Partida Rol por web

Archie se mantuvo sentado en silencio con una estúpida sonrisilla en su boca que delataba que sabía algo que los demás no después de aquel extraño impulso que le había llevado a levantarse como un resorte y que se había desvanecido después con la misma rapidez. No abrió la boca más que para sonreír a las puyas de Mike hasta que Marian habló de nuevo.

-¡Baloncesto!- Exclamó Archie con un gesto de asentimiento. -¡Esa es mi hermana!. -Mostró su mochila y dejó ver sus parches ochenteros de viejas glorias del mundo de la pelota naranja: Barkley, Malone, Erving, Pippen, y por supuesto Magic. -El hockey es para blanquitos fracasados que no saben encestar una pelota. -Dejó plantado la mano de Mike cuando quiso chocarla con él y contestó a sus palabras sobre lo machorros que eran los jugadores de hockey. -No, hermano, no me trates de convencer, y no es que el hockey sea un deporte de blancos porque los negros no sepamos pegarle a un palo, lo que pasa es que aún no han encontrado la forma de que no se nos congele el culo en ese puñetero hielo.

Noah llegó al lugar y saludó al grupo, a Archie le pareció fantástico que su compañero de piso por fin dejara de pasar horas muertas en la pantalla de su ordenador y al fin saliera de su cuarto para relacionarse con otras personas. Incluso le dejó algo de hueco en el sofá y le ofreció uno de los broccolis que habían desaparramado sobre Mike. Mientras tanto escuchaba las respuestas que Lena propinaba hacía Mike partiéndose de la risa. -Esta blanca es la hostia. -Se le escuchó entre risas que casi terminan ahogándole.

-Claro que dice en serio lo del ajedrez. -Dijo después para referirse a Noah. -Los posters de mi lado del cuarto son de Jordan, y los del suyo, de Kasparov. -Se giró hacía Lena y le habló en tono de confidencia. -Al principio te juro que creía que era un maldito comunista.

Después del número de Mike, Archie miró a Noah e hizo un gesto con la mano para que no tomara en cuenta la exagerada función de su colega.

-No le hagas ni caso, Noah. Creemos que uno de esos guisantes del suelo es su cerebro. -Dijo antes de volver a recuperar la sonrisa misteriosa que mantenía hasta la llegada de Noah. -Mike, ¿de verdad que tú juegas en el equipo de hockey. ¿En los Wildcats?. -Golpeó con el codo a Noah en gesto de complicidad, el muchacho ya había sido durante demasiado tiempo la diana de las bromas. -Lo digo porque te veo aquí tan tranquilo bebiendo cerveza y cogiendo algo de tono... pero bueno, cada cual tiene su rutina antes de los partidos importantes.  -Aquella noche era el último partido de la temporada y el equipo se jugaba entrar en los playoffs y el derecho a jugar en la postemporada.

-¿Qué quieres decir? No entiendo qué sacarían mintiéndome. -Dijo extrañada. -Además me lo ha dicho una fuente muy fiable. -Aseguró. -No creo que me haya mentido. De todos modos voy a averiguarlo. Indagaré por ahí, puede que Mike sepa algo, él estuvo el año pasado aquí.

Hellen estudiaba periodismo, y sentía gran vocación hacía esa profesión, además de un talento innato para meterse en los peores líos por culpa de su curiosidad. En el instituto se encargaba del periódico y se había ganado la enemistad de más de un profesor por culpa de sus atrevidas denuncias juveniles. A veces utilizaba el lenguaje profesional que aprendía en la facultad y llenaba la cabeza a los demás con esos términos e historias: comprobar las fuentes, ser rigurosa, tener contactos, las claves de una buena historia, proteger a sus fuentes...

-No te preocupes. - Puso cara de niña buena para que Mercy no temiera por sus locuras. -Seré buena. Le preguntaré a Mike e iré después a verte, guárdame mi café con leche y canela. ¿Irás luego al partido de los Wildcats?. -Quiso saber antes de que Mercy se marchara a toda prisa, preguntándole casi desde la puerta. -¡Es el último de la temporada, se juegan entrar en playoffs!

