Partida Rol por web

Cuadragésimo primer milenio.

Interior de la nave espacial Serendipia.

Aguardando órdenes del Almirantazgo.

En algún lugar de la Galaxia de Artemisa.

* * *

Otro día en la oficina.

La Serendipia cruza en silencio el Espacio Profundo, un mar inalterado de oscuridad sembrado de rutilantes estrellas.

El Capitán Huxley está de un humor introspectivo en su cabina de mando fumándose un puro, meditando sobre su infancia y lo mucho que añora su campo de sandías hidropónicas. Diablos, no le importaría consultar en la SpaceNet los modernos sistemas de cultivo de esas pequeñas esferas verdosas rellenas de agua y amor de no ser porque se pondría nostálgico en exceso, y ese condenado funkotroniano que ejerce de su oficial de telecomunicaciones le espía el historial de búsquedas para conocerle mejor, que lo sabe bien. ¡Si tan solo hubiese invertido un punto de habilidad en Tech Nerd sabría borrar el historial él mismo!

Por cierto, ¿dónde está ese confabulador de Drevlin? No importa. Prosigamos.

Acid Spike está haciendo pesas en el gimnasio, acondicionando su físico para la acción al tiempo que suelta un esporádico Ouh, mama y escucha una música machacona. El tipo está hecho un toro, hay que reconocérselo. Vistiendo parece un cruce entre Serengeti Paul, la estrella gangsta del momento, y Sonny Crockett en Miami Vice, clásico de TV que Drevlin está reivindicando con ahínco últimamente.

Nova Eris está en su puesto, a los mandos de la Serendipia, sin perder ojo al ensimismamiento de Huxley. Han pasado varios meses desde la graduación y siente que la nave y ella comparten un vínculo especial. Aún no ha podido ponerla a prueba como a ella le gustaría. Quizás tenga la ocasión idónea antes de lo que sospecha. Ni siquiera ha reparado en que el adulador de Drevlin lleva demasiado tiempo sin aparecer por allí. ¿Qué estará tramando?

Aponi permanece en la cubierta médica ultimando un experimento personal. Perdió de vista a Epsilon hace más de media hora, y es ahora cuando repara en la cuenta de que su colega androide se comporta de un modo extraño desde que atracaron en el puerto de la ciudadela espacial Woodstock VI y asistió al concierto de chatarrap de ese androide rockero, Johnny Gamma. Aponi no se considera particularmente posesiva en lo que respecta a Epsilon. Quizás ahí radica el problema: porque lo es. Y mucho. 

Aponi decide levantarse y echar un vistazo por la nave.

La suboficial médica entra en la cabina de mando, sus brazos en jarras. Saluda a Nova con un movimiento muy característico suyo, un ligero alzamiento de mentón que podríamos traducir como un «¿Qué pasa, nena?». A Huxley le dedica una mirada recriminatoria. No le gusta que fume. Enfatiza un componente autodestructivo del individuo.

—¿Habéis visto a Epsilon? No lo encuentro por ninguna parte.

Aponi comprueba que Huxley no está presente en este espaciotiempo. Chasquea los dedos. Insistentemente.

—Serendipia llamando al Capitán. Señor, ¿se encuentra bien? Con el debido respeto, parece como si hubiese visto un... Oh, joder. ¿Ese es...?

Nova activa el piloto automático de la nave y acude movida por la malsana curiosidad hacia el puesto de Huxley. Acid hace entonces su entrada triunfal en el puesto de mando luciendo pectorales de acero.

En la pantalla del terminal de Huxley puede verse un holomensaje reproduciéndose en el trídeo.

Se trata de Huxley Senior.

Su padre.

¿Cómo estás, hijo?

Diablos, tengo la espalda más doblada que el filamento dorsal de un medusiano. A tu madre le dio por meternos en obra hace una semana y solo estamos Django y yo para coordinar las operaciones, ¿sabes?

Django, su chihuahua rojo favorito, oriundo de la colonia lunar de Teotihuacán Prime. Aún vive, el muy cabrón. ¡Qué ladrido más reverberante tenía para su tamaño!

Todo empezó como un vallado de máxima seguridad y ya puestos en faena nos hemos liado con la piscina, el porche, las placas solares, los molinos de viento, el búnker antimisiles y un pequeño arsenal de andar por casa por si esos cabronazos de los Pendergast quieren asaltar nuestras tierras otra vez con sus dromedarios salvajes. Ya sabes tú cómo va esto, que te pones con vista a acabar en dos semanas y terminas el año entero pringado de plasciacero hasta las cejas.

He leído sobre tu cojonuda escuadra en el boletín de promoción de la Flota Estelar. Aún no consigo darme de baja en esa mierda, ¿sabes? Añoro los años en que la guerra se hacía en tierra, a pedradas y palazos. Joder, eso sí que era vida y no la mierda tecnoguarrindonga que tenemos ahora mismo. Diablos, ¿qué estaba diciendo? Ah, sí. Tu padre está jodidamente orgulloso de su hijo. Me dejaste tirado con las plantaciones de sandías y aún no te he perdonado del todo, pero de vez en cuando le das una alegría a este viejo. Además, ya he liado al chalado de tu tío Percy para que me eche un cable.

Espero que estés bien. Fúmate un puro de vez en cuando, cojones. Que un tío hecho y derecho como tú tiene que aparentar mando, hostia.

