Partida Rol por web

Preludio Godwin McTavish

"...Y será entonces cuando los justos alcanzarán la recompensa del cielo, y vivirán eternamente ociosos y llenos de júbilo en el Reino del Señor. Pero aquellos que han pecado, que han roto sus lazos con el Altísimo y han maldecido su nombre ¡ah! con ellos el Señor no tendrá piedad alguna, y serán desterrados para siempre a los pozos de fuego y azufre..."

Y la voz se calla, se pierde, ensordecida por el repicar de las campanas. La visión se pierde, se emborrona. ¿Qué ocurre?

Abres los ojos, todo está oscuro. Soñabas, parece. O quizá Dios te hablaba al oído. Pero las campanas aún repican: llaman a maitines.
Frente a ti, solo un muro de piedra gruesa, bien construido. A tu lado, levantándose de sus lechos, monjes que se dirigen a la sagrada misa. Te encuentras en la Abadía de Santa Cruz, en Poitiers, donde llevas unos días de retiro espiritual, buscando paz, descanso e inspiración para tu alma. Buscabas alejarte de los politiqueos de la vida vampírica, desligarte de sus ansías impuras de sangra y poder, y buscar en la meditación respuestas y paz.

Llevas poco en la abadía, y te cuesta encontrar una excusa convincente para justificar por qué no acudes a las misas de las mañanas. Algún monje sospecharía si no fueran tan ingenuos, aunque sin embargo, sientes que las miradas y los rumores aumentan día a día. Pronto habrás de explicarles muchas cosas.
Te levantas y te diriges lentamente a la capilla, el primero, mientras el resto de los monjes se desperezan y acaban de vestirse. Sales al claustro, el viento frío te acaricía la cara, y de repente, un monje te asalta en el camino:

- Monseñor, ha llegado una carta para usted. Debe ser de gran importancia, pues el mensajero está exhausto, y su caballo, casi reventado.

Coges la carta. Pergamino de calidad, cerrada con el sello de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo. ¡Ah!, la cruz templaria... Pero en el sello hay unas marcas particulares, unos entramados concretos que te hacen reconocer de inmediato al remitente: no hay duda, tu superior, Thibault de Languedoc, Maestre de la Orden Templaria, tiene urgencia de contactar contigo. ¿Qué habrá dentro de ese sobre?

Por favor hermano, haz que el mensajero pase y se refrigere mientras leo la carta, ten la amabilidad de servirle como si fuera otro monje. Tan pronto como esté recuperado, hazle pasar.

- Quizá no me expliqué bien, monseñor. El caballo y el mensajero ya están siendo atendidos. Somos gente con alta estima por la hospitalidad.
Si me disculpa, iré a ver si todo es de su agrado. Puede encontrarme en el comedor.

Abres la carta. Te parece percibir un leve olor a incienso. Dentro, un único folio de papel de calidad.

"Estimado Hermano McTavish, que Dios le tenga en su gracia:

Disculpad que os moleste durante vuestro retiro espiritual, y aun que tenga la desvergüenza de interrumpiros, pero urgentes asuntos de la Orden requieren su atención. Sabed que no haría tal cosa si pudiera evitarlo, pero me temo que no tengo otra opción. Le ruego que se ponga en camino en cuanto pueda y se reuna conmigo en la Basílica de Sta. maría la Mayor, en Marsella, propiedad de la Orden. Le espero en menos de 10 días tras recibir esta carta.

Lamento que los motivos de esta urgente misiva hayan de quedar en secreto, pero no me arriesgaré a que asuntos de importancia capital queden al descubierto si se pierde. Espero que lo entienda, Capitán. Que el Señor esté con su espíritu.

Y tras el texto, escrito con prisa pero con esmero, el inconfundible sello de Thibault de Languedoc junto a su firma.

Hago que preparen m i carruaje y parto esa misma noche despues de intercambiar unas palabras con el mensajero

Buenas noches, espero que mis hermanos le estén tratando bien... [Metemos como está el tiempo y su familia y el viaje....]

¿Sabeis por casualidad el motivo de mi convocatoria a la Basilica por parte de nuestro señor?

El mensajero saca su cabeza del cuenco del que está comiendo (casi engullendo), te mira fijamente unos segundos, como si no entendiera tu pregunta, y finalmente dice:

- Lo siento señor, no tengo la menor idea. Es más, no quiero saber que castigos me aguardarían si hubiera osado abrir o extraviar la misiva.

Hehco esto tiro de viaje.

