Despiertas con los rayos de Sol deslumbrándote los ojos... ¿No ha cantado el gallo? Te preguntas al ver que lo alto que está el Sol, normalmente habrías despertado al amanecer.
Bajas del pajar y encuentras la puerta de la humilde morada abierta, tiene una marca de bota en la puerta. Las sillas y taburetes están en el suelo, también parte de los platos y vasos de barro se han caido de la mesa y se han roto y partido en mil pedazos.
Fuera no hay nadie en el camino, tampoco escuchas los gritos y cántares de los campesinos al trabajar, solo silencio te recibe, y el aire frío y cortante del invierno. Los campos se han cubierto de nieve, al igual que los caminos, pero parece que nadie se ha molestado en quitarla para poder trabajar.
Otra vez dentro de casa te das cuenta de que tus animales no están... pero al acercarte al corral ves que no han desaparecido, estan tirados en el suelo y con marcas de mordeduras... muertos.
Me he quedado un poco descolocado, la verdad. Pensé que la historia que te mandé era la que iba a seguir. En ella Hugon vivía solo, sin hijos y con su mujer fallecida desde hace tiempo. Pero ahora leo que debería de tener hijos y mujer. ¿?
Roleo con la historia que tú me das? o interpreto con la mía?
Sea lo que sea empezaré con la reacción ante los animales muertos, pero necesito aclarar lo de la familia para crear un contexto.
Gracias
cierto, perdoname, hice el comienzo genérico y se me olvido adaptarlo a tu historia. Rolea con tu historia ^^
Como cada día desde que él recuerda, Hugon se levantó aquel alba para trabajar en las tierras de la abadía.
Preparó un zurrón con un pedazo de queso y otro de pan, cambió la paja del lecho y se cargó en el hombro la azada. Antes de salir, se caló su vieja boina negra y miró con nostalgia el interior de su pequeña cabaña. Todo lo que había allí, por poco que era, le recordaba a Carla, su difunta mujer.
Ella se había reunido con el Señor hace ya 3 años, pero no era esa la sensación que tenía Hugon. Para él, cada día era el día después de perderla. Ella fue todo lo que quiso y amó, a pesar de sus diferencias. Nunca pudieron concebir un hijo, lo que hundía aún más el puñal de la tristeza en el anciano corazón de Hugon.
Como cada mañana, Hugon se golpeó la cara para despejarse y emprendió el camino que le llevaba a las tierras del abad. Su cabaña se encontraba a las afueras de la pequeña villa de Caunnes-Minervois y era más parecido a un establo que a una casa. Una única habitación de piedra con un hogar en el centro, dos pequeñas ventanas opuestas y un anexo de madera como despensa.
Durante su camino, Hugon se detuvo a rellenar su bota en una de las fuentes naturales y dio un par de tragos a modo de desayuno. Le pareció raro no encontrarse con Yves, otro labriego como él que también tenía la misma rutina.
C’est bizarre, mais… a quien madruga, Dios le ayuda. Se encogió de hombros y miró al naciente Sol con curiosidad, quizás hoy se había despertado demasiado temprano. Volvió a cargar la azada sobre su hombro y siguió su camino.
Al llegar a la altura de la cabaña donde François, un joven del pueblo, guardaba los corderos y sus madres, Hugon se sorprendió de que no lanzasen sus balidos melancólicos. Extrañado, se asomó por una de las rendijas que servían de ventanas... y lo que vió le paralizó. Una veintena de lechales y una docena de ovejas yacía muerta sobre la paja del chozo. Y todos presentan marcas de mordeduras...
Así la intro?
He añadido de nexo el párrafo del final, para enlazar con los animales muertos y no entorpecer tu diseño de comienzo.
Vírgen santísima. Masculló Hugon entre dientes, santiguándose por tres veces. No puede ser cierto lo que veo... Se quitó la boina, sudando ante la escalofriante escena. ¿Cómo es posible que más de una treintena de ovejas hayan sido abatidas en menos de una noche? Y ni siquiera han sido devoradas... sólo mordidas... ¿Qué alimaña puede hacer esto? Hugon hizo un repaso de todas las fieras capaces de tal atrocidad, pero sólo encontró una explicación posible: un grupo de perros salvajes.
El sudor de su frente se tornó frío ante esa idea y miró nervioso a su alrededor. Dios Todopoderoso... dame fuerzas... Dando un par de pasos para atrás, se caló la boina y reemprendió el paso, ligero. Santa María auxiliadora, que sólo sea una mera suposición mía. La idea de una manada de perros rabiosos acechando en el camino le hacía agarrar firmemente su azada.
Espero llegar pronto a las tierras... parece que el día no ha empezado como debiera...
como has salido de tu casa, pasamos a la escena Pueblo.