Llamó a la puerta dos veces, golpeando con nerviosismo la madera.
–¿Mercy? Soy Noah. ¿Puedo...? –iba a esperar pero, al notar que la puerta estaba abierta y que se escuchaban voces, decidió entrar–. H..Hola. Mmm. Perdón, me han... –carraspeó y agachó la cabeza, cerrando tras de si–. Me han interrogado. Pero ya está –volvió a mirar a la Wells, casi con vergüenza, arrepintiéndose de no haber ido antes con ella, de haber huído a su cuarto–. ¿Cómo estás?
Mercy continuaba tratando de reunir fuerzas para explicarles a todos aquella loca historia. El calmante funcionaba, pero no podía evitar sentirse aún nerviosa. Escuchaba las voces de sus compañeros, pero a penas las prestaba atención. En su cabeza estaba sus amigos, aquellos que sobrevivieron a aquella pesadilla, los que lograron parar los pies del maniaco disfrazado de Santa Claus. Tan absorta estaba en ello, que no pudo evitar sobresaltarse al escuchar los golpes de Noah en la puerta, haciéndola apretar con más fuerza la mano de Lena. Su mirada se giró hacia la puerta y la cara de miedo que tenía, se relajó y pasó a ser una leve sonrisa hacia el joven que cruzaba la puerta.
- Viva... a juzgar por como me late el corazón. - Respondió a Noah, llevándose la mano al pecho. - Me asustaste. - Sonrió levemente al joven, terminando así de relajarse por el sobresalto recibido. - Ven, siéntate. - Golpeó levemente con la mano el colchón de su cama, indicando así a Noah que se sentase a su lado. Esperó a que el chico se sentase para empezar a contar aquella horrible historia. Su pasado. Su historia.
- Voy a contaros algo... algo de mi pasado... algo que creo que va unido a todo esto... O quizás no... no lo se. Vosotros lo decidiréis al final. - Dijo mirando a todos y cada uno de los presentes. - Eso sí, no quiero que este relato salga de aquí... bastante mal lo he pasado... y lo estoy pasando.
» Mientras lo narro, podréis confirmar lo que cuento buscando en internet. Seguramente encontréis mucho sobre lo ocurrido en mi pueblo, Birchmont, hace ahora exactamente un año. - Mercy apretó la mano de Lena de nuevo, antes de seguir hablando. - Todos sabéis que me llamo Mercy Wells, soy hija del juez Wells de Birchmont y tengo una hermana melliza. A pesar de ser como soy ahora, en el instituto era la estúpida y repelente pija que disfruta pisoteando al resto... - Suspiró, pensando en el daño que hizo. Aunque el trauma por el que pasaron todos los chicos de aquel curso, fue infinitamente peor que lo que ella pudiese haber causado.
- No me andaré con rodeos... Como dije, todo ocurrió hace un año... Un maniaco, disfrazado de Santa Claus y portanto un hacha en sus manos, decidió comenzar a matar en Birchmont. Empezó por Derek, un chico de mi clase, un encanto con todos... y su familia. Nada nos hizo imaginar lo que vendría después. - El rostro de la joven comenzó a cambiar, recordando lo ocurrido. - Como os imagináis, los ataques no cesaron ahí... aquel psicópata decidió quitarnos... o intentar quitarnos la vida a todos los adolescentes de Birchmont.
Mercy volvió a temblar, pero no eran nervios, era el miedo que le producía la imagen de aquel hombre... aquellos ojos sin vida, su cruel sonrisa. -A pesar de la muerte de Derek y su familia, se decidió que el Baile de Navidad del instituto se celebrase igualmente, en homenaje a los fallecidos. No nos gustaba la idea y la verdad es que ninguno tenía muchas ganas de ir... pero era de "asistencia obligatoria".
» No solo nos tocó huir de él en las calles del tranquilo pueblo, sino que al final acabó en la fiesta del instituto. No recuerdo cuantos muertos y heridos fueron... solo se que ese loco estaba obsesionado con mis amigos y conmigo. Nos siguió al piso superior... - Mercy cerró los ojos, era como si ese gesto la hiciese no ver a su pesadilla delante de ella, sin recordar que en ese momento, solo estaba en su mente. - Allí, gracias al valor de Kurt, la percepción de Troy y los conocimientos de química de Jim... logramos derrotarle y salir vivos. Por supesto que algunos salimos heridos de aquello... Kurt, tras un acto loco y heróico, recibió un hachazo... - Mercy se levantó mientras hablaba y se quitó el jersey que llevaba puesto, mostrando así la cicatriz en su hombro del hachazo recibido hacía un año. - ... previamente me llevé yo otro en las calles de Birchmont.