- ¡WOW! -se oyó de nuevo desde la cocina.

Mike había continuado sus aspavientos y demás pantomimas por todo el salón y las zonas adyacentes. Incluso había sorpredido a algún otro habitante de la fraternidad por un pasillo cercano con sus gestos de acabar de ver al Yeti. Se encaminó a la cocina, pensando si comer algo como un ser humano o abrirse otra cerveza. Decidiéndose por una mezcla de ambas, abrió la nevera y metió la cabeza en ella.

- ¿Mmm? -respondió ante la pregunta de Archie. Sacó la cabeza y apoyó el codo sobre la puerta abierta. -No tío, juego en el equipo de macramé con tu abuela. -volvió a meter la cabeza en la nevera.- Pues claro que en los Wildcats, ¿a que viene esa pregunta, maldito senil?

Teniendo en cuenta que no era la nevera donde Mike guardaba su comida, estuvo rebuscando un rato hasta que se decidió por un frankfurt crudo. Justo cuando llevaba medio, el último comentario de Archie le hizo sacar, definitivamente, la jeta del frigorífico. Se lo quedó mirando un instante, aun con la salchicha a medio asomar. Haciendo honor a su mala cabeza, había olvidado por completo que tenía que prepararse para el partido.

- La madre que me... -dijo antes de salir corriendo hacia las escaleras. Señaló al grupo antes de subir, fijándose especialmente en Lena.- Estais invitados a venir. Sobretodo tú, hippie. Igual te animas y vienes a hacer de mascota para la próxima.

Subió unos cuantos escalones de dos en dos, paró en secó y volvió a bajar a toda velocidad. Fue a la nevera, cogió otro frankfurt y una cerveza nueva y desapareció piso arriba, encaminándose a su cuarto para recoger sus cosas.

Tal vez Archie exageraba –sus pósters eran de videojuegos y pelis de culto, no de Kasparov, Fisher o Krammnik–, pero aún así agradeció sus palabras tanto como las de Lena, y hasta se atrevió a sonreír divertido por los comentarios y las bromas. Por supuesto, el gesto, desapareció un instante después cuando cayó en la cuenta de lo que había dicho, o lo que parecía que había dicho, o lo que el maldito Mike había decidido sacar de contexto. 

De nuevo, tartamudeando, intentó explicar lo de Mercy...

– Ella, yo, osea, yo no – carraspeó –. Ella se ha ido rápido, luego he estado jugando y...

... Y al final, ante los continuas exclamaciones de no tenía muy claro si fingida sorpresa del deportista, decidió ni intentarlo, siguiendo el nuevo consejo de su compañero de habitación y volviendo a intentar sonreír un poco mientras se metían, esta vez, con el que siempre iniciaba las bromas. 

Observó entonces como el jugador asomaba la cabeza, con lo que presumiblemente era alguna de sus cosas, y le vio marcharse corriendo escaleras arriba, bajar de nuevo, y volver a irse con la mitad de alguna de sus cenas.

– ¿A qué hora tiene el partido? – preguntó sin mucho interés, por cambiar de tema, cuando desapareció.

¿Reirse un rato no te parece suficiente motivo? Preguntó Mercy algo incrédula. Puede ser la fuente más fiable del mundo, pero sin pruebas que confirmen su historia, es todo aire y palabras vacías. Hazme caso o perderás credebilidad ante todos.

La miró con cierta ternura a la par que envidia. Toda la inocencia que Mercy albergaba y la confianza en los demás, se rompió la noche que Santa Claus pasó de ser un dulce y rechoncho hombre a un psicópata desalmado con un hacha en sus manos, sediento de sangre de adolescentes. Un escalofrío recorrió la espalda de Mercy al recordar todo aquello.

Ok, te estará esperando tu mesa favorita! Dios! El partido.. ¿Esta noche? Lo cierto es que no tenía nada planeado, salvo quedarse en su cuarto tratando de encontrar la forma de no ir a la fiesta de la fraternidad. Sí, seguro que  sí. Tenemos que animar a nuestros chicos! Dijo justo antes de cerrar.