Un fuerte y heterosexual abrazo de tu padre que te quiere. Nada de mariconadas.

Mayor Huxley Sr.

PD. No pidas comida pakistaní. Hijos de puta. ¿Pues no es que te lanzan salivazos en la comida si no les das una propina exagerada?

PD. Cómprate un dromedario salvaje. No veas lo que saben de matemáticas esos cabrones.

PD. ¿Te has buscado ya una buena mujer para olvidarte de esa loca'l coño de Jill? Hijo, a veces eliges a las mujeres con la minga, qué quieres que te diga.

Aponi alzó las cejas, visiblemente sorprendida.

—Joder. Así que les viene de familia... —dijo, enigmática.

Luego sus ojos revolotearon hacia la pantalla del puesto que ocupaba Drevlin.

—No me lo puedo creer... Ese hijo de puta... ¿Qué le está haciendo a mi androide?

Drevlin controlaba desde su terminal todas las cámaras de videovigilancia de la Serendipia. En estos momentos la única que mostraba actividad era la del hangar. Y mostraba un espectáculo claramente obsceno, no podemos negarlo.

¿Quién dice que en el Espacio Profundo no suena a Funk?

Armado con una manguera de agua a presión y moviendo el trasero con su estilo único y alienígena, Drevlin T.J. activó la música de su omniherramienta a plena potencia al tiempo que cantaba con un innegable y muy funky estilazo:

Ooh ooh
You might not ever get rich
But let me tell ya it's better than diggin' a ditch
There ain't no tellin' who you might meet
A movie star or maybe even an Indian chief

Drevlin activó tremendo manguerazo contra el pechamen de un entregado Epsilon a los coros:

At the car wash
Workin' at the car wash, girl
Come on and sing it with me
(Car wash)
Sing it with the feelin' y'all
(Car wash, yeah)

El androide estaba ubicado en el centro de la plataforma que se empleaba para lavar el caza que la Serendipia guardaba en sus entrañas para misiones de reconocimiento. Drevlin y Epsi habían convertido la zona en una improvisada pista de baile pasada por agua y jabón.

Drevlin empezó a agitar la manguera alrededor de su cabeza como si de un lazo se tratase, regando todo el hangar en mitad del éxtasis que le produce a uno lavar a mano a su colegui androide. 

Ooh

Come, some of the work gets kinda hard
This ain't no place to be if you planned on bein' a star
Let me tell you it's always cool
And the boss don't mind sometimes if you act the fool

El funkotroniano tomó dos esponjas y las sumergió en agua mientras caminaba hacia atrás con su ritmazo insuperable. Antes, le colocó a Epsi un gorrito de ducha. Ahora venía la parte más pornográfica del asunto, oiga.

Alien y androide cantaron a coro. Y no lo hacían nada mal, diablos.

At the car wash
Whoa whoa whoa whoa
Talkin' about the car wash, girl
Come on, ya'all and sing it for me
(Car wash)
Ooh ooh ooh
(Car wash, girl)

Well, those cars never seem to stop coming
(Work and work)
Keep those rags and machines humming
(Work and work)

Drevlin señaló a la cámara con su descaro habitual y pidió a Epsilon una exhibición completa de los sensuales movimientos de danza que habían ensayado juntos previamente. Exhibicionistas.

Ahora sí que tomó las esponjas ese maníaco oriundo de Funkotrón.

Daaaaaaaamn. Ese Drevlin sabía sacarle brillo a una carcasa metálica. ¡Dejó a Epsilon como recién salido de fábrica!

Whoa whoa whoa whoa
(Car wash)
Never seem to stop comin'
What'd I say
Keep those rags and machines hummin'
(Car wash)
Let me tell you, it's always cool
And the boss don't mind sometimes if you act the fool

At the car wash
Working at the car wash, yeah
Yeah, yeah, yeah, yeah

My fingers to the bone
(Work)
Can't wait 'til it's time to go home

Tamborileo con los dedos sobre la consola de mandos de Tibusmiley, manteniendo el rumbo y velocidad de crucero. Tengo ganas de apretar un poco, pero órdenes son órdenes, así que de reojo estoy controlando al capi Hux. No es que me preocupe esa cara rara que tiene hoy, todo el mundo tiene derecho a sentirse como una lechuga de vez en cuando. Nah, no es eso. Es que me aburro. ¿Se dará cuenta si empiezo a acelerar poco a poco? A lo mejor podría desviar el rumbo hacia alguna nube de asteroides. Por darle un poco de emoción y adrenalina que si seguimos volando en línea recta se le va a caer hasta la sonrisa al pobre Tibu. 

—Eyyyy —saludo a Tala cuando entra y niego con la cabeza—. No lo he visto, ni a Drev. 

En cuanto me parece que está pasando algo con el capi estiro el cuello a ver si me entero.

—Cortana, enciende el piloto automático y no te estrelles —le pido a la IA antes de ponerme en pie para ir a cotillear. 

Me da la risa con el holograma del papi Hux. Un pasado desconocido para el héroe que conozco. Cualquier día de estos hasta descubriré su nombre de pila. Es un gran misterio a desentrañar. 

—Vaya, capi. Así que dejó las sandías plantadas por una vida de aventuras. —Alzo las cejas, algo burlona—. Vaya chico travieso está hecho, eh. 