- El loco fue apresado y llevado a un centro psiquiátrico. Erik Stark es su nombre... y... - los ojos de Mercy comenzaron a reflejar terror. Se sentó en la cama por inercia y dejó el jersey sobre su regazo. - ... hablé con mi padre ayer... Stark huyó del hospital donde estaba encerrado... no saben donde se ha metido pero... pero... - La joven se llevó el jersey al rostro y comenzó a llorar, poniendo así fin a sus palabras.
-Hostia puta.- El taco no tardó en salir de su alma. -Joder Mercy... No... No sabía. -Sus manos cubrían su boca y así permanecieron unos segundos. No era buena con eso, con las cursiladas y con decir palabras de aliento. Marian era... Directa, no sabía ser otra cosa.
-Pero... ¿Cómo sabes que es el mismo? Quiero decir... Perdona y eso pero... Vamos supongo que se habrá pirado. Sea lo que sea, tenemos un asesino en el campus...
Mike no se sorprendió mucho de la reacción agresiva de Helen, se limitó a aceptar que lo medio echara de su cama. Pero sí sintió cierto asombro al ver el gesto que tuvo con él una vez la futura periodista se sentó. De algún modo, aquel ademán amable parecía añadir peso a la dramática situación que vivían, pues ni en un millón de años Helen Dillbert hubiese dejado que Mike acomodara las piernas sobre ella. No dijo nada, tansolo aceptó la invitación.
Fue entonces cuando unos golpes en la puerta hicieron que Mercy se sobresaltara. Mike, más por la reacción de la chica que por el repique inesperado, perdió la concentración y dejó caer la botella de agua, por suerte cerrada, sobre su pecho. Saludó a Noah con la misma pistola imaginaria que había usado cuando él mismo entrara en la habitación. Observó su tímida entrada, y entrecerró los ojos trás las gafas de sol cuando preguntó a Mercy cómo estaba.
- Los demás también estamos bien, gracias. -el tono de voz intentaba ser sarcástico, pero la intensidad se quedó a medio gas.
Siguió jugando con la botella distraido, escuchando el relato de Mercy solo a medias. No estaba para tragarse las historias de insituto de nadie. Pero a medida que Mercy relataba, Mike iba dejando la botella más quieta y girándose más hacia ella. Para cuando había llegado a la parte de la masacre final, la botella estaba en la cama y había girado la cabeza por completo. No pareció moverse hasta que vió la herida. Quitó las pierdas de encima de Helen y se sentó en la cama para estar más cerca del corte, bajándo las gafas para poder ver mejor. Tenía los ojos rojos.
- Joder... -fue todo lo que salió de su boca.
Se quedó como estaba, sentado y echado hacia adelante. Pero el final de lo que Mercy tenía que decir probocó un cambio en su actitud. Frunció el ceño y negó con la cabeza. Marian parecía haber pensado algo semejante a lo que le rondaba a él por la cabeza, solo que Mike no se sentía con la necesidad de pedir perdón.
- Espera, espera... dijo alzando las manos.- ¿Insinuas que es el mismo tipo? -parecía confuso, negando con la cabeza y mirando a los demás.- En serio me estás diciendo que un colgado se escapa de un manicomio en... ¿En qué estado estaba eso? Lo que sea... De donde Jesucristo perdió el mechero, ¿y lo primero que hace es recorrer medio pais hasta llegar aquí? ¿Ninguno de tus amigos vive por allí cerca o qué? ¿Qué sentido tiene?
A Mike le parecía tan inverosímil aquella historia que no sabía qué pensar de Mercy. Si eso era todo lo que tenía que decir, se sentía un tanto estafado, incluso molesto.
Hellen había escuchado la historia de Mercy, al igual que el resto de sus compañeros, entre estupefacta y asustada. No pudo evitar quedarse boquiabierta un buen rato tras escuchar el angustioso relato de su compañera de piso. Sabía alguna cosa, después de todo era su compañera de habitación y escuchaba conversaciones, veía la medicación que estaba tomando, escuchaba sus pesadillas... pero en ningún momento se hubiera imaginado que el trauma era tan profundo y aterrador, y mucho menos que tuviera una relación tan directa con el macabro hallazgo de aquella mañana.