Archie no paraba de carcajear mientras su colega Mike corría hacía las escaleras para coger sus bártulos de hockey y correr hacía el entrenamiento previo del partido que el entrenador había convocado y que él había olvidado. Si no llegaba a tiempo, sin duda, sería castigado y empezaría el partido en el banquillo. No era la primera vez que le ocurría. Al menos ya quedaba clara cual era la intención de Archie al preguntarle continuamente por el partido y su anterior reacción tan llamativa y estrafalaria. Aunque era raro que algo no resultase estrafalario en Archie.

Cuando terminó de reírse, aún todavía con la respiración entre cortada, contestó a Noah.

-En un par de horas... ¡Oye! podemos pintarnos la tripa con su nombre para animarle... ¿Qué me dices Noah?. Alguien tiene que subir su moral, va a pasarse el partido castigado en el banquillo. -Bromeó Archie.

Apenas cinco minutos después de que Mike enfilara las escaleras de la residencia a toda velocidad hacía su habitación, Hellen Dillbert descendió por las mismas y se dirigió a los sofás donde ellos estaban. Llevaba un gorro de lana para protegerse del frío que reinaba en la última planta de la residencia donde tenía su habitación, al llegar a la cocina el calor enrojeció sus mejillas victimas del contraste de temperatura. Todos ellos sabían, pues eran de primer año, que la planta de los novatos era la más fría y húmeda de la fraternidad, y que tras bajar las escaleras podías pasar tranquilamente de una nevera a un horno, pues allí abajo se podía estar tranquilamente en manga corta.

Bajo el gorro, su densa melena rubia caía como una cascada sobre sus hombros. Hellen era increíblemente guapa y todas las miradas se dirigieron a ella en cuanto se quitó el abrigo y dejó ver la corta camiseta negra de Los Ramones que mostraba su ombligo y su estrecha cintura. Ella, sin hacer mucho caso, se dejó caer en uno de los sofás al lado de Noah y saludó al grupo.

-Chicos, ¿habéis visto a Mike?. Tengo que preguntarle sobre una cosa muy macabra que me han contado... - Sabían que Hellen, además de ser una de las chicas más pretendidas de la fraternidad, estudiaba periodismo, y sentía gran vocación hacía esa profesión, además de un talento innato para meterse en los peores líos por culpa de su curiosidad. En el instituto se encargaba del periódico y se había ganado la enemistad de más de un profesor por culpa de sus atrevidas denuncias juveniles. A veces utilizaba el lenguaje profesional que aprendía en la facultad y llenaba la cabeza a los demás con esos términos e historias: comprobar las fuentes, ser rigurosa, tener contactos, las claves de una buena historia, proteger a sus fuentes...

- Sí, sí, sí, sí, sí, ya lo sé. -dijo con la mano alzada hacia Lawrence, su compañero de habitación, antes de que éste pudiera recriminarle algo como de costumbre.

Nada más entrar en su cuarto, se dirigió a toda prisa hacia su armario y revolvió en él. Sacó su bolsa de gimnasio, de la que colgaba parte de la camiseta de los Wildcats con su nombre en la espalda. Recogió los patines de hielo y los guardó junto al resto de su ropa. Antes de que Lawrence pudiera hablar, Mike ya estaba saliendo por la puerta.

- Luego, luego, luego. -fue lo único que le dijo.

Bajando los escalones de dos en dos, pasó por el salón donde hasta hacía escasos minutos estaban todos bebiendo y riendo. Se acercó a Archie y le dió un sonoro beso en la mejilla, al estilo abuela, apretándolo contra él.

- Nos vemos en el partido. -dijo sin parar de caminar hacia la salida. Alzó el brazo a modo de despedida.- Deseadle suerte al equipo contrario, ¡"La Torre" Sullivan va a por ellos!

Sin siquiera esperar respuesta, salió por la gran puerta de la fraternidad y salió pitando hacia el entreno, esperando llegar

No estaba muy seguro de que responder a Archie sobre lo de pintarse la tripa. Sinceramente no sabía si era una broma o lo decía totalmente en serio; esperaba que fuera lo primero, porque no le hacía ninguna gracia –ni siquiera había pisado el gimnasio, como para ir de estúpido fan de Mike–, pero por otro lado no quería decepcionar a su nuevo defensor. Después de que le protegiera de las pullas del jugador de rugby, le debía uno. 

