Partida Rol por web

Mientras Jimena examina a Blanca, el trovador abre la boca-Podríamos ir hasta Un castillo, alquilar allí unos caballos e ir hasta el monasterio del Cármen en Navarra. Desde un castillo serían ocho o nueve horas a buen paso....la mitad si vamos a caballo. No creo pongan pegas a la entrada de doña Violante.- El trovador esperó un gesto de afirmación en los presentes.

Serían la 1 de la madrugada, podíais andar un poco de noche, con cuidado de los lobos.Pero... ¿quién cuidaría de Blanca? La muchacha estaba débil, necesitaba cuidados.

Me parece bien. Podríamos avisar a Telmo  o a Diego para que cuiden de Blanca, la pobre necesitara cuidados toda la noches. Seguramente, debido a los golpes, Blanca pasaría una noche horrible con dolores cada vez que tratara de moverse. Jimena no podía hacer nada más, la naturaleza tenia que seguir su curso y la curación a veces era dolorosa.

Tendríamos que coger algo de ropa de abrigo, comida y.... Jimena dudo un poco antes de proponer la ultima parte del equipo, seguramente al párroco tampoco le gustara. Armas para protegernos de los lobos.  

Julián pensaba en trazar un plan más delicado, requería esfuerzo de todos y planear bien las cosas. Quizás lo más sencillo era llevar a la dama al convento más próximo, pero eso también facilitaba las cosas a la hora de dar con ella si se decidían a buscarla, y a pesar de que las monjas velarían por ella debían ser cuidadosos, pues el Duque, alegando ser su esposo podría reclamarla o el Marqués, siendo su padre, y entonces, sobretodo en el caso de Don Pedro, ¿qué harían las religiosas? Una esposa pertenece a su esposo y al revés, y si él daba pruebas del enlace ellas poco podrían hacer. 

Cogió aire y lo dejó escapar lentamente, meditando, tratando de recordar si conocía a alguna de las monjas de aquel monasterio al que se refería el trovador. Si realmente la noble dama no podía aguardar algunos días, entonces sería necesario que alguien más se implicase directamente en todo aquello. Y ¿Realmente era tan horrible el Duque? desde luego el párroco debería hablar con el hombre, pues tampoco merecía todo aquello.

-Bien, siempre y cuando la Blanca no quede sola.- Miró a doña Violante para preguntarle -¿Hasta qué día tenía previsto quedarse en Sibiriana vuestro padre?- Debían actuar con inteligencia, personalmente Julian hubiese preferido iniciar todo aquello una vez el Marqués estuviese lejos, al menos ganarían unos días. 

-Los lobos pueden ser peligrosos, claro está, pero no serán nuestro mayor problema si no estamos de vuelta al alba. Pensemos bien si debemos precipitarnos tanto. La dama ha sufrido mucho ya, y desde luego le pondremos solución a todo esto, pero debemos actuar con cierta astucia, pues son los hombres quienes me preocupan- Si el Marqués llegase a atar cabos, viendo que junto a su hija no estaban ni el párroco ni la curandera, de bien seguro se presentaría en la casa de la Jimena y terminaría lo que comenzó con la Blanca para hacer hablar a la pobre muchacha. 

-No lo se-dice indecisa-lo suficiente para ver que volvía a la  "normalidad",ja, como si eso fuera posible.

Padre.....por favor. Yo no quiero volver, no quiero -dice enfurruñándose un poco.

   Hagamos algo.....pero pronto, si no se nos echará el día encima.

En el convento encontrará protección, una vez se confiese y explique por qué se ampara en él. Y no podrá moverla de allí ni su padre ni el barón.-dice con decisión el trovador.

Al parecer no había opción, deberían actuar en aquel miso instante. El sacerdote suspiró. 

-Está bien, preparaos, yo iré  a hablar con la Ramona para que cuide de la Blanca. De paso preparémonos todos para el viaje, en breve regresaré a buscaros. Estad listos-

De este modo Julian se dirigió a la puerta para salir de la casa de la curandera. Había llegado el momento de actuar, y aunque no era el modo en que él lo hubiese preferido sí parecía la mejor opción de las que habían.

Rápidamente la curandera comenzó a preparar su equipo, algo de comida, unas mantas por si había que dormir al raso y sus ungüentos. En los ungüentos fue donde se tomó más tiempo, seleccionado aquellos que consideraba más utilices para una larga caminata por el boque. Uno de los ungüentos que presto más atención fue el remedio contra las ampollas en los pies. Seguro que la señorita Violante no está acostumbrada a andar y le salen ampollas. También busco unos cuantos palos que pudieran servir como callados y cuchillos de hoja ancha que pudieran servir como armas. Finalmente dividió todo el peso en varios hatillos.