-¿Y por qué no? -Dijo tras escuchar como sus compañeros ponían en duda que se tratase del mismo tipo - Puede que haya escapado, se haya enterado de dónde está Mercy y... -Cerró la boca a tiempo, pues se dio cuenta de que lo siguiente que iba a decir no era muy apropiado, pues no era necesario recordarle constantemente que había un asesino suelto que buscaba terminar un trabajo a su costa. -Lo que quiero decir es... que lo que ha contado Mercy y lo que ha pasado aquí es demasiado parecido.
Se había quedado paralizado, totalmente congelado en el sitio, completamente en silencio, sin saber que podía decir. O si podía siquiera decir algo. Apenas podía mirar a Mercy, que estaba a su lado en la cama, mucho menos abrir la boca. Él ya sabía todo aquello, lo había investigado en profundidad y había leído y escuchado cada declaración y cada noticia salidas en el periódico, televisión, radio y podcast. Incluso, participaba en algún que otro foro en el que se hablaba de ello. Pero eso no podía decirlo, por supuesto. ¿Entonces el qué? Sentía que tenía que romper su silencio, o quedaría demasiado extraño.
—¿Se lo has... lo has contado a la policía? No puede ser una coincidencia... Estoy seguro.
¡Idiota! ¿Qué clase de comentario era ese? Tenía que animarla, no acabar con la poca esperanza que tuviera. Y seguramente había hecho todo lo contrario. Además, el se suponía que no sabía nada. Nada en absoluto.
Nervioso, agachó la cabeza y asintió mirando al suelo. Había esperado tanto tiempo a hablar con ella de ese tema, que no se había parado a pensar en como afectaría eso a la chica, que podría preguntar siquiera. Se sentía estúpido junto a ella, y demasiado torpe. Tanto que apenas podía controlar sus palabras.
—¿Cómo... Cómo crees que te ha encontrado?
Mercy permaneció en silencio mientras todos hablaban y expresaban sus opiniones. - No esperaba que me creyérais, se que es algo difícil de creer. - Dijo la joven algo más tranquila. - No tengo respuestas a nada de lo preguntáis... Ni yo misma estoy segura de que sea el mismo tipo loco. - Respondió resignada. - Ver a aquel tipo en las gradas, como miraba hacia nosotros...
- Y tampoco es algo que fuese a contar así a la ligera. Todo aquello lo quise dejar atrás viniendo aquí. Creí que un cambio como este, la universidad, nuevos amigos... me ayudaría a olvidar. - Por inercia se agarró a la mano de Noah. - Supongo que debí hablarlo con alguien... uno de vosotros... pero... el riesgo de ser "la loca" de la uni era muy alto...
- Y sí, Noah... se lo conté todo a la policía. - Le dije mirándole fijamente sin soltarle la mano. - Y... de ser él no se como me ha encontrado, pero supongo que debí cambiarme el nombre también antes de matricularme y venir... Y... hay algo más... - Suspiró y sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo. -No se porqué, pero creo que ese loco se obsesionó con mis amigos y conmigo hasta el punto de dejar a todos los alumnos reunidos en la fiesta, para atraparnos y matarnos a los cinco... Si realmente es él, ninguno de los que estamos aquí ahora estaremos asalvo hasta que le cojan.
Me quede en silencio hasta que Mercy relató todo eso.
Apena puede decir nada. Era algo tan inverosímil como traumático. Con razón tomaba esas pastillas y veía fantasmas en todos los rincones. Pero cuando dejó ver su cicatriz... Joder! Eso no me lo esperaba.
Suspiré tan profundo que casi se me sale el alma de dentro. No sabía que decir realmente. Tampoco conocía a Mercy lo suficiente para saber si le vendría mejor un abrazo o una ostia. Pero allí, cogiéndola de la mano, seguramente estaría haciéndolo mucho mejor que un puto frasco de píldoras de la felicidad.
-Mercy...- conseguí decir por lo bajo. El resto se lo dijeron los demás. Pero intenté algo mejor. - Estoy contigo, ¿vale?- Dije cuando empezó a llorar de nuevo mientras trataba de apartarle el pelo de la cara.
La abracé un poco por los hombros.
- No estás sola. ¿Lo sabes, no? No dejaremos que ese tío vuelva a por ti. Si quieres Marian y yo dormiremos contigo hasta que cojan a ese idiota- Dije mirando a mi amiga Marian.- Tenemos sacos de esos de camping. No te preocupes-
Si estábamos juntos puede que también la muerte de Archie también fuera mas llevadera.
