Partida Rol por web

¿Te acuerdas de aquel local donde pasábamos toda la noche? ¿Aquel sitio en donde vivíamos esas horas mortales más allá de la luna?...

Habias llegado en la tarde al aeropuerto... bueno, eso te dijo que pasaría tu siré. La verdad es que recien te levantaste metida en aquel avión privado, junto a tu Ghoul; estacionando a las 7:30 pm en Maiquetía. Podías ver la playa desde las ventanas de aquel avion, pero no era eso lo que te había traido a Venezuela.

Eran las 9 pm cuando llegaste a aquel bar en la capital, Caracas. Una limosina, pagada desde Argentina, tenía la hora y dirección donde te iban a recoger y te iban a dejar. Te había dicho tu siré que ahí te esperaría quien te pudiera explicar como iba a funcionar todo mientras fueras extranjera. "Thomas, lo reconocerás" te dijo antes de dejarte venir. Buscabas al Primogénito Toreador y a nadie más.

Entraste a traves de una puerta hecha de vidrio pero que parecía impenetrable. En el interior mucha gente iba y venia con tragos en la mano; algunos bebiendo, otros bailando. La música que sonaba era electrónica de aquella que se acostumbra a sonar en Ibiza, o en Barcelona; en aquellos sitios que habían superado el boom de el beat a algo mas preparado. Sabías que muchos, sino todos, eran humanos; ese hedor a sangre fresca impregnaba el lugar. Caminaste unos pasos más y te diste cuenta que, solo contigo, estaba tu criada. Te sentías enamorada de las luces brillantes cuando, de la nada, escuchaste a un músico salir a la tarima, trayendo consigo un violin y empezando a tocar frente al público...

Estaba en Venezuela, sin saber bien como, sin saber bien el por qué. Mi relación con mi Sire no era la mejor así que no entendía a que obedecía este llamado. Hubiera querido negarme, pero no tenía fuerzas para luchar contra él así que asentí cuando me dio las instrucciones e instruí a mi gohul para que hiciera los preparativos correspondientes, ya que yo no podría embarcar por mis medios.

Desperté en vuelo ya. Poco podía hacer además de mirar el paisaje a través de la ventana así que, contemplativa, me quedé sumida en mis pensamientos. ¿Qué quería él ahora de mí? ¿Qué era todo esto del viaje? ¿Por qué se me apartaba de mi refugio, de mi taller?

La playa se mostraba paradisíaca a pesar de que el sol ya no bañaba su superficie. Una punzada de envidia me asaltó. Extrañaba sentir la caricia cálida del astro rey... nunca podría perdonarle a Marco que me hubiera robado del día.

Sin darme cuenta aterrizamos. Todo para mi llegada estaba previsto hasta el mínimo detalle. Me dejé conducir hasta la limosina y de ahí, por las calles de Caracas hasta aquel bar.

Entramos y la atmósfera me envolvió al completo. Solía  disfrutar de los ambientes rave, me gustaba acallar mis pensamientos con la música estridente y electrizante, disfrutaba perdiéndome en la muchedumbre donde era tan solo una más, una de tantas, un espíritu libre y anónimo. Y había que confesar también, que las presas se conseguían muy facilmente allí.

Vi que tan solo me acompañaba Virginia. ¿Donde se metieron los demás? Tenía que encontrar al primigenio, Thomas me había dicho Marco que se llamaba. ¿Cómo se supone que lo conoceré? Tanta gente hacía casi imposible la localización de un solo individuo en el local. Seguramente esté en un salón VIP. Tengo que ver donde hay uno...

Hice señas a Virginia para que me siguiera. Intuía dónde podría estar el VIP. Más cuando empezaba a abrirme paso entre la gente, dio comienzo a un espectáculo. Una música vibrante, cargada de energía comenzó asonar, de manos de un tipo que portaba un violín electrónico y que lo hacía sonar como los dioses.

¿Serás tú a quién estoy buscando? Disfruté de su música mientras estuvo tocando mientras me acercaba más y más al escenario aguardando a que acabara la presentación. Tenía intenciones de interceptarlo apenas dejara el show.

El hombre terminó aquella canción y los presentes explotaron en aplausos. Muy agradecido hizo una reverencia y dejó el violín justo en la tarima, de donde unos técnicos lo recogieron y lo guardaron.

