Recojo el dinero mientras que entregó los objetos a la joven y sonrío satisfecho mientras que muevo mi pipa de un lado de la boca al otro. -Siempre es bueno ver que los jóvenes se interesan por el progreso... Miro la armadura y asiento con el rostro serio. -Te equivocas pequeña... Con cuidado salgo de detrás del mostrador y miro la armadura. -Desearía no tener que hacer esto... Miro a la joven y suspiro. -¿Sabes que es esto?... Doy una larga bocanada expulsando el humo. -Es una armadura de los llamados lanzadores de guerra... Esta armadura acabara usándose por humanos para matar otros humanos... Me giro y miro a la chica con cierta tristeza en la mirada. -Es la maldición de vuestra raza... A pesar de ello, siempre hay daños colaterales en vuestras guerras y lo paga la gente inocente...
El libro trata sobre la mecanika arcana, por lo que podrás ponerte 3 rangos extra en artesanía con expecializacion en motores de vapor...
Mientras observabas a los constructos, una joven de unos veintitantos se acercó hasta ti. -Buenos días señor, bienvenido al gremio de mecánicos de Corvis... ¿En que le puedo ayudar?
Una sonrisa algo triste perfilo los labios de Valea, mientras observaba la armadura. Al instante visualizo el rostro de Farand, dentro de una de ellas. No podía negar las palabras del enano, de ninguna forma. Ella misma quizás podía considerarse una víctima de eso, indirectamente.
- Lo pagamos en muchas formas… +acoto con tono bajo, mientras guardaba el libro y volvía a acomodar sus prendas+ Mi hermano mayor es soldado, como lo fue mi padre.... Y desearía mucho que volviera a casa, en una pieza. Pero también sé muy bien que lo que hace en el norte es necesario. Al menos hasta que alguien tenga una buena idea de cómo fabricar la paz…
No buscaba compasión, así que no sabía bien porque dijo lo que dijo. Simplemente que entendia las palabas de Thorne, y se mostraba parcialmente de acuerdo con ellas. Pero había más cosas a considerar… un cierto orgullo en el deber. Hizo una pequeña a reverencia al maestro enano.
-Muchísimas gracias por todo, señor Martilloforjado. Espero que pronto volvamos a vernos. +se despidió.
Salí de detrás del mostrador y asentí con un pequeño gruñido. -No hay de que pequeña... Si necesitas cualquier cosa, eres bienvenida aquí... Te acompaño hacia la salida...
En ese momento las puertas del gremio se abren y aparece un enano seguido de una joven.
El enano mira a la chica ingeniera y mira al chico extranjero que espera en la puerta. -¿Que pasa Elísabeth?... ¿Algún visitante?
La chica ingeniera se gira sorprendida ante la aparición del jefe y saluda mientras mira de reojo a la chica que acompaña al enano. -No es nada Maese Martilloforjado... Imagino que es un comprador o algún visitante curioso...
La ingeniera me sacó de mi ensimismamiento; vaya, no estaba acostumbrado a ver chicas en los alrededores industriales de los sindicatos del vapor... De hecho, era la primer chica que veía en dicho lugar.
Me la quedé mirando como si hubiera visto un bicho raro y me rasqué la cabeza, era muy bueno en responderle a los bocones de los bares pero no a las damas del vapor. Iba a hablar cuando un enano hizo acto de aparición tras de ella: mi atención quedó atrapada por este peculiar personaje, pues se veía a todas luces que tenía voz de mando y al decirle maese la joven me sacó de dudas; a su lado, para mi sorpresa, había otra muchacha... quizás era algo normal en esta ciudad.
Pero había algo más interesante en las palabras de mi anfitriona, al parecer ese enano era EL ENANO que estaba buscando -Disculpen -dije en voz alta, para que me prestaran atención -No soy ningún comprador ni visitante, vengo a buscarlo a usted Maese Martilloforjado -incliné la cabeza a modo de saludo -Siento si mi silencio dio lugar a otras suposiciones, mi nombre es Markus Radcliffe.
Con un cabeceo, Valea saludo al recién llegado y a la joven, para luego apartarse. Volvió la vista al enano.
-Señor Martilloforjado, lo dejo atender sus negocios. Muchas gracias por todo, una vez más. Hasta pronto.
Tras esto se separó, a fin de buscar la salida por su cuenta y continuar su tarde sin estorbar. Quedaba mercado por revisar antes de ir a por el merecido descanso.
sorry lo escueto xd... cric?