Las gafas de sol ocultaron el constante ir y venir de los ojos de Mike, que circulaban sobre las caras de quienes iban hablando. En silencio, su expresión incrédula iba en aumento, pero no por los motivos que estaban sorprendiendo a los demás. De pronto, como quien no puede aguantar más, dejó caer la cabeza y comenzó a reir por lo bajo. Era una risa sorda, una serie de exhalaciones sincopadas. Mike negó con la cabeza antes de volver a alzar la vista. Sonreía, y su voz ya no sonaba apagada, sino llena de sarcasmo.
- Vaya, pobrecita Mercy... Es terrible lo que pasó, ¿eh? Y ahora todos a estar pendientes de tí, claro. Ojalá pudiera entender lo que significa pasar por algo así de trágico... -se hizo el exageradamente sorprendido. El sarcasmo cambió a enfado.- Espera, sí puedo. Porque me ha pasado esta puta mañana. ¿Y tú me estás soltando la película sobre un tio que se escapa de Dios sabe dónde? ¿Cuál es tu problema? -Se puso de pie, gesticulando cada vez de forma más airada.- ¿No puedes evitar ser el centro de atención ni un solo día? No tienes ni una prueba de lo que dices, pero nos traes aquí como si acabaras de inventar la Cocacola. ¿Te has parado a pensar que quizás HOY no era el día adecuado para contarme tus movidas? Carai, Mercy tuvo la mala suerte de cruzarse con un zumbado. -abrió los brazos en cruz.- ¡Pues bienvenida al club! Y ahora todos a lamerte el culo, porque eres TÚ aparentemente quien tiene algo importante que decir sobre lo que ha pasado hoy. ¿Por qué no os vais todos a la mierda?
Cuaquiera que conociera a Mike sabría que aquella no era su forma habitual de actuar, pero en aquella situación no pudo resistirse y explotó. Que Archie hubiese muerto pero que no fuese su amigo, o él mismo, sino Mercy el centro del asunto le superaba.
Me estabais empalagando demasiado con vuestras muestras de afecto, tenía que prenderle fuego al momento :P
-¡Mira que eres imbécil Mike! -Le gritó. - Precisamente... -Sus ojos estaban vidriosos y luchaban por contener un mar salado que ansiaba manar libremente por sus mejillas. -Precisamente por lo que pasó a Artie deberías saber cómo se siente. -Pasaron un par de segundos con un silencio muy tenso. -La mierda de ésto es que Artie es el primero... Y si la historia se repite no se detendrá ahí. Cualquiera podría ser el siguiente, uno de nosotros o alguien de la uni.
-Así que saca tu cabeza del culo y aporta algo útil... Por una vez.
Entonces se dio cuenta que se había incorporado inconscientemente y que todos la miraban, se sentó. Era lo mejor... Sentarse. Parecía que las lágrimas no iban a salir.
Ala, don empático.
Máster, supongo que esto ya puede avanzar porque no hay nada que decir
Las revelaciones de Mercy provocaron todo tipo de reacción en su grupo de compañeros. Por un lado, estaban quienes la apoyaban y consolaban por lo mal que debía estar pasándolo al revivir la traumática experiencia de un año atrás. Pero luego estaba Mike, quien se sentía tan frustrado y dolido por la perdida de su amigo Archie que no pudo soportar que todos centraran su atención en Mercy y olvidasen lo que acaba de pasar aquel día. O tal vez fuera que Mike no supo gestionar bien sus emociones y estaba diciendo cosas que, por otra parte, no sentía en realidad. Fuera como fuese, la tensión fue en aumento en el cuarto de Mercy y Hellen, especialmente cuando Marian se levantó y se encaró a Mike por unos breves segundos. Parecía que allí fuese a haber más que palabras, pero Marian se retiró antes de que la cosa fuese a mayores y volvió a sentarse.
Justo en ese momento alguien llamó a la puerta y logró que el tenso momento pasara y los ánimos se tranquilizaran. Eran las chicas de la habitación de al lado y pasaban para avisar de que el rector había convocado un acto en memoria de Archie para la tarde y querían saber si ellas irían. Parecían sorprendidas al ver toda aquella reunión, y era probable que hubiesen entrado en la habitación tras escuchar los últimos gritos de Mike y Marian con la excusa de avisar sobre aquel acto. En realidad era sencillo que todos terminasen enterándose, pues el propio rector había mandado un mensaje a todos los alumnos del campus a través de las cuentas oficiales de correo electrónico y del servicio de mensajes de texto que normalmente se usaba para hacer llegar las notas de los exámenes a los teléfonos móviles de los estudiantes.