El hombre bajó caminando de aquella presentación y empezó a moverse hacia el bar, de donde le hizo una seña al barman. El barman le trajo una copa enteramente roja, y el líquido rojo tambien parecía Se lo bebió de un trago y volvió a ver a los presentes. Por un momento sentiste la mirada sobre ti, pero te diste cuenta de que observaba a Virginia. Virginia también lo observaba, y lentamente empezó a caminar hacia él, con pose sumisa, con paso lento y seguido.

Al terminar el tema me fue imposible interceptar al violinista. La gente amontonada a su alrededor me impidió llegar hasta él en un primer momento. Sin embargo, sus pasos se dirigieron hacia la barra del bar, así que hasta allí lo seguí.

Al ver lo que el barman le servía mis sospechas se hicieron más intensas. Tal vez, hallar al primogénito no fuera una tarea tan difícil como había temido. Le hice un gesto con la cabeza a Virginia para que me acompañara y hacia allí me encaminé.

Poco antes de alcanzarlo su mirada se posó en mí y siguió de largo hasta mi gohul. No es algo que me hubiera llamado la atención. Virginia era una mujer hermosa incluso dentro de los estándares vampíricos y si realmente el tío de la barra era un Toreador, no podía resultarle indiferente. Sin embargo, la manera de actuar de la mujer no era la habitual. Como tirada de una cuerda invisible, mi sirviente comenzó a avanzar hacia él, dejando de lado el mundo exterior.

¡Ah no! Primogénito o no, debería pedir permiso para tomar algo que no es suyo. Antes de que Virginia se me escapara la tomé del brazo para impedirle avanzar, al tiempo que inspeccionaba el aura del desconocido.

-Quedate aquí pequeña. Si el señor quiere tener una conversación a solas contigo, primero deberá darme algunas explicaciones.-

Sin decir nada más me quedé parada allí, sosteniendo a mi gohul para que no corriera a los brazos de aquel al que ahora miraba desafiante, como retándolo a llevársela.

Su rostro se torna serio, aunque inexpresivo, y se nota que no le agradó que te atravesaras entre el y tu ghoul. Hace un ademan con la mano como llamando a tu ghoul mientras te mira desafiante. Virginia empieza a hacer mas fuerza e incluso llega a rasguñarte la mano. El hombre sonrie y hace otro ademan para ordenarle que se escapara. Te mira a los ojos y te llama con su mano mientras le pide dos tragos mas al Barman.

Al notar cómo el tipo incrementaba su control sobre Virginia, mi enojo se incrementó. Sin embargo, la lectura de su aura me mostró algo que no esperaba ver. Solté a mi Ghoul para que huyera, tal como el vampiro, pues tenía que ser un vampiro, quería y en el mismo momento bajé la mirada y sonreí. Estamos en mi terreno. Busqué una situación en mi memoria que me provocara embarazo y a la vez placer. Quería camuflar mi estado de ánimo pues, si yo había leído su aura, era más que probable que él hiciera lo mismo con la mía.

Apenas un segundo me tomó evocar una situación así, de cuando todavía era humana. Levanté la mirada nuevamente sonriendo en forma pícara, manteniendo fresca la imagen en mi cabeza para no perder el azoramiento ni la sensación de atracción. Qué bueno sería poder sonrojarme un poco. Sin embargo, eso no me preocupó demasiado.

Comencé a avanzar hacia él, caminando en forma estudiada, acentuando el balanceo de mis caderas. Sabía lo que provocaba en los mortales y sabía lo que provocaba en Marco. No conocía a este tío, pero su aura me decía que no iba a ser muy distinto que con los demás.

Evoqué mi imagen mientras llegaba a él. En el avión había cambiado mis clásicos jeans y la playera de algodón por una mini negra, que apenas cubría lo necesario y una especie de blusa sin espalda plateada, a juego con unas delicadas sandalias de taco alto. Lo bueno de ser un vampiro... no sudas, no se corre el maquillaje. Ese pensamiento acentuó mi sonrisa.

-Buenas noches y gracias- le dije cuando estuve a su lado, tomando la copa que había pedido para mí. La miré para ver que me ofrecía y apenas mojé los labios en ella, por las dudas de que contuviera alguna sustancia que me afectara. Sabía que no se debía confiar en los de mi especie.

-Si querías a mi chica no había más que pedirla... no me gusta que me arrebaten las cosas- le dije sensualmente. -Soy Soledad- y tendí mi mano hacia él.

