Partida Rol por web

Cuando entras al despacho, te encuentras con una estancia oscura, agobiante, de cortinas negras y un enorme escritorio. Libros llenos de polvo atiborran las estanterías y sólo la luz de una lámpara de mesa ilumina toto el mobiliario, incluidos los butacones que hay a ambos lados del escritorio, azul el más cercano a tí y rojo oscuro el que hay al otro lado. Hundidos en la oscuridad de este último hay dos ojillos que flanquéan una nariz aguileña y ahusada. Cuando su propietaria se asoma hacia la luz, ves el rostro duro y seco de Doña Urraca.

-Mi buen Anacleto.. bienvenido. Sé que eres una persona de mundo y seria, así que no te entretendré. Cuando quieras, puedes explicarme tu teoría, aunque si prefieres perder el tiempo charlando.. ¡jajajaja! Es cosa tuya.-

Entrando en el despacho de la Urraca, Anacleto descubre su presencia rápidamente.
El lugar es realmente repugnante, y no entiende como alguien puede elegir de despacho tal lugar. Mirando el sillón que se encuentra frente a la Pajarraca prefiere no sentarse.
-Tengo varias dudas antes de exponer la teoría, y me gustaría que me las contestase lo antes posible.
¿La persona que murió de vieja murió antes o después de que se produjera el asesinato?.
Y la persona desaparecida ¿desapareció antes o después del asesinato? ¿Y antes de que muriera alguna de vieja?.
¿Cuantos hombres y mujeres vivían en la casa?.
¿Las pistas que nos has dado tienen todas que ver con el crimen?.
¿Todos los que vivían en la casa eran mayores de edad? ¿Había algún anciano, discapacitado o similar?.

-Mi querido Anacleto, si te respondiese a esas preguntas ahora, ¿qué sentido habría tenido daros todas esas pistas para que intentáseis elaborar una teoría? Para eso os habría permitido entrar desde el primer momento aquí a preguntar lo que quisiéseis. No, intrépido agente secreto, tendrás que arriesgarte.. aunque puedo responderte a algo: todas las pistas pueden usarse para resolver el crimen... pero en realidad no es necesaria ninguna.-

-Esta es mi teoría:
El asesinado es el dueño de casa, que fue muerto por su ex-mujer a causa de que le engañaba con su mejor amiga, que vivía en la casa, y se gastaba la gita con ella.

-Vaya. Vaya. Una teoría interesante. Interesante y sin duda bien pensada. Pero concisa. Simple. Poco argumentada. ¿Dónde están tus pistas, amigo mío, por cierto? Ay, ay ay. Os ha podido la prisa. Es lógico, ya es tan tarde.. en fin, amigo mío, creo que este es el final. Pero antes de que tus compañeros tengan derecho a un nuevo intento, dime, ¿cuál de estas tres cosas que te presento quieres devolverles?-

Acto seguido Doña Urraca va colocando sobre la mesa hasta tres objetos.

-Un perrillo blanco de pelo corto y rizado.
-Un reloj de bolsillo sin maquinaria en su interior.
-Una baraja de poker con las cartas marcadas.

-Elije, querido Anacleto, el legado que le quieres hacer llegar a tus compañeros.-

- El perro.

-Muy bien. ¡Qué gesto tan generoso el tuyo! Espero que tus compañeros sepan apreciarlo. ¡Adiós!-

De inmediato, Urraca pulsa un botón bajo el escritorio y la sala en la que conversáis se empieza a llenar de inmediato de un gas azulado. Haces lo posible por evitar respirarlo y te lanzas contra la puerta de salida, pero está firmemente cerrada. Por fin, no te queda más remedio que tomar una bocanada del aire y tan pronto este llega a tus pulmones notas que la cabeza se te va y el mundo se vuelve negro..

Cuando entras al despacho, te encuentras con una estancia oscura, agobiante, de cortinas negras y un enorme escritorio. Libros llenos de polvo atiborran las estanterías y sólo la luz de una lámpara de mesa ilumina toto el mobiliario, incluidos los butacones que hay a ambos lados del escritorio, azul el más cercano a tí y rojo oscuro el que hay al otro lado. Hundidos en la oscuridad de este último hay dos ojillos que flanquéan una nariz aguileña y ahusada. Cuando su propietaria se asoma hacia la luz, ves el rostro duro y seco de Doña Urraca.