Frunzo el ceño al seguir la mirada de Aponi hacia otra pantalla. Y se me escapa otra carcajada al ver el espectáculo. Jodido Drev, qué gracioso es el bicho, joder. Me acerco moviendo las caderas al ritmo de la música y pulso el botón para que me oigan en el hangar.

—Drev. Cuando acabes pásate por el puente, que estamos aburridos. Y tráete a Epsi, que Tala lo está buscando. Así meneáis el culo aquí un rato y animáis al capi, que está mustio.

¿Acid? Ah, sí. Está por aquí también. Anda pavoneándose sin camiseta y esas movidas suyas, demasiada testosterona te mengua el cerebro, eso dicen. Creo que se quiere tirar a Tala, así que no pierde oportunidad de lucirse. Blegh. Pero me dedico a ignorarlo tranquilamente, así que como si no estuviera.

—¡Vamoooooos! Ouh mama! Fuck yeah! ¡Uno! ¡Dos! ¡Uno! ¡Dos! ¡Vamos, hijos de putaaaaa! ¡WOOOOOOO!

Lanzo mis gritos desde el gimnasio mientras levanto pesas como un  mastodonte cojonudo. Después de varios intentos fallidos, he conseguido poner una canción que era de mi agrado. El droide dijo que me había dejado instalado bien el sistema de streaming musical, pero creo que está medio jodido, ¿me entiendes? Bah, a tomar por culo.

Ni siquiera me molesto en volver a ponerme la camiseta para volver a la cabina mientras masco un chicle de regaliz. Mi placa identificativa, tuneada con una calavera que saca la lengua, cae sobre mis pectorales brillantes por el sudor y torneados por el duro entrenamiento diario. Yo sé que a las pibas les mola eso, pectorales desnudos, musculosos y sudorosos, ¿me entiendes?

Cuando Aponi pregunta por el droide, me encojo de hombros y aprovecho un momento en que se da la vuelta para mirarle el culo detenidamente. Sigue en su sitio. Bien.

Pero la voz y el holograma del padre del capi me saca de aquellos pensamientos.

—¿Así que de eso se trataba toda la mierda esa de Pepita? —pregunto con una media sonrisilla maliciosa mientras sigo mascando chicle de regaliz.

Sin embargo, antes de poder siquiera escuchar la respuesta, mi mirada se va hacia la pantalla donde el alienígena bailón está pegando un chapuzón a Epsi. Puto alien bailón. Un tío legal, ¿me entiendes? Pero mi mirada se va rápido a las caderas de la Eris mientras empieza a bailar.

—¡Eso, nnnnena! ¡Mueve ese cuerpo! —grito mientras saco un poco la lengua, me la muerdo y lanzo un aplauso al aire—. Eh, Aponi —digo levantando las cejas chulesco—, muévelo tú también, vamos, todos queremos ver ese culito en movimiento, nena.

Un leve bloqueo creativo. Ligero, pequeño; liviano como un chihuahua. Donde Huxley quería convencerse que se encontraba.

La cruda realidad era bastante diferente.

En términos arquitectónicos, su atoramiento era más bien una muralla, un paredón, un dique. Contenidos en él, millones de metros dodecaédricos de ideas geniales, estancadas, quietas, dormidas y custodiadas por feroces perros dobermann del sistema Nova Gestapo Zombie 88-H y dogos blanquinegros diabólicos, cabalgados por cultistas con aspecto de afables anticuarios blandiendo motosierras cinéticas, y del mismo impresionante tamaño que la manada de cyberdromedarios con torretas de plasma ligera, color Tormenta Roja como no podía ser de otra manera, que cercaban la zona prefrontal media del cerebro del Capi, que miraba unas millas más allá de la pantalla translúcida de su flamante receptor de última generación recién adquirido, marca WARMARS (¿Por qué no?. Diversificando desde 40k40)

Qué asco de tecnología, diablos.

Desde hace unas semanas, lo que empezó siendo un ligero desajuste en las rutinas creativas del buen Huxley, a modo de narrillazo* esporádico, terminó derivando con el paso de las semanas en una disfunción rolera en toda regla, lo que había ocasionado el retraso del estreno de la gran campaña de rol que Huxley había estado preparando para los muchachos. Este problema de ausencia musídica tenía su origen, posiblemente, en el hecho de que lo que iban a ser unas ligeras modificaciones de la Serendipia para ajustarse a la nueva normativa de la Flota, había terminado siendo una actualización compleja de la mayoría de los sistemas, con la consiguiente agitación en la nave y el tsunami de burocracia adjunto.

Sin contar el polvo que eso había ocasionado, oiga, y la cantidad de porquería que mete uno en las botas. En fin. C'est la vie.

Para Huxley sus partidas de rol eran importantes. Le gustaba sentarse a la mesa una vez a la semana, sacar los dados analógicos, e ir a correr aventuras con los chicos. De las de lápiz y ficha, con sus mapas, sus figuritas y sus fotocopias en papel. Si bien era una afición terriblemente cara**, para Huxley estaba a años luz por encima en materia de entretenimiento de costumbres lúdicas tan populares aquellos días como la realidad virtual con electrodos craneales, el paintball radioactivo, o la caza de clones de Botsuana-Nestlé-7, paraíso de furtivos y maleantes. Todos estos deportes federados gozaban de amplia popularidad en Artemisa, pero para Huxley no eran más que modas de nenazas. El rol había sido, era y sería la pasión del Capitán, desde su más tierna adolescencia hasta aquellos días; para esta ocasión quería organizar algo verdaderamente especial para los chicos, pero por lo visto la cosa iba a tener que esperar.