La chica (Virginia) vino hacia mí con pasion, con locura, y empezó a besarme con ganas en el cuello, en mis mejilas, pero jamás en la boca. Así no me molestaba al hablar. Luego se acercó la otra (Soledad), tomé su mano y la besé con delicadeza - Mucho gusto, Thomas Dupont para servirle

Tomé el trago de una sola vez y seguí hablando - AAAAHHHHH... - El ardor en mi garganta se sentía tan bien - mmmm... Tu chica... creo que sería buena para pasar esta noche... y tu tambien puedes unirte a nosotros si quieres - trataba de sonar sensual, y lo lograba. Tomé a Virginia y la besé con pasión feral. Luego miré a Soledad y sonreí - Dime que haces en mi bar y por que me observabas desde que llegaste...

Dejé que el tipo jugara con Virginia un rato. A pesar de que le tenía cariño, era una humana más, otro instrumento para moverme en la noche y salir bien parada, así que mientras el tío estuviera entretenido, más fácil sería sonsacarle información.

Dejé que tomara mi mano y la besara y fingí satisfacción ante ese gesto, siempre con el recuerdo en mente para no traicionar mis verdaderas emociones.

-Si querés* jugar con ella adelante- hice un gesto con la mano como indicando que por mí estaba todo bien, cuando el sabor y la energía de la bebida llegó a mis labios. No pude evitar desconcertarme y deleitarme por un momento, hasta que comprendí que se trataba de la preciosa vitae lo que me había servido mi anfitrión. Con pesar y reuniendo toda la fuerza de voluntad que pude, apoyé la copa en la barra y la retiré un poco de mí. No quería caer en la tentación de seguir bebiendo de allí.

Mientras Thomas se saciaba con mi ghoul ante mis ojos, no pude menos que felicitarme. el instinto no me había fallado. Allí estaba el Toreador al que Marco me había encomendado buscar. Sonreí descaradamente ante su propuesta sin responder. Sin embargo la siguiente pregunta no debía quedar en el aire.

-Creí que me estabas esperando. Vos sabés por qué estoy aquí- y yo no. Sin embargo, mi sonrisa traviesa siguió en su lugar.

Iba a clavar mis dientes en el cuello de aquel ghoul cuando ella me dijo que la estaba esperando y que sabia por que ella estaba ahí. Me detuve y volteé - ¿Tú eres a quien mandaron a buscar la joya? no me jodas! - solté a la Ghoul y la dejé a un lado, ya estos bastardos me habian mandado a un enclenque  al trabajo de los grandes.

Hablé con el Barman y enseguida una canción mas fuerte se puso de fondo, para que el ruido se hiciera infernal y los que me estuviesen vigilando no pudieran seguirme.

Tomé un respiro y sus suspiré - Bueno... trabajaremos con lo que haya - tomé a la ghoul un poco por debajo de la cintura (en su trasero) y lo apreté mientras caminába hacia otro lugar. Volteé y miré a la Toreador - Quieres venir? Así hablamos en un lugar más cómodo - sonreí

Vaya vaya... así que el señorito no me esperaba a mí... Que te jodan primogénito, realmente, que te jodan... Mantuve ocultos mis pensamientos mientras sostenía una sonrisa enigmática. Me estaba hartando el trato que tenía con Virginia -¡no es un pedazo de carne!- me hubiera gustado gritar pero me contuve poniendo mi mejor cara de pocker.

-Tal vez te sorprenda lo que haya... Thomas- agregué siempre seductora antes de seguirlo hacia el reservado donde según él podríamos conversar.

Entraron a traves de una cortina muy gruesa, tan gruesa que pensarias que era una puerta. Pasaron varias habitaciones a los lados, de cristales oscuros, donde veías toda clase de aberraciones: Sexo, violaciones, Empalamientos, etc.

Al final había una puerta donde solo había escrito una letra "T" dorada. Abrí la puerta y entramos  a una habitación grande, recubierta de terciopelo violeta. El cuarto estaba amoblado con un jacuzzi, un mueble para sentarse, un bar y una mesa de pool. A los lados unos tubos de pole Dance. Thomas aplaudió una vez y varias luces violetas se encendieron. Te diste cuenta que sus labios y los tuyos brillaban con un tono azulado no común - Es mi forma de saber quien es vampiro y quien no sin preguntarlo - sonreí - Bueno, puedes sentarte preciosa - le dije a La toreador, mientras la Ghoul se sentaba en el borde del mueble. CUando me senté, la ghoul me saltó encima y siguió besándome... a veces odio cuando la presencia los hace tan pegajosos... 

Seguí al primogénito a través de lo que parecían sus estancias privadas. Al parecer, no se privaba ni de placeres ni de depravaciones. Lo seguí un tanto asqueada de la decadencia que representaba todo ese exceso. Sin embargo me cuidé muy bien de hacer notar que no estaba a gusto allí.

