Leena se sonrojó ante las palabras de Vincent, eran las más dulces y llenas de sentimiento que le había dicho nunca. Aquel día no podía salir mejor para ella, estaba en un sitio aparentemente seguro con el hombre al cual amaba y al día siguiente iban a fugarse juntos en una nave que los sacaría de ese infierno.
- Gracias a ti he vuelto a vivir, mi vida ha cobrado sentido, antes no lo tenía- le susurró mientras estaba tumbada en la cama despojada de sus ropas y quitándole a él las suyas- gracias.
Vincent parecia mucho mas seguro y relajado. Se dejaba llevar, sus manos te recorrieron comportandose como un cariñoso amante.
Para los dos era vuestra primera vez y ninguno se olvidaria de ella nunca.
Al termianar quedasteis dormidos profundamente. En un sueño largo y profundo....
Demasiado largo... Demasiado profundo...
Al despertar estabas en un lugar distinto. El aire era escaso, el espacio pequeño... atrapada dentro de una capsula diminuta. Encerrada en algo similar a un ataud hipermoderno.
En dos palabras: fue maravilloso. Aquel día con Vincent en el hotel no lo olvidaría jamás, su primera vez, rodeada de un ambiente hostil. Leena aun soñaba con ese momento hasta que se despertó sobresaltada en un lugar extraño y desconocido para ella:
- ¿Pero qué.....?- no le salían las palabras, respiraba a duras penas y no podía moverse en exceso o se chocaba con unas frías paredes. Estaba sola metida dentro de una especie de caja, el pánico se apoderó de ella- ¡alguien me oye! ¡socorro, estoy atrapada!- mientras daba golpes con sus manos en el techo de aquel contenedor. No sabía cómo había podido llegar hasta allí pero se lo imaginaba:
- ¡Ohhh Vincent, otra vez lo has hecho!, ya verás cuando te vea- se dijo para sí misma.
Permaneció allí dentro suponiendo que él la había llevado hasta allí, hasta la nave salvadora y que debería estar en ese habitáculo hasta que alguien la abriese.