Huxley desparramaba sus pensamientos, que se deshilachaban en densos jirones de humo a medio respirar, mientras Aponi le miraba con cara de estar oliendo estiércol y la listilla de Nova aceleraba sutilmente su Tibusmiley, aburrida como un Primigenio en un garaje de esos de franquicia, que mira que son tediosos, oiga. Acid parecía estar pasándoselo en grande dándole amor a sus rutinas espartanas de Cross-Spike, y Drevlin... ¿Dónde diablos se ha llevado al bueno de Epsi?. 

Emergiendo a través de un minúsculo orificio en la superficie de su portátil de neodimio y plastiacero Ritchie Valens de tercera generación, un cono de partículas sublumínicas-zeta se erigió ante el cariacontecido Capitán (me encanta esa palabra); la sorpresa inicial al descubrir la función de trídeo hasta ahora desconocida para él, dio paso a un reconfortante asombro al encontrarse al Mayor Huxley, su padre, mentor, referente y camarada.

Son tantas las historias que atesoraba con el Mayor... Pero eso es otra historia. El caso es que al bueno de Huxley se le acababa de alegrar la mañana, y, qué diablos, le apetecía un Slurm. 

Sistemas en línea, Eps-... _[Error]

Asimilado.

Así es, en vez de su típica frase de activación algo distinto sucedía. Epsilon-091 había sido consumido completamente.

Su asimilación no había sido sino producto del siempre caótico y creativo Drevlin Thaal Jalinn, mejor conocido como Drevsex, quién apilaba cada vez más apodos absurdamente que incluso el mismo droide. ¿Qué hacía el droide? ¿Por qué no estaba reparando la nave bajo los nuevos estamentos? Bueno, partamos por un flashback libre de situaciones, de esos que entran en las series gratuitamente de modo bullshit porque... Pues porque pueden, claro.

Su aprecio por el hecho de que últimamente terminó por volver a reunirse con el grupo con el que completó aquella simulación de examen sorpresa, todo lo sucedido, los eventos, la alegría, el perdón de Tala por su irreverencia in-simulato y hasta cuando sus ojos parpadearon brevemente con un rojizo para luego volver a medida que ejecutaba una directa agresión hacia los órganos gonádicos reproductivos masculinos del saco escrotal humano de aquel a quién conocen como Miyazaki Hidetaka-sensei por usar la palabra prohibida "Tofu", protocolo que su hermana mayor humana inculcó y él mismo aplicó en su propio protocolo.

Todo eso venía a su mente, bueno, su mente cibernética, todo eso mientras era absorbido por las locuras de Drev.

Funk. ¿Qué era el funk? ¿Era la clave de la humanidad que él mismo buscaba? Ese momento en que Tala reveló que había ido a buscar el gorro y la vendita que él mismo dejó en su cuarto entonces y se la puso al final del examen le conmovió de verdad, y ahora mismo les había dejado a un lado cuidadosamente para que no les pasara nada. Con su gorra de baño aceptó la vil manipulación amistosa sugerencia de parte del Funkotroniano para aplicar una limpieza de su chasis perfectamente no indestructible pero sí impervioso ante, bueno, ante cosas. Con esto, el show ocurría.

Aquellos conciertos de chatarrap lo tenían pensando en su propio funk y se había dedicado a buscar su propio flow, como otros robots y droides decían en aquellos eventos a los que su tripulación le permitía ir por su cuenta, mayormente. A veces se unía Acid, mayormente para conseguir químicos de su propio aprecio y Tala solía ir de mala gana (Pero excelente voluntad) a cuidarle. Eran una tripulación genial, citando a su Capitán: Cojonudos. Los Cojonudos de Huxley, digamos, si se tuviese que darle un nombre al sexteto de seis que eran. En uno de esos conciertos obtuvo de modos ambiguos (Plot devices?) un póster, de un misterioso ser, cual lagarto espacial que consideró genial, como si resonara con su propia alma el cual puso en su estación de mecánico-ingeniero de la tripulación sin ninguna razón ni explicación alguna.

Pero ese ser, por el motivo que fuese, quizá trascendiendo tiempo y dimensiones, que resonaba con su alma (Robótica) ahora mismo estaba solo, siendo genial y al parecer un mecánco, como él. Ahora mismo E-91 estaba siendo lavado y soltando sus propios ritmos. Su base de datos era extraña, a veces ancestral con rasgos y elementos de hace milenios, como la canción que citaba mientras practicaba sus raps.

- Mama said knock you out, Drev! 'Coz I explode! And my 'nine is easy to load! I'm gonna knock you out! Tala said knock you out! Cap'n said knock you o-ut!

Editar lírics, por supuesto, un clásico de los hacks, pero sabía que ser un hack era necesario para ser luego un crack... ¿Qué rayos significaba eso? Se lo dijeron alguno que otro concert-goers y lo asimiló, por supuesto.