Llegamos ante una puerta marcada con una gran T. No me extraña tanto egocentrismo. A veces no entendía como Marco me había elegido como su compañera. No encajaba en el clan Toreador... al menos no en toda la parafernalia, la ostentación, el exceso. Al entrar en su despacho, miré el lugar con atención. Quería saber si además de la puerta por donde habíamos llegado, había alguna otra. Prefería estar segura con mis vías de escape.

-Bonito lugar... veo que ser primogénito sí que tiene sus ventajas.

Al ver su método de detección de vampiros quedé admirada. No conocía esos artefactos. Si hubiera alguno portatil sería un muy buen producto para la cartera.

Me senté ante su invitación, cruzando una pierna sobre la otra. -¿Tendrás algo para convidarme de beber? algo más suave que lo de recién. No estoy acostumbrada a la vitae- le dije sonando despreocupada. -Bien Thomas, me gustaría saber qué hago aquí- dije por fin yendo al grano del asunto.

No creas que esto lo paga la Camarilla... Estan quebrados. Esto lo pago yo con mis propios ingresos.

Me levanté del mueble apartando a Virgina, la cual ya estaba totalmente excitada con el rato; humanos débiles. Llegué al bar y revisé - no pequeña... solo tengo vitae... es lo que puedo consumir

Me preguntó que hacia aquí. Me parece raro que Marco no le haya dicho - Va a llegar una exposición aquí a Venezuela. Al parecer, una de esas joyas parece ser muy valiosa para quien sepa usar su poder - Me senté de nuevo en el mueble - La garra de la bestia le dicen. Un artefacto hecho en la antiguedad y que guarda un poder desconocido... por lo menos para los vampiros actuales. La camarilla no va a hacer nada, son un montón de inútiles...

mmm... que dices de meternos en el Jacuzzi? es que quiero verte en bikini, o mejor aun, sin él - dije sin tantos rodeos

No pude dejar de lamentar el trato que estaba recibiendo Virginia. La pobre, bajo el poder de la Presencia, estaba tan excitada que ya había deslizado una de sus manos debajo de su falda para satisfacer la necesidad que el vampiro había desatado en ella.

-No deberías abusar de tu Presencia con mi ghoul... o al menos dale lo que quiere. Es una buena chica después de todo- le dije aparentando indiferencia. En verdad me sentía un poco culpable. Estaba entregándola como si fuera una madama. Malditos vampiros que se creían dueños del mundo. Sin embargo no era una batalla que pensara librar ahora. Me convenía estar a buenas con el primogénito así que la chica tendría que aguantar su suerte.

Así que solo consumes vitae... ¿como permite esto la Camarilla? Debes ser más poderoso de lo que me imagino Thomas...

Mientras me explicaba la misión, cambié de posición las piernas para poder recostarme mejor sobre el respaldo del sillón. Sabía que eso haría verme más sexy, cosa que pensaba explotar hasta tener toda la información que necesitaba.

¿Un artefacto poderoso? Y tengo que conseguirlo por fuera de la Camarilla... Interesante.

-Creo que lo del jacuzzi tendrá que esperar. Estoy aquí por negocios- le dije sonriendo sensualmente al tiempo que mi mano jugueteaba sobre el respaldo del mueble. -No es bueno mezclar deber con placer. Aún no hemos terminado de hablar Thomas, sin contar con que siquiera puedes invitarme un trago- un guiño acompañó mis palabras. -Decime, ¿tenés algún refugio donde pueda pasar la noche? Recién llego a Caracas y no conozco la ciudad. Además está el tema del Príncipe... supongo que tendría que presentarme ante él, sobre todo si queremos que la Camarilla no se fije en mí y así operar con libertad. ¿Podrás hacer las presentaciones correspondientes por mí?

Sonreí - ok pequeña... por refugio te puedes quedar aquí conmigo. Si no te podemos alquilar una habitación en un Hotel de Caracas. Por lo del príncipe - mi rostro se tornó serio - Él anda bastante ocupado haciendo nada. Aquí no está funcionando nada como debería ser. Tú solo mantente lejos de la fama y los demas caeran a tu alrededor.

