Partida Rol por web

La simple presencia de una sombra en la habitación bastó para que Mercy cayera desmayada por la impresión que le produjo. El miedo de los últimos acontecimientos jugaba en su contra y Mercy se había sentido muy angustiada durante todo aquel día. Además, había deducido que aquella sombra se trataba de una presencia humana, y no le faltaba razón.

Cuando volvió en sí, Helen, con una mezcla en el rostro de enfado y preocupación, trataba de despertarla. El grito de Mercy la había despertado con el corazón en la garganta, asustada por el miedo de su compañera. Pues no había nada que se contagiara con más celeridad que el miedo.

-Ya se despierta. -Dijo Helen con un deje de molestia en la voz. -Tranquila, no pasa nada. Todo está bien. -Suavizó el gesto al dirigirse a ella.

A Mercy le costó un par de minutos comprender que Helen no estaba enfadada con Mercy, sino con la otra persona que se encontraba en la habitación. Pues efectivamente allí había alguien más. Helen lanzaba furtivas miradas furibundas hacía la persona que se encontraba junto a la puerta. Mercy todavía no se atrevía a salir del refugio de tranquilidad y calma hallado en la cara conocida de su compañera para enfrentarse a quien estuviera allí. Cuando al fin lo hizo, la visión que tuvo no pudo horrorizarla más. Su peor pesadilla había cobrado vida y se encontraba allí, de pie, junto a la puerta. Un terrible Santa Claus, todo de rojo con solapas blancas de algodón, un cinturón ancho y negro ajustando una generosa barriga, una larga barba blanca y un gorrito rojo con una borla también blanca en la punta. Mercy sintió un terrible escalofrío que le recorría el cuerpo y que por fortuna se vio aliviado, aunque confuso, al descubrir que aquella figura tradicional navideña que tantas pesadillas le causaba no le estaba mirando con unos ojos asesinos inyectados en sangre como los de sus horribles sueños, sino que lo hacían con la inconsciente e inocente mirada de Archie.

-¡Vamos Mercy! - Protestó Archie quitándose el gorro y la barba. -Ni siquiera me ha dado tiempo a decir HOHOHO.

Todo había sido una broma. Una pesadísima broma ingeniada por Archie y su humor que sólo hacía gracia a su compinche Mike. El cual no se encontraba por allí, por raro que pudiera parecer. Pues aquellos dos siempre andaban tramando juntos las peores maldades.

Menuda noche.

Llegué al cuarto de puntillas, abriendo con cuidado la puerta intentando no hacerla chirriar. Un resguicio de luz de coló por la puerta e iluminó la cama de Marian y su rostro levemente. Estaba la pobre hecha un cuadro!

Se conoce que debió desfallecer sobre la cama, sin apenas haber abierto las sabanas y con muchas babas sobre la almohada. Pobre... No sabe beber! Pensé mientras cerraba con cuidado el pestillo de la puerta. Me descalcé y tire las zapatillas en un rincón. La cazadora la puse a los pies de mi cama. Era un bonito trofeo! Pero tampoco podía estar mucho tiempo mirándola ya que yo también estaba cansada.

Me acerque a Marian y la tapé con las sabanas para que no cogiera frio. Y después me metí en mi cama. Con ropa y todo. Mi cabeza estaba puesta solo en una cosa... Mike.

Aun con los ojos cerrados podía verlo haciendo el payaso, pero lo que no se me quitaba de la cabeza era... lo cerca que habíamos estado. Muy cerca! Me revolví en mi cama imaginando lo que habría pasado. Estas loca!

Y con ese pensamiento, me dormí.