– Pues... yo... 

Salvado por la campana. O por Hellen, más bien. La chica apareció repentinamente y se sentó –o más bien cayó– a su lado. Él se movió unos centímetros, en parte para dejarla hueco, en parte por vergüenza de estar tan junto a una chica como ella. 

Hellen no sólo era la compañera de habitación de Mercy, sino que era guapa –preciosa–,  con una gran e increíble personalidad y, por si fuera poco, le encantaba el periodismo y la investigación hasta un nivel que ni siquiera él alcanzaba con sus pesquisas sobre asesinatos. Más de una vez, sabiendo que no se atrevería a hablar a la Wells, había pensado en hacerlo con Dillbert, y ganársela para su causa. No lo había hecho por lo mismo que con la otra: cuando estaba cerca, sólo podía tartamudear. Ese día, en cambio, parecía que todo estaba saliendo bien, y la chica había llegado con algo que llamó su atención casi al instante. Casi porque durante casi medio minuto tuvo que controlarse para no ponerse rojo y poder hablar. 

– ¿Has dicho macabro? – preguntó curioso cuando lo logró. Sus ojos se abrieron y uno podía incluso ver como brillaban de emoción –. Él, esto, Mike, se acaba de ir pero yo...

Y tal como se había ido, volvió. Dio un beso a Archie, y desapareció de nuevo. Esperó a que se cerrara la puerta tras él, y devolvió la atención.

– Me da que no vas a poder hablar con él en un rato – sonrió –. ¿Pero a qué te referías?

¿Acaso habría descubierto el pasado de su compañera? Eso sería... ¡maravilloso!

La pregunta de Hellen sobre el paradero de Mike se contestó en cuanto el defensa de los Wildcats y eterno bromista descendió las escaleras a toda velocidad y salió corriendo hacía el exterior, con beso a Archie de por medio, sin siquiera percatarse de la presencia de Helen allí. Ella abrió la boca para hablar, pero Mike se escurrió del edificio antes de que ella pudiera alzar la voz.

-¡Mierda! -Exclamó la joven tras chasquear los labios. -Ya lo pillaré luego.

Hellen se giró hacía Noah y empezó a hablar en voz baja para alcanzar un tono de confidencia.

-Veras, me han contado que el año pasado en la misma habitación que compartimos Mercy y yo violaron a una de las chicas. La cosa fue bastante sonada, aunque al final retiraron los cargos y nadie más volvió a hablar del asunto. La chica dejó la universidad y él gilipollas que la violó quedó impune y sigue por aquí. Me juego el cuello a que es de buena familia y logró que sus padres movieran algunos hilos para silenciar el caso. Quería hablar con Mike porque igual sabe alto de todo eso... -Hellen miró a Noah con renovado interés, como si lo acabara de ver por primera vez. -Soy Hellen, por cierto. -Dijo alzando la mano para estrecharla con él.

Indeciso entre salir corriendo a vomitar a causa de que el estómago acababa de ponerse a saltar en su interior, o darle la mano, al final descartó la primera opción y siguió adelante con la segunda mientras sonreía tímidamente a Hellen. Apenas tenía fuerza, así que no la hizo durante el gesto, y como tampoco tenía un ápice de control sobre sus emociones, tampoco miró fíjamente a la chica, incapaz de mantener el rubor de su piel en un segundo plano. 

Como fuera, no todo era culpa de estar al lado de ella, sino que aquella declaración sobre lo que había pasado un año antes le había acelerado el corazón. Sin saberlo, ¡estaba a escasos metros de una escena de un crimen sin resolver! Vale que no era un asesinato, ni mucho menos una matanza en masa como la que habían vivido en... Suspiró, cayendo en la cuenta de algo. Algo aparte de que no se había presentado, y llevaba ya un tiempo incómodo con la mano cogida de Hellen sin decir nada y con los ojos observando un punto del infinito que nadie más veía.