- I'm gonna rock this land! I'm gonna take this city by storm, and I'm just getting warm, Punk! Watch me bash this Toff' like a skull. How ya' like me now? Listen to me dipsh-...'t! I came out with a funky rhyme!

Citaba un poco a todos, si bien no usó la palabra "Tofu" completamente ni el improperio grabado en la pieza musical original, o sino Tala sí que lo sacudiría de un lado a otro. Podía, lo sabía. Se dejaba estar mientras era lavado. Sí, un simple lavado tenía que ser un show, ¿por qué no? Si WARMARS^TM podía ser omnipresente, la locura también.

Al terminar la música y la limpieza volvió a sí mismo.

- Sistemas en línea, Epsilon-091 activo. Agradece a Drevlin por su acto de limpieza caótico.

Sonrió entonces y buscando secarse dinámicamente usando la misma fricción de los emisores de calor que estaban en aquel lugar sin sentir nada ni molestarle particularmente, volvió para ponerse el ushanka y la bandita, items sagrados en pro de regresar, ayudando a Drev con cualquier necesidad técnica de paso.

Al ir volviendo pensó en su personaje para este "juego de rol" que el Capitán Huxley le comentó aquel entonces y ahora estaba haciendo realidad. Sugirió usar un híbrido de neopolímero (Plástico) y fibra microcuántica de costo bajo pero en un raro momento de insistencia el Capitán insistía. Órdenes son órdenes. Pensó en su personaje, un jefe mafioso robot altamente honorable, seguramente. Esto de "rolear" podría acercarlo al funk, o al menos, a la humanidad, o ambas cosas.

Al subir, se reportó.

- Epsilon-091 reportándose a la tripulación del Serendipity-Jagged. 900% más limpio, brilloso cual cromo.

"Parpadeó" con sus luces de ojos, bueno, una sola porque la otra estaba tapada. No pensaba que hubiese hecho nada malo.

Si sucedía algo, esperaría. Pensaba en hacer revisión a los sistemas de la nave. Miró de reojo al techgarto en su póster como si le juzgara: "Haz tu trabajo, jovencito", sí, lo sabía. Asintió sin asentir.

Se sabía que la voluntad de la unidad droide estaba en pro de dedicación.

En Capítulos anteriores...

@Acid: —¡Eso, nnnnena! ¡Mueve ese cuerpo! —grito mientras saco un poco la lengua, me la muerdo y lanzo un aplauso al aire—. Eh, Aponi —digo levantando las cejas chulesco—, muévelo tú también, vamos, todos queremos ver ese culito en movimiento, nena.

—Sigue soñando, nene —respondió Aponi, ignorando la petición de baile privado del artillero mientras le enseñaba un bonito dedo anular con un as de picas tatuado en él. 

—Quizás cuando levantes algo con tu cerebro, ¿eh? —Aponi le guiñó un ojo y le dedicó una media sonrisa cargada de fiereza mientras marcaba bíceps de modo burlón mordiéndose los labios, a la Acid.

Aponi tenía una complexión bastante más fuerte de lo que pudiera parecer. Era un completo misterio cuándo entrenaba, pero a todas luces era una de estas féminas capaces de hacerte una llave de estrangulación si la subestimabas.

Justo en el momento en el que el pique entre Acid y ella entraba en un punto álgido, entraban Drevlin y Epsi rapeando GANGSTA STYLE.

—Jodido Drevlin. Eres una pésima influencia para mi chico —dijo con cierta sequedad. Sabía que el dichoso Epsilon tenía cierta facilidad para caer en las redes del funkotroniano.

Drevlin replicó en modo Rapper's Delight:

—MAMA SAID KNOCK YOU OUT! I'M GONNA KNOCK YOU OUT! —dijo bailoteando alrededor de Tala ante la mirada rasgada de la oficial médica de la nave. Una mirada que se afilaba por momentos advirtiendo: PELIGRO. LOS INFRACTORES SERÁN MASACRADOS. LOS SUPERVIVIENTES SERÁN MASACRADOS DE NUEVO.

El alienígena se acercó a su colega Acid andando hacia atrás y simuló sufrir una electrocución al tiempo que tocaba con sus largos dedos uno de los pectorales del artillero.

—EISID SAID KNOCK YOU OUT! I'M GONNA KNOCK YOU OUT! UH! —Comparativamente, Drevlin era un flacucho alfeñique al lado de Acid. Ahora bien, su elasticidad y agilidad le podían confundir con un filete de gelatina funky. —¡Observad a este alien mutar en coloide, chic@s!

Tras varias patadas voladoras (sort of) y varios giros de salón al estilo breakdance, el funkotroniano estaba tumbado en el suelo como un sátrapa romano del planeta Persépolis ZZ Top en su sillón luciendo una sonrisa imperial. Como todos sabemos, los funkotronianos carecen de bellotas espaciales, pues se reproducen por una suerte de funk masivo y comunal. De haber tenido bellotines espaciales, Drevlin se habría rascado un instante la entrepierna. Ese último giro sobre espalda le había estirado demasiado su ceñido y sensual uniforme.

Se levantó como un muñeco inflable, sin emplear las manos.

—Tala, tronqui, relaja. Blame it on the boogie! Yo no tengo la culpa de que Epsi quiera visitar el Túnel de Lavado de Drevlin. Pásate luego. Tengo Water_Of_Love para todos. YAAAASSSSSSSSS! —Tendió una palma cómplice a Acid mientras soltaba una risita traviesa.