-Mi buen Tintín.. bienvenido. Sé que eres una persona de mundo y seria, así que no te entretendré. Cuando quieras, puedes explicarme tu teoría, aunque si prefieres perder el tiempo charlando.. ¡jajajaja! Es cosa tuya.-

- Trataré de no perder más tiempo. Lo que quiero pedirle, por favor, es que si esto no le convence, sea amable y les permita acceder a una nueva votación fuera de la unanimidad – Tintín sonríe con suavidad – Creo que le quedan cosas interesantes por oír.

Tintín toma asiento en el butacón azul. Se inclina sobre el respaldo un momento, como si tomara fuerzas. Cierra y abre los ojos casi al momento. Entonces, se inclina un momento hacia delante.

- Existían en esta casa las tres personas que usted ha dicho. Pensamos que eran un hombre mayor, un hombre más joven y una mujer. Los hombres eran amigos, el primero y la tercera habían sido amantes, y ella y el segundo lo eran al momento de cometerse el asesinato – saca la carta del banco y el anillo de compromiso de mujer, y los apoya sobre el escritorio de Doña Urraca. Luego, con el mismo gesto, pone el cuchillo ensangrentado a un lado – Pensamos que el asesino es el hombre mayor, y que la persona asesinada es el hombre joven, lo que hace que la mujer sea la persona desaparecida. El porqué… creemos que por celos. Los anillos de compromiso son cruzados, y éste en particular no fue encontrado donde esta carta que nos parece pertenecer al hombre mayor, posiblemente el anfitrión de esta casa de los tres habitantes. No creemos entonces que pertenezca a él, si no a los otros. Creemos que el hombre habían incurrido en grandes deudas para mantener esta casa, o un estilo de vida particular que sostuviera a los otros dos, y que de pronto se encontró con la propuesta de compromiso entre nada más y nada menos que su amigo y su ex amante. Posiblemente le tomó por sorpresa. Motivado por sus celos, además de enloquecer por la ingratitud, asesinó primero al hombre, por ejemplo con este cuchillo. Posiblemente trató también de asesinar a la mujer, pero ésta se dio a la fuga al ver cómo venían las cosas y salvó su vida. Así, el hombre quedó en soledad y murió de viejo.

Tintín toma una bocanada de aire. Mira a Urraca un momento, y suspira.

- Por las pistas, podría haber sucedido también al revés, siendo la mujer la asesinada y el hombre el que se diera a la fuga, pero creemos que fue de esta forma. Si no me he explicado correctamente, o piensa que puedo elaborar más algún punto, por favor dígamelo.

Doña Urraca mira intensamente a Tintín, directamente a los ojos. Apoya sus manos bajo el mentón y sus brazos sobre la mesa. Y dice:

-Es una teoría interesante. Digna del mismo Poe si se desarrollase. Y creo.. creo..- en sus ojos brilla una relámpago de malignidad y su sonrisa maquiavélica se extiende hasta el punto que su cabeza parece cercana apartirse en dos.

-¡Me complace! ¡Tus compañeros están salvados! Lamentablemente, tú Tintín, no has logrado salvarte a tí mismo y has de pagar el precio, como las reglas de nuestro juego estipulaban. Por tanto..-

De inmediato, Urraca pulsa un botón bajo el escritorio y la sala en la que conversáis se empieza a llenar de inmediato de un gas azulado. Haces lo posible por evitar respirarlo y te lanzas contra la puerta de salida, pero está firmemente cerrada. Por fin, no te queda más remedio que tomar una bocanada del aire y tan pronto este llega a tus pulmones notas que la cabeza se te va y el mundo se vuelve negro..

El negro empieza a consumir los ojos de Tintín... y éste sonríe. Su sonrisa contra la puerta ha aumentando cuanto más cae su cuerpo contra el suelo. Recuerdos de Alemania y de China, de su primer y único verdadero reportaje, de sus largos viajes y de sus queridos amigos... Cada una de las caras de los salvados recorre su mente, y le convence en lo más íntimo del corazón que ha valido la pena. Lo último que piensa es en el Capitán y Milú, corriendo por una pradera, con la mano y la pata agarrados, bajo el tibio sol de su amada Bélgica... a la que nunca volverá jamás. Pero no le da miedo la muerte: es sólo un viaje más para el que viaja siempre. Algo nuevo por explorar. Algo nuevo sobre lo que nadie ha escrito...

... algo nuevo en lo que meter las narices. Sí, señores, prepárense, porque Tintín va en camino.