Partida Rol por web

Brux salió de la cueva. A penas tenía flashes de lo que había ocurrido dentro. Sangre y viseras, su espada cortando carne una y otra vez. Se observó. Estaba herido y cogeaba aunque no parecía de gravedad. Se había dejado llevar por la ira, si lo pensaba se había dejado llevar desde que empezó la misión. Quizás si se hubiera controlado nadie estaría muerto.

Dejó que fuera alguien del pueblo quien atendiera a la mujer, era lo mejor.

Debemos volver fue lo único que dijo y lo único que tenía intención de decir. Durante el viaje de vuelta procuró ir siempre por delante buscando el camino pero también porque no desea hablar con nadie. Para él fue una penitencia aquel infierno blanco.

Cuando divisó el poblado simplemente se lo señaló a los demás y sin despedirse se volvió a adentrar en el bosque. Mientras la ira lo consumiera no debía vivir entre hombres. Cuando llegó pensó que podría contenerla hasta la primavera. Se engañaba. Quería su venganza y no iba a descansar hasta tenerla.

La batalla parecía imposible, junto a Brynhilde, luchaba contra la guardia personal del Jarl. 2 habían caído, pero el último resistía, y ambos estábamos exhaustos. Fue en ese momento, el cual paso tremendamente despacio, cuando ví como alzaba su espada para cortar la cabeza de Brynhilde, sin embargo, abandone la guardia por completo y interpuse mi mano en el golpe, y esta acabo por cercenarse. No sé si fue por la tensión y la adrenalina del momento o porque lo único que quería era poner a salvo a la hija de nuestro jefe, pero no sentí ningún dolor, así que arremetí un espadazo en contra de mi enemigo, que le atravesó el vientre, mientras con otro espadazo, Bryn le separaba el cuello de la cabeza. Y por fin el combate terminó, el resto de sus compañeros acabaron con el resto de los enemigos. El viaje de vuelta fue lento, pues las heridas y las perdidas pesaban demasiado, pero pudimos volver al pueblo con tranquilidad. Una vez allí, se festejó por todo lo alto nuestro regreso, y después de que mis heridas fueran tratadas, le pregunté una cosa al jefe, y este, al darme su aprobación, finalmente me armé de valor, y se lo pregunté.

Brynhilde, quieres casarte conmigo?

Kroggar falló la primer hachuela, pero la segunda voló, mientras los cuerpos de los enemigos los rodeaban cada vez mas de cerca, certeramente a la sien del Jarl, el cual en unos intntes estaba tirado en el piso, su pequeña revolución acabando en ese instante. Como fuera, los hombres del Jarl siguieron luchando un poco mas con la esperanza de que el Jarl se fuera a reponer, pero al poco rato ya no hubo mas lucha en ellos.
Luchaban para que no los pasaramos a cuchillo, pero al mismo tiempo, no nos odiaban y ahora su señor no era nada. Un par mas de ellos gastaron sus vidas, pero cuando les ofrecimos parlamentar, todos bajaron sus armas.
Cuando volvimos a pueblo, nadie había salido indemne. Los capturados fueron usados como Thralls (esclavos) de forma que de ahí en mas servirían a Brynhilde y a los demás miembros de la expedición.

En cuanto a Kroggar, en el momento en que llegó, cayó en cama del sanador ya que un feo tajo provocado por los lobos sucios le había abierto la garganta y se había infectado, asique pasó casi una semana volando de fiebre, con miedo de morir pero volando entre nubes de la mas remota locura. A final, sin embargo, despertó y con un poco de tiempo se recuperó: había pasado lo peor.