Se percató de que Tala estaba a punto de soltarle un jab.

—¿Me dejash tresh segundosh para que escape por esa puerta? Please? —inquirió, muy sonriente.

De un brinco se situó al ladito de Nova, sus manos apoyadas en los mejillas, los codos sobre el monitor del Capi. La miraba embelesado con esos orbes de brillante brea que tenía por ojazos anfibios.

—Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaish... —Suspiró ruidosa y profusamente.

Tomó el Slurm del Capi. Le dio un sorbito con una pajita que extrajo de un compartimento de su chaleco. Estaba seco de tanto bailotear.

—Slurp, slurp... ¡GUAU! Esta mierda está fuerte, Cap. ¿Qué es? Sabe a... Sabe a...

Drevlin observó la lata de Slurm mientras una cálida luz dorada bañaba su rostro.

Una luz que no provenía del interior del maletín de Marsellus Wallace, oiga.

¡LA LUZ QUE PRECEDE A LA REVELACIÓN!

—Sabe al material del que están hechos los sueños... —musitó, como si pensase en voz alta, mirando atolondrado al Capi Huxley.

—¿¡QUÉ ES ESTA DELICIA!?

- ¿Pero qué cojo...? ¿No sabes lo que es el Slurm, muchacho?. Hay que joderse, soldado, ¿Dónde ha estado encerrado durante el último milenio? ¿Criogenizado, acaso?... En fin, hijo, siempre se aprende algo nuevo, ¿No es cierto?

- Estamos hablando del néctar del guerrero, la recompensa tras un duro día de trabajar la tierra, el destino al final de una larga carretera en una calurosa tarde de verano...

Huxley pasó su mano alrededor de los flacos hombros del alienígena, al tiempo que miraba hacia el horizonte, señalándole una playa de fina arena, paradisíaca e imaginaria.

Mientras recuperaba su refresco, rápido y hábil como un trilero del sistema Gumshoe-Beta-Redford-Red. 

No se podía decir que el capitán no fuera un hombre generoso, pero, demonios, el Slurm no se comparte, igual que un puro o unos calzoncillos.

- Esto, mi querido amigo bailongo, es una bebida tradicional con más de mil años de deliciosa historia.

- Pese a su mala fama le aseguro que no supone peligro alguno. Denostado por puritanos, defensores de la salud bucodental y mala gente en general, un halo de misterio envuelve a este refresco. No se sabe mucho acerca de su producción, ya que es un secreto muy bien guardado; apenas tres personas en Artemisa lo conocen, y jamás, JAMÁS viajan e través del mismo portal espacio-temporal. Así se aseguran no perder la famosa receta secreta. 

-¿Qué estaba diciendo, diablos?, ¿Sabe que he recibido noticias del Mayor? Cuando el día empieza bien, soldado, trate de coger la ola. La ola, ¿me sigue?. Como en el anuncio. No, no es una leyenda planetaria, hijo, sólo tres tíos conocen el secreto del Slurm. Y mire que se dicen cosas, cojones, que si sale del culo de un bicho, que si son esclavistas, que si crea adicción... tonterías.

- ¡Diablos! ¿Quién se preocupa de los dientes? Puedes  imprimirte unos cuando quieras...

- El caso es que nos estamos quedando sin Slurm, muchachos, en los dos últimos Merkasatélites estaban sin existencias; así que habrá que ir pensando en ir a hacer la compra. ¿Quién lleva la lista de suministros esta semana, muchachos? 

Por toda respuesta a Aponi, saco el paquete de cigarrillos que tengo en el bolsillo del pantalón (y que, normalmente, llevo en la manga doblada de la camisa, pero ahora voy a pecho descubierto, fuck yeah) y me llevo un cigarrillo a la boca. Lo enciendo y aspiro profundamente: los dos mejores cigarros posibles son el cigarro después del sexo y el cigarro después de hacer ejercicio, cuando tienes los pulmones bien abiertos, dispuestos a recibir hasta el último puto resquicio de ese humo cabrón que te va a joder la vida. Algo sobre el cáncer de pulmón o algo así. ¿Sabes qué? Esa mierda me la traería muy floja de no ser porque siempre la tengo dura como un cañón.

Cuando entra Drev y se pone a bailotear alrededor de Aponi, me acerco para bailar al otro lado de la tecnomédica mientras suelto una carcajada con el cigarrillo entre los labios y los ojos entrecerrados para impedir que me entre el humo. Eso sí, sin llegar a tocar a la Aponi, que esa piba está mal de la cabeza, y me alejo de ella al mismo tiempo que el alien bailón. Al fin, cuando Drev se me acerca ofreciéndome chocar los cinco, le correspondo con un buen choque.

—Eres un tío legal —le digo—, un tío legal, ¿me entiendes? Puto Drev.

Al escuchar al capi hablar de esa mierda isotónica o isotrópica o lo que pollas sea, me acerco con curiosidad. Joder, sólo saber que es una bebida que quieren prohibir los soplapollas de las «dietas saludables» y demás putas mierdas de la galaxia ya me parece motivo suficiente para querer expandirla por el universo.