–  ¿Eh? ¡Oh! Si, yo soy Noah – dijo apartando la mano, y llevándosela hasta las piernas, dónde la aprisionó con estas –. He leído algunos de los artículos que publicas en el periódico, eres muy buena.

¿Eso era un elogio? Si. Si lo era. Volvió a ponerse rojo, y tragó con fuerza aunque no tenía nada en la boca, ni siquiera saliva ya que se había quedado seco. Se controló, bajó el tono, al mismo nivel que ella, o incluso más, y siguió.

– Oye, será mejor que no le digas nada a Mercy. No creo que la haga mucha gracia con todo lo que... – se calló. Por supuesto, le habían dado alas y estaba hablando de más –. Pero, esto, yo puedo ayudarte también. Me gustan todos esos temas – y así, en un instante, del rojo pasó al blanco, dándose cuenta de como sonaba aquello –. Osea, la investigación, y esas cosas. No, nada raro. Vamos que, si, que podríamos hablar con Mike, y luego investigar algo sobre ese tipo, o la chica...

Miró a Archie, entrecerró un ojo –o elevó mucho la ceja del otro– y asintió. 

– Mike juega hoy. Podemos hablar con él después del partido, si vamos a verle y le pillamos antes de que acabe totalmente borracho con sus amigos.

La frescura de Mike me pillaba por sorpresa.

Vale, también me parecía que estaba zumbado, pero en el fondo todos estábamos zumbados a nuestra manera. Así que reí de buena gana ante lo bien que se tomaba las bromitas pesadas que le hacía y cómo me las devolvía. Así que cuando se marchó escaleras arriba para "prepararse" frente al partido, ¿con mas cervezas? solo pude negar con la cabeza con un - Está como un cencerro, pero es majo..- dirigido a Archie en un susurro como opinión divertida hacia su amigo.

Momentos después bajó Hellen. Una amiga mía que siempre llegaba como un torbellino, sobre todo cuando había chicos cerca. Envidiaba su cuerpo, pero por poco. En vez de ser periodista bien podría ser modelo de lencería o algo así. Una ventaja frente a los chicos, pero, muchas veces me preguntaba si eso era tener ventaja o una diana pintada en las tetas.

Aun así, seguía teniendo mis propios complejos con respecto al cuerpo. Vale que ya hubiera pasado mi... problemilla de verme gorda... pero no le veía la gracia a llevar tan poca ropa y que se vieras mis defectos o, mas bien, falta de atributos  en comparación con Ellen. Esperaba sin embargo que tras la fiesta, pudiera dar por zanjado ese tema y desinhibirme.

- Hola Hellen!!- Dije con una gran sonrisa cuando se sentó a a nuestro lado.

La actitud de Noah me pareció encantadora. Era como la del primo que viene a tu casa y se avergüenza al entrar en tu cuarto mientras te estas cambiando. Sonreí de medio lado mientras me imaginaba cómo Noah le pediría salir a Mercy. En mi mente se formo una imagen de ambos un tanto extraña.

Este chico necesita un empujón.

- ¿Algo macabro? Pregunté mirando a Marian que parecía ausente.

Puse atención al máximo para enterarme del tema. Wow, un tema escabroso. ¿Una leyenda urbana de campus? De esas había miles!

-¿Sabes que pasó exactamente? - pregunté inclinándome hacia Noah y Hellen.- ¿Y que tiene que ver Mike con ello? Añadí mas intrigada aún.

LA mueca que se dibujó en su rostro parecía más propia de alguien que buscaba matar a Batman que de alguien que le gustaba la idea de pintarse una parte de su cuerpo para animar a un deportiste, fuese quien fuese.

-Qué hijo de puta... -Blasfemó en respuesta al rumor revelado por la recién llegada. -¿Hay alguna pista? Alguna que implique a Mike según lo que comentas... -Marian se colocó un mechón de rizos que se había deslizado hasta la parte delantera de su rostro estorbando su campo de visión. Mike no era su compañero favorito, pero no se le imaginaba como un violador, su estilo era otro. Un estilo mucho mejor desde luego que el de aquella historia que desvelaba.