Me levanté del mueble y tomé a Virginia de la mano... bueno, de la que no estaba debajo de su falda. La traje hacia mí y la besé en la boca. Luego la miré y miré a la toreador - despidete de tu Domitor pequeña Ghoul... hoy eres mía... - sonreí - Sí quieres la vienes a buscar, cuando tengas el brazalete... por lo menos eso me dijo Marco que tendría como garantía - Tomando a Virginia por detras, haciendo que se sonrojara más de lo que estaba por su excitación al masturbarse; Esa Toreador tendría que robar ese brazalete si la quería de vuelta...

Hijo de puta!!!. Vos, Marco y todos los vampiros de mierda! No pude contener mi furia interior. No soportaba que me coaccionaran, mucho menos que el primogénito este se quedara con mi Ghoul como rehén. Virginia no solo era mi guardiana, si no también mi amiga. A saber a qué depravaciones la sometía mientras estaba en su poder. Dejé de lado todo recato, ya no importaba simular estar a gusto.

-Más te vale que la trates con cuidado y que no le queden secuelas de su estancia en este lugar.- A duras penas conseguí contener la ira de mi voz y sonar serena. -Porque vendré a cobrarte por ello vampiro. Alquilame esa habitación. No voy a permanecer bajo tu techo, no quiero terminar diavolizada. Y conseguime todos los datos referentes a la exposición y las medidas de seguridad si querés que lo robe para vos.- Marco esta sí que me la vas a pagar.

Indignada me puse de pie para salir de ahí cuanto antes. Sentía asco de lo que me rodeaba, sentía asco de mí. Al final, estaba dejando que me utilizaran como un títere y no era capaz de defender lo que me pertenecía, lo que quería.

Maldita sea la noche en que te conocí...

Bueno... vale - saqué de mi bolsillo un celular - tómalo. Te envio la información luego - la miré de arriba a abajo - Por cierto, deberias ponerte algo mas recatado... el que yo no te salte encima es porque la tengo a ella para satisfacerme toda la noche...- sonrio

Al salir de la discoteca, un vampiro te esperaba en la puerta - Señorita, sígame - caminaba hacia la puerta haciendo señales a los de seguridad presentes. Dos lo siguieron hasta un vehículo blanco (mustang GT) y te miraron - Este auto la llevará al hotel. Aquí está la habitación - te entrega una tarjeta que dice "Habitación nº 617" - hable con la recepcionista y ella le dará la llave.

Tomé el teléfono y partí del despacho de Thomas sin volver la vista atrás. A pesar de la ira, había escuchado ambos consejos. Si la Camarilla no debe enterarse... es mejor no llamar la atención. Llegué a la entrada donde me aguardaba un auto que me transportaría hasta el hotel. Tomé la tarjeta que me pasó el empleado y subí.

Que bella y potente máquina. Una vez instalada tendré que pedirle al primogénito que me facilite una igual para moverme por mi cuenta.

Mientras el chofer comenzaba a conducirme por las calles de Caracas, relajé mi cuerpo contra el respaldo del asiento y dejé que mi mirada vagara por las calles que podían verse desde la ventanilla.

La noche era cálida e invitaba a permanecer fuera. Sin embargo, primero debía resolver el tema de mi alojamiento. No confiaba en Thomas, menos aún sabiendo que él tenía mi ghoul y que yo estaba sola en aquella ciudad desconocida. Sin embargo, el hecho de saber que me necesitaba para conseguir ese brazalete hacía que me sintiera confiada de no estar siendo conducida en ese mismo instante hacia una trampa.

Las calles se sucedían una tras otra. Las luces de neón rebotaban contra mis pupilas, encandilándolas, más mi mirada se encontraba perdida mucho más allá del paisaje venezolano. Bajé un poco la ventanilla para sentir el roce del aire en mi cara y suspiré. ¿Por qué Marco me había elegido a mí para esto? Él conocía mis habilidades, sabía que lo mío era el arte, la abstracción, no andar jugando a ser Catherine Z. Jones en La emboscada. Sin embargo, sabía también, que a pesar de que siempre terminábamos haciéndonos daño mutuamente, no me expondría a algo que pudiera terminar muy mal si no fuera estrictamente necesario.

El coche frenó frente a un imponente lugar. Al parecer, ya estábamos en el hotel. Agradecí al conductor y bajé rumbo a la recepción.

-Buenas noches señorita- le dije a la recepcionista con mi mejor sonrisa. -Vengo de parte del señor Thomas Dupont, me ha dicho que tengo una habitación a mi disposición- mientras hablaba, saqué la tarjeta de mi bolso y se la entregué. Esperaba no tener problemas allí. Mientras aguardaba que me diera la llave, me dediqué a observar y admirar el lugar.