—¡A tomar por culo los dientes! —exclamo, concordando con el capi—. Son todos unos soplapollas, capi, unos soplapollas y unos hijos de puta, ¿me entiende? Esa gente de las dietas saludables son unos mierdas a los que no se les levanta y quieren que todos seamos como ellos. ¡Pues que les den por culo! —grito mientras me golpeo con el puño en mis definidos y abultados pectorales—. A esos mierdas les hacían bullying en el colegio y ahora se vengan del mundo con sus gilipolleces orgánicas. Mierdas orgánicas porque no saben lo que es orgásmico, ¿me entiendes?

Las primeras treinta veces me pareció entretenido ver cómo Tala mandaba a paseo al capullo. Ya a la treinta y una empezó a aburrirme y para estas alturas es como un runrún de fondo, algo que está ahí, pero ignoro sin mucha dificultad. Algún día Tala se cansará y le arrancará los huevos sin despeinarse, pero mientras no llegue ese día, es la misma canción de siempre. 

Por suerte la brutal entrada del droide y el alien sí que es mucho más entretenida. Me sumo a su baile enseguida, es un toque de color, una novedad en medio de un día soso y aburrido en el que solo navegamos en línea recta y a velocidad de crucero. Dejo de bailar cuando Drev se me pone al lado para mirarme con cara de tonto y, como respuesta a su suspiro, pongo los ojos en blanco.

—Vas a acabar antes si me haces una holofoto —le suelto al volver a mirarlo. 

Pero, ojo, que en este día de tedio total, parece que todos están dándole vueltas a la bebida del capi. Según se la quita a Drev de las zarpas, aprovecho el momento y se la mango a Hux de la mano, así, como si nada. 

—A ver esta mierda a qué coño sabe… 

Le doy un sorbo tentativo. Lo paladeo. Me quedo callada un par de segundos, como si estuviera haciendo ahí, yo qué sé, una puta cata de esas de la gente con pasta, ¿sabes cómo digo? Y, tras esos segundos, vuelvo a darle otro sorbo, esta vez más largo. 

—Joooder, capi. Esto está que te cagas de bueno. Qué guardadito se lo tenía, eh. Espero que tenga otro, este se quiere quedar conmigo. 

Me separo un par de pasos para que nadie me lo robe a mí. Una buena mangante sabe que no se puede fiar de nadie. Cuando menos te lo esperas te mangan lo mangado y te quedas con cara de gilipollas panoli. Ni de puta coña, colega. 

Le pego otro sorbo y le doy unas vueltas al coco. ¿Me toca a mí eso de los suministros? Nah, me tocó hace dos semanas, aunque le hice el lío a Drev para que hiciera mi turno. ¿Entonces esta semana le toca a él? Espero que no piense que voy a hacer yo lo suyo, que aquello no era un intercambio, no jodas. Los miro a todos con los ojos entrecerrados y, al final, señalo con la barbilla al androide.

—Creo que esta semana le toca a Epsi, ¿no?

—Vas a acabar antes si me haces una holofoto —le suelto al volver a mirarlo.

—No existen suficientes megapíxeles para captar el arrebol de tus mejiiiiiillaaaaaas... —cantó el funkotroniano por toda respuesta.

Nova le sumía en un estado de absurda tontería astral. Era un dato empírico. Altamente contrastado, según sus propias palabras.

Aprovechando que Nova estaba captando la atención del Capi con ese adictivo néctar llamado Slurm, el curioso Drevlin husmeó en el puesto de Huxley solo para hallar una copia del juego de rol con el que el Capitán insistía en hacer piña cada semana. Se trataba de un libro impreso, una reliquia de tiempos pretéritos. Una especie extinta largo tiempo ha. Whitney Swords, una actriz célebre por el enigma que suponía que una zopenca como ella hubiese alcanzado la cima del mundo del espectáculo dijo una vez en un estado de lucidez supina aquello de:

—Los libros son muy raros. Tienes que pasar las hojas para que pase algo.

La sociedad, tristemente, le dio la razón.

Ahora era rara la forma de entretenimiento que no consistía en el trídeo, el holograma o la Realidad Aumentada. ¿Pasar páginas de papel a ver si pasa algo? Naaaaaah. Esa mierda celulosa no es para mí, dicen los jovenzuelos de hoy día. La galaxia se va al carajo, ya lo dice Huxley Senior. 

No obstante, para una mente hiperactiva proclive al pensamiento lateral, ese libro tenía algo. Observad. Observad la portada:

Heroquest, portada del 25 aniversario.

Apareció finalmente en el siglo XXXII.

Crowdfunding. ¿Quién si no?

Drevlin examinó la portada admirando la exhibición de inclusión que habían dispensado los creativos al juego. En primer plano aparecía un morlaco a todas luces heterosexual con los pectorales de Eisid sosteniendo una arcaica navaja de energía con el rostro basado en los rasgos de Huxley Senior con pelazo. A su izquierda teníamos a un enano barbudo con un hacha con pinta de poder matarte no solo con su filo, sino también con su peso. A la derecha de Huxley Senior aparecía un mago travestido. O quizás en pijama. No, era un travelo de manual. Solo había que reparar en el rayo rosa que invocaba con la manopla. Y luego, si uno observaba bien, reparaba en el personaje favorito de Drevlin...

La elfa albina Nova Eris, orbe de magia azul emanando de su elegante diestra mientras esgrimía en su siniestra una espada de bella factura.

—Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaissssh...

Por algún extraño error de imprenta, la elfa aparecía denominada como la trola en el manual.

Era el personaje favorito de Drevlin a años luz. Siempre se lo guardaba a Nova.

Luego estaban los orcos, las orcas, los goblins, los guerreros del Keios y hasta un nigromante que invocaba a los no muertos. Esto último no tenía ningún sentido desde un punto de vista científico, motivo frecuente de discusión entre el Capi y el propio Drev.

En la última sesión, el Capi, que tomaba el rol de Morcar, el Mago Negrata, les había tendido una trampa y les había encerrado en una mazmorra con una rabiosa gárgola armada con el sable llameante Flegetonte y un látigo fustigador +3. La verdad es que al Capi ese día el Slurm se le había subido a la cabezota. Habían escapado por los pelos gracias a un conjuro de viento amanerado lanzado oportunamente por el mago travelo. Nova se había dormido durante el combate y le había rozado el hombro con su cabecita de armónicas proporciones. El mero hecho de recordar aquel detallito le produjo un:

—Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaissssssh...

Drevlin parpadeó. Captó la atención del Capi.

—Bueno, Cap. Creo que la pasada semana cierta gárgola nos cogió altamente por sorpresa en el alcantarillado en el que nos metiste a traición con ese NPC bizco que engañó al bárbaro Eisid con las setas alucinógenas. Pero he aquí que estamos reunidos todos, listos para la revancha. ¿No es así, muchachitos?

>> Eh, Eisid. Quiero una confirmación de pectorales. Are you fucking ready, bro?

Drevlin extrajo su bandana kamikaze de su chaleco y se la anudó en su cuernecito. También se ajustó su tupida y muy exagerada barba postiza.

—Yo seré una vez más Kram-Joe, del clan Kataklammer, el enano más salvaje al oeste del río Kwai y portador del hacha demoníaca y parlante... KATAKROKERRR.

El funkotroniano no era un especialista en juegos de rol, pero entusiasmo y voluntad le sobraban para dar y regalar.

Alzó el puño y dijo con dramática cadencia:

—Aventureros... Reuníos.

Interviene Aponi, su lenguaje corporal evidenciando desidia en grado extremo.

—Paso de jugar al brujo Lolito otra vez, coño. No he visto juego más putoabsurdo en toda mi vida. ¿Quién se adentra en una ratonera subterránea con un puto pijama con estrellas estampadas y unos leotardos? —Aponi contempla la miniatura del brujo Lolito, con su bigote postizo y su mueca festiva con la que parece sugerir que Hoy puede ser mi gran noche. 

—Jodido Drevlin... Aclárame algo: ¿por qué no juegas tú al hechicero que lanza rayos rosas por el culo si tanta ilusión te hace esta mierda?

Drevlin enseña los dientes a Aponi.

Sonrisa funkotroniana perlada de diamantes.

—Voy a decirte algo, Aponi. Solo yo puedo recitar el árbol genealógico del clan Kataklammer hasta el legendario ratatara-ratatara-tatarabuelo Orestes. Solo yo puedo portar el hacha maldita y parlante, KATAKROKERRR. Así está escrito...

Drevlin se levanta y recita, dramatismo en estado puro:

—Y así lo predijo el profeta Alahúndo: Aquel que blanda la diabólica hacha de la leyenda, aquel que ose alimentar su doble hoja mortífera forjado en acero meteórico, aquel que la bañe en la sangre de sus enemigos jurados, está condenado a morir consumido por el fuego eterno de la guerra...

Aponi entrecerró los ojos e hizo un mohín con los labios.

—Eso lo has sacado de la parrafada que viene en el manual. No creas que no lo he leído, chaval. Tu personaje tiene algo de épica y heavy metal. Pero el mío... ¿Por qué tengo que jugar con un idiota en pijama que lanza ráfagas de viento que van acompañadas de un coro de voces chillonas que gritan: Escándalo-Es-Un-Escándalo? ¡Es ridículo!

Aponi cerró los ojos un instante, se pinzó el entrecejo y soltó un golpe encima de la caja del Heroquest, sacudiendo todas las miniaturas y haciendo volar por los aires la pantalla del Amo del Calabozo.

—Se acabó. Quiero someter a mi personaje a una operación de cambio de sexo —dijo, desafiante.

A Drevlin se le desencajó la mandíbula de la impresión ante tal osadía rolera in the very middle of the show.

—A partir de hoy seré conocida en este puto juego como la bruja Lola, del planeta ciénaga Nueva Nueva Orléans. Y mi familiar no será un puto búho, coño. Será una serpiente albina con ojos como rubíes de la que extraigo cicuta para untar los dardos que disparo con mi cerbatana. Y mis conjuros no estarán basados en putas rachas de viento de poniente. Serán bolazos de fuego de Valyria. JO-DER, SÍ.

Aponi tenía que reconocerlo. Aquel puto juego arcaico sacaba algo de ella que la hacía sentir jodidamente viva.

Drevlin parpadeó.

—Y dime... Lola... ¿Estás soltera?

Sonrió como el buen canalla funkotroniano que era.

Aponi esbozó una sonrisa que en un preoperatorio generaría cierta urticaria en el píloro del paciente.

—He enviudado hace poco, muñeco...