- Sí, sí, se lo sabe todo. Pero ¿será verdad que hay más hombres por ahí? ¿Quién nos dice que cuando salgamos por la puerta no van a estar ahí para asaltarnos a todos? -El miedo fluía por los pensamientos de la anciana-. ¡Yo solo quería ser joven de nuevo! Si pudiera beber de la taza de nuevo... Pero me da que no me van a quitar los ojos de encima.
-Y yo volver a ver a mi hijo, Emilia. -Se sincero con ella. -Pero parece que no nos van ha dejar, bueno aun podría intentar una ultima cosa, ya sabe. Pero igual ni funciona o todo sale al revés, quien sabe. Pero antes que me respondan, que tengo curiosidad por esa pareja de traidorcillos.
Emilia, en sus pensamientos, se preguntaba si eso era lo que conseguía la extraña mano que se llevó Saimon; si con eso se podría ver a gente desaparecida o muerta-. Menos mal que no me he topado con su objeto, Saimon. Si se me aparece el espíritu de mi difunto marido, me caería redonda al suelo. Aunque el suyo es un deseo que le honra -Escucho entonces la propuesta del hombre al criminal-. No sé yo si nos dejarán unirnos a ellos. Si les han prometido objetos a esos dos traidores y hacen lo mismo con nosotros, se quedarán sin ninguno. Espero que el italiano este haga buen uso del peine y los deje K.O. a los dos. A mí no me asustan con eso de que van a ir a por nuestras familias... Probablemente solo lo digan para que nos rindamos.
-¡HE! Si le dijera como vivo... no tienen nada con lo que amenazarme señora mía. Pero a ustedes parece que si. -El pensamiento fue transmitido con un par de tristes imágenes de una familia rota en pedazos. -Quiero escuchar lo que tenga que decir ese hombre antes de que todo se complique mucho mas y debamos actuar en serio.
- A mí tampoco, señor mío. Le va a sorprender, pero yo ya tengo una edad que... Bueno, que no lo parece, pero muchas primaveras no me iban a quedar. Y en cuanto a la familia -hizo una pausa durante la cual Emilia pensó en cinco nombres: Esperanza, José David, Ricardo, Nati y Peter. Aunque rápidamente se los quitó de la mente-. No... no tengo. Así que sin miedo, Saimon, sin miedo. Haremos lo que sea necesario para salir de aquí y que esa gentuza no se salga con la suya.
-Vaya, las emociones no son buenas para el corazón. -Bromeo con la muerte, sin recordar que la mujer aun podía escucharlo. -Perdone, no quería ser cruel, pero creo que eran ellos o nosotros y francamente no sabia siquiera si funcionaria, si quiere le puedo entregar el tapón, si quiere el objeto, personalmente ya tengo el mio. -Comento a la mujer y añadió.
-¿Cree que deberíamos mirar en los bolsillos de ese hombre, para saber quien era realmente? O no merece la pena. -A estas alturas era evidente que aun se preguntaba por la identidad de aquel hombre.
- ¡Ay, qué tranquilidad, Saimon! ¡Nos ha salvado usted la vida? -La imagen del calvo y del gitanillo muertos la tenía clavada en su mente-. Y, oiga, de cruel nada, que ellos se lo tenían buscado. Que fueron los primeros en amenazarnos a nosotros.
En el mismo momento en el que miraba la botella, le respondió:- No, gracias, Saimon. Pero no la quiero. Antes de esta aventura me habría gustado tenerla, pero me parece que tengo suficiente con escuchar mi propia voz en la cabeza. Si al menos pudiera usarla para leer la mente a otros sin que otros me la leyeran a mí -pensó, sin poder evitarlo.
- Bueno, bueno... -continuó, algo azorada, intentando no volver a pensar esas cosas-. Sí, tal vez deberíamos saber quién era. Por curiosidad, más que nada. ¡Ay! -exclamó, dándose cuenta de algo importante justo en ese momento-. ¿Y qué habrá pasado con los Rocks? ¿Cree que seguirán vivos?
-Viendo que fue capaz de atacarnos y amenazarnos, me da en la nariz que están muertos buena señora. Podríamos buscarlos por la mansión... pero personalmente no seré yo quien lo diga en alto, la verdad es que ya tengo lo que vine a buscar y la calle me enseño que es mejor no hacerse demasiadas preguntas. -Dijo con tono jocoso.
-Ahora que si siente curiosidad, no creo que el resto se niegue a seguirla. -Se agacho en ese momento, al cuerpo del hombre.
-Por otra parte, supongo que el tapón lo dejare en algún lugar antes de irnos, es un objeto un tanto... extraño. -Entendía perfectamente que aquella mujer no deseaba tener a alguien leyendo constantemente sus pensamientos, el pensaba igual. Hay cosas que es mejor que otros no sepan.
- Más que curiosidad, señor, es más bien una medida de precaución. He visto muchas películas y siempre que los protagonistas intentan esconder algo que puede incriminarles, aunque sean inocentes, acaban metidos en un buen lío –pensó, mientras una imagen suya encerrada en una celda pasaba por su mente.
- Pero, bueno, que la mayoría decida.