-Deberíamos enterarnos de quién es ese cabrón. No sé si podremos darle su merecido pero no me gustaría verle en la fiesta por ahí cuando nos podemos pasar con la priva.- Empezó a frotarse los brazos como si tuviese frío, o como si buscase protegerse de algún enemigo invisible. -No creo que pueda dormir a gusto sabiendo eso...

-No, no, Mike no tiene nada que ver. -Se apresuró a decir ante el posible malentendido que pudiera surgir por sus palabras, y que tanto Marian como Lena podían haber interpretado. -Le quiero preguntar a él porque es alumno de segundo año, estuvo aquí el año pasado e igual le suena el caso o sabe algo. - Explicó. -No se mucho sobre lo que ocurrió todavía, pero lo averiguaré. -Dijo decidida.

No pudo, en cambio, contener una risita cuando Noah se puso algo nervioso al dirigirse a ella y agradeció los halagos por sus artículos en el periódico universitario. Hasta el momento no habían sido gran cosa, en el instituto contaba con mayor control sobre lo que podía escribir y allí era una novata de primer año que tenía que limitarse a lo que le mandaban. Pero esperaba cambiar eso con aquella historia. Pues si algo era Hellen, era obstinada como un perro con un viejo hueso, no pararía hasta llegar al fondo del asunto.

-¿Por qué no iba a decirle nada a Mercy, Noah?. -Preguntó con suspicacia. -¿Con todo lo que qué? Mercy es mi compañera de habitación, ¿por qué no le iba a comentar que violaron a una chica en nuestra habitación?

Noah era encantador, pero su actitud le hacía sospechar de que ocultaba algo que sabía y ella no. Tenía muy buen olfato para esas cosas y dedicó al muchacho una de esas miradas que traspasaban el alma y te dejaban al desnudo con la sensación de que descubrían que estabas ocultando. Decidió en ese momento que le sonsacaría toda la información posible a Noah en cuanto pudiera, pero no quiso rechazar la ayuda que el joven le brindaba.

-Yo hablaré con Mike en el partido. Me han mandado cubrir el dichoso partido. -Bufó algo asqueada por el asunto, el deporte le parecía algo de lo más tonto. -Pero me servirá como excusa para entrevistar a Mike y preguntarle. Y tal vez alguno de sus compañeros sepan algo también. Vosotros estad al loro, y si os enteráis de algo me avisáis. -Añadió con una de sus encantadoras sonrisas que conseguían todo, a fin de cuentas había sabido captar el interés levantado por la historia y la preocupación que había suscitado en ellos. Así era Hellen, antes de que quisieras darte cuenta ya te había ganado para su causa.

-Yo no descartaría a Mike de la lista de sospechosos. -Añadió Archie completamente en serio. -Acabamos de ver como violaba una menestra... Créeme, ha sido un espectáculo bochornoso. -Negaba con la cabeza repetidamente y simuló estar a punto de vomitar o echarse a llorar. Fue una mezcla extraña entre ambas cosas.

-¡Mírala, que lista! -señaló después cuando Hellen dijo que iba a entrevistar a Mike tras el partido y al resto de sus compañeros de equipo. -Alguien va a colarse en el vestuario de los fornidos y sudorosos jugadores de hockey para - alzó las manos y gesticuló con los dedos corazón e índice de ambas manos simulando unas comillas- "preguntar" si saben algo. Tú sí que sabes, Hellen. -Contoneó una de sus cejas poniendo cara sugerente.

Miré a Marian con sorpresa.

-¿Mike .. un violador? Venga va... es un poco payasete, pero ¿un violador?- Hice un gesto con la mano para espantar esa idea de la cabeza.

Hellen corrió a corregirse, para evitar males mayores y yo me encogí de hombros y asintiendo como diciendo "ves?". Sin embargo aún estaba eso del año pasado. Y lo peor de todo era que el que lo hizo aún sigue suelto por ahí. Todo esto según Hellen, que como buena reportera, dudaba que fuera solo simple palabrería o rumores.