Carromato cochero y nada mas

De que soy un vampiro y tengo que tener un  maldito cochero para llevar el carro si no ¿Como webos he llegado a la abadia? En caso de que no lo haya..... Espero un dia y le meto dominacion al pipiolo caballistico para que me conduzca en carro hasta la basilica

Abandonas la abadía. Meses preparando unos días de descanso y retiro espiritual para que ni siquiera hayas podido disfrutar de la mitad de ello. Muy importante ha de ser tu misión, pues Thibault te conoce y sabe hasta que punto necesitabas estos días.
 

Montas en el carruaje. Negro, por supuesto, con las insignias correspondientes a la Orden. Atrás, en un doble fondo, escondido bajo los asientos (nunca se es demasiado precavido), acolchado y cubierto con terciopelo, tu lugar de descanso. Durante las noches, si lo deseas, puedes salir y sentarte, como un pasajero normal... pero a ningún vampiro le gusta que le encuentren dormido de día...

Los días se suceden, aburridos, monótonos, uno tras otro. Los caballos son repuestos regularmente, mediante el servicio de postas... la Orden no escatima en gastos en estos asuntos. Viajas al sur y al este. Siempre al sur y al este. Los caminos son peligrosos en estos días, pero ningún bandido osaría atacar un carruaje con cruzados...

Finalmente, en apenas 9 días, vislumbras Marsella. Escuchas el susurro del mar. Y en lo alto de Marsella, en la colina, destacando por sobre todas las demás construcciones, apuntando al cielo como si cantara la gloria de Dios y lo alabase, la Basílica de Sta. María la Mayor, la Catedral de Marsella (Cathédrale Sainte-Marie-Majeure de Marseille) de estilo románico-bizantino. Una belleza para tus ojos, aun desde tan lejos.

Entras a la ciudad, y sin más dilación te diriges allí... ¿Qué será lo que ocurre? En breve lo sabrás

Unus filius of Deus pide sanctus acogimiento procul sanctus parentis domus of Deus beatus quos abra estas prodigium quod deje quod E animus ipsum levamentum in familia nostri Dominus

Digo alzando la voz mientras golpeo la puerta con el llamador.

La puerta se abre, y un mozo, con cara somnolienta, te abre la puerta. Parece un monaguillo, o algo similar.

- Buenas noches.

Parece abrir más tus ojos al reconocerte como un templario, y se muestra nervioso, cual si no supiera como atender a alguien tan distinguido.

- Perdóneme, su excelencia. Perdóneme. ¿Necesita algo? ¿Puedo ayudarle? Permítame. Entre, entre

Tranquilizate pequeño... No soy Su Santidad(Digo con una sonrisa afable) Creo que me están esperando asi que si eres tan amable de indicarme si el señor de Languedoc se encuentra aquí, te lo agradeceria mucho.

- ¡Oh! Claro! ¡Por supuesto! Sígame, su excelencia

El muchacho te guía por la basílica. No es complicado, simplemente te lleva por la nave central hacia el altar mayor. La vista del interior de la basílica te deja sin respiración. Está construida en forma de cruz latina. El pórtico, de donde vienes, está construido en forma de bandas de diversos colores, dando lugar a un espectáculo policromático, adornado y complementado con diversas esculturas.

La nave, flanqueda por otras dos secundarias, está soportada por bóvedas de crucería, sujetas por columnas de marmol en colores ocres y rojizos. Todo esto sería más bello si en este absoluto silencio la catedral no pareciera tan fría

Llegas al altar mayor, decorado e iluminado por candelabros de bronce. Pero sobre la belleza de este y del resto de la Catedral destaca una figura, arrodillada ante el altar.

Se trata de un hombre robusto, militar según parece. Su espada reposa en el suelo, frente a él. Está rezando, pero no dice palabra alguna. Su espalda es fuerte, y va vestido con la librea de la Orden Templaria: la cruz roja sobre el fondo blanco, en su caso, decorado con florituras de color oro. Botas de cuero, reforzadas con acero, y un cinturon personalizado.

Le reconoces. Es sin duda Thibault de Languedoc. Maestre Templario y tu directo superior.

Tras unos instantes que parecen eternos, el hombre levanta la cabeza y os mira, como si no entendiera.

- Godwin, bienhallado. Arrodíllate a mi lado y reza, nuestro Señor ha de oir nuestras plegarias.

El chico se marcha mientras Thibault dice estas palabras

-Loado sea el Señor, despues de tan largo viaje nada me reconfortaria mas que unir mi oración a la suya. Pero... ¡Dígame! ¿Qué requiere tan presto arrivo de este su servidor?

Arrodillome mientras esto.