Podéis ir poniendo los últimos post para finalizar la escena, la próxima será el acto en memoria de Archie.
Seguía queriendo decir algo, pero no lo hizo. La tensión pesaba sobre sus hombros como una losa, pero había algo más, algo mucho más profundo que le mantenía en silencio. Apenas tardó en descubrir que era: culpabilidad. Después de la conversación que había tenido con los inspectores, no podía dejar de pensar en que tal vez sus investigaciones habían atraído todo aquello, o que al menos la muerte de Archie se debía a sus notas. Si no hubiera sabido lo del disfraz, tal vez... Era inútil pensar en aquello, pero no podía sacárselo de la cabeza. Aunque él no se lo hubiera dicho, sabía que lo había descubierto gracias a que compartían habitación, y eso le hacía tan responsable como a cualquier otro. Más incluso. Ya fuera el mismo que perseguía a Mercy o un imitador, en el fondo sabía que era él, y solo él, quien le había dado el primer arma para causar aquél miedo en el Campus.
La explosiva reacción de Mike fue lo único que evitó que llorara, y en su lugar se limitó a apretar aún más la mano de la chica, devolviendo el gesto. Intentando consolarla como podía, o tal vez consolarse así mismo. Aquello era más de lo que ninguno podía aguantar, mucho más de lo que podían permitirse. Marian, por suerte, frenó en seco aquello, y en seguida los ánimos parecieron calmarse. El incendio había pasado, sin nada que lamentar. O nada que no pudiera arreglarse. Fue, justo, el momento en que aparecieron las dos vecinas de cuarto de Hellen y Mercy. Justo a tiempo. Con un sonoro suspiro de alivio, se puso en pié y les miró a todos, de reojo y sin levantar demasiado la cabeza, mucho menos manteniendo el contacto. Aunque sin soltar la mano.
—Tal vez deberíamos ir... —sugirió con un hilo de voz—. ¿No?
-Noah...- Le respondió Marian. Aquello se daba por descontado parecía decirle. Incluso había algo de reproche en la voz.
Aquello era surrealista y necesitaba tiempo. Tiempo y distancia. Quería estar sola así que se levantó y se fue sin apenas decir nada.
Y tras esto, MIke se desbocó como un potrillo dolido.
Entendía lo que le pasaba por la mente pero lo estaba pagando a lo mejor con quien no debía. Suspiré mientras le miraba fijamente, sin poner ninguna cara en realidad. Oía como Maria se lo reprochaba y sentía como la mano de Mercy se apretaba con la mía, mientras que Noah le daba también su apoyo. Esto necesitaba un salida algo mas... diplomática.
- Valé! Ya!- Dije levantándome de mi sitio y poniéndome en el medio de la habitación con los brazo en alto. - Esto no es necesario. Así no vamos a ningún lado. Y solo estamos consiguiendo asustarnos mas de la cuenta.
Respira, Lena, respira. Como tu Sensei te enseñó... Ohm... El miedo es tu enemigooo...
En ese momento entraron las compañeras de la habitación de al lado de Mercy dejando las cosas a medias, co lo que dejé caer mis brazos a ambos lados. vencida por la situación. Al irse me dirigí a la puerta y cogí del brazo a Mike.
- Bien, Mike y yo vamos a por algo de agua para Mercy, ¿vale?- Sostuve la mirada a MIke, para que no dijera nada mas y me acompañara.- Luego os vemos.
La reacción de Marian no ayudó a calmar a Mike. Se encaró a ella, con el ceño tan fruncido que casi le empujaba las gafas fuera de la nariz.
- ¿De mi propio culo? Es mi mejor amigo quien ha muerto esta mañana, por si se te ha olvidado. ¿Dónde debería estar metido, según tú? Te voy a decir donde NO voy a hacerlo: ¡En vuestra puta paranoia!
Cuando ya empezaba a escupir al hablar y a gesticular más de la cuenta, se frenó al ver que Lena se ponía delante. Mike respiraba agitadamente y tenía los nudillos blancos de tanto apretar los puños, pero parecía dispuesto a no decir más. Se quedó quieto, pero tras las gafas de sol no le quitaba el ojo de encima a Marian. Ni siquiera se inmutó cuando las chicas entraron para dar el aviso. Solo se movió cuando Marian salió, girando la cabeza para seguir con la mirada su salida. Resopló, como soltando parte de la tensión que llevaba, y recibió con sorpresa el anuncio de Lena. La miró con desapruebo, y en aquel estado podría haberle soltado la bulla incluso a ella, pero entendió que era mejor irse y dejar las cosas como estaban. Aunque algo le decía que ahora le tocaría escuchar un sermón por parte de la hippie, y no estaba de humor para ello. Se dejó llevar por el tirón de su brazo y salió con Lena, dando manotazos y patadas a todo objeto inanimado que encontraba en su camino.