- ¡Vaya, Hellen! ¿No vas a dejar a ninguno para mi?- Dije dándola un codazo en broma cuando Archie sugirió una visita turística a los vestuarios solo para Mike-Hellen. - Bueno, siempre puedo irme con Noah... a no ser que Mercy se  me adelante- Guiñé el ojo de cómplice a Noah que seguro se pondría rojo como un tomate. - Oh! Vamos Noah, es broma. Pero entre tu y yo creo que necesitas un empujoncito con Mercy. Si quieres uno... Marian y yo.. podemos hacer de celestinas, jajaja.

Aunque mis palabras eran para distender la situación realmente mi mente trabajaba en otra cosa: Que pasaría entre ellos el año pasado.

– Pues, porque, esto, Mercy. Uhmm. Es que... – y tras una retahíla de cosas sin sentido que no querían decir nada y no iban a ningún lado, al fin, suspiró. No porque fuera a tener que hablar, sino porque Archie intervino, con una de sus bromas, y él aprovechó para cerrar la boca, aún bajo la perspicaz, atenta e inquisitiva mirada de Hellen. Eso, aunque no le salvó, le dio tiempo para pensar, o al menos para decidir que decir sin cagarla aún más –. Es que seguro que a Mercy no le hace gracia pensar en eso si no está comprobado – mintió con descarada inercia, cosa que se notó en sus ojos, que empezaron a desviarse hacia todos lados, menos al rostro de la chica –. Y, bueno, no sé, no... ¿No le gustaría a nadie, verdad? Hablemos mejor con Mike primero, si, si. 

Definitivamente, le iba a dar un infarto. Seguramente se le pararía el corazón en cualquiera de esas, y encima moriría habiendo hablado de más y sabiendo de menos. Al menos, por ese momento, por su rostro ceniciento y el temblor de su mano, estaba claro que no iba a poder decir nada más, así que pasaron a otra cosa. 

Dejó que hablaran e hicieran sus planes, mientras le daba vueltas a si contar a Hellen lo que le había pasado a su compañera y porque era mejor no darla más disgustos, pero entonces Lena, de nuevo, intervino. Noah, al momento, se puso rojo, como bien habrían supuesto, y apenas pudo balbucear un "no, no hace falta", o algo que sonó parecido.

– Creo, creo que deberíamos empezar a prepararnos para el partido, ¿no? – dijo poniéndose en pie con torpeza –. Si, si. Venga, nos vemos en un rato, je. ¿Si?

Hellen relajó el gesto con la explicación de Noah, todavía no parecía convencida del todo pero al menos sí encontraba cierto sentido a las razones que manejaba el muchacho.

-Tal vez tengas razón. Cuando se lo dije no le hizo mucha gracia. - Sonrió hacía Noah y se levantó del sofá para regresar a su habitación y prepararse para el partido dejando al muchacho con sus nervios y las palabras que no le salían de su boca abierta. Casi había hablado de más, y hubiera sido en vano.

-¡Nos vemos luego, chicos!.

La tarde había sido aburrida a mas no poder. Con el temporal de nieve que azotaba el Durham la gente prefería no salir de su casa, o hacerlo lo justo y necesario. Las calles estaban resbaladizas y casi impracticables por culpa de la copiosa nieve que caía. Durante el camino hacía el Starbucks y en los 15 minutos de descanso que tenía tras las dos primeras horas de aburrido trabajo, Mercy trató de contactar con el doctor Marcus sin éxito. Las veces que lo intentó fue atendida por el buzón de voz de su número telefónico. Lo cual era bastante extraño. 

Hellen se había pasado por el Starbucks tal y como había prometido, pero lo había hecho a última hora y con tiempo justo para recoger el café prometido por Mercy y tomarlo mientras esperaba a que ésta se cambiara y saliera para ir juntas al estadio de hockey donde jugaban los Wildcats el último partido de temporada regular, jugándose el pase a los playoffs. Hellen había estado más callada de lo habitual, lo cual era síntoma de que seguía dándole vueltas a aquella historia de la violación. Pues Mercy sabía perfectamente que cuando su compañera de habitación permanecía tan callada era porque se le atragantaba algún artículo que quería investigar.