Suspiro pesadamente mientras doy una larga calada a mi pipa. -Esta bien, esta bien... Miro a la joven humana y asiento con la cabeza. -Claro, claro... Puede pasar cuando quiera de nuevo...
Miro de arriba a abajo al muchacho y suelto una corta risotada. -Vaya, vaya... Así que un Radcliffe honra con su presencia este pequeño taller... Pasa por aquí... Junto al joven humano me adentro en el edificio hacia mi sala de trabajo personal...
Tras encaminarte fuera del edificio, te adentras de nuevo en el abarrotado mercado con sus cientos de tenderetes y vendedores que anuncian sus productos a voz en grito...
¿Vas a hacer algo mas de importancia? Lo digo por ir reuniendo de nuevo al grupo para continuar la historia al día siguiente.
Pon en un post lo que haces el resto del día y en cuanto pueda, pasaré a la mañana siguiente.
Camino a través de los talleres, en los cuales trabajadores y constructos se mueven entre las maquinas con seguridad. Finalmente llego a mi pequeño taller, el cual esta bien equipado para trabajos de mucho detalle y complejidad.
Me siento en una de las sillas y señalo una silla vacía. -¿Y bien? ¿Porque me busca un Radcliffe?
Retirándose con su tesoro, Valea retomo la marcha. Tenía intención de aprovechar la jornada no solo para escuchar rumores, sino para formarse una idea de la ciudad.
Tomo una comida ligera en cualquier puesto “al paso” del mercado, y seguidamente se informó de la distribución general de Corvis, así de cómo donde se hallaban sus edificios principales o puntos de interés. La idea, era tener un mapa mental de la ciudad. Así, si surgían trabajos en ella no andaría tan perdida ni importunando gente con preguntas de direcciones.
Espero al ocaso antes de buscar posada, ya bien cansada por su vagar. Ciertamente era tentador volver donde hubiera conocidos, para evitarse problemas. Pero lo hizo de modo discreto, recordando la efusividad de Thiri. Bien pudiera ser que sus compañeros de trabajo hubieran sido los que provocaran alguno, después de todo…
pues eso, basicamente intentar aprender como orientarme en Corvis y pasear por la misma para asentar en los pies el conocimiento. No donde vive cada juan perez, pero donde encontrar la alcaldia, los gremios principales, edificios emblematicos, mercaderes importantes, cosas asi.
Me acomodé el tapado tirando de las solapas hacia abajo y me troné los dedos de una mano -El honor es mío aunque no sé si soy digno de semejantes atenciones, maestre Martilloforjado- aduje visiblemente nervioso, tanto que no tomé asiento -Mi apellido es ilustre pero yo no lo soy, he venido aquí por Víktor Golpedehierro, el que fue su alumno. Yo fui su aprendiz -musité escrutando su rostro -Él está muerto -agregué y dicho esto me senté, el solo pensar en mi antiguo maestro asesinado tan cobardemente me hervía la sangre.
Perdón por la tardanza tuve una semana complicada.
Escuche al joven humano y asentía lentamente con la cabeza, cuando menciono a Víktor alcé las cejas y sonreí. -Ahhhh... ese pequeño bastardo, un gran alumno si señor... ¿Como le va? Mire sorprendido al humano cuando dijo que él era su alumno. -Vaya... eso dice bastante di tí, joven... nunca se decidió a coger un alumno de...
En ese momento el joven humano dijo algo que me hizo callar en seco y mirar fijamente al humano. -¿Como que esta muerto?... ¿Que le ha pasado? Vi como se sentaba visiblemente afectado y me mantuve sentado esperando pacientemente a que se decidiera a hablar...
-Murió asesinado, traicioneramente -agregué en cuanto la turbulencia pudo ser controlada -Yo lo hallé muerto pero tenía mis sospechas de que habían sido forasteros porque a la gente de nuestro pueblo la conocíamos bien, mis investigaciones me trajeron hasta aquí: quiero vengar la muerte de mi maestro -acoté y miré directamente al que fuera el maestro de mi maestro buscando algún tipo de apoyo o indicio... mi desconfianza natural me llevaba a no descartar a ningún posible sospechoso.
-Quizás usted sepa sobre algún grupo de forasteros que haya llegado en los últimos meses -agregué, pero si no sabía nada sobre la muerte de él comenzaba a dudar que me pudiera ayudar, aunque nunca se sabía, estaba seguro de que era un hombre con ciertas influencias.