Partida Rol por web

Por un momento la excusa que había utilizado Gumblich incluso me pareció buena. No sonaba tan mal eso de tener que remodelar algo y a decir verdad, a nadie le iba a importar cómo quedara después una calabaza ¿no? Pero claro, la cosa no debía de haber sido así, pues antes de que el monstruito verde terminara de cerrar la boca tras sus palabras, sus compañeros estaban hablando prácticamente a la vez.

Estuve tentada de poner orden durante unos instantes, pero en cuanto escuché aquello...

- Gumblich... yo entiendo que hayas podido darte algún golpe en la cabeza o algo, pero ¿por qué narices te dio por disfrazar a la gente?

Es que era complicado encontrar una explicación para aquel comportamiento, pero no iba a tardar en dármela, por la cuenta que le traía.

- ¿Cuánto tiempo perdiste? ¿Te acordabas de la misión?

Por un instante Gumblich se quedó con la boca abierta, tratando de hacer memoria de cuándo y cómo habían ocurrido tales cosas, por fin una luz en algún lugar de su hueco cerebro, allí a lo lejos tras la tercera neurona, se hizo y comprendió lo ocurrido, con un retruécano o cascarrillo goblin trató de quitarle miga al asunto.

— Por un momento estuve más confundido que uno de esos odiosos magos elfos ordenando sus pergaminos por orden elfobético, pero ya caigo en lo que pasó, en realidad es muy sencillo ¿veis este medallón que adorna mi cuello tan discretamente? Es un abalorio goblin que sirve a múltiples fines, la historia de como cayó en mis manos es muy interesante... -Al ver como se arrugaba el ceño de su señora cambió rapidamente de tercio- ...para otra ocasión más apropiada, claro. A lo que iba, el caso es que escuché, tras hacer huir al hombre sonrisas, algo así como -intentó imitar la voz de una arpía histriónica de desmedido ego- "Andreíta, ¡cómete la ardilla!", o algo parecido y advertí con gran gozo que la infame escritora estaba cerca, sin duda el libro debía hallarse en las inmediaciones. Decidido a acabar con la misión, pero con miedo de ser descubierto si alertaba a mis camaradas, decidí hacerles creer que seguía allí mientras yo llevaba a cabo un pequeño golpe de efecto. Froté el medallón, apareció mi primo segundo, y le mandé a hacer como que era yo mientras llevaba a cabo un pequeño artilugio con un quimicefa que encontré tirado, para zanjar el asunto de una vez por todas.

En cuanto Gumblich empezó a hablar me perdí. Sus compañeros habían hablado de disfraces, así que cuando empezó a hablarme sobre el abalorio en cuestión pensé que le había golpeado con demasiada fuerza la cabeza.

- ¡Eh! ¡Espera! ¡Aún no le he golpeado!

En fin, que siguió hablando a su rollo y a mí me sirvió de bastante poco lo que dijo, pues no sabía si estaba eludiendo las palabras acusadoras de sus compañeros o si me estaba vacilando muy poco diestramente.

- ¿Y este con quién se piensa que está hablando?

Sabía perfectamente cómo hacer que disfrutara de una sesión de disfraces, o quizás de transformismo, lo dejaría en manos de mis queridos gnomos de jardín.

No pensaríais que me había olvidado de ellos ¿no?

Aparecieron de nuevo vestidos de cirujano, con unos enormes serruchos, sin anestesia... para cuando quiso darse cuenta Gumblich se estaba convirtiendo en otra persona, aunque a base de gritos y de sentir cómo le serraban y le cosían cosas.

Al final, había quedado bastante más mono, pero en hembra.

Que no se quejara que le habían puesto un buen par de... eso sí, sentía mucho que hubiera tenido que sentir cómo perdía su virilidad gracias a un serrucho oxidado.

- Trigesmisto - igual el otro tío verde quería también convertirse en tía verde - ¿El golpe de efecto de la titi esta sirvió para algo?

Otra vez esos odiosos gnomos, pero almenos ahora no van a por mi, me costo un poco que me volvieran a crecer las piernas después de sus atenciones, pero al menos ahora le dedican sus atenciones a Gumblich al que dejan bastante... interesante -tranquilo, eso luego vuelve a crecer- le susurro sin dar importancia a su tortura, los goblins se regeneran como los trolls ¿no?