- No, no... ¡No entendísteis nada!- Exclamó Mercy tras ver las reacciones de todos y como salían de la habitación. La joven se puso en pie y sin soltar a Noah de la mano, siguió hablando o más bien gritando a quienes se alejaban de aquella manera. - ¡No se trata de mí, Mike! - Gritó al joven que hacía un instante había explotado de aquella manera. No podía culparle puesto que sabía lo que era perder a un ser querido, aunque no se podía comparar la pérdida. Archie había muerto y Troy se había esfumado, aunque en el fondo Mercy sabía que jamás volvería a verle, aún quedaba esa esperanza dentro de ella... algo que Mike no tendría respecto a Archie.
- ¡Se trata de nosotros!¡Lo que os he contado es cierto! - Siguió exclamando sin importarla si llamaba o no la atención de alguien más. - ¡Y si todo forma parte de esa historia...! - ... Estamos condenados... No terminó la frase. La joven se giró hacia Noah, a quien no había soltado en ese tiempo. Con los ojos llenos de lágrimas, se lanzó a sus brazos, abrazándose al joven con fuerza. - ... sabía que no me creeríais... no debí decir nada... - Sollozó entre sus brazos mientras trataba de recuperar la compostura.
Salimos fuera de la habitación, dejando atrás ese incómodo silencio que, solo roto por las palabras de réplica de Mercy.
Una vez fuera, cerré con cuidado la puerta y miré a Mike, con el ceño fruncido. No era de esas que hacían psicología o esas cosas mentales, tan solo me gustaba escuchar y, en la medida de lo posible, ayudar. En su momento, conmigo lo hicieron bien.
-¿Estas bien?- Susurré ligeramente. Pero por muy dura que fuera, en esta vida, hay cosas que no cambian, y yo seguía siendo un chiquilla. Al igual que todos. Me abalance sobre Mike, abrazándolo e intentando contener un par lagrimas.- Lo siento Mike. Lo siento de veras. Si necesitas hablar con alguien...- dije embozada en su pecho -... desahógate conmigo.
Ocupado arrancando un papel enganchado en la pared y lanzándolo sin cuidado al suelo, Mike intentó no hacer caso a las últimas palabras de Mercy que salían de su habitacíon. Y a decir verdad no terminó de conseguir omitirlas, pues se giró para volver hacia ella, pero se topó con Lena cerrando la puerta. "Aquí viene la charla", pensó, pues anticipaba la reprimenda que iba a caerle. La pregunta de Lena, sin embargo, fue más considerada de lo esperado, pero él seguía lo bastante alterado como para no terminar de juntar dos palabras con sentido. Resopló y señaló al cuarto de Mercy un par de veces, pero algo lo paralizó. No esperaba aquel abrazo, y durante unos segundos se sintió confuso. La voz de la chica resonó contra su pecho, y como si hubiesen activado el mecanismo de un autómata, Mike cerró los brazos alrededor de ella, apoyando la cabeza contra la suya. El enfado por lo que acababa de ocurrir desapareció, y se sentía ahora débil y vulnerable. Los ojos se le llenaron de inmediato de lágrimas, como si acabaran de quitar un tapón que las hubiese estado conteniendo.
- No es justo, joder... -fue lo único que pudo decir antes de romper a llorar.
La habitación de Mercy fue vaciándose después de que la tensión con Mike hubiera ido creciendo hasta llegar a un extraño punto. Todos estaban afectados por la brutal muerte de Archie, en mayor o menor medida, y cada uno se lo había tomado a su manera. Mercy revivía un horrible pasado no muy lejano, y aunque sus intenciones habían sido buenas para intentar mantener al resto del grupo unido, la cosa le había salido por la culata cuando Mike lo interpretó como una llamada de atención que no pudo consentir. No cuando su mejor amigo acababa de ser asesinado. Para él la atención debía estar en otra parte. En un intento desesperado por devolver la cordura a aquella escena, Mercy trató de llamar a la calma, hacerles entender que corrían la misma suerte, que estaban en el mismo bando. Pero fue en vano, para cuando los sollozos ahogaron sus palabras varios de ellos ya se habían marchado de allí.