Partida Rol por web

Sabes a que viniste... ¿para que preguntas tanto?

Habias venido a Caracas. Los Giovanni sabían de tu presencia pero les daba igual ya que tú eras de la camarilla. Venías siguiendo los pasos de un objeto que le parecía muy muy importante a tu siré; un brazalete que estaba en una exposición mundial y que se había detenido en Venezuela.

¿Te preguntarás por que tu siré te dijo que lo buscaras aqui? Porque sabía que en este país no habia seguridad, y que si lo robaban nadie sospecharía. Sí, es un trabajo sucio para ti pero la recompensa parece ser razonable, sobre todo porque te ganarías el respeto de tu siré.

Justo ahora estabas frente al hotel MELIÁ CARACAS. En la entrada de la recepción.

Maldito viejo... pensaba con desagrado Arrastrarme, arrastrarme para ganarme su favor, bastante cara me ha salido esta inmortalidad

Caminaba hacia el hotel, con las manos en los bolsillos y un cigarrillo en la boca, además con un rostro de total indiferencia. Lo primero que se disponía a hacer era averiguar el modo en que se organizaban allí las fuerzas de seguridad. También estudiar a las gentes, si hablaban mucho o poco, si recordaban detalles o caminaban como borregos. Con la mirada al frente y pensando tan solo en obedecer

Si iba a hacerlo, sería metódico y cuidadoso

Caminaba por la recepción, deteniendose algún momento en pedir habitación y galantear con alguna encargada en el hotel. Aquello volvía a su humor toda la normalidad.

Y de nuevo, el mundo a mis pies

De hecho, comenzaba a estar de muy buen humor. Observaba, conversaba con algún que otro cliente, y algún bar sería una estupenda elección para ello.

Un poco de diversión humana para mis gastados huesos.

Se reía solo en algunos momentos por pensamientos como aquel. Cuando se vio solo y satisfecho de socialización, fue a su habitación, observando algunas habitaciones y el servicio. Una vez en la habitación, se quita la chaqueta y se acomoda en un sillón con un cigarro en la mano

Caracas se pintaba hermosa a traves de los ventanales desde tu habitación. Notabas como las luces alumbraban el cielo y podías enamorarte de aquella comarca entre montañas - Escuchaste una voz que salía de las sombras; era una chica de si acaso un metro sesenta de estatura, hermosa, pero con rostro de niña. Notabas sus labios llenos de sangre, pero parecía lapiz labial.

Dime algo guapo... que te trae a Venezuela? - te preguntó con voz de niña - Que creo que te puedo dar un trabajo divertido - te sonreía

Seguía en el sillón, esta vez con una sonrisa. Una vez relajado del susto que le había producido, se volvió a relajar sobre el sillón. La observa de arriba a abajo, deleitandose en toda su visión

- Tal vez por diosas como tú me encuentre aquí - dice con sorna. Una nueva calada a su cigarrillo - Ahora me toca a mí, ¿te apetece jugar? ¿Como has hecho para entrar aquí? - Suelta una carcajada alegre - Realmente me intriga...

Observa aquella sensualidad que desprendía su aspecto infantil, realmente irresistible. Tal vez en algún momento, pudiera dejarse caer en sus brazos

He entrado como todos. Caminando - dice con una sonrisa

No quiero jugar contigo - dice mientras camina por la habitación - Vengo a que hagas un trabajo para mí. Quiero que acabes con un Cainita - Se sentó en la cama y te miró de manera seductora - No me preguntes como es; solo debes saber que tiene un Libro muy valioso para mí - Sus palabras parecían ser sinceras - Y que si me devuelves ese libro te daré lo que quieras - sonrió

- ¿Incluido tu cuerpo?

Sonríe de nuevo y se acerca a la cama, observandola. Se mantiene a un paso de donde ella está sentada, sopesando la oferta.

- Si intentara seducirte, tal vez cayeras en mis redes. ¿Por qué iba a matar a ese hijo de Caín por algo que puedo conseguir por otros medios? - pregunta, esquivo. Apaga el cigarro y mete las manos en los bolsillos - También necesitaré algo de información sobre él, ¿no crees? Para dar con su vida y arrebatársela... Pero no pienses con esto que he aceptado todavía

Creo que te confías mucho de tu porte guapo... aunque no creo que te parezca tan apetitoso el entender de que lo vas a hacer o yo me divierto contigo - se levantó de la cama y se acercó mucho a tu cuerpo; tanto que sentías sus curvas amoldarse a ti, a través de esa ropa delgada - De verdad quieres arriesgarte a conocerme por las malas?

Se aleja de ti y se acerca a la ventana, viendo a la hermosa Caracas - ¿Entonces? ¿te parece trabajar para mí? solo te diré que va a estar en un sitio, donde las obras de grandes genios reposan, velando su secreto y bla bla bla - dice al tratar de citar una película pero con algo de risa. Se voltea a mirarte - ¿Cuento contigo?

Se aproxima también a la ventana, pero sin mirarla. También contempla las calles. Aspira y después suspira, como sumergido en un profundo debate interior.

- Ciertamente no vine aquí para esto... - se acaricia el mentón, despreocupado - ¿Me dejarás una noche para reflexionar? Seguro que sabrás volver a encontrarme

Sonríe, divertido, ante aquella situación. Realmente era surrealista, al igual que muchos elementos de la no-vida. Aquello era un riesgo que había que correr

Tienes hasta mañana en la noche. Si estás dispuesto, y sé que lo estarás, te enviaré a un osito que te entregue la carta... De resto que duermas bien...

Salió por la ventana y la viste caer a través de ella, desapareciendo en la oscuridad del cielo.

Suspira y lanza un beso a lo que ahora es un vacío. Tiene curiosidad por el caso, así que se propone investigar y descubrir algo. Una biblioteca famosa o tal vez un museo influyente. Los dos valían

¿Quién podría asentar su refugio en ese lugar? Un erudito... un estudioso temeroso de la vida nocturna. Tal vez se llevara una sorpresa. Baja hacia la calle por el ascensor tarareando una canción y chasqueando los dedos animadamente. Está de buen humor, tal vez no sea tan triste su noche.

Coge un coche, un taxi tal vez, y pregunta por el museo. Le apetece visitar los centros culturales, de noche se ven más vistosos y misteriosos