habían hablado en su casa... Cómo lo había hecho? Lo que estaba claro es que ocultaba alguna cosa...

Pero... - continuó mientras se quitaba la camisa manchada de sangre (tenía intención de darse una ducha rápida si se lo permitía...) - tengo curiosidad... porqué no decirme cómo lo hicistes hasta el punto de tener que mentirme?

En las palabras de Abraham no había ni un áspice de veneno o ofensa, sino más bien al contrario, sonaban amables y curiosas. Sus ojos la miraban fijamente esperando su respuesta...

Oh... vaya, vaya, ahí estaba la amabilidad hecha assamita, un buen método para sonsacar información, estaba empezando a calarla, las malas formas y la arrogancia desde luego hubieran provocado el efecto contrario.
Sonríe para sus adentros y cuando empieza a desvestirse se dispone a abandonar el cuarto de baño, pero continúa hablando así que se detiene escuchándole en silencio, dejando un margen de pausa con actitud pensativa.

-Lo lamento de veras, la verdad es que me encantaría poder contarte los detalles de cómo conseguí ésa información, pues al fin y al cabo tú más que nadie sabrás el mérito que puede tener... Sin embargo no puedo, es demasiado arriesgado, podrías perjudicarme con demasiada facilidad- ladea un poco la cabeza, observando el suelo con el ceño algo fruncido, tras lo cuál prosigue volviéndole a mirar.

-Todavía no estoy segura de poder confiar en ti hasta tal nivel, tal vez si hubieras bebido... En fin, ya sé que no puedes, pero éso conlleva que no te responda con exactitud ése detalle...De momento- se encoge levemente de hombros y se dirige, ahora sí, a la puerta.

-¿Quieres que te traiga una camisa o ropa? Pero sólo tengo del tipo occidental...- le ofrece amablemente mientras su mirada se desvía a la gran ducha de hidromasaje que se encuentra en el fondo para volver hacia él con una sonrisa ladeada.

Abraham se qudó quieto por unos momentos al escuchar la respuesta de Flora, dejando caer su camisa manchada de sangre al suelo. Sabía que ciertos vástagos tenían la capacidad de leer los pensamientos de la gente... la verdad es que en ese momento pagaría por poder hacerlo... Qué era lo que ocultaba?

Si hubiera bebido? Si, supongo que eso sería suficiente para ella... Pero sabe perfectamente que estamos malditos! Fueron los Tremere los que lo hicieron! Aunque ahora veo que me habría ido mejor si hubiese simulado tragar y retorcerme de dolor... - sus pensamientos iban de aquí a allá a una velocidad vertiginosa y la curiosidad le invadía completamente...

A pesar de todo sabía que nada de lo que pudiese decir le haría cambiar de idea. Aunque probablemente no tendría interés en perjudicarla era inútil decírselo.

Abraham tardó unos momentos en responder, con la mirada fija en ella, como si quisiese averiguar lo que ocultaba a través de sus ojos...

- Pues espero que podamos solucionar este problema con el tiempo... - dijo con una media sonrisa.

- Me harías un favor, no me gustaría ir por la calle de esta manera... - contestó echando un vistazo a la camisa que yacía en el suelo, mientras empezaba a quitarse los pantalones, de una tela azul marino, ligera como el lino.

La mirada se Flora se mantiene demasiado impasible e intensa para alcanzar a adivinar lo que puede llegar a estar ocultando pero una cosa es segura: se trata de algo importante.
-Apuesto a que sí, tendremos mucho tiempo para conocernos mejor...- asiente y se gira de nuevo.
-Le diré a Vincent que te traiga algo, siéntete cómo en casa- dice antes de salir del amplio cuarto de baño, cerrando la puerta tras de sí con delicadeza, produciendo apenas sonido.

La ducha sin duda es espaciosa y está reluciente, incluso las baldosas de mármol de la pared que la componen alcanzan a reflejar en parte la silueta de quién se encuentre en su interior.
Mientras Abraham se encuentra bajo los diferentes chorros de agua, alcanza a distinguir el sonido de la puerta, pero tan sólo es un instante, al salir tiene todo un conjunto de traje chaqueta negro y un par de camisas.

Gracias - acertó a decir Abraham mientras se cerraba ya la puerta.

Se duchó pensando en lo que había pasado esa noche y en el secreto de Flora, aunque sabía que lo hacía en vano, pues no sacaría nada en claro.

Se cambió solo la camisa, ya que era lo único (sorprendentemente) que tenía manchado. No se sentía cómodo con los clásicos trajes modernos y tampoco quería "abusar" de su hospitalidad...

Salió del baño y, curioso, dió una vuelta por la casa, con la excusa de estar buscando a Flora.

En cuánto sales al amplio pasillo constatas el hecho de que la mansión es muy amplia, con puertas de madera gruesas y hermosamente talladas, con pomos brillantes que te hacen pensar si serán de verdadero oro aunque quizá éso seria excesivo...
La mayoría de paredes, sobretodo las del pasillo, son de mármol blanco con aguas grisáceas, todo está impoluto dejando notar el trabajo de los sirvientes.
Una alfombra sencilla cubre el suelo amortiguando el sonido de los pasos y ahora que te fijas mejor y alzas la vista ves unos frescos en el techo del tipo renacentista del tipo que podrían verse en La capilla sixtina pero desde luego sin motivos teológicos.
También distingues entonces varias cámaras de seguridad, algunas de ellas blindadas...

Puedes asomarte a alguna de las amplias salas, volviendo a distinguir la de música con el negro piano de cola, otra compuesta por una larga mesa de madera lacada rodeada de sillas y poco más, otra que parece un despacho con unas cuantas butacas tapizadas de terciopelo y un escritorio con un ordenador portátil sin duda de última generación además de alguna que otra estantería con algunos libros en italiano....

-¿Te has perdido...?- te pregunta Flora con una pequeña risa que suena jovial y melodiosa cuando ya llevas un buen rato de "paseo" por la mansión.
Al parecer ella también ha decidido limpiarse porque ahora porta uno de sus habituales vestidos negros, ajustado a su cintura y con un cuello lo suficientemente amplio cómo para dejar entrever con claridad sus suaves y hermosos hombros.
Se ha recogido el pelo posiblemente con algo de prisa, pues varios de sus dorados mechones han quedado sueltos, aunque podría decirse que así resulta más hermosa al ver cómo estos acarician su rostro.

Abraham iba paseando tranquilamente, observando la magnificencia que desprendía aquella enorme mansión. Pero aunque los talles de madera, los frescos y cada uno de los detalles eran de una calidad importante, a él le saturaba tanto lujo y tanto espacio y hacían que perdiesen el interés que habrían despertado en él en otras circumstancias. Era una pena.

Esperó a que hablara para girarse hacia Flora, a pesar de que ya la había oído llegar. Estaba realmente hermosa.

La verdad es que no sería difícil entre tantos pasillos... - contestó Abraham, pausadamente.