Pero la Señora Oscura me ha debido oir porque me nombra "maldita sea"

-ejem, claro mi Señora. Digo, no en realidad fue bastante inutil, yo tras un rato de disfraces y cambios de esos me canse y me fui a explorar la casa, decidi guiarme por mi agudo olfato para encontrar a Laura... Belen Esteban, pero lo que encontré fue la cocina con su cocinero. Como soy astuto como un zorro me hice amigo de el enseguida alabando su comida, el sabría donde se encontraría la Esteban y puede que incluso el libro-

Si no recuerdo mal... -comenzó a interrumpir Gumblich, deteniéndose sorprendido un momento antes de continuar, al descubrir su nueva y aterciopelada voz- ...para lo único que se juntó con aquel chef fue para comer desmesuradamente, tratando de competir en tamaño y voracidad con otro sujeto que apareció por allí alardeando que tenía el superpoder de engordar más que nadie y que por eso lo había contratado Belén, para sentirse una sílfide a su lado. 

Me viene a la memoria especialmente el atracón de salami que se pegaron -. Una pequeña lagrimilla se le escapó a la goblin al pensar en el salami perdido.

Encontrar al cocinero estaba claro que no era precisamente encontrar el libro, pero bueno, al menos consiguieron meterse dentro de la casa, porque yo ya estaba viendo que los iba a engullir una araña del garaje o algo parecido. No es que estuvieran paciendo demasiado espabilados.

- ¿Un atracón a salami?

Pues sería mucha Esteban pero si aquello era lo mejor que tenía en la nevera como para empacharse, no quería ni imaginarme qué sería lo peor que había en ella.

- ¿Y te pusiste a competir con el tío ese porque...?

Estaba empezando a creer que siempre se ponían a hacer cosas sin sentido en mitad de las misiones.

Trigesmisto no dijo ni una palabra. Quizás se hubiera quedado mudo al ver al cambio que había dado Gumblich. Era probable que se hubiera enamorado o algo así, sobretodo, sabiendo las que había liado por ahí en alguna otra misión que le había mandado, pero de todas maneras había algo que no me gustaba y era que me ignoraran de aquella manera tan descarada.

- ¿TE HAS QUEDADO SORDO? - Le iba a pegar un grito diciéndole si se había quedado tonto, pero como la respuesta a esa pregunta ya la sabía, quizás era mejor preguntarle si me había escuchado o no.

No iba a esperar una respuesta sin que le doliera, pues su castigo de antes había sido mental, pero el de ahora iba a ser físico, totalmente.

Mis enanos de jardín aparecieron de nuevo y siendo tan canijos como eran, se encargaron de colgar a Trigesmisto de los dedos de los pies, bocabajo.

Volcaron sobre él un líquido espeso y muy caliente, que lo fue abrasando y se le fue quedando pegado en la piel. Tenía pinta de ser bastante doloroso, aunque estaba por ver si más que lo que le acababa de doler a Gumblich su cambio de sexo o algo menos. Por ahí andaría.

Contenta con los gritos de cochinillo de Trigesmisto, miré a Calabazo.

- Bien, estábamos por la competición de Trigesmisto en la cocina... - Le dije más relajada, aunque empezando a tener cara de querer matarlos a todos.

Calabazo no podía desviar la vista de Gumblich. Tras la ultima tortura, a la que le había expuesto la señora oscura, había algo en él que llamaba poderosamente la atención de la calabaza. Algo que despertaba su lívido. Estuvo un rato estudiando su nueva anatomía, tratando de descubrir ese “no sé qué“ especial. Entonces lo vio todo claro. Gumblich disponía ahora de dos protuberancias verdosas y verrugosas, muy parecidas a los aguacates, donde antes sólo colgaba un insulso amuleto. El tubérculo naranja sintió una imperiosa necesidad de tocar aquellos dos bultos, para salir de dudas y saber si realmente se trataba de los deseados avocados, cuando la señora oscura volvió a llamar su atención.

– ¿Como qué? ¿La cocina? ¡Ah, si! ¡La cocina! Pues verá, su alevosa alevosía, todo aquello no resultó otra cosa mas que una maniobra para hacernos perder el tiempo mientras ellos recomponían sus defensas. Y entonces llego el brazo gordo…, er, digo fuerte, del ejército de la Esteban. Y como esteban las dos. – comentó con la cabeza puesta aun en los nuevos abultamientos de Gumblich –. Quiero decir que venían muy bien armadas, su prominente prominencia.

Me quedé esperando a qué la calabaza dijera algo más, pero quizás el hecho de que se hubiera quedado mirando a Gumblich como si hubiera sido una especie de flechazo hizo que sus palabras fueras bastante parcas. Pasados unos segundos de espera y viendo que no iba a decir ni una palabra más, me volví a desesperar y volví a llamar a mis gnomos de jardín, que ya le habían cogido el gustillo a eso de hacer daño a mis esbirros.

Mientras ellos colgaban a calabazo, aunque lo de colgarle de los dedos de los pies a este iba a ser imposible, dije unas palabras, o más bien las gruñí para todos.

- Espero que cuando pregunte, se me responda en condiciones. - No estaba gritando, pero se podía escuchar mi voz contenida, lo cual casi solía ser peor.

En cuanto Calabazo estuvo colgado le tiraron también un líquido espeso por encima, pero lo de él era brea, por lo que la calabaza no tardó en convertirse en un montoncito negro. De todas formas, los gnomos se las arreglaron para dejarlo de forma que pudiera seguir hablando, aunque ya estaba más muerto que vivo.

- Gumblich. - Ahora tenía una esbirra. - ¿Qué hicisteis con esas dos?

La mirada de la calabaza le había resultado algo molesta, después de todo era una goblin decente empeñada en conservar la honra, aunque de eso se acabara de dar cuenta de un tiempo a esta parte. Cuando volvieron aquellos enanos malditos a los que tanta tirria había cogido, por reflejo, juntó las piernas. Encontró el destrozo hecho a la calabaza algo poco práctico, hervida y rellena de ardilla tostada debía de estar muy sabrosa. La arrancó de sus meditaciones su ama y señora cuando la interpeló para que pregonara, lo ocurrido entonces, ante la concurrencia.

Como siempre, no iba a ser fácil.

Su Sempiterna Malevolidad, con gusto le relataré lo acontecido: los disparos amenazaban con acribillarnos, me colé tras un sofá con poca esperanza de salir con vida cuando quiso la fortuna que, desde mi escondite, viese a una extraña ninja china bajar las escaleras con un libro asomándole del bolso.

Rápidamente deduje lo sucedido, la endiablada Esteban, al saber que su obra corría peligro, la enviaba con un correo seguro, probablemente, a la editorial para adelantar su publicación.

Alerté a mis camaradas, alejándonos de las balas seguimos a la china hasta una estación del metro, a prudente distancia porque la muy ladina se hacía la dormida para que nadie sospechara de ella.

Sigo rascandome el pringue marron de la piel, llevandome unos cuantos jirones detras y luego me meto la mezcla en la boca "¿salsa barbacoa? no, ¿que será esto? luego le tengo que preguntar a la señora oscura la receta"

Ante todo soy un troll práctico, y la cosa esta sabe bien, y además con eso del dolor insoportable se me ha ido la canción de Laura de la cabeza, genial

Y mientras intento adecentarme sigo atento a mis compañeros, la calabaza habría quedado mejor con mayonesa tal vez y la.. el.. la... Gumblich de nuevo está olvidandose algo

Mordisqueandome el dedo para intentar sacar pringue de ese de debajo de una uña me adelanto

-y entonces fue cuando el goblin dijo que lo teníamos hecho y podíamos relajarnos, y se puso a jugar con un grupo de gatos pelados que había en el metro, en vez de capturar a la correo esa-

"Y ni siquiera fue para comernos los gatos, seguro que asados toda esa piel sería muy crujiente" salivando por la idea ataco con mas rabia un pegote de pringue cerca de mi codo

Al menos localizaron a la china en cuestión, que ya era algo, aunque dudaba que de verdad fuera tan ninja como decían, más que nada, porque de haber sido medianamente buena, sabía que estos esbirros que tenía no la hubiera encontrado en la vida. La próxima vez tendría que buscarme esbirros un poco más listos.

Lo de hacerse la dormida en el metro era una buena estrategia, aunque era probable que le desapareciera el bolso y con ello el libro.

- Seguro que te ven con los ojos cerrados y te roban hasta las bragas. A mis esbirros del metro los tengo bien enseñados. Tienen las manos muy largas.

Eso sí, en cuanto Trigesmisto habló y dijo lo de que se puso a jugar con los gatos negué con la cabeza...

- No puede ser verdad...

Volví mi vista a la "nueva " hembra, aunque mi expresión ya empezaba a dar un poco de miedo.

- ¿Qué es eso de que no fuiste a por la china y te quedaste con unos gatos?

La de los aguacates no dijo nada. Simplemente guardó silencio como si temiera abrir la boca o como si aquello no fuera con ella, por lo que para esa clase de gente yo tenía mucho que ofrecer. Sí, tenía mucho dolor y sufrimiento.

Llevaba un buen rato llamando a los enanos de jardín, pero la verdad es que ya me apetecía algo de movimiento, así que esta vez haría el trabajo sucio yo misma. De vez en cuando me gustaba mancharme las manos con sangre.

Desaparecí del trono, para aparecer detrás de Gumblich y así, que sintiera como si espalda era traspasada por unas uñas tan duras como cuchillos y sumamente largas. Fui desgarrando todo lo que encontré a mi paso, haciendo que, ahora que era una hembra, gritara aún más como una nena que antes.

- Esto te enseñará a no quedarte tan calladito la próxima vez. - Le susurré al oído desde la espalda, mientras sacaba mis garras de su cuerpo.

Fui goteando la sangre del esbirro hasta el trono y luego me senté, sonriendo, como si acabara de tener un orgasmo, en vez de haber estado haciendo maldades.

- Trigesmisto. ¿Qué pasó con la china y con los gatos?

Aun rascandome observo el tratamiento que recibe Gumblich, no es tan creativo como lo que acostumbra la Señora Oscura pero es un buen tratamiento disciplinario y asiento con aprobación

Entonces es cuando me pide explicaciones a mi, y yo rascandome sin parar....

-Si mi señora. Con los gatos no paso nada mas, el metro paro y la china se desperto de repente y bajo corriendo, cogi de la oreja a Gumblich y salimos tras ella, fue una persecución muy emocionante por la ciudad, derribe a una pareja de ancianitos y todo. Pero entonces llegamos a un callejón en que la china se había juntado con un maton que nos esperaba, un tio duro que valía por tres y que nos bloqueaba el paso mientras la china huia con el libro-

El/la goblin, bastante más menguada de color desde que perdiera varios litros de sangre, levantó tímidamente la mano para captar la atención antes de anunciar convencida —: Algo me sorprende que el troll recuerde al matón ese que bastantes quebraderos de cabeza nos dio, porque en lugar de ayudarnos a Calabazo y a mí a deshacernos de él, se puso a hacer fotos a un bicho que descubrió en el seto de un parque cercano mientras juraba y perjuraba que iba a ganar nosequé certamen de fotos de sorprendentes ingredientes para rellenos de tartas troll. No soy un experto, o experta, pero no me parece un proceder muy serio para un servidor displicente.

Al final la china estaba por huir, si es que lo debía haber visto desde que me habían hablado de ella y de que había sido tan lista o tan estúpida, de hacerse la dormida en el metro. Seguro que a mis esbirros se les hubiera ocurrido ponerse a cantar y a pedir dinero con una gorra en una situación en la que quisieran pasar desapercibidos.

El hecho de que apareciera un tío para cortarles el paso no me extrañó, aquella Esteban estaba muy bien protegida, pero vamos, esperaba que pudieran zafarse de él...

En cuanto Gumblich habló, pues parecía haber recuperado el habla, me pasé la mano por la cara, un pelín desesperada.

- ¿Decidiste que era más importante sacar fotos a un bicho que ir a por el libro? - Hubiera sido incluso más normal que le hubiera lanzado la cámara al tío que les bloqueaba el paso, pero no...

No sabía si se habían dado cuenta de que mi paciencia brillaba por su ausencia desde hacía un rato.

Ya está el goblin, la goblin liando sin saber de que habla

-a eso iba ahora mi Señora, antes de que Gumblich me interrumpiera- miro con disgusto al bicho verde y le arrojo una pelotilla marron mezcla de pringue y mi piel

-el tio 3 en uno se veía peligroso, pero no tardé mucho en darme cuenta de que solo era una marioneta de un ser mucho mas insidioso y peligroso, la babosa fashion. Aparte de un manotazo al 3 en 1 y me concentre en la babosa fashion a la cual le encanta ser fotografiada. Como suponía la babosa empezo a posar para mi y yo le decia así entre dientes que sería un sorprendente relleno para una tarta troll, lo que no entendio bien Gumblich, y mira que tiene las orejas grandes-

me rasco la barriga pensativamente, de verdad que parecía sabrosa la babosa esa

-si, ya lo tenía, el 3 en 1 caería sin problemas y la china estaba intentnado pedir un taxi sin mucho éxito. Ya casí teníamos el libro, pero entonces....- vaya, lo siguiente es algo embarazoso y carraspeo antes de seguir -ejem, Calabazo me hizo un placaje a traición gritando "NO, ES DEMASIADO FASHION. VEN A VIVIR EN MI INTERIOR ORUGITA"-

-normalmente no me habría derribado, pero me pillo desequilibrado... por sorpresa... pesa mas de lo que